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VI.

A Istúriz le sucedió, en 1836, lo que á casi todos los apóstatas. Los que lo compraron al verlo tan influyente en el bando liberal, creyeron que arrastraria tras sí á una parte considerable de sus correligionarios políticos á la política reaccionaria, y él se hizo la ilusion de que la influencia que ejercia era tan personal, que sus amigos le seguirian á doquiera que él fuese. El desengaño no se hizo esperar. La opinion pública le volvió la espalda y abandonó á Istúriz, que solo fué entre sus nuevos correligionarios un moderado

mas.

«Al sentar Istúriz el pié en el campo enemigo, dice Marliani, quedó rematado. No podian menos de estrellarlo sus mismos antecedentes arrebatándolo á un sinnúmero de sugestiones violentas, á impulso de otra oposicion igualmente recia, fundadamente enconada contra una desercion imperdonable. Aquella existencia efímera y al arrimo de cimientos falsos, debia tener por paradero una catástrofe.

»Cualesquiera que fuesen las relaciones entabladas entre Istúriz y el partido moderado, las Cortes al negarle la presidencia, manifestaron que habia merecido su desconfianza. Aquel desaire decidió del porvenir de Istúriz, y lo que quizás no fué mas que una tramoya paró en realidad. Lastimado con esta exclusion y al verse ya malquisto, se puso en manos de los que lo habian comprometido. Habia conciliado al partido avanzado y presidido á las Cortes, y desmereció entre ambos predicamentos para ponerse al frente de una oposicion retrógrada de doce ó catorce votos. >>

De esta manera se formó contra Mendizábal la oposicion moderada, mientras que en sentido contrario se organizaba otra poderosa capitaneada por el conde de las Navas y don Joaquin María Lopez, que pedian reformas radicales y la separacion de generales y empleados, cuya fidelidad á la causa de la libertad les parecia dudosa.

Habia Mendizabal completado el gabinete dando el ministerio de la Guerra á Rodil, el de Estado al conde de Almodóvar, y á don José Chacon el de Marina; quiso el ministerio satisfacer la opinion liberal, representada por una formidable minoría en las Cortes, se

parando de mandos importantes algunos generales de orígen realista, entre los que se contaban Quesada capitan general de Madrid, el conde de Ezpeleta inspector general de infantería, y el conde de San Roman inspector de milicias provinciales, y propuso á la reina gobernadora su reemplazo.

Cristina, que estaba de acuerdo con Istúriz y comparsa, se negó á las insinuaciones que Rodil le hizo en el Pardo el 10 de mayo, y no se mostró mas propicia á las demandas posteriores de Mendizábal, ni á las de Almodóvar. El dia 12 Mendizábal y Heroes ministro de la Gobernacion, volvieron al Pardo sin mejor resultado, y el 13 Mendizábal, Rodil y Almodóvar se presentaron á la reina gobernadora dándole á escoger entre firmar el reemplazo de los generales ó sus dimisiones. Cristina les dijo, despues de una conferencia de dos horas, que no firmaria ni uno ni otras, y cuando el dia 15 volvió el conde de Almodóvar al Pardo con ánimo de echar el resto, como suele decirse, oyó de labios de la reina las siguientes palabras:

«Ya es tarde; está elegido vuestro sucesor que espera su nombramiento. >>

Preguntándole Almodóvar quién era el nuevo ministro, la reina le dijo que Istúriz. El conde de Almodóvar sin replicar refrendó los decretos de los nombramientos, que eran Istúriz, para presidente y ministro de Estado; el duque de Rivas para Gobernacion; Aguirre Solarte que no aceptó y lo reemplazó Blanco para Hacienda; el general Seoane, que no aceptó, para Guerra; Alcalá Galiano para Marina, y Jaime Ayuso para Gracia y Justicia.

II.

El duque de Ribas habia sido hasta entonces entusiasta partidario de Mendizabal, y recibió de él la gran cruz de Carlos II, y la presidencia del Estamento de próceres. A Galiano lo habia colocado en el Consejo real, dando además á su hijo un empleo en el consejo de Hacienda.

La reina Cristina empezaba falseando el sistema parlamentario, al retirar su confianza á Mendizábal, apoyado por la mayoría de la Cámara popular, y mostraba esta desconfianza justamente tratándose de generales conocidos por sus opiniones absolutistas. Desde aquel momento Cristina dejó de ser reina de la nacion para capitanear un solo partido.

TOMO I.

22

CAPÍTULO XVI.

SUMARIO.

Última ojeada sobre Mendizábal y sus principales enemigos.-Absurda y rastrera política de Istúriz.-Su impopularidad.-Revoluciones en sentido liberal.-Proclamacion de la Constitucion de 1812 en varios puntos y hasta por la tropa de la Granja. Su proclamacion por el gobierno.-Observaciones.

I.

Ya hemos visto de qué manera los Estamentos habian manifestando su oposicion al gobierno. Hasta entonces los enemigos de Mendizabal no habian osado arrebatarle la gloria de regenerador de la España; pero á medida que los elementos reaccionarios se repusieron del golpe que habian recibido, fraguaron mil maquinaciones é intrigas para desbaratar sus planes. Cristina estaba tambien de acuerdo con los enemigos de este gran hombre, y así es así es que de allí en adelante no pudo tan decididamente seguir el rumbo que se propusiera.

Por otra parte, no contentos los moderados con menguar el prestigio de Mendizábal por todos los medios imaginables, continuaron cada dia mas firmes en la oposicion, dando así pábulo á los absolutistas que conociendo la debilidad de un ministerio tan combatido, fomentaban ardientemente la guerra que iba tomando cada dia un aspecto mas formidable; y los facciosos empezaban á atreverse á cosas que hasta entonces no habian osado intentar. La guerra, repetimos, iba tomando un aspecto formidable á pesar del decidido apoyo

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