Toledo la despojadaCalpe, 1924 - 259 páginas |
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... cigarral cosido a una roca altísima . Senderos de cabras esmaltaban como un hilo de araña el bu- llicio de las faldas bajas . En primer término , frente por frente a la casa , el cerro del Bu producía la impresión , al igual que la Peña ...
... cigarral cosido a una roca altísima . Senderos de cabras esmaltaban como un hilo de araña el bu- llicio de las faldas bajas . En primer término , frente por frente a la casa , el cerro del Bu producía la impresión , al igual que la Peña ...
Página 86
... cigarral ... Don Modesto abre mucho los ojos y queda mudo como la roca de enfrente . El estupor paraliza a este hombre , tan fácil a desbordarse por los cauces de la elocuencia . Las palabras de su amante le han dejado inmóvil , y sólo ...
... cigarral ... Don Modesto abre mucho los ojos y queda mudo como la roca de enfrente . El estupor paraliza a este hombre , tan fácil a desbordarse por los cauces de la elocuencia . Las palabras de su amante le han dejado inmóvil , y sólo ...
Página 88
... cigarral . Ya en la carretera , encontró el alcalde a D. Fortu- nato Campos , que , según costumbre de todas las tar- des , se dirigía a casa del Diamantista . Diéronse la mano , cruzaron unas palabras amistosas y cada cual siguió su ...
... cigarral . Ya en la carretera , encontró el alcalde a D. Fortu- nato Campos , que , según costumbre de todas las tar- des , se dirigía a casa del Diamantista . Diéronse la mano , cruzaron unas palabras amistosas y cada cual siguió su ...
Página 103
... cigarral , y luego una dama . TIRSO DE MOLINA . Apenas se atraviesa el puente de San Martín , rú- brica en piedra de lo que pudo ser nuestro Renaci- miento , la carretera se parte en dos blancas lombri- ces , aplastadas y tortuosas . La ...
... cigarral , y luego una dama . TIRSO DE MOLINA . Apenas se atraviesa el puente de San Martín , rú- brica en piedra de lo que pudo ser nuestro Renaci- miento , la carretera se parte en dos blancas lombri- ces , aplastadas y tortuosas . La ...
Página 105
... cigarral como cuentas de un rosario . El primer sendero nace casi a las puertas de San Martín y sube hasta la er- mita de San Jerónimo . Otro se encarama a espaldas de una chapuza burguesa con honores de cigarral . Entre los olivos ...
... cigarral como cuentas de un rosario . El primer sendero nace casi a las puertas de San Martín y sube hasta la er- mita de San Jerónimo . Otro se encarama a espaldas de una chapuza burguesa con honores de cigarral . Entre los olivos ...
Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 55 - En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Página 171 - Madrid le ha chupado las heces, donde, aunque entre, pero no duerme la Villanía. En otras partes tienen el ingenio en las manos, aquí en el pico. Si bien censuraron algunos que sin fondo y que se conocen pocos ingenios toledanos de profundidad y de sustancia; con todo estuvo firme Artemia, diciendo: — ¡Ea!
Página 247 - Hoy sólo tiene el gigantesco nombre, parodia con que cubre su vergüenza, parodia vil en que adivina el hombre lo que Toledo la opulenta fue. Tiene un templo sumido en una hondura, dos puentes, y entre ruinas y blasones, un alcázar sentado en una altura, y un pueblo imbécil que vegeta al pie.
Página 187 - Estaba puesta en la sublime cumbre del monte, y desde allí por él sembrada aquella ilustre y clara pesadumbre de antiguos edificios adornada.
Página 153 - Negra, ruinosa, sola y olvidada, hundidos ya los pies entre la arena, allí yace Toledo abandonada, azotada del viento y del turbión. Mal envuelta en el manto de sus reyes aún asoma su frente carcomida; esclava, sin soldados y sin leyes, duerme indolente al pie de su blasón.
Página 210 - Injusta, a semejanza de cualquier página de la Historia, la gran Guadañadora supo buscar las raíces de este cuerpo repleto de cheques y adelgazar su grasa con idéntico furor al que él empleó para esquilmar a sus clientes. La Muerte suele atacar al revés. No tocó, pues, sus alas, doradas y sutiles. La guadaña misteriosa hirió a D.
Página 131 - Madres que azedan hijas como vino; Valientes en común y en común miedo; Jurados, contra el pueblo conjurados Amigos, como el tiempo, de camino; Las calles muladar. . . Esto es Toledo.
Página 211 - El banquero bajaba la cabeza como un mártir, que pisa las arenas del Coliseo o, dicho en tono menor, igual que un ingenuo cerdo al penetrar en la rampa homicida del matadero. Se le ocurrió, no obstante, indagar si una vez hecha la operación el mal no retoñaría de nuevo.
Página 80 - ... todas partes remolinos, giros, rotaciones y encrucijadas de pequeñas sendas. Las casas, verdaderos entresijos de la ciudad, se enredan machaconamente en un zigzag continuo, ya medida que se baja, las calles van adquiriendo una suciedad mayor. Así como la catedral es el corazón de Toledo, con sus cimientos enterrados en lo más hondo de su pecho de piedra, esta Bajada del Barco forma a su vez los intestinos de la ciudad. Las calles son verdaderas tripas humanas que van descendiendo desde la...
Página 251 - Diamantista — , ahora que estoy vieja y gastada es cuando he recobrado un poco la cordura y la tranquilidad. Veo claro lo que soy y lo que he sido. ¡Ay mi querido capellán, si una naciera dos veces no cometería tantas tonterías!... — O acaso más, señora, acaso más. La carne vence siempre al espíritu, por mucha sabiduría que éste llegue a alcanzar. Salomón no era rana; y sin embargo, a última hora, instigado por cuatro furcias de su harén, hizo el cuadrúpedo y adoró los ídolos...