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CAP. II.

De la pasada de los moros de lo otra parte de los montes Pirineos.

Los primeros que comenzaron á resistir á la furia de los moros, despues que acabaron una tan grande empresa, como fué destruir el reino de los godos, y poner á España debajo de su señorío, y los que tuvieron ánimo para volverles el rostro, cuanto se estienden los montes Pirineos desde el Océano hasta nuestro mar, fueron los mismos godos ya españoles, aunque vencidos, con ayuda de la nobleza y caballería de los francos. Éstos por su propia defensa tomaron las armas, porque los moros continuaban sus victorias con tanta celeridad, que no se contentando con el señorío de reinos tan extendidos, pasaron adelante, y fueron ganando la mayor parte de las provincias de Guiana y Narbona, y duró la guerra entre ellos mucho tiempo. De manera que apénas habian acabado aquella tan gran empresa, que es la mayor que se sabe de ninguna nacion, cuando pasaron los montes con tanta furia, que se halla en aquel anal antiguo, que en el año de setecientos y quince, se ganó la ciudad de Narbona por Senia rey de los moros. Confirmase bien esto por nuestras memorias, y puédese tener por cosa muy cierta, que no quedó lugar en lo mas áspero y fragoso de los montes Pirineos, ni en sus valles, á donde no penetrasen y prevaleciesen las armas y poder de aquella gente pagana, pues fueron ocupando las fuerzas principales, y sabemos que subieron por la ribera de Cinca el valle arriba hasta Santa Justa,y asolaron un monasterio muy devoto que allí habia, y se apoderaron de los mejores lugares, y por la otra parte del rio destruyeron y quemaron los lugares del Val de Nocellas, que era muy poblado, y quedó mucho tiempo yermo, y fue destruido el monasterio de San Victorian, que se fundó en tiempo de los reyes godos, y con la misma furia fueron ganando todo el resto de las montañas. La principal causa de pasar los moros á Francia fué por ser inducidos por Eudo duque de Guiana, para valerse dellos contra sus enemigos, y como es aquella nacion de su naturaleza fácil a mudar region, segun su costumbre, movieron á manera de gente que muda domicilio, y llevaron por caudillo á Abderramen, siendo en número, segun los mas graves autores escriben, de cuatro cientos mil, pasados diez y seis años que entraron en España, y no pararon hasta pasar la Garona. Habia grande guerra entre el duque de Guiana y Carlo Martelo príncipe de los francos, el cual con singular esfuerzo y valor juntó toda la gente de guerra que pudo, y la caballería, y nobleza del reino, y tuvo tal maña, que confederó en su amistad al duque de Guiana, que estaba ya arrepenti

