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CAP. XVII. De lo que se determinó por los del parlamento de Cataluña para que cesasen las causas de disension que se habian movido en él.

se en la causa principal de disponer los medios para la declaracion de la justicia del verdadero sucesor: y cuanto à la diferencia que se movió sobre haberse mudado el lugar del parlamento, el conde de Cardona, con el poder que tuvo del estado militar, declaró que por entonces no se hiciese ninguna mudanza de aquella ciudad y se fuese continuando el parlamento: y que aquellas doce personas que se nombraron despues de la muerte del rey don Martin, que representaban el principado, para proveer en las cosas que se ofreciesen mas libre y aceleradamente, y despues de la congregacion' del parlamento pretendian tener jurisdiccion, y aquello se remitió tambien al conde, declaró que cesase su ejercicio y todo se redujese á lo que el parlamento general ordenase. Sobre la pretension de los caballeros y gentiles hombres, que pretendian tener su brazo particular, que era contienda que daba mucho desasosiego, sentenció que se guardase en todos los autos de aquel parlamento la usanza y costumbre del parlamento que tuvo en aquella ciudad la reina doña María mujer del rey don Martin: y que por el pregon que se hizo en lo de las armas por los consejeros, no se parase perjuicio de allí adelante á los barones, caballeros y gentiles hombres. En conformidad de lo que declaró el conde por comision del estado militar, proveyeron y ordenaron lo mismo las personas á quien se cometió por los otros estados.

CAP. XVIII.-Que don Juan de Moncada libró á là reina doña Blanca, que estaba cercada en el castillo de Marqueto de Zaragoza de Sicilia.

Como las cosas de Lérida causaban mucha turbacion en Calaluña, y la mayor diferencia que habia entre las partes era por la tenencia de algunos castillos que tenia el obispo, los del parlamento procuraban que los pusiesen en poder de alguna persona que fuese elegida por aquella congregacion y para dar órden en esto y en procurar entre las partes algun sobreseimiento de guerra, como en cosa que tanto importaba por la vecindad del estado del conde de Urgel y por el peligro que habia si se declarase en aquel bando, enviaron un caballero á Lérida que se llamaba Luis Averso. Era mucho mayor el movimiento de gente que se juntaba y acudia á la guerra que se hacian el conde de Pallás y el obispo de Urgel: y aunque el parlamento habia enviado á Juan Ciurana prior de Tortosa, y un caballero que se decia Juan Aimerich, para que procurasen de inducirlos á que dejasen las armas, estaban en tanto rompimiento que se temia viniesen á dar batalla, estando el conde en un lugar suyo que dicen Salas, y el obispo en Tremp que era suyo: y por respeto y reverencia del parlamento hicieron entre sí y sus valedores y vasallos tregua voluntaria por siete dias: y lo mismo se procuraba entre los Comes y Naves: y sobre ello se juntó Luis Averso en Juneda con el obispo de Lérida y con Sanson Naves, que eran los caudillos del un bando. Era esto en sazon que un capitan francés de algunas compañías de gente de armas desmandada, que se llamaba Borrodo, ha- Era mediado el mes de diciembre y aun no se habia bia juntado hasta cuatro mil caballos: y publicóse que dado órden que el parlamento deste reino se juntase, amenazaba que pasaria á Cataluña, adonde no te- aunque ya por este tiempo estaban en Zaragoza algunian rey ni se podian concertar en quién lo habia de nos prelados, barones, caballeros y síndicos de alser: y tambien Bernardo de Armeñaque amenazaba gunas ciudades y villas que venian para asistir á la que habia de pasar los montes de otra manera y con congregacion general, y se iban juntando por llamamayor pujanza que habia venido otras veces. Aunque miento, á lo que yo creo, del gobernador y justicia esto no era tan cierto como se publicaba, se comenza- de Aragon. Envió á esta congregacion la reina doña ron á poner en órden las fronteras y fuerzas de Rose- Leonor de Navarra, estando el rey don Carlos su maIlon, Puigcerdan y Pallás: y se deliberó por el parla- rido en París, á procurar se diese algun socorro á la mento de dar sueldo á mil bacinetes y mil pilarts, y opresion que la reina doña Blanca de Sicilia su hija reotros mil ballesteros á caballo: y aunque el conde de cibia de don Bernardo de Cabrera maestre justicier Urgel, que estaba en San Boy, mediado el mes de di- de aquel reino, que estaba cercada en el castillo de ciembre envió con el obispo de Malta su confesor y con Marqueto de Zaragoza y se combatia con bombardas Macian Vidal, á hacer gran ofrecimiento á la congre- y otros pertrechos de guerra: y representaba la obli→ gacion de Barcelona de su persona y estado por la gacion que todos los naturales y súbditos destos reinos defensa de la tierra, y salir á resistir que gentes de tenian á su amparo y defensa, y á procurar el honor armas extranjeras no entrasen en el principado; bien de la reina. Deliberóse por los prelados, ricos homse entendió que aquella gente que se mandaba hacer bres, y caballeros y ciudadanos que estaban juntos, mas era contra los enemigos de casa y contra los que que en congregándose parlamento deste reino que so intentasen de poner alguna turbacion en la tierra : por- esperaba juntar brevemente, se proveyese por él coque acordaron de requerir á los que competían por la mo convenia á la dignidad y autoridad del reino: y sucesion que no causasen turbacion alguna en el prin- para exhortar y animar á lo mismo á los del parla→ cipado ni emprendiesen en él cosa de hecho; pues se mento de Cataluña, enviaron á Barcelona á Juan Gilponia en medios de equidad y justicia: protestando bert oficial del arzobispo de Zaragoza. Pero en el parque si lo hiciesen el principado se satisfaria en su derecho lamento de los catalanes, por la mayor parte dél se del que quisiese proceder por via de las armas y por lo entendia de manera que no se pensaba haber hecho de la sospecha de entrada de gente extranjera, Ramon ménos servicio don Bernardo de Cabrera despues de Zagarriga, que era gobernador de Rosellon y Cerdania, la muerte del rey de Aragon, en ir á la mano á los puso en órden algunas compañías de soldados; y Ber- que con autoridad de la reina intentaron de congregar nardo Dolms, alcaide del castillo de Perpiñan, le puso el reino para Mecina y haberse rompido lo que ordeen la mejor defensa que pudo. Con esto con gran sonaron en Tavormina, que sirvió en la conquista de licitud atendian á escusar toda disension y diferencia aquel reino. Porque muerto el rey don Martin de Side las que se habian movido al principio de su con- cilia y despues el rey de Aragon su padre, como engregacion, para que con mayor libertad se prosiguie-lendió que algunos de los rebeldes de aquel reino in

