Se ha escrito y se ha hablado mucho de la situacion crítica de la península , de los errores que se han cometido y cometen en ella, y de los me У y de 1832 para evitar todo extravio , y que reunidos los ánimos bajo de un plan de reformas saludables y necesarias, contribuyesen todos al bien de la sociedad, y á la tranquilidad y sosiego que resulta de la buena armonía entre gobernantes y gobernados. Mas de una vez me habia propuesto trazar este cuadro, auxiliándome de los recuerdos que conservaba del ruidoso acontecimiento de la Granja, y de lo que se hizo en mi tiempo para que no tuviera las tristes y fatales consecuencias que experimentamos; y hace dias que habria llevado á efecto y el pensamiento , si de una parte no me hubiera arredrado la falta absoluta de documentos para comprobar los hechos, y de otra hubiera podido ven У cer la repugnancia y temor de hablar de las personas que han mediado en todas estas ocurrencias. Sin embargo la fuerza de la verdad y el deseo de contribuir en cuanto pueda al bien de mi patria, me hacen al fin prescindir de tan justos reparos y emprender una obra que sobre ser delicada, tiene el grave inconveniente de escribirse lejos del teatro de los acaecimientos, sin otro auxilio que la infiel memoria , ni mas documentos que los que he podido entresacar de algunas gacetas de aquel tiempo. Enemigo por caracter y principios de toda per Y sonalidad, me abstendré de citar á nadie , mientras no sea preciso para la aclaracion de los hechos, ó que los documentos comprobantes lleven su nombre. Pondré tambien el mayor cuidado en la exactitud de cuanto exponga ; pero como muchas veces tendré que referirme á épocas y cosas que no he podido verificar, ni tengo mas datos que expresados, no será extraño que las fechas no sean precisamente las mismas en que ocurrieron las cosas, ni estas puedan presentarse con la extension que yo quisiera. Me ha parecido tambien conveniente que acompañen á esta memoria las Reales-órdenes , decretos, disposiciones y demas documentos que en ella se citan, y he podido haber á las manos, para que en ningun tiempo se dude de la imparcialidad con que se escribe y noble objeto que la ha dictado. . |