setecientos diez puesto que autores de mucha autiguedad escriben haber sido en el año de setecientos catorce y en aquel mismo anal de Ripoll se señala que en este año tornaron á entrar los moros en España, y declara el dia, que fué á once del mes de noviembre. A esto, segun yo conjeturo, dió ocasion, haber sido diversas las entradas, y que desde el año de setecientos catorce segun se afirma por una relacion de la sucesion de los reyes de Asturias y Leon, que es la de mayor antigüedad que yo he visto, comenzó el reinado de Pelayo en Asturias declarando, que los moros habian reinado en Asturias despues de su entrada cinco años. Era sumo pontifice el papa Constantino, aunque Sigisberto autor de harta antigüedad, lo refiere al pontificado de Gregorio segundo su sucesor, y así parece, que fueron diversas las entradas, y que ellas y la mayor furia de la destruccion del reino de los godos sucedieron presidiendo estos sumos pontifices en la Iglesia católica romana. Gobernaba el imperio Filipico Bardano, que por la muerte de Justiniano el Menor y de su hijo, usurpó malamente el imperio, y fué declarado por cismático y hereje. En el reino de Francia reinaba Childeberto el segundo, y tenia cargo del gobierno de sus provincias, en la paz y en la guerra Carlo Martelo, que fué padre de Pipino, y abuelo de Carlo Magno, y en la provincia de Guiana y en las regiones mas vecinas á España, era muy poderoso el duque Eudo. En el mismo tiempo por la parte de Persia iban los árabes tambien extendiendo su reino, y lo fueron continuando hasta sojuzgar las provincias de Frigia, Misia, Caria, Lidia y Pamfilia, y así en un mismo tiempo por oriente y por los últimos fines de occidente continuaban su reino. Los capitanes que fueron mas señalados en esta postrera entrada de los moros, que se nombraron por generales por el miramomelin de los árabes, fueron, Muza hijo de Azuir y Tarif, y estos discurriendo con sus ejércitos, siendo muy poderosos y vencedores por las costas de la Bética, y por lo Mediterráneo, y siendo ya tan señores de la tierra, que habian ocupado la Bética, y la Lusitania, entraron por la provincia Citerior, y vinieron á juntarse á Zaragoza, dejando debajo de su sujeción los oretanos, contestanos, carpetanos, y celtiberos, por donde ellos vinieron y conquistaron los lugares y ciudades principales en ménos tiempo de dos años. Fuese esta pestilencia estendiendo tanto, que afirman no haber quedado ciudad insigne, en que hubiese iglesia catedral, que eran muchas, que no fuese 6 abrasada, 6 destruida, engañando los moros á los que en los lugares mas fuertes se pusieron en defensa, atrayéndolos, y persuadiéndolos, que quedasen en la tierra debajo de su señorío y atributo. Desta manera se entregaron brevemente muchas ciudades y casti-do de haber llevado allá.á los que habian de ser su llos, cuyos moradores permanecieron con ellos, y de los nombres de nuestra religion, y de su gente y secta fueron despues llamados mozárabes. Pero siendo con engaño y fingidamente reducidos á su yugo, quebrantando las promesas que dieron, fueron por los infieles ocupados los tesoros de las iglesias, y violados y profanados los templos y lugares sagrados, y reliquias de santos, si no fueron las que algunos obispos con santo celo y religion alcanzaron, y recogieron á lo fragoso de los montes Pirineos, y á los lugares ásperos de las montañas de Asturias, Galicia y Cantabria, donde se recogió la mas gente que pudo escapar de la persecucion y estrago de los enemigos.

perdicion, porque los moros pusieron luego á saco la ciudad de Burdeos, y fueron talando y abrasando los condados y territorios de Angulema, Jantona, y Putiers, regiones muy abundosas y ricas, y enderezaban su camino la via de Tours, ciudad muy principa] junto al rio Loire, y así ocuparon brevísimamente á Burdeos y Putiers, y la Galia que llamaban Gótica, y casi toda la Guiana. Salió entonces Martelo contra ellos, y venció aquella tan famosa batalla, en la cual pereció la mayor parte de los moros que pasaron los montes. Quedaba con grande gloria la nacion francesa, en haber alcanzado tan señalada victoria con tanto estrago de los enemigos, y fué en universal remedio de la cristiandad, pues se dió á entender á las gentes, que

se podia resistir á la furia de los infieles: mas no embargante esto, tornaron los moros en tiempo de Martelo cinco años despues deste destrozo á proseguir su empresa, siendo favorecidos de Mauricio conde de Marsella, con cuyo favor Alhatan, capitan de los moros, gano la ciudad de Aviñon, que era una de las principales fuerzas de aquella provincia. Pero siendo una vez vencidos, mas facilmente fueron echados por Martelo de su tierra, y los hizo recoger á los lugares fuertes de la Proenza, y fueron desbaratados Alhatan, y Amorreo, que era un principal caudillo de los moros, el que fué muerto junto á Golibre, en los confines de España, y de la provincia Narbonense, siendo vencido con la gente de socorro que llevaba. Por lo sucedido en estas entradas de los moros en las tierras de Francia, se entenderá mejor el estado, en que se debian hallar los cristianos que quedaban despues de la perdicion de España, en las montañas y villas de Bastan, la Berrueza, Deyerri, Anso, Roncal, y Sarrasaiz, que despues corrompido el nombre, se llamó el Val de Salazar, y en la provincia de Aragon, en las montañas de Jaca, y mas al oriente, fuera de la region de los vascones, en las sierras que confinan con los pueblos, que antiguamente se decian ilergetes, lacetanos, y geretanos, en los que ahora llamamos Sobrarbe, Ribagorza, Pallás, Urgel, y Cerdania, pues con tan poderosos ejércitos pasaban los montes, siendo llamados y requeridos, y destruyeron gran parte de Guiana y de la Proenza. No fué menor la gloria de Pipino, hijo de Martelo, el primero de aquel linaje, que aspiró á tomar el reino de los francos, é intitularse rey: reinando Childerico, que sucedia de Clodoveo, que era hombre muy remiso, y torpe para el gobierno: porque Pipino, con permision de los grandes del reino, y favoreciéndole el papa Zacarias año de setecientos y cincuenta y uno, fué elegido por rey, y por el valor grande deste príncipe fueron echados los moros casi de toda Francia; y no solo quedaron los montes Pirineos, como límites entre ellos y los franceses, pero pasaron adelante á dar favor y socorro á los cristianos que quedaban recogidos en la Cantabria; cuyo capitan era señor de aquella region de los cántabros, que es tierra muy fragosa, y se estiende hasta el nacimiento del rio Ebro, el cual se llamaba duque, y descendia del linaje de Recaredo rey de los godos. Poseyeron aquellos caudillos de los moros que entraron en España, el señorío de casi toda ella, y reinaron en Asturias cinco años; y rebelándose los cristianos que quedaron en aquella provincia, y en lo mas fragoso y enriscado de los montes, debajo de su yugo y servidumbre, por consejo y esfuerzo, y valor estremado de su caudillo Pelayo, tomaron las armas contra los infieles, y los vencieron y fueron prevaleciendo de tal manera, que los echaron de Asturias, y fué aquel el principio del reino que se fué fundando en aquellas provincias. Tambien en tiempo de Pipino, segun se refiere en algunas historias de Cataluña, á quien Pedro Tomich sigue en la suya, tenia el gobierno de Guiana en su nombre Oger Golant, señor de un castillo que se decia Catalon, por cuya causa dice, que le llamaron Oger Catalon, y á los suyos catalones, y que éste emprendió con ayuda de nueve barones muy principales, de pasar los montes y hacer guerra á los moros, y que entraron hasta en número de veinte y cinco mil combatientes por los valles de Aran y Aneo, y que en muy breves dias ganaron la Ceritania y pasaron adelante la via de Girona, y pusieron cerco á la