tentaban de poner en él nueva turbacion: y conside- | se decia por los que escusaban al conde de Módica, e'

pueblo con gran movimiento puso cerco al castillo y le
combatieron con mucha artillería contra la voluntad
del conde: porque su intencion no era que la reina
fuese cercada, sino sus enemigos que estaban dentro
del castillo, del cual la reina habia hecho donacion á
uno de su consejo. Todos los del bando del almirante
don Sancho Ruiz de Libori, y muchos que no lo eran
y deseaban nuevo gobierno, tomaron por su capitan
y caudillo á don Juan de Moncada, sobrino del con-
de de Aderno, hijo de su hermana: y con trescientos
de caballo y otros tantos á pié acometió la una parte
del real, y entróle por fuerza y pasó á apoderarse
de una puente: y acudiendo la otra parte del real que
estaba sobre el castillo, tuvieron una muy récia pe-
lea, y resistió en ella el conde de Módica valerosa-
mente, peleando con los enemigos, animando los su-
yos, hasta que se rompió la puente á sazon que la
reina estaba para ponerse en ella y entrar en una ga-
lera que estaba en el puerto, cuyo capitan era Ramon
de Torrellas. En este trance los del castillo y la gente
de don Juan de Moncada abrieron una puerta del mu-
ro, y acometieron la parte del real que estaba de la
otra parte del castillo, y echaron de aquel lugar la
gente del conde, y libróse del cerco la reina y púsose
en la galera, rindióse la ciudad con gran alabanza de
don Juan de Moncada y de aquella casa y linaje, que
pareció tener particular suerte y ventura en poner en
libertad dos reinas de aquel reino, estando cercadas
y hallándose en tanto peligro. Estando las cosas en
este conflicto algunos de los regidores de la ciudad de
Palermo, que habían hecho pleito homenaje de tenerla
por la casa real de Aragon, pusieron el pueblo en ar-
mas y trataron de matrimonio de la reina con don
Nicolás de Peralta, con fin de salir de la sujecion de
la casa real de Aragon, diciendo que los catalanes
tuviesen su rey y los sicilianos el suyo, y que don
Nicolás descendia de la casa real de Aragon. Era don
Nicolás de Peralta sobrino del conde Nicolás de Pe-
ralta, hijo de don Juan de Peralta su hermano, que
fueron hijos del conde Guillelmo de Peralta y de la
infanta doña Leonor hija del infante don Juan duque
de Atenas y Neopatria, hijo del rey don Fadrique
el mayor: y pretendia don Nicolás suceder en el es-
tado de la condesa doña Margarita de Peralta, que
casó con don Artal de Luna y era su prima, como
legítimo varon de la casa de Peralta y nieto del con-
de Guillelmo. Con esta voz andaban alterando y con-
moviendo los pueblos y procuraron que la reina se
mudase á Palermo, creyendo que los lugares del Val
de Noto le acudirian: y aposentose en Palermo en un
palacio real que llaman Hester, que está sobre la
mar, adonde se tenia por mas segura confiando en
los vecinos de aquella ciudad y que estarian á su
obediencia. El almirante, dejando á la reina, se juntó
con don Juan de Moncada para resistir á lo que el
conde emprendiese, el cual justificaba su causa ofre-
ciendo de estar á lo que determinasen el rey de Na-
varra y el parlamento general de Cataluña, con los
consejeros de Barcelona y el Vizconde de Castelbó que
era yerno del rey de Navarra, y don Roger Bernardo
de Pallás sobre lo que tocaba el regimiento de aquel
reino, y en lo de la sucesion prometia tener por rey
y señor al que, segun lo ordenado por el rey don
Martin en su muerte, se determinaria por justicia que

