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1626.

Bautista Crescenci, escribió un papel refutando el de Fray Alberto, y acabó la obra el año 1631. Colocó en ella los escudos de armas del infante D. Fernando, del cardenal D. Antonio Zapata, gobernador del arzobispado, y del canónigo obrero D. Horacio Doria.

Tambien hizo una traza para la pieza, que llaman, el Ochavo, en dicha catedral el de 1628. Se suscitó entonces la duda de si convenia continuar esta obra por los diseños que antes habian hecho sucesivamente Nicolas de Vergara, el mozo y Juan Bautista Monegro, ó por el de Teotoco→ puli. Y habiéndose consultado este punto con Juan Bautista Crescenci y con Juan Gomez de Mora, el cardenal Zapata determinó que se siguiese el pensamiento antiguo de Vergara, bajando un cuerpo de los que habia trazado; y asi se ejecutó. Falleció Jorge Manuel Teotocòpuli en Toledo el dia 29 de marzo de 1631, con fama de buen arquitecto.

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En Salamanca se construian por esta época algunas obras de consideracion. Se empezó el año 1626 la graciosa iglesia de las monjas agustinas recoletas, llamadas de Monterey, por haber fundado el monasterio D. Manuel de Zúñiga y Fonseca, conde de Monterey. Se atribuye la traza del templo á uno de los Fontanas, arquitectos muy acreditados en Italia; y á no ser de alguno de ellos, de allá hubieron de venir los diseños, porque el conde era virey de Nápoles cuando trataba de hacer esta fundacion.

La planta tiene forma de cruz latina con crucero y media naranja. Tiene á los lados de su única nave dos capillas, á las que se entra por dos grandes arcos, colocados en medio del cañon de la nave, la que está adornada con pilastras corintias pareadas, que suben desde el suelo hasta el cornisamento, y dan al templo magestad y decoro. Tambien contribuyen á ello las pinturas del Spagnoleto y del caballero Máximo, puestas en las entrepilastras y en los retablos, que el fundador trajo de Italia. Padeció descalabro la cúpula de esta iglesia el año de 1680 á causa de un rayo que la derribó, pero la mandó reedificar D. Juan Domingo de Haro y Fonseca, octavo conde de Monterey.

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En esta misma ciudad de Salamanca y en el propio año de 1626, Juan Moreno comenzó á edificar la sacristía y sala capitular del convento de S. Esteban de los padres dominicos obras que contribuyen no poco á la magnificencia de aquella casa, en la que hay tantos géneros de arquitectura, cuantos se usaban en los diversos tiempos en que fue construida.

En el de 1628 otorgó escritura Moreno, obligándose á seguir la obra del colegio de la orden de Santiago en aqueHa ciudad, llamado del Rey, conforme á las trazas que habia hecho Rodrigo Gil de Hontañon en 1566, y á las instrucciones que habia formado Juan Gomez de Mora en 1625; y otorgó carta de pago del petril y antepecho que ya habia construido.

Pero volviendo á Toledo, Juan Fernandez construia en 1627. esta ciudad edificios públicos con mucho crédito el año 1627; por lo que el cabildo de la santa iglesia le nombró en 9 de marzo aparejador de las que mandaba erigir, expresando en el título ser escultor y arquitecto.

Tambien lo eran en Castilla Bartolomé de Herrada y Pedro Diaz de Palacios (que no sabemos si este fue el mismo que en 1623 era maestro mayor de la catedral de Málaga, como se ha dicho en este tomo, ó algun hijo suyo), pues ambos acabaron en este mismo año de 1627 la bella portada lateral de la iglesia parroquial de la villa de Gumiel de Izan, obispado de Osma, que costó noventa y dos mil reales. Se compone de tres cuerpos, todos del orden corintio el primero tiene ocho columnas, el segundo seis, y el tercero cuatro, con nichos en los intercolumnios, repisas y otros adornos. La iglesia es mas antigua, suntuosa, de tres naves y de sillería.

Y en Madrid lo eran Clemente Hernandez, Pedro de Rioseco y Bartolomé de Naveda, quienes construian en el propio año el claustro principal del convento de la Merced. calzada, de piedra, cuadrado y con pilastras en los machones de los arcos cerrados. Pagábanles por cada pie de lo que edificaban siete reales de vellon, segun consta de los libros de fábrica del convento. De lo que se infiere serian

canteros; pero estos canteros y otros de aquella edad bien merecen ser llamados arquitectos, pues trazaban y construian ellos mismos, solos ó en compañía, las obras que ajustaban con el acierto, pericia y buen gusto, que deseáramos lo hiciesen ahora muchos de los que pasan por. maestros en esta profesion.