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villa de Ampurias, lugar principal de los indigetes; y por muerte de Oger Catalon fué elegido por general de aquel ejército Dapiser de Moncada, que era uno de aquellos nueve barones, y por juntarse grande muchedumbre de moros contra ellos, levantaron el cerco, y se recogieron á las montañas, á donde se hicieron fuertes hasta la entrada de Carlo Magno. Esto escriben haber sucedido desde el año de setecientos y treinta y tres, por discurso de dos años, y que en el de setecientos y treinta y cinco murió Oger Catalon, aunque de ninguna cosa destas se halla mencion en autores antiguos, salvo que en aquella fabulosa historia del arzobispo Turpin, se hace mencion de Aigolant, pero dice: que era rey de los moros, y que juntó Carlo Magno para entrar en España contra él, veinte y cuatro mil de caballo, sin la gente de pié; tan amigo fué aquel autor de escribir cosas, no solo no verisimiles, pero increibles. No ha faltado autor, tambien catalan, de nuestros tiempos, que con autoridad de un muy grave varon, que fué muy señalado en letras, de varia doctrina, y mucha noticia de la antigüedad, que fué natural de Barcelona, y se llama Gerónimo Paulo, ha presumido derribar todos los fundamentos de aquella historia de Tomich en esta parte, á donde trata de la entrada y origen de aquellos nueve barones, y de las otras cosas antiguas de Cataluña, y lo dá todo por ficcion y burla, y desta opinion son algunos, pues hubo otras cosas nobilísimas y de la misma antigüedad, cuyos descendientes se agravian baber sido excluidos del número destos primeros barones, y muestran su origen de aquellos tiempos, como son los Centellas y Cruillas; de cuya nobleza no se puede negar que tuviesen su origen tan ilustre.

CAP. III. De las entradas que hicieron en España Carlo Magno, y Luis su hijo.