rando que el mayor cargo recaia sobre él, y que el
remedio era discurrir poderosamente por el reino,
requirió y suplicó con mucha instancia á la reina, que
no embargante que su oficio de vicaria del reino ha-
bia espirado, anduviese por el reino y ofrecia de
acompañarla y hacerla toda honra y reverencia. La
reina, segun don Bernardo decia, fué desto muy con-
tenta: mas al tiempo de la ejecucion, por consejo
de don Sancho Ruiz de Lihori almirante del reino, y de
los de su opinion, se desvió de seguir aquel propósito.
Don Bernardo, que entendia que si dejase de discurrir
por el reino se ponia en muy grande peligro, delibe-
ró de ir por él con los estandartes reales, juntamente
con Arnaldo de Santa Coloma, que era capitan de la
gente de armas de la reina, y que fué elegido con
su voluntad y de la del maestre justicier: y era un
muy valeroso caballero, y que se señaló en gran ma-
nera en la conquista de aquel reino. Anduvo discur-
riendo el conde de Módica por el reino poderosamen-
te usando de su oficio y con él, por representar la
persona real, era obedecido: y en vigor dél fué con-
servando la preeminencia real de aquel reino, de que
se siguió gran beneficio y muy general concordia, y
se apaciguaron los ánimos de los sicilianos para espe-
rar la declaracion é ida de su rey y señor natural:
pero los enemigos del conde no holgaban que esto se
consiguiese por él hallándose la reina presente, ni
que se apoderase de las ciudades y fuerzas de la co-
rona real. Sucedió que discurriendo por el Val de
Mazara, los pueblos del estado de la cámara de la
reina se pusieron en armas contra los oficiales y
capitanía que la reina tenia en ellos, apellidando, viva
el rey y el maestre justicier: y segun se decia fué cau-
se deste alboroto, porque la reina habia hecho dona-
cion de aquellos lugares á algunos de su consejo y de
su casa, por contradecir y resistir al maestre justi-
cier y decian aquellos que se rebelaron contra la
reina, que ella y los suyos decian, que mas amaban
que se perdiese el reino, que se conservase por el maes-
tre justicier. Por esta novedad, temiendo mayores in-
convenientes, con gran celeridad volvió el conde de
Módica al Val de Noto, adonde están aquellos pue-
blos y le acudieron y obedecieron como los de los
otros pueblos de la corona real: y con esto se volvió
á la ciudad de Catania, dejando aquella tierra en muy
pacífico estado. Siguióse tras esto, estando en Catania
y la reina en el castillo de Marqueto que era la fuerza
principal de Zaragoza, que el conde fue requerido por
los de Zaragoza que fuése allá: amenazando que si no
lo hacia ellos se darian buen cobro: y recelándose de
don Artal de Alagon que andaba por aquellos mares
con armada de genoveses, fué el conde con sus gentes
de armas, como dicho es, á Zaragoza, y fué allí reci-
bido y obedecido: y segun él se escusaba en lo desta
guerra, los vecinos le requirieron con mucha ins-
tancia que pusiese cerco al castillo, adonde se habian
recogido aquellos que procuraron se les diesen los
lugares de la cámara de la reina; y afirmaban tener-
la opresa en su poder; y pedian que la pusiese en
su libertad y el conde decia que lo habia rebusado
no sabiendo la verdad, aunque creia que fué detenida
por fuerza y que estaba en manos de los que eran sus
enemigos y tambien suyos: y ofrecia que le res-
tituiria sus tierras y rentas, con que los castillos estu-
viesen en poder de personas que no fuesen parcia-lo debia ser.
es y los tuviesen por la corona real. Entónces, segun