Juan Güemes Bracamonte construyó en los años de 1626 y 27 la linda capilla llamada de la Barquera, que está en la villa de Gijon, principado de Astúrias, á expensas de Alonso Ramirez de Llanos, y Doña María de Jove Argüelles, sus fundadores. Es de sencilla y arreglada arquitectura del orden toscano con dos puertas, una en el costado que mira al norte, con su espadaña por remate, y otra á los pies, que mira al oriente. Tiene tres altares, y la escultura del mayor es del célebre Luis de Vega; y nichos con los bultos de piedra de los dichos fundadores.

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CAPITULO LV.

dos

FRANCISCO DE LA CORREA.

1628. Por enero del año de 1626 debordó el rio Tormes, arruinando en Salamanca muchos edificios, que estaban en sus cercanías, y entre ellos el convento del Carmen calzado. Se empezó su reedificacion el año 1628, y resultó una de las mejores, ó acaso la mejor fábrica de aquella ciudad.

La iglesia es de orden dórico y proporcion sexquilátera, cruz griega de noventa pies en cuadro, la cúpula en el centro, cuatro capillas en los cuatro ángulos con tribunas encima, toda de piedra franca, á excepcion de las bóvedas, que son de ladrillo.

La fachada, que tiene los mismos noventa pies, y dos torres á los extremos, se compone de tres órdenes. El primero con pilares y arcos, que dan entrada al vestíbulo, sobre el cual está el coro, tiene el ornato de pilastras y cornisa dórica el segundo pilastras y cornisa jónica ; y : tercero pilastras compuestas y fronton triangular. Las tor

el

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res son cuadradas y lisas, y rematan en cuerpo octágono, con cúpula y linterna de la misma figura.

Aunque permanecen los diseños de este edificio, y estuvieron firmados del que los delineó, solo se puede leer el nombre, que era Francisco de la..... pero hay alguna tradicion de que se llamaba Francisco de la Correa. Lo que no tiene duda es, que el tal Francisco no debia ceder á ninguno de los arquitectos contemporáneos suyos, pues atribuyen á Juan de Herrera esta obra los que no saben el tiempo en que se hizo (1).

(1) Acerca de ella hay mucho mas que decir, y que no debemos callar por ser fábrica tan principal. Para hacerlo con toda la extension que se merece, nos remitimos á los Documentos, número xxxiv, donde se expone que se ha podido averiguar.

lo

1629.

ADICIONES.

Juan Miguel de Orliens, aragonés, trazó y ejecutó año de 1628 el retablo mayor de la parroquia de S. Juan del Mercado en Valencia. Consta de tres cuerpos, y aunque esté reputado por uno de los mejores de aquella ciudad, carece de gracia y sencillez, y demuestra como la arquitectura se iba apartando en aquel reino y en esta época, de las reglas de los antiguos y del buen gusto.

Juan Mejía del Valle, natural de Alburquerque en Extremadura, cuyo padre habia sérvido con honor y esfuerzo en la guerra de Africa, fue buen arquitecto y aparejador del muelle de Málaga. Pasó despues á Cartagena de Indias, donde construyó á destajo mucha parte de su fortificacion. Y como hubiese hecho alli una traza para el colegio de los jesuitas, y para la muralla contigua á él, el capitan Cristóbal de Roda, director de aquellas obras reales, como se ha dicho en su artículo, le prohibió volver en adelante á trazar otras. Pero Mejía, con fecha de 20 de agosto de 1628, suplicó al Rey se dignase alzarle la prohibicion, y concederle facultad para poder inventar, trazar y construir todas las obras que le encargasen en la América; supuesta su acreditada inteligencia, como todo consta de un expediente que existe en el archivo general de Indias.

Juan Ortiz de Olaeta, vecino de Arteaga, acabó de reedificar en 1629 la iglesia parroquial de la villa de Deva en Guipúzcoa, cuya traza se debe atribuir al maese Juan de Arostegui, que la empezó. Despues de acabada la examinaron Martin Ibañez de Zalvide por parte de Olaeta, y Martin de Aguirre por la de la villa; y fue tasado su trabajo en cincuenta y un mil seiscientos cincuenta y cinco reales, que aun no habia cobrado Olaeta el año de 1640. Para percibir catorce mil que le restaban, ofreció rebajar seis mil, diciendo que era por particular devocion que tenia á aquella iglesia, como su fabricador.

La iglesia es capaz, y está dividida en tres naves por cuatro grandes columnas dóricas exentas en cada lado. Tie

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