Muerto Pipino, Carlo su hijo, que despues mereció el título y renombre de Magno, sucedió en el señorío de Guiana, y entrando por ella en el principio de su reinado poderosamente, habiendo algunos que le eran rebeldes, la dejó pacífica debajo de su señorío. Despues teniendo las cosas de Francia en grande paz y sosiego, segun se refiere en las historia's extranjeras, fué diversas veces solicitado por los cristianos que estaban en España, que tuviese por bien de volver las armas contra los infieles, y fue requerido por algunos moros, por guerras que entre ellos habia, que viniesen con toda su pujanza á estas partes, porque se le entregaria principales ciudades, y con esto fué un moro que algunos llaman Ibnabala, y en Anonio se nombra Ibualarabi, que fué el que solicitó la venida de Carlo á España, y por su persuasion con esperanza de sujetar diversas ciudades,juntó grande ejército año de setecientos setenta y ocho con el cual pasó los montes Pirineos por la region de los vascones; y lo primero que se emprendió, fué poner cerco sobre Pamplona, la cual se le rindió luego. Desde allí pasando á vado el rio Ebro, tomó la via de Zaragoza, á donde escribe Regino, que se ajustaron para venir en socorro dè aquel ejército de los francos, innumerables gentes de Borgoña, Austrasia y Bayoaria, y de la Proenza y Septimania, que era lo que ahora se dice Lenguadoque, y tambien vinieron algunas compañías de longobardos, y puesto el cerco sobre la ciudad. les moros se concertaron de dar ciertas rehenes, y gran suma de dinero y dejó por rey á Ibnabala, que le habia servido en aquella guerra, y con esto se levantó el cerco, y volvió el rey Carlos á Pamplona, y

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mandó derribar los muros de aquella ciudad, porque alegría del pueblo, por haber vuelto la silla del impeno se rebelasen. Pasado el estío, tornando con su ejér-rio á Italia, pasados cuatrocientos y sesenta años que cito á Francia, fué de sobresalto acometido en los lugares mas ásperos de los montes, por los vascones que eran naturales de la tierra, y robaron el bagaje y todos sus tesoros; lo cual principalmente se atribuye haber sucedido por órden y consejo del mismo Ibnabala rey de Zaragoza. Es de advertir una cosa, para mayor noticia del estado en que se hallaban los moros en España en aquellos tiempos, que segun se escribe en las historias de los árabes, despues de la muerte de Mahoma, la silla y trono principal de sus sucesores se puso, y fundó en la parte mas superior de la provincia de Egipto, y en Persia y Arabia, y la provincia de África y España, que se sujetaron por sus ejércitos en el occidente, se gobernaban por sus generales y presidentes, y aun en el tiempo de Carlo Magno no habia reino ninguno principal de los moros en España, ni pasaron á ella la silla de su imperio, y las provincias se gobernaban por los capitanes y presidentes que de allá enviaba, aunque en nuestras historias se llaman reyes, y así era mayor la confusion, estando España gobernada por tantos, y teniendo sus príncipes y emperadores tan lejos toda la mayor fuerza y magestad de su reino.

Tambien parece por anales antiguos, que en el año de setecientos y ochenta y cinco, los moros que tenian la ciudad de Girona, se pusieron debajo de la obediencia del rey Carlo; y refieren Anonio y Regino, que en este tiempo tambien la ciudad de Barcelona era sujeta á los francos, y con diversas ocasiones y sucesos, unas veces era sojuzgada de los francos y otras de los moros; y finalmente, habiéndose apoderado della un principal caudillo moro, llamado Zaet, la rindió al rey Carlo, y esto fué, segun por Regino parece, año de setecientos y noventa y siete, y fué Zaet á Aquisgran, á donde el rey estaba este mismo año, y allí se hizo su vasallo; y siendo cobrada Barcelona por los francos, envió el rey á Ludovico su hijo, con Abdalla moro, que habia sido echado por su hermano del reino, y puso cerco sobre la ciudad de Huesca, y algunos autores franceses escriben, que Azen rey de Huesca, envió al rey Carlo las llaves de aquella ciudad, en señal y reconocimiento de vasallaje.

En el año siguiente de setecientos y noventa y ocho, comenzaron los moros á ser señores de la mar, y saquearon los islas de Mallorca y Menorca, y segun Regino y Anonio refieren, el rey don Alonso de Asturias y Galicia, envió á Fruela y Basilica sus embajadores á Carlo, despues de haber. puesto á saco á la ciudad de Lisbona, y le envió muy ricos dones, y presentes de armas, caballos y esclavos, y un pabellon de estraña labor y grandeza, y conforma bien con esto la razon de los tiempos, pues hallamos por muy antiguas memorias, que el rey don Alonso el Casto fué eligido en el reino de Asturias, en la era de ochocientos veinte y nueve que fué año de nuestra redencion de setecientos noventa y uno. Mas las empresas de Carlo Magno, sucedieron tan prósperamente, que pudo con autoridad y favor de la sede apostólica, hacerse señor de las tierras y estados del imperio latino, que estaban sugetas á los emperadores que residian en Constantinopla, y fué en el año de ocho cientos y uno, por el papa Leon, nombrado emperador, y adornado de las insignias imperiales, en la iglesia de San Pedro en Roma, con gran regocijo de los príncipes y señores que allí concurrieron, y con increible TOMO IV.

