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tura de papeles que clandestinamente circulaban, siendo uno de ellos y el mas notable entonces una representacion, impresa en Londres, que el ilustre repúblico y reputado economista don Alvaro Florez Estrada habia dirigido al rey, en que pintaba con vivos y exactos colores los peligros en que los desaciertos del gobierno y su desatentado proceder estaban precipitando el trono y el reino, dándole consejos saludables, y exhortándole á la templanza con los que estaban siendo el objeto y blanco de proscripciones y atropellos. Al propio tiempo Galiano, figurando disponer las logias de Cádiz de grandes recursos, y ostentándose como investido de altos poderes del Taller sublime, promovía el entusiasmo, y hacia prosélitos, reuniéndose á veces la junta masónica en una pequeña cueva situada en un cerro junto á Alcalá de los Gazules. Los oficiales iban entrando en la masonería,

y

á los soldados los halagaba sobre todo la idea de no embarcarse. Faltábales un general que los guiase, y hablaron al efecto á don Juan O-Donojú, que mandaba en Sevilla; mas este general, aunque en relacion con los masones, y que estaba al tanto de los planes que se fraguaban, rehusó ponerse al frente, y negóse á tomar otra parte que guardar silencio y dejar obrar. Pensóse entonces en que fuese jefe del alzamiento el que pareciese mejor á los conjurados, y el voto de éstos designase, aunque fuese de inferior graduacion. La propuesta pareció bien y fué aprobada.

Hecha la votacion en las logias de los regimientos, recayó la eleccion en el coronel don Antonio Quiroga, que habiendo sido uno de los arrestados en el Palmar del Puerto de Santa María se hallaba preso en Alcalá de los Gazules, pero con tan poco rigor, que mientras todos los dias se relevaba la guardia suponiéndole incomunicado, él se paseaba por el pueblo. Escarmentados los conjurados del doble juego de su anterior general en jefe, fiaban en que uno de menor graduacion hallaria mas aliciente, ó para perecer en la demanda, ó para asegurar su éxito. Dispuesto ya todo á fines de 1819, acordóse que el golpe se daria al comenzar el año entrante.

CAPITULO IV.

REVOLUCION DEL AÑO VEINTE.

SEGUNDA EPOCA CONSTITUCIONAL..

1820.

(De enero á julio).

Alzamiento militar en las Cabezas de San Juan.-Proclamacion de la Constitucion de Cádiz.-Riego.-Quiroga.-Comprometida y apurada situacion de los jefes y de los cuerpos sublevados.-Espedicion desesperada de Riego.—Disuélvese su columna.-Espíritu del país. Insurreccion en la Coruña.-Acevedo.-Triunfa en Galicia la revolucion en favor de la libertad.-Alarma en la córte.— Proclámase la Constitucion en Zaragoza.-El marqués de Lazan. -Junta.-Revolucion en Barcelona.-Villacampa: Castaños.—En Pamplona: Mina.-En Cádiz: Freire.-Horrible acuchillamiento del pueblo.-Proclama la tropa la Constitucion en Ocaña: el conde de La-Bisbal.-Consternacion del rey y del gobierno. Decreto de 6 de marzo, mandando celebrar Córtes.-Actitud imponente de la poblacion de Madrid.-Susto y alarma en palacio.—Decreto de la noche del 7, decidiéndose el rey á jurar la Constitucion.Regocijo popular el 8.-Graves sucesos del 9.-Conflicto del rey. -Jura la Constitucion ante el Ayuntamiento.-Nombramiento de una Junta consultiva provisional.-Abolicion definitiva de la Inquisicion.-Manifiesto del rey á la nacion española.-Palabras céTOMO XXVII.

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lebres de este documento.-Juran las tropas de la guarnicion el nuevo código.-Proclama del infante don Cárlos.-Cómo se recibió el cambio político en las provincias.-Prision del general Elio en Valencia. Decretos restableciendo los de las Córtes extraordinarias y ordinarias.-Convocatoria á Córtes.-Obligase á todos los ciudadanos á jurar la Constitucion.-Penas á los que no lo hicieren.-Premios á los jefes militares que la proclamaron en Andalucía. Exagerado liberalismo de la Junta.-Ministerio constitucional. Sociedades patrióticas.-Espíritu de estas reuniones. -Intentona reaccionaria en Zaragoza.-Entrada del general Quiroga en Madrid.-Recibimiento que le hace el pueblo.-Conspiraciones contra el régimen constitucional.-La del cuartel de Guardias. Preparativos para la apertura de las Córtes.

Era el 1.o de enero de 1820. Tiempo hacia que los estragos de la fiebre amarilla asolaban los pueblos de la provincia de Cádiz y de una buena parte de las costas andaluzas. Los cuerpos del ejército espedicionario se acantonaban más ó ménos agrupados ó dispersos, segun que las precauciones para preservarlos de la peste aconsejaban. Estábanlo á la sazon en las Cabezas de San Juan, Arcos, Villamartin, Alcalá de los Gazúles y otros comarcanos. En el primero de aquellos, puesto á la cabeza del batallon de Astúrias su comandante don Rafael del Riego, anticipándose precipitadamente á todos, arengó á los soldados y proclamó al frente de banderas la Constitucion de 1812. Pasando en seguida con su batallon á Arcos de la Frontera, donde se hallaba el general en ́ jefe con su estado mayor, y sorprendiendo de noche y desarmando la guardia de su alojamiento, arrestó

al descuidado é inepto conde de Calderon, así como á los generales Blanco, Salvador y Fournás. Salióle bien aquel rasgo de intrepidez, y las tropas sorprendidas, aunque no todas de buena voluntad, se vinieron á su bandera. Habíase movido tambien el mismo dia el batallon de Sevilla, que se hallaba en Villamartin, y llegaba ya cerca de Arcos.

Muy poco después, aunque no al mismo tiempo ni tan pronto, por las circunstancias y las dificultades que le rodeaban, el coronel don Antonio Quiroga, el designado por las juntas para ponerse á la cabeza del movimiento, rompia su prision de Alcalá de los Gazúles (2 de enero, 1820), y puesto al frente del batallon de España, daba tambien el grito de libertad. Conforme al plan convenido, dirigióse á Medinasidonia, donde se le incorporó, segun lo tratado, el batallon de la Corona, con los cuales marchó luego á 'la Isla Gaditana. Por sorpresa y sin dificultad franqueó el puente de Suazo, y entró en la ciudad de San Fernando (3 de enero, 1820). El objeto era penetrar en Cádiz, cuyas puertas habian de abrir los conjurados de dentro. Pero desaprovecharon unos y otros algunas horas del dia, y dieron tiempo á que el teniente de rey de la plaza Rodriguez Valdés y el general Alvarez Campana preparasen la defensa, y á que unas compañías al mando del jóven oficial don Luis Fernandez de Córdoba (que comenzó ahora á dar á conocer las prendas militares en que después habia de dis

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