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⚫en Cádiz el año 1812, al propio tiempo que con >asombro del mundo combatiais por la libertad de la > patria. He oido vuestros votos, y cual tierno padre >he condescendido á lo que mis hijos reputan condu»cente á su felicidad. He jurado esa Constitucion por » la cual suspirábais, y seré siempre su mas firme apoyo. Ya he tomado las medidas oportunas para la »pronta convocacion de las Córtes. En ellas, reunido »á vuestros representantes, me gozaré de concurrir á la grande obra de la prosperidad nacional. »-Y sobre todo, estas otras palabras, que con el tiempo, visto el ulterior comportamiento de Fernando, han adquirido una triste celebridad, y se citan como ejemplo de insidiosa falsía: Marchemos francamente, »y yo el primero, por la senda constitucional (1) ̧»

Juraron aquel mismo dia las tropas de la guarnicion con toda solemnidad el código proclamado. Se restablecieron los ministerios de la Gobernacion y de Ultramar, confiándose el primero á don José García de la Torre, que era ya ministro interino de Gracia y Justicia, y el segundo, tambien interinamente, á don Antonio Gonzalez Salmon, que lo era de Hacienda. Restablecióse por otro decreto (11 de marzo) la libertad de imprenta. Del mismo modo se reinstaló, con arreglo á la Constitucion, el Supremo Tribunal de Justicia (12 de marzo), suprimiéndose los antiguos

(1) Manifiesto de 10 de marzo del 12. de 1820.-Gaceta extraordinaria

Consejos, y se consagró además aquel dia á la fiesta popular de la colocacion de la lápida de la Constitucion, que se hizo con la ceremonia mas solemne, con gran concurrencia y público regocijo, y repartiéndose al pueblo con profusion ejemplares del Manifiesto del rey. El infante don Cárlos, como jefe del ejército, dió con motivo de la jura una proclama á las tropas, en la cual, entre otras cosas, después de exhortarlas al amor y defensa de la patria, del trono y de la persona del rey, al respeto de las leyes, á la disciplina, y al mantenimiento del órden público, les decia: «De >este modo el solio angusto de los Alfonsos y de los >Fernandos hará brillar á esta heróica nacion con un Desplendor no conocido en los mas gloriosos siglos de la monarquía: Fernando VII., nuestro rey benéfico, Del fundador de la libertad de España, el padre de la >patria, será el mas feliz, como el mas poderoso de los reyes, pues que funda su alta autoridad sobre la » base indestructible del amor y veneracion de los pueblos. Y concluia: «Militares de todas clases: »que no haya mas que una voz entre los españoles, así como solo existe un sentimiento: y que en cual»quier peligro, en cualquiera circunstancia nos reuna >al rededor del trono el generoso grito de: ¡Viva el » Rey! ¡Viva la Nacion! ¡Viva la Constitucion!—Madrid 14 de marzo de 1820.-Carlos.»

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Segun que la noticia de esta mudanza política se iba comunicando oficialmente y difundiéndose por laş

provincias, recibíanse contestaciones manifestando el júbilo que tales nuevas habian producido. Y era verdad entonces la alegría que una gran parte de la poblacion experimentaba de salir de aquel estado de opresion, sin públicos trastornos ni desgracias personales, y de entrar nada menos que de real órden en un sistema de expansion y de libertad. Mandóse formar causa en averiguacion de los culpables de los horribles asesinatos ejecutados por la tropa en la ciudad de Cádiz, en los dias 10 y 11, donde por lo mismo se recibió con mas delirio la noticia de haber jurado rey la Constitucion. Publicóse con este motivo en la Gaceta toda la correspondencia que habia mediado entre las autoridades y jefes de las armas y de la marina de aquella plaza: vióse en toda su fealdad el hecho abominable de haber ametrallado á un pueblo, indefenso, engañado y desapercibido, y gracias que se logró sacar de allí y embarcar sin nuevos desastres los batallones de Guias y de la Lealtad, ejecutores de la mortandad y del saqueo, contra los cuales el pueblo se hallaba con sobra de razon enfurecido (4).

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No menos resentimientos habia creado en Valencia el tiránico proceder del general Elío, y aun dura

(1) Los partes se publicaron »rosos sucesos ocurridos en Cáen Gaceta extraordinaria del 21. »diz....» Y concluia: «Que inme-La órden para formar causa, »diatamente se forme causa á los comunicada à don Juan O' Dono- »autores de aquellos desórdejú, nombrado capitan general in- »nes.... Debiendo V. E. darme terino de Andalucía en reem- parte diario de su progreso paplazo de Freire, comenzaba: «El»ra ponerlo en noticia de S. M.» »rey, escandalizado de los horro

ban las impresiones producidas por los suplicios de Vidal y sus desgraciados compañeros, cuando en la mañana del 10 de marzo recibió el general el real decreto del 7, que inmediatamente mandó publicar, acompañándole con una breve proclama, en completa contradiccion con una alocucion que el dia 3 habia dado á los pueblos de aquel antiguo reino. En vista del cambio político verificado en la córte, tan contrario á sus ideas, reunió los jefes de la guarnicion para manifestarles que no podia continuar ejerciendo el mando superior de las armas, y convocó el ayuntamiento para las tres de la tarde con el objeto de resignar en sus manos la autoridad. Mandó además poner en libertad á los presos en las cárceles de la Inquisicion, y muchos grupos se agolparon á las puertas del tribunal á recibir y felicitar á los allí detenidos, entre los cuales se hallaba el brigadier conde de Almodóvar, cuya presencia inspiró á todos las mas vivas simpatías. A pesar de los grupos, la poblacion no presentaba todavía una actitud hostíl, cuando á las tres de la tarde salió Elío de su palacio á caballo con una pequeña escolta y seguido de algunos miñones, en direccion del Ayuntamiento. Su presencia escitó sordos murmullos en las gentes: dos hombres se lanzaron á su encuentro, cogieron las riendas del caballo, y le obligaron á detenerse. Uno de ellos, persona caracte rizada, le intimó con cierta energía que su autoridad habia cesado yá; replicóle el general algunas pala

bras, pero temiendo sin duda la actitud de la muchedumbre, aunque desarmada, retrocedió al palacio, siguiéndole los grupos, y protegiéndole los miñones.

La guardia se puso sobre las armas, y las puertas de la capitanía general se cerraron inmediatamente. Alentados con este primer triunfo los constitucionales, y creciendo en la ciudad la efervescencia, proclamóse capitan general al conde de Almodóvar, el cual, puesto al frente del movimiento, pasó á palacio: franqueóle la guardia la entrada, y recibióle Elío con un abrazo. En tanto que los dos conferenciaban, aumentóse en la plaza el tumulto: á escitacion del mismo Elío asomóse al balcon el de Almodóvar, para exhortar á la multitud á que se aquietase, asegurándole que Elío renunciaba con gusto el mando. El pueblo gritó entonces que saliera el mismo Elío, pues sospechaba que se habia fugado. Dejóse ver en efecto al lado del conde, pero á su vista se exaltó más la muchedumbre, y solo se serenó la tormenta bajo la promesa que el de Almodóvar empeñó de responder de su persona. Así aquietado el tumulto, y apenas hubo anochecido, por consejo de Almodóvar se trasladó Elío á la ciudadela, como punto de mas seguridad para él. Para uno y otro fué fatal esta resolucion. Elío tuvo tiempo para haber abandonado á Valencia, y negándose á la fuga que su esposa le aconsejaba, se entregó él mismo á la suerte que la Providencia le tenia destinada. El de Almodóvar hizo entonces un

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