se habia trasferido á Constantinopla; y fué éste el principio del imperio occidental, siendo emperatriz en Constantinopla Irene. En este mismo año en el estío, se ganó por los francos la ciudad de Barcelona, que habia dos años que la tenian cercada por haberse rebelado Zaet, el cual fue allí preso con mucho número de infieles, y Ludovico hijo de Carlo, entró en Barcelona, y sacó aquella ciudad de poder de los moros, lo cual se refiere que pasó desta manera. En el mismo tiempo que Carlos fué à Roma á recibir la corona é insignias del imperio, Ludovico su hijo, desde Tolosa vino con su ejército á España, y el rey moro que residia en Barcelona, que algunos escriben que se llamaba Adolo, que era su vasallo, le salió á recibir ofreciéndose de seguirle, y dejando la ciudad debajo del gobierno de aquel moro, como ántes estaba, pasó con su ejército adelante, haciendo guerra muy cruel en los lugares de los moros, en las regiones y territorios de los ausetanos, é ilergetes, y ganó de aquella entrada toda la tierra que despues se nombró Cataluña, hasta Lérida, y mandó quemar y asolar aquella ciudad, y talando los lugares de su comarca, prosiguió adelante su conquista, hasta llegar á poner su real sobre Huesca, talando y quemando todas sus comarcas. La ciudad fué defendida por los moros con grande obstinacion, y sobreviniendo el invierno, se recogió Ludovico con su ejército á Guiana. No pasaron dos años, que estando el rey de Barcelona en la Proenza, Ludovico le mandó prender por sospecha que tuvo, que se queria rebelar contra él, y entró otra vez en España, dividiendo sus gentes en tres partes, y en la una envió por general á Rostagno conde de Girona, para que con su gente se fuése á poner sobre Barcelona, y la otra parte con la mejor y mas escogida gente, y con dos principales capitanes ordenó que pasase adelante, para que hiciesen rostro á los enemigos, y les hiciesen guerra entretanto que la ciudad de Barcelona se defendia, y estorbasen, que los moros no pudiesen llegar á hacer daño en su real, ni socorrer á los cercados. Con lo restante de la gente se quedó el rey Ludovico en Rusciño, lugar principal de la provincia Narbonense, muy cerca de los confines que la dividen de España, y á donde despues fué poblado Perpiñan; de cuyo nombre se dijo aquella region y condado, Rosellon. Habíase juntado la mayor parte de la morisma de España para resistir á Ludovico, y socorrer á Barcelona; y estando los reyes moros en Zaragoza, entendiendo que el poder de los franceses era grande, no osaron pasar adelante, y repartieron sus gentes en guarniciones, poniéndolas en frontera en lugares y castillos mas principales. Los capitanes del rey Ludovico se fuéron á juntar con los que estaban sobre Barcelona, y fué la ciudad combatida diversas veces, pero los moros se defendian con una increible desesperacion, tanto, que muchos dellos, menospreciando la vida, se echaban de los muros abajo, teniendo por mejor la muerte, que la hambre que dentro padecian. Duró la mayor parte deste invierno el cerco, y siendo llegado el rey, le rindieron los moros la ciudad, y fué esta la primera vez que se libró del poder y gobierno de los infieles; y dejó Ludovico en su defensa al conde Bernardo, y señalan que quedó con gente de guarnicion de godos que eran (á lo que yo puedo entender) los naturales y descendientes de sus primeros pobladores, y entonces fué preso Zaet.