CAP. XIX.-De la venida del rey de Navarra á Barcelona para procurar la libertad de la reina de Sicilia su hija.

Entendiendo el rey de Navarra, que estaba en París, el estado que habian llegado las cosas de Sicilia y estrecho en que se hallaba la reina doña Blanca su hija, teniéndola cercada, y combatiendo el castillo adonde se habia recogido, deliberó de venir á su reino y pasar por Cataluña, para tratar con los del parlamento general de aquel principado lo que tocaba á la libertad de su hija, y que se enviase embajada para que cesasen las cosas de hecho, y se diese órden en el gobierno como convenia á la autoridad destos reinos. Antes que saliese de París envió un camarero suyo, que se llamaba Oliver de Gleu, á pedir á los del parlamento que se le diese salvoconducto para pasar á su reino por aquel principado: y porque el rey hizo su camino la via de Narbona, enviaron un caballero que saliese á recibir al rey, y lo acompañase por toda Cataluña, que se decia Ramon Jatmar: y deliberaron, como nacion muy atenta en guardar sus costumbres, que el gobernador de Cataluña, á quien aquello tocaba, diese el salvoconducto. Entró el rey en Figueras á veinte y cuatro de diciembre, y un lunes á veinte y nueve del mismo entró en Barcelona, adonde fué recibido con grande honra, aunque sin son de fiesta y regocijo, como de súbditos que estaban en aquel estado, que habia muerto su rey y señor natural, y no sabian quién lo habia de ser. Aposentáronle en casa de un caballero que se decia Guerau de Palou: y en el mismo tiempo llegaron á Barcelona tres mensajeros que Benedicto enviaba, por lo que tocaba á la defensa y libertad de la reina de Sicilia, y estos eran Martin Moliner, dean de Barcelona, Francisco Rovira, canónigo y preboste de Vich y Guillen Carbonell, canónigo de Barcelona, y con ellos exhortaba el papa á los del parlamento, que por honor de la patria y por contemplacion de la amistad y deudo que los reyes de Aragon y Sicilia tenian con el rey de Navarra, y por la conservacion del mismo reino de Sicilia, se proveyese como fuese socorrida de aquel principado. Quiso el rey de Navarra ir al lugar adonde se celebraba el parlamento, para pedirles y requerirles lo mismo: y otro dia despues de su llegada, envió con el vizconde de Castelbó su yerno á pedir al parlamento, que le señalasen hora y lugar adonde les pudiese hablar: y deliberaron de no dar lugar á esto, y todo el parlamento junto fué à la posada del rey de Navarra: y luego continuó su camino para su reino. Por este tiempo se iban ya desmandando algunas compañías de gente de armas del condado de Comenge, y hacian guerra en el Val de Aran, estando ausente don Arnaldo de Eril, que era capitan y gobernador de aquel valle: y los del parlamento proveyeron que fuése á resistir la entrada y guerra que hacia aquella gente. Era capitan general de los condados de Rosellon y Cerdania el vizconde de Perellós: y porque se publicó que la reina doña Violante, que por sí y su hijo pretendia tener muy cierto derecho á la sucesion del reino, se venia a Cataluña sin otra órden sino con ser requerida y llamada de algunos caballeros que se ofrecian de seguirla, como criados y servidores del rey don Juan y de la reina doña Violante su madre; en el parlamento se hizo gran provision, para que se le embarazase y defendiese la entrada.

