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CAPITULO V.

CORTES DE 1820.

PRIMERA LEGISLATURA.

(De julio á noviembre).

Apertura de las Córtes.-Sesion régia.—Jura el rey solemnemente la Constitucion.-Su discurso.-Contestacion del presidente.-Comision de mensaje.-Manifiesto de la Junta provisional.-Regocijo público.-Actitud y predisposicion de los diversos elementos sociales respecto al nuevo órden de cosas.-El rey.-La nobleza.-El clero.-El pueblo.-Abuso del derecho de asociacion.-Exaltacion de las Sociedades patrióticas.-Rígido constitucionalismo de los ministros.-Oculta desconfianza entre ellos y el rey.-Fisonomía de las Cortes. Resultado de la falta de direccion en las elecciones.-Diputados antiguos del año 12.-Diputados nuevos del 20.Dibujanse los dos partidos, moderado y exaltado.-Conducta de los americanos.-Primeras sesiones.-Desórden nacido de la iniciativa individual.-Multitud de proposiciones, en sentido monárquico y en sentido revolucionario.-Presion que ejercian las sociedades secretas y públicas.-La de la Fontana de Oro.-Medidas violentas, y humillaciones que se imponian al clero.-Resistencia de éste á recomendar la Constitucion en el púlpito y enseñarla en las escuelas.-La Junta Apostólica.-Restablecen las Córtes el plan de estudios de 1807.-Amnistía á los afrancesados.-Memorias presentadas por cada ministro sobre el estado de la nacion.TOMO XXVII. 12

Cuadro desconsolador de la hacienda.-Triste situacion interior del país.-Plaga de ladrones y malhechores.-Melancólico bosquejo del ejército.-Acuérdase la disolucion del ejército de la Isla.Llamamiento de Riego á la córte.-Recibele el pueblo y le festeja con entusiasmo.-Imprudencias y ligerezas de aquel caudillo.Banquete patriótico.-Su presencia en el teatro.-Escena tumultuosa. Es destinado de cuartel á Oviedo.-Intenta hablar en la barra del Congreso.-Léese su discurso.-Acaloradas sesiones que produce.-Pónense de frente los dos partidos.-Tumulto en Madrid.-Memorable sesion del 7 de setiembre.-Fogosos debates.Discursos de Argüelles y Martinez de la Rosa.-Rompen los dos partidos liberales.-Triunfan el gobierno y los constitucionales templados.-Temen luego los ministros al partido exaltado, y le lisonjean. Decretos sobre vinculaciones y sobre órdenes monásticas. Otras reformas políticas y administrativas.-Retroceden de este sistema. Reformas en sentido contrario.-Reglamento de imprenta. Prohiben las sociedades patrióticas.-Fijase la fuerza del ejército permanente.-Presupuesto de gastos é ingresos.-Déficit.-Enorme deuda nacional.-Recursos para amortizarla.—Planes de reacciones.-Niégase el rey á sancionar el decreto sobre monacales. Esfuerzos del gobierno.-Cede el rey, con protesta. -Va al Escorial.-Proyectos reaccionarios que allí se fraguan.Cierran las Córtes su primera legislatura.

Hay ocasiones, y suelen ser harto frecuentes, en que las demostraciones de satisfaccion y de júbilo de los partidos políticos triunfantes predominan de tál modo sobre el oculto sentimiento y el silencioso disgusto de los vencidos, que esteriormente aparece ser universal la alegría; y diríase que todos los corazones rebosan de regocijo, y que á todos por igual alienta un mismo espíritu, y que en todos se abriga una misma esperanza de prosperidad y de ventura. Todo lo que puede contrariarla parece haberse olvida

do, todas las sombras que podrian anublar aquella risueña atmósfera, parece haber desaparecido.