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Volvió Ludovico el verano siguiente con muy poderoso ejército á continuar la guerra contra los moros, y pasó á combatir á Tarragona, la cual se le entregó con los otros lugares de aquella comarca, hasta llegar muy cerca de Tortosa, adquiriendo y conquistando los suesetanos; cuya cabeza era Tarragona, y la mayor parte de los ilergetes, que se estienden desde los confines de Cerdania, abajo por las riberas del rio Segre, hasta comprender á Lérida, y mas adelante, se fué apoderando de los pueblos principales de los ilergaones, que por la parte de oriente confinaban con los suesetanos, y por la del occidente y septentrion con los ilergetes, edetanos, y celtiberos, y habitaban la region que se estiende hasta nuestro mar, por la una y otra ribera del rio Ebro. Habíase dividido la gente de Ludovico en un lugar que se llamaba Santa Coloma, y con la mayor parte pasó el rio, con intento de cercar á Tortosa, lugar principal de aquellos pueblos ilergaones, y con la otra móvieron sus capitanes Hisem bardo, Hademaro, Bernardo, y Borelo, alejados de la costa del mar, por la parte mas superior y vecina á los montes; y estos discurrieron por los ausetanos é ilergetes y pasaron á Segre, Cinca, y Ebro haciendo grande estrago, robando y quemanla tierra, sin que los moros tuviesen fuerzas, que bastasen á resistir; y segun refiere la historia que leemos de las cosas de Ludovico con título de Anonio Monje, llegaron á una gran poblacion que llamaban Villarroya no léjos de Tortosa, y della hubieron mucho despojo, y ayuntándose gran morisma contra ellos, esperandolos á la entrada de un valle, que llama este autor Ibana, reconociendo el peligro que corrian, si pasaran á entrar en la sierra que era ceñida de grandes montañas, se retrujeron á lo llano, y se recogieron sin recibir daño alguno. En esta entrada, segun este autor escribe, no hizo Loduvico otro efecto, y volvióse para Guiana.

En el verano siguiente, por mandado del emperador su padre, se hizo una gruesa armada para salir contra los normandos, que destruian todas las costas de Italia y las islas de nuestro mar, y por este impedimento envió el emperador en lugar de Ludovico con ejército á la conquista y guerra de los moros á Vigeberto, y éste pasó Ebro, y tuvo junto á Tortosa batalla con los que estaban en aquella frontera, y fueron los moros vencidos, y volvióse sin poder ganar aquella ciudad. Escribe Pedro Tomich, autor catalan, y otros que le siguen, que ordenó Carlo Magno en el principado de Cataluña, que se acabó de ganar en este tiempo por Ludovico su hijo, que hubiese nueve condados, señalando á cada uno sus límites, y que debajo dellos residiese un vizconde y un noble, y un barbesor. Estos mismos autores afirman, que se ordenaron é instituyeron entonces las nueve baronías que se dieron á los nueve barones que pasaron á Cataluña con Ojer Catalon, y que cada una tomó el nombre del baron, y no reconocian dominio á ninguno de los condes. Allende desto escriben, que se proveyó por la sede apostólica, que en Cataluña hubiese un arzobispado, y siete iglesias catedrales en ocho ciudades, que fueron Tarragona la primera, y metrópoli, Elna, Urgel, Roda, que despues se mudó á Lérida, Tortosa, Barcelona, Vich y Girona. Pero todas estas iglesias, excepto la de Roda, fueron ya en los tiempos antiguos catedrales Y presidieron en ellas obispos, y es cosa muy averiguada, que desde los reyes godos, hasta la destruccion de España, hubo silla catedral en Ampurias, y