CAP. XX.-De la causa de la dilacion que hubo en congregarse el parlamento de Aragon, y del rompimiento de guerra que hubo entre el conde de Pallás y el obispo de Urgel estando en treguas.

En el principio del año de nuestro Salvador de mil cuatrocientos y once estaban las cosas en tal estado en este reino por la intervencion del papa Benedicto y de los embajadores del parlamento de Cataluña, que de una muy cruel disension y guerra entre las partes, se habia reducido á que dejasen las armas y se entendiese en la congregacion general de los estados del reino, para proponer en ella lo que convenia al bien universal en lo de la declaracion de la sucesion, en conformidad de los otros reinos. Pero en un instante, cuando se tenia por asentada la concordia, se movió gran disension y contienda entre don Pedro Galcerán de Castro de una parte, y don Pedro de Urrea y don Lope de Gurrea de otra: y comenzaron á hacer grandes ajuntamientos de gentes, y esto entretuvo algunos dias que no se juntase el parlamento general, con gran sentimiento de los del principado, en ver que se disponian las cosas con tanta dilacion: y aunque destas novedades nunca fal→ taban en Cataluña, siempre en su congregacion se ordenaba y proveia de manera que cesasen todos los inconvenientes que podian turbar la paz general y divertirlos del propósito que llevaban, en lo cual se señaló grandemente la constancia y prudencia de aquellos principales prelados y barones, que con celo del bien público asistian á sus deliberaciones y consejos. Entre las cosas que mas los desasosegaban era la contienda terrible que traian con sus estados y valedores el conde de Pallás y el obispo de Urgel, que iba cada dia mas en aumento, porque habiendo el conde asentado tregua con el obispo, se siguió que cierta gente de Tremp entró por fuerza el lugar de Eroles, y le puso á saco, cuyo señor era un caballero de la casa del conde: y por esta nueva ofensa el conde y su hijo comenzaron á juntar sus gentes, y entró de Francia en ayuda del conde el vizconde de Coserans con algunas compañías de soldados. Por este acometimiento dieron los del parlamento órden que se hiciese toda satisfaccion al señor del castillo de Eroles, porque cesasen las cosas de hecho: y tuviéronse por tan ofendidos los de la congregacion, que se propuso de apremiar al obispo, que fué muy culpado en este exceso, que pusiese su persona en poder del arzobispo de Tarragona, y el lugar de Tremp, y los que cometieron aquel insulto, en manos del gobernador de Cataluña: y mandaron al veguer de Lérida y Pallás que subiese á Tremp para castigar los malhechores.

CAP. XXI. De la disension que habia entre los barones y caballeros del reino de Valencia, y de la órden que se dió para que se juntasen dentro de la ciudad de Valencia con los otros estados, para que los embajadores del principado les pudiesen esplicar su embajada.

En el reino de Valencia habia tan gran disension entre Arnaldo Guillen de Bellera, gobernador de aquel reino de una parte, y don Bernardo de Centellas, que tenian en guerra declarada toda la nobleza dél, y no podian reducirse los estados militar y real á juntarse en una congregacion, por estar los caballeros y pueblos en la misma parcialidad y division: y así estaban, no solo los linajes, pero los estados mismos discordes y partidos, y no se podian conformar para concurrir en un lugar. Esto era tan apasionadamente, que las per

