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Gaspar Rodrigo Francia se hizo independiente de Buenos Aires, y siguiendo las ideas de los jesuitas, estableció un gobierno arbitrario, aunque le asistía un consejo de cuarenta y dos representantes del pueblo. Es notable la energía con que excluyó á los extranjeros, y después de su muerte se reveló su extraordinaria tiranía. El hecho es que los jesuitas dejaron en al Paraguay quinientos mil indios, y después de diez años solo había cien mil, hoy está desierto». (1)

IV.

Y después de los autores de fama universal que dejamos citados, vamos á consignar breves juicios de dos autoridades nacionales.

René Moreno ha obsequiado á Bolivia el archivo de Mojos y Chiquitos esmeradamente catalogado, con dos magnificos comentarios, y dice así:

«Además de las producciones naturales algo elaboradas que de Mojos se extraían, como ser el cacao, la miel, la cera, el sebo y las maderas exquisitas de encargo, las provincias altas se proveían de toda la mantelería, lencería, talabartería, sombrerería pajiza, etc., provenientes de la industria mojeña. Ocurría en esta parte que los consumidores se disputaran ciertos artefactos de agrado, como tutumas coloridas, pelotas elásticas, mates tallados, tableros de damas y chaquete, cigarreras, canuteros y rosarios de hueso, bastones, medias labradas, redecillas, sortijas de coco, escritorios y cofres, con incrustaciones de concha fluvial, taburetes, poltronas, y hasta cunas y cujas de jacarandá......

«Tal era la constitución económica de Mojos. Estas eran las estipulaciones solemnes de su pacto social y político. Ereccionalmente habían ajustado el pacto «las altas partes contratantes», como se dice en el derecho público de las naciones. Nadie intervino en este contrato bilateral sino los bárbaros al deponer su amada libertad selvática, y los misioneros al brindarles con las ventajas de una cristiana existencia. Tenía este tratado la consagración de un siglo de puntual observancia de una y otra

[1] Historia universal por César Cantú. T. IV pags. 746 y siguientes.

parte. Cada una de sus cláusulas llevaba sello resolutivo. Suma de todo era que la abnegación intrépida de los jesuitas había, en este negocio, ejecutado obra de acierto para la fe católica y para la corona de España......

«Los datos para que la ciencia etnológica lo sepa no pueden ser más exactos. Y agrego que también no pueden ser más auténticos. Nada de hipótesis ni de fábulas para este estudio, nada que el positivismo de la ciencia más experimental no pueda admitir hoy día......... «Los jesuitas se consagraron á sacar de los indios. cuanto estos podían dar, cristiana y socialmente en obsequio de sí mismos....

Y llegando al momento del extrañamiento de los jesuitas, continúa:

«Es aquel un momento importante para la historia. Marca con sus minutos y segundos en las tablas del tiempo el vértigo de la prosperidad de Mojos. Hasta allí subieron y desde allí descendieron hasta su actual ruina aquellos nobles indígenas......

«Los jesuitas prestaron apoyo sincero y enérgico á la voluntad soberana: ni el más leve signo de su parte que pudiera conmover á los indios, ni una palabra de despecho; dignas y admirables demostraciones todas, porque en lo humano es licito creer que la tribulación era allí dentro muy honda.............. Salieron como sus antecesores habían entrado un siglo atrás, con el breviario en la mano V una delgada cruz alta de chonta en la otra, cruz de brazos cortos y que les servía de bordón.» (1)

Y por fin, nuestro gran tribuno, don Mariano Baptista, en su «Proemio á las cartas de un jesuita», decia:

<< Para una parte de la opinión boliviana, aquella que se forma por cuanto es así, el jesuita aparece laxo de conciencia, ávido de dominio, astuto, diestro en simular su concupiscencia con exterioridades de apostolado.

«Suele hablársenos con cierto énfasis misterioso, de tesoros ocultos en Mojos y Chiquitos.

«Gentes honradas, excelentes sujetos, se declaran católicos á prueba, pero protestando en este punto: jesuitas jamás; eso no; se apoderarían de las familias, nos envol verían con sus intrigas. Abundando en el mismo parecer

[1] Catálogo del archivo de Mojos y Chiquitos. Santiago de Chile, 1888.

se cuentan señoras y señoritas, sin mucha preparación para disquisiciones históricas.

¿Qué decirles?

«Con miramientos á su sencillez ó buena fe, nos será permitido insinuar que aquello de Mojos y Chiquitos eran masas de criaturas, salvo su esencia humana, casi puramente animales, convertidas después de un siglo de labor jesuítica, en reducciones de neófitos levantados hasta la sorprendente altura del sentido moral, hasta la sanción del remordimiento, hasta la idea y la práctica de la expiación, merced al espíritu cristiano sabiamente comunicado á razas inexorablemente primitivas.

«Sobre el fundamento moral y religioso corrió la vida agrícola é industrial, sorprendiéndonos á la postre con la aparición de las bellas artes.. »

Sigue presentando la obra maravillosa del conversor con su inextinguible celo apostólico y hábil gobierno, con su administración severa, recorriendo la historia jesuítica de Chiquitos y Mojos, y continúa:

<«<Sin levantarse al rango de estado, como la república africana, los neófitos de Sud América formaron una colectividad de conciencia pasiva, rica de docilidad, radicada en sentimientos de obligación superior.