presidieron en ella sus obispos. Mas como quiera que estos estados fueseu primeramente instituidos, ó por el emperador Carlo Magno, como en esta historia se afirma, 6 despues, parece cosa muy cierta, que tuvo Carlo el dominio en toda la tierra que estuvo en poder de fieles y se fué poblando por los cristianos en los montes Pirineos, como se iban extendiendo, desde Ribagorza á Cerdania y Rosellon, en la cual se comprende por aquella parte todo lo que hoy se llama Cataluña, y aun duran muchas memorias en las iglesias de Urgel, Girona y Barcelona, por las cuales parece que le fué toda esta tierra sujeta, y que la iglesia de la Seo de Urgel, fundada en tiempo de los godos, en el lugar donde hoy está, fué destruida por los infieles, y se tornó á edificar y dotar en su tiempo, y hallamos en autores muy antiguos y graves, que aunque no hacen mencion de las cosas que en Cataluña se ordenaron por el emparador Carlos, escriben haber instituido en la Aquitania nueve condados, y parece cosa verisimil haber seguido aquella misma órden, en las provincias que en esta parte de España le eran sujetas y estaban ya conquistadas cuanto à proveer en las ciudades mas principales quién las rigiese, que llamaban entonces condes. Así parece que ya en su tiempo, y de sus hijos habia condes en Barcelona, Ampurias, Girona y Urgel, aunque no se halla ninguna mencion de vizcondes, hasta que ya los condes de Barcelona tenian muy contirmada la posesion de su señorío para sus sucesores por sus conquistas, ni de los otros barones, pero lo que estos autores, señaladamente Pedro Tomich escribe, ni es de afirmar, ni se debe creer, que antes se repartiese la tierra que fuese conquistada de los moros, y que no se extendiese á mas de los límites que hoy tiene Cataluña, que se acabó de ganar tanto tiempo despues por el conde don Ramon Berenguel príncipe de Aragon. A esta invencion dió ocasion la nobleza y antigüedad 'grande de las casas y linajes de aquellos nueve barones, y de los vizcondes que verdaderamente es la mas confirmada y sabida que hay en toda España, aunque no dudo yo, que tuviesen origen de aquellos tiempos de Carlo Magno y de Ludovico y Lotario, y deben sus sucesores muy poco al autor que ha querido con vana ficcion dar á tanta antigüedad y nobleza tan fabuloso prin| cipio. Señalan estas historias de las conquistas de Cataluña el tiempo en que se ordenaron estas cosas, y dicen haber sido el año de setecientos y noventa y uno, y que entonces Carlo Magno vino á poner cerco sobre Narbona, que era donde los moros que pasaron á las Galias, habian hecho principal asiento y tenian mayor fuerza de su reino, y despues se dice, que pasó los montes, y que conquistó á toda Cataluña la vieja, y ganó á Rosellon y Conflent, y que prosiguiendo la conquista se subió a Cerdania, y hubieron los cristianos una muy grande batalla con los moros en el valle que por esta causa llamaron Val-Carol, por donde se volvió el emperador á Francia. Despues desto, dice este autor, que vino otra vez Carlo Magno á España, y pasó á Navarra poco antes que muriese, cuando fué el destrozo de su ejército, y los principales dél fueron muertos, pero ni Eginarto, que escribió las cosas de Carlo Magno, y fué en su tiempo ni otros autores, á quien se debe dar crédito, hacen mencion destas entradas por Cataluña.

Dividió Carlo Magno sus reinos y estados, que fueron grandes, entre sus hijos, en el mismo tiempo

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En el año de ochocientos y seis los pamploneses, y de aquella comarca y valles que se habian rebelado en los años pasados á los moros, fueron reducidos à la obediencia de los francos, y lo mismo se escribe en la historia de Anonio, de donde se puede conjeturar, que los cristianos que estaban en aquellas montañas, pade- | cian de ambas partes grande fatiga y trabajo, entreteniéndose unas veces con los francos, y otras con los moros, por no estar debajo del yugo de ninguna destas naciones.

En el año de ochocientos y siete, los moros cosarios que salian de España corriendo las costas de nuestro mar, pasaron á Cerdeña, y saliendo los sardos á defender la isla, vinieron á batalla, en la cual fueron los mo¬ ros vencidos, y de allí pasando á Córcega, recibieron tambien mucho daño.

En el año de ochocientos y nueve, segun en el crónico de Regino se contiene, entró Ludovico en España, prosiguiendo la empresa contra la ciudad de Tortosa, que tanto se habia defendido por los moros contra sus ejércitos, y teniendo consigo á Heriberto, Luitardo, y Hisembardo, principales capitanes, y muy reforzado su ejército, vino á ponerse sobre aquella ciudad; y segun en la historia de Anonio se refiere, le fué rendida, y en señal de una muy gran victoria llevó las llaves que se le entregaron á su padre, y de la toma desta ciudad quedaron muy amedrentados los moros. Este mismo año, siendo muerto el conde Aurelio, que estaba desta parte de los Pirineos en frontera por el rey Ludovico contra Huesca y Zaragoza, el capitan de los moros que tenia cargo de aquellas ciudades, se apoderó de las fuerzas, y puso gente de guarnicion en sus castillos, y envió al emperador Carlo con embajada á ofrecer, que con toda la tierra que tenia, se pondria debajo de su obediencia, y con gran astucia se entretuvo, y quedó con los castillos todo el tiempo que Carlo Magno vivió. Despues envió el rey Ludovico á Heriberto capitan general del emperador Carlo Magno con su ejército contra la ciudad de Huesca, al cual tuvieron en tan poco los moros, que estaban en su defensa, que siendo cercados salieron á dar batalla á los francos, y fué de ambas partes muy herida y sangrienta, y los moros se volvieron á su ciudad sin recibir mayor daño que sus enemigos, y ellos levantaron su real. Despues desto los vascones, que estaban en la obediencia del emperador Carlo Magno, se comenzaron á levantar y eximir de su señorío, que á lo que puedo comprender, debió ser por pretender, pues estaban opuestos á los infieles, y perseveraban en hacerles guerra con tanta fatiga, se debia elegir rey, á quien obedeciesen, y no estar sujetos á los gobernadores, y capitanes que Carlo y Ludovico enviaban á las fronteras. Fué necesario por esta causa, segun aquel autor escribe, que Ludovico pasase los montes Pirineos, y viniese á Pamplona, y persiguiendo á los que se habian rebelado, redujo los demás á la obediencia del emperador, y fué esta, segun yo entiendo, la postrera empresa que contra los moros hizo, y despues muerto Carlo Magno,