Tál era el aspecto esterior de la poblacion de Madrid en la mañana del 9 de julio de 1820, dia destinado á la solemnidad de la Sesion Régia: expectáculo grandioso, y nuevo en España, el de ir el rey en persona con toda la ceremonia y todo el aparato y brillo de la majestad á abrir las Córtes y prestar ante ellas el juramento á la Constitucion. Dentro del santuario de las leyes esperaban con ánsia este momento los representantes del país y las comisiones nombradas para recibir y acompañar la real familia, y las tribunas se hallaban ocupadas por el cuerpo diplomático, por los altos funcionarios del Estado, y por personas de ambos sexos de lo mas distinguido de la córte. Henchia las calles una inmensa muchedumbre, que sin señal alguna de inquietud, y mostrando la mas viva jovialidad, aguardaba, seguia y aclamaba al rey, que acompañado de la reina, y de los infantes don Cárlos y don Francisco con sus esposas, y de una brillante comitiva, se dirigió desde el real alcázar al palacio de las Córtes, en elegantes y lujosas carrozos, tiradas por soberbios caballos ricamente enjaezados, á un lado y á otro multitud de volantes, cazadores y lacayos con vistosas libreas, y en la carrera tendidas las tropas de toda gala. Esta suntuosa ceremonia, que después en nuestros dias hemos visto muchas veces repetida, era entonces y en aquellas circunstancias

una novedad sorprendente, y que causó una admirable sensacion.

el

Llegado que hubo al salon de Córtes la régia comitiva, recibida por las comisiones, colocadas la reina y las infantas en sus respectivas tribunas, sentado rey en el sólio, y mas abajo y á su izquierda los dos infantes sus hermanos, puesto luego en pié el monarca, con el libro de los Evangelios delante, pronunció con voz firme y con semblante halagüeño, ante el presidente y los secretarios, el juramento siguiente:

«Don Fernando VII. por la gracia de Dios y la » Constitucion de la Monarquía española rey de las » Españas: juro por Dios y por los Santos Evangelios, »que defenderé y conservaré la religion Católica »Apostólica, Romana, sin permitir otra alguna en el » reino: que guardaré y haré guardar la Constitucion » política y leyes de la monarquía española, no mi>>rando en cuanto hiciere sido al bien y provecho de »ella: que no enagenaré, cederé ni desmembraré par» te alguna del reino: que no exigiré jamás cantidad alguna de frutos, dinero ni otra cosa, sino las que >> hubiesen decretado las Córtes: que no tomaré jamás »á nadie su propiedad, y que respetaré sobre todo » la libertad política de la nacion, y la personal de » cada individuo: y si en lo que he jurado, ó parte de » ello, lo contrario hiciere, no deseo ser obedecido, »antes aquello en que contraviniere sea nulo y de nin

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» gun valor. Así Dios me ayude y sea en mi defensa, sinó me lo demande.>>

»y

Una salva de aplausos siguió á las últimas palabras del rey. Terminado el juramento, el presidente Espiga dirigió á S. M. un discurso lleno de circunspeccion y sensatez, y de idcas liberales templadas y sanas. Manifestó el rey su agradecimiento á las Córtes por los sentimientos expresados por el órgano de su digno presidente, y en seguida pronunció él con voz clara é inteligible un discurso, cuyos primeros períodos bastarán á dar idea de su espíritu, y eran los siguientes:

«Señores diputados: Ha llegado por fin el dia, objeto de mis más ardientes deseos, de verme ro»deado de los representantes de la heróica y generosa » nacion española, y en que un juramento solemne >> acabe de identificar mis intereses y los de mi fami>>lia con los de mis pueblos.-Cuando el exceso de los » males promovió la manifestacion clara del voto ge. >neral de la nacion, oscurecido anteriormente por cir»> cunstancias lamentables que deben borrarse de nues» tra memoria, me decidí desde luego á abrazar el sis» tema apetecido, y á jurar la Constitucion política de » la monarquía, sancionada por las Córtes generales y >> extraordinarias en 1812. Entonces recobraron, así » la corona como la nacion, sus derechos legítimos, » siendo mi resolucion tanto más espontánea y libre, > cuanto más conforme á mis intereses y á los del pue

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