miento della, y con los estados eclesiástico y real, dándoles gran culpa de aquella disension, porque en conformidad de todos pudiesen esplicar su embajada. Finalmente acordaron los tres estados de aquel reino que se hallaban dentro de la ciudad, que se juntasen con ellos de los de fuera en cierto número y con ciertas condiciones, poniendo entre ellos ciertas seguridades y treguas: y señaladamente hicieron pleito homenaje en manos de Benet de Vilarig, que fué en lugar de uno de los embajadores que se enviaron por el principado á Valencia, que durando aquel tratado no se harian daño ninguno. Con esto se juntaron en el palacio de aquella ciudad que llaman el Real con gran fiesta y ceremonia, é hiciéronse buen acogimiento los unos á los otros con mucha cortesía, como si hubieran cesado todas sus diferencias, cosa que causó admiracion al pueblo, y mucha alegría en ver en un ayuntamiento con tanta conformidad tantos enemigos juntos. Esto fué à quince del mes de enero, y en aquella congregacion propusieron los del principado su embajada, y respondieron á ella con grande satisfaccion de todos. Hicieron luego los estados eclesiástico y real, y los barones y caballeros que residian en la ciudad, eleccion de ciertas personas para que tratasen con los embajadores del principado; pero los barones y caballeros y las otras personas que fueron elegidos por los de fuera, para asistir á lo que se habia de proponer en nombre del parlamento de Cataluña, dijeron que no tenian comision para mas de oir lo que se propusiese y que habian de referirlo á los demás, y que brevemente deliberarian entre sí lo que debian hacer: y así lo que pareció que llevaba buen principio de concierto, volvió luego al mismo desvarío y disension en que primero estaba: y conocíaso notoriamente que era imposible que se pudiesen conformar para concertarse todos juntos á formar su estado militar. Siguióse tras esto que ciertos barones sicilianos, que el rey mandaba detener presos en el castillo de Segorbe, se salieron dél y libraron de la prision, y quedó solo uno dellos, que por su vejez no pudo seguir á los otros.

sonas que fueron enviadas por el parlamento de CataJuña para inducir á los estados de aquel reino que se conformasen con los otros reinos, en lo que convendria proveer para el bien universal, apenas hallaban con quién comunicar su embajada, no se juntando los tres estados de aquel reino enteramente en concordia de las partes. Estaban muchos de los barones y caballeros fuera de la ciudad de Valencia, que eran declarados enemigos de los de dentro, á quien asistia el gobernador: y aunque entre don Berenguer y don Ramon de Vilaragut de una parte, y los Pardos de la otra, que proseguian su bando muy terriblemente, despues de la muerte del rey don Martin se habia puesto tregua por cierto tiempo, y el bando de los Centellas de una parte y don Pero Maza de la otra tambien habian dejado las armas hasta que fuese declarado por justicia el verdadero sucesor del reino, y por tres meses despues: y estos venian con mayor conformidad á juntarse, como si no tuvieran ninguna contienda: pero don Pedro de Vilaragut, que estaba dentro de la ciudad, no quiso venir en aquella tregua: y por esta causa se seguia gran turbacion en los negocios de la embajada del principado de Cataluña, y porque todo aquel estado militar estaba entre sí muy dividido y en declarada enemistad y guerra. Pretendian don Pedro de Vilaragut y los otros barones y caballeros que estaban dentro de la ciudad, que en respeto de los otros eran muy pocos, de formar por sí estado, por el favor que les daban el gobernador y jurados y otros oficiales que tenian el regimiento de la ciudad á su mano, defendiéndolos y sustentándolos cuanto podian, y recibióndolos como si representaran el estado militar de aquel reino. Estos estaban en gran manera desavenidos de muchos de los barones de fuera, que eran muy poderosos y tenian mas vasallos; y no permitian que los que cran de su bando entrasen en la ciudad, aunque hubiesen hecho treguas, sino con muy poca compañía, y ellos no se querian poner en peligro, ni los de dentro osaban salir defuera, siendo los principales de dentro los Vilaragudes y los de fuera los Centellas, que eran muy gran parte en aquel reino, y así estaban en rompimiento y recelo de guerra. Hubo allende desto otra contienda, porque el gobernador habia prohibido á los barones y caballeros de fuera con grandes penas, no se juntasen sino dentro de la ciudad, y no daba por otra parte lugar que entrasen en ella sino con muy poca compañía, lo cual ellos no quisieron hacer: y aunque el estado eclesiástico y real venian en concertarse en algunas cosas, pero los eclesiásticos y algunas villas reales tenian alguna diferencia con los jurados y regidores de aquella ciudad y con los barones y caballeros que estaban en ella, y no querian admitir por estado militar á los barones y caballeros que se hallaban dentro ni á los de fuera, por no estar unidos y juntos, hasta que se congregasen en conformidad como era costumbre si habian de representar su estado. Por este camino la discnsion estaba entre ellos tan viva, y en su fuerza, que no se esperaba que los pudiesen reducir á concordia ni aun para que se juntasen, aunque ayudaba en gran manera el obispo de Valencia á los embajadores de Cataluña para que aquellas diferencias se compusiesen: y diversas veces se juntaron en Torrent y Jilvella, y en otros lugares, por venir á plática y vistas con los barones y caballeros de fuera para persuadirlos é inducirlos á su propósito en el mayor negocio que se podia ofrecer para el bien universal: y tambien se juntaron con los de la ciudad y con los del regi