«Sobre esta base sólida, sobre este peldaño máximo de una civilización progresiva ¿habrían logrado los jesuitas llevar sus reducciones hasta aquella otra evolución que abre campo á las iniciativas individuales?

«Quién lo sabe! Su profunda intelectualidad en la educación del hombre, su admirable facultad de adaptación, hacen pensar que así como fueron los únicos en colocar sobre un alto nivel á una raza ínfima, pudieron también haberla hecho nación tan original en su democracia, como lo fué en su origen comunario. ¡Qué ideal hubiese realizado la compenetración efectiva del derecho y del deber!»

Cita á Lord Macaulay, cuando en su historia de Inglaterra dice: «Parece que los jesuitas hubiesen descubierto el límite preciso hasta el que se puede impulsar la cultura del espiritu, sin correr el riesgo de emancipar la razón...... Los mismos enemigos no pueden negarles la superioridad en el arte de formar y dirigir la inteligencia de la infancia. >>

«Lo cierto es, continúa Baptista, que la obra arran

cada á la Compañía se desmedró rápidamente. Por mantenerla, durante más de un siglo, trabajaron estérilmente la gobernación del rey con sus leyes de Indias, la administración republicana con su derecho público de Salas. Todo fracasó. Sus tribus que habían florecido á la sombra de una grave tutela se ahogaron en el ambiente oficinesco. El jesuita las había incorporado á la marcha de la humanidad en su condición de familias laboriosas, hábiles, de costumbres puras, acudiendo á la vida, sin comprender todavía lo egoista de la lucha qae ella suscita é impone.

«En este punto de su desenvolvimiento sus maestros fueron expulsados......» (1)

V.

Conocía Felipe II que para perpetuar su dominación en el Perú, cuyo solo nombre había llegado á ser sinónimo de riqueza, era preciso inspirar á los indígenas amor al Evangelio; y en la confianza de hacer prevalecer nuevo sistema de ocupación, pidió jesuitas á Francisco de Borja. Ocho padres estaban disponibles. Gerónimo Portillo es nombrado jefe de esta futura misión, y parte con órdenes precisas emanadas del rey. A fines del año 1568, el mismo navío que había escapado de los corsarios calvinistas y las tempestades, dejaba á los misioneros sobre la rada. del Callao, á pocas millas de Lima.

Muchas veces había resonado en Lima el nombre de la Compañía de Jesús, y el de Francisco Javier era bendecido en todas partes. A este nombre esperaban las victimas ver lucir días menos sangrientos. Portillo había contado ya con el martirio, cuya palma deseaba; pero el cordial recibimiento que se le hace contraría sus secretas esperanzas, al paso que él excita á sacar todo el provecho posible de las felices disposiciones que allí encuentra. Fúndase en aquel punto una iglesia y un colegio, costeado voluntariamente por el rey de España y por los habitantes de Lima; esta iglesia y este colegio fueron construidos sobre un plano magnífico. Su primer rector fué el padre Jaime Bracamonte.

[1] Proemio á las cartas de un jesuita, por M. Baptista.

En aquella época los jesuitas abrazaban todos los ministerios: la enseñanza, el catecismo á los indios, la predicación á los españoles, la administración de los sacramentos y las visitas á los hospitales. Portillo estaba dotado de una elocuencia que conmovía á la multitud, que acudía á tropel de todos los pueblos comarcanos para oirle. El padre Luis López evangelizaba á los negros, y les enseñaba á sufrir con paciencia las cadenas de la esclavitud. Otros jesuitas se dedicaban á formar á los niños en la piedad, instruyendo una congregación de jóvenes nobles a fin de que de todas las gerarquias sociales pudiese hacer la fe una sociedad de hermanos.

Conquistada ya la capital, dispuso Francisco de Toledo, virrey del Perú, que se propagase á todo el resto del imperio aquel amor à la paz y al trabajo que sus armas no podían imponer. En 1569 destina Borja doce nuevos padres á la misión del Perú. Llegan, y á la mañana siguiente, Alfonso Barzana, á quien llaman su apóstol los peruvianos reconocidos, anuncia en lengua de los incas las verdades eternas.

Como eran tan largos los viajes marítimos, durante ellos los jesuitas estudiaban el idioma de las naciones, á las que llevaban la buena nueva de la salud eterna; y así cuando saltaban á tierra, hallábanse ya, con gran sorpresa de los indígenas, en estado de hablar con ellos.

Era arzobispo de Lima Gerónimo Loaiza, de la orden de Santo Domingo. La introducción de la Compañia en un país en que dominaban sin rival alguno los padres predicadores, asustó de pronto al prelado; pero cuando los vieron operar los dominicos, desapareció toda rivalidad, y no quedó más que una santa emulación. Los jesuitas, siguiendo su sistema de propagar la fe, se habían dispersado rápidamente hasta por las regiones más lejanas. Como habían conquistado ya la metrópoli, procuraban conquistar las extremidades del país, para que las provincias del centro no pudiesen resistir al impulso que les comunicarían todos los puntos del rededor; y esta estrategia cristiana produc a efectos prodigiosos. El Cuzco, la antigua capital de los incas, ofrecía en 1571 á la Compañía un palacio llamado Amarocanaa, es decir, la casa de las serpientes, en donde se estableció un colegio, fundándose otro en la ciudad de La Paz. Los obispos de todas las diócesis pe

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