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sucedió á su padre en el imperio, y por las alteraciones, y guerras que tuvo con sus mismos hijos, y con los grandes de su reino, que se rebelaron, desistió d'e la guerra de los moros, y quedó á cargo de los gobernadores y capitanes, que en España residian en su nombre, en aquellas partes de la Gália gótica, y en Cataluña, y en la frontera de los vascones. Carlo Magno, con esperanza de ayuntar á su señorío a España, , que era poseida de los infieles, y casi toda ella estaba repartida entre muchos señores, confiando que el rey don Alonso de Asturias le dejaria por sucesor, por no tener hijos, si es verdad lo que algunos autores en esto afirman, no dudó de ofrecer su poder contra los moros, y queria que Bernardo su nieto, á quien habia hecho rey de Italia, despues de la muerte de Pipino su padre, fuese adoptado por el rey don Alonso, y preferido en la sucesion del reino á sus parientes, con esta confianza, comenzó á hacer gran guerra á los moros. Teniendo desto noticia los grandes y ricos hombres del reino, entre los cuales es muy nombrado el valor de Bernardo del Carpio, que era sobrino del rey, hijo de su hermana Jimena, y del conde de Sandias, que en algunas historias antiguas llaman Sancia, no quisieron dar lugar que esto se efectuase, ni se sujetasen á nacion extranjera, y poniendo sus alianzas con el rey de Zaragoza llamado Marsilio, salieron á resistir al emperador, concordáronse de resistir á esta entrada y empresa de Carlo Magno los asturianos, y las provincias de Vizcaya, Álava, Navarra, Ruchonia, y Aragon, y con gran deliberacion de un acuerdo deliberaron perderse, y morir, antes que sujetarse á los francos, y juntándose con el rey don Alonso, salieron á pelear contra el rey Carlos, el cual teniendo ya por suyo lo que se le habia prometido, entraba á tomar la posesion poderosamente, y hubo entre ellos aquella tan famosa batalla en el puerto de Roncesvalles, en la cual se escribe, que murieron los mas principales señores y condes que en aquel ejército venian, y entre ellos Rolon conde de Bretaña, cuyas proezas han sido tan encarecidas por las fábulas de los autores franceses. Vivió despues desta adversidad el emperador poco tiempo, y murió en Aquisgran, en el año de nuestra redencion de ochocientos y trece, segun parece en diversos anales antiguos, habiendo adquirido por sus grandes conquistas el título y renombre de Magno. CAP. IV. De los condes de Aragon, Barcelona, y de otros que tuvieron señorio en los montes Pirineos.

Concurrieron por este tiempo Aznar conde de Aragon, y Galindo su hijo, que tuvieron el señorío en aquella parte de los montes Pirineos, que era de la region de los vascos, á donde fue muy nombrada en lo antiguo la ciudad de Jaca. Estos se apoderaron de las fuerzas de los montes de Aspa, y acometieron por las fronteras y valles de Sobrarbe, y perseveraron con grande valor en hacer guerra á los moros, con ánimo de proseguir por aquella parte su conquista. Juntose con ellos otro príncipe muy valeroso, que se apoderó de lo mas áspero de Ribagorza, y tomó título de conde, que se llamó Bernardo, y casó con Teuda hija del conde Galindo, y segun parece por antiguas memorias era del linaje de Carlo Magno, en cuyo tiempo la mayor parte de Sobrarbe, Ribagorza, y Pallás, estaba en poder de infieles. De tal manera se comenzó por aquella parte la conquista, y con tanta furia, que lanzaron los moros de las montañas hasta Calasanz, y se apoderaron de los puertos y pasos mas fuertes, y pobló ei

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