CAP. XXII-Que por parte de la reina doña Violante de Aragon se pidió á los del parlamento de Cataluña, que no interviniesen en él las personas que eran sospechosas.

Cuando se procedia en el parlamento de Cataluña á proponer los medios, como se viniese al fin deseado de la declaracion de la justicia en lo de la sucesion, se propuso por parte de la reina doña Violante de Aragon, en nombre de la reina deña Violante de Sicilia su hija, y del infante don Luis su nieto, que pretendian pertenecerles la sucesion destos reinos, una cosa que bastara á descomponerlo todo, si no fuera rechazada por la discrecion y prudencia de los que teniau el celo que debian al beneficio general. Esto era que con mucha instancia se pidió que no interviniesen en aquel ayuntamiento las personas que eran notoriamente sospechosas á las partes, y no se diese lugar que tuviesen voto en lo que tocaba á la declaracion de la sucesion, pues por toda disposicion de derecho se privaban de voto y juicio en cualquier caso: y era mas razon ejecutarlo en un hecho que importaba tanto al bien universal que se hiciese justicia, cesando toda sospecha. Mayormente que convenia que de aquella declaracion resulfasen dos cosas juntamente: que era tener su verdadero rey y señor, y quedar paz muy fundada á los pueblos y que esto habia de proceder de la igual

dad del juicio. Que ninguna cosa destas se podia conseguir, ni tenerse razonable firmeza, si en las deliberaciones y consejos interviniesen los procuradores de las partes y sus vasallos, y familiares domésticos y sus mismos embajadores y un Bernardo Gallac en nombre de la reina requirió que fuesen echados del parlamento por el interés de la reina de Sicilia su hija y del infante su nieto, á quien decia pertenecer notoriamente la sucesion y protestaba de tener recurso á la congregacion general que se habia de hacer de todos los reinos con el principado. A esto se respondió por el parlamento, que se proveeria en aquello lo que conviniese y fuese lícito por justicia en su tiempo y lugar: y con esta respuesta se escusaron de entrar en una materia tan odiosa como era ponerse en declarar todas las personas que podian ser sospechosas á las partes, porque ya el conde de Urgel pretendia que sus servidores y aficionados no debian ser prohibidos de intervenir en el parlamento, pues no se trataba en él principalmente de la determinacion de la justicia y cuando se tratase decia que tal era la gran lealtad de la nacion catalana, y de los otros súbditos de la corona de Aragon, que no serian habidos por sospechosos: y así se entendió que todas estas sospechas se tenian de los que eran aliados y aficionados del conde, y que se iba formando bando contra él lo cual se declaró mas porque en el mismo tiempo doña Juana condesa de Ampurias y don Pedro de Fenollet vizconde de Illa en nombre de la condesa y otros caballeros se querellaron dél al parlamento, agraviándose por haber tomado á su poder a doña Elieta hermana de la condesa que habia sido mujer de don Ugo de Anglesola : y en esta sazon estaba casada con Jorge de Caramain, y á doña Magdalena de Anglesola hija de don Ugo y de doña Elieta y queria casar á doña Magdalena contra la voluntad de su madre y de sus parientes y de la misma doncella. Pidieron con grande instancia que se pusiese en esto remedio, por la disension que se esperaba seguir de aquella fuerza y sobre ello enviaron á requerir al conde que diese órden que cesase toda causa de novedad, y esto se procuró con gran calor, considerando que otras menores ocasiones ponian en mucha turbacion aquel principado. Escusábase el conde afirmando que él no tenia en su poder detenida á doña Elieta, y que podía á su albedrío irse adonde por bien tuviese. Decia que doña Magdalena le habia sido encomendada por don Ponce de Ribellas, que era su tutor, con voluntad de su madre y por sus parientes y amigos para mayor seguridad de su persona: é interviniendo en ello, doña Magdalena habia contraido matrimonio con un hijo de don Ponce y se habian ordenado ciertos capítulos por las partes; y que ahora mudando su madre de propósito procuraba desviar no se efectuase aquel matrimonio, y no lo sabiendo él se habia llevado su hija y viendo que era afrenta suya, procuró que viniese su hija á su poder: pero era contento de dejarlo á la determinacion de las personas que se nombrasen por el parlamento, para que declarasen lo que se debia hacer de justicia. No se partia el conde un punto de San Boy, que era estar como á las puertas de aquella congregacion y respondiendo esto al parlamento, añadió una cosa que los ofendió en gran manera, en que parecia tener en poco lo que ellos trabajaban y el afan que recibian en sus deliberaciones, y los otros reinos en sus ayuntamientos. Porque allende de haber dicho que el abuelo y padre de doña Magdalena habian sido servidores y amigos del infante don

TOMO IV.

Jaime su abuelo y del conde de Urgel su padre, y recibieron dellos grandes beneficios, y que su abuela doña Magdalena era de la casa de Ribellas que estaba poblada en el condado de Urgel, añadia que al tiempo de la muerte del rey don Martin, don Ponce de Ribellas que era tutor de aquella doncella, estando ella en la casa del conde, viendo que la sucesion del reino le pertenecia y era gobernador general, la puso en su poder, y que por esta causa tenia aquella doncella, y la tendria todo el tiempo que fuese razon, y oiria á los que algo quisiesen pedir por via de justicia, y concluia con algunas palabras de amenazas. Entendiendo el parlamento que se habia tratado aquel matrimonio de doña Magdalena con el hijo de don Ponce de Ribellas, procuraban por escusar nuevos movimientos que doña Esclaramunda vizcondesa de Rocaberti, que era abuela de doña Magdalena, y doña Elieta su madre viniesen bien en que se efectuase.

CAP. XXIII.-De la convocacion que se hizo por el gober – nador y justicia de Aragon de parlamento general para la ciudad de Calatayud, y de la guerra que se movió entre don Fernan Lopez de Luna y Juan Fernandez de Heredia.

Por la intervencion del papa Benedicto y grande instancia que se hizo por los embajadores del principado de Cataluña, se deliberó por los prelados y ricos hombres y caballeros y procuradores de las ciudades y vilas del reino de Aragon, que se llamase parlamento general para la ciudad de Calatayud, para que en él, con las personas que se enviasen del reino de Valencia y de Cataluña, se deliberasen los medios que conve→ nian para llegar á la declaracion de la justicia de los que competian por la sucesion. Con este acuerdo se convocaron los estados por el gobernador y justicia de Aragon para la ciudad de Calatayud, para ocho del mes de febrero y quedó determinado que en aquella congregacion presidiesen el gobernador y justicia de Aragon. En esto se porfió hasta veinte del mes de enero: y túvose por hecho grande haberse conformado tantos, estando las cosas de los bandos en gran rompimiento; mayormente que cada dia nacian nuevas dificultades y causas de disension porque allende de la guerra que se hacian continuamente don Pedro Galcerán de Castro y don Lope de Gurrea, se movió otra division y contienda entre don Fernan Lopez de Luna de una parte y Juan Fernandez de Heredia de la otra, por razon de la tutela del conde de Luna, que el gobernador la habia encomendado á Juan Fernandez de Heredia su hijo y don Fernan Lopez la pretendia como hermano de la reina doña María, que fue señora del estado del conde y su abuela. En favor y ayuda destos caballeros acudia gran multitud de gente deste reino. y pensóse que diera mucho estorbo á lo que tanto se habia procurado de reducir las cosas á una cierta congregacion y por esta causa no iban allá durando aquellas disensiones: y como don Antonio de Luna acudia con gente de armas en favor de don Fernan Lopez de Luna, el papa envió un auditor de cámara : y fuéron con él don Guillen Ramon de Moncada y don Pedro de Cervellon embajadores de Cataluña, para que se diese órden de poner algun sobreseimiento en sus ayuntamientos de gentes que ponian mucha turbacion en todo el reino, y descomponian todo lo que se habia deliberado en beneficio de la república. Lo primero que acometieron las compañías de gente de guerra que acudieron á don Fernan Lopez de Luna, fué el lugar

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