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»Hé aquí por qué las monarquías, que realizaron un progreso relativo al absorber el fraccionamiento feudal de la Edad media, son un obstáculo á ese mismo progreso, que no puede dar, sin destruirlas, este nuevo y gigantesco paso, cuyo retardo es la causa esencial de las convulsiones, de las llagas sociales que desgarran las entrañas de los pueblos modernos.

>>Si las consideraciones que preceden no hastaran para demostrar la imposibilidad de que la monarquía continúe, ¿cómo dudar de su caducidad, de la conveniencia de reemplazarla con una institucion jóven, vigorosa, que saque á la nacion del marasmo en que el trono la ha sumergido, al verla descender del dominio de dos mundos á la pérdida del suelo sagrado de la patria; de la posesion de la ciudadela de Amberes, de San Juan de Ulloa y el castillo de Nápoles á la pérdida vergonzosa de Gibraltar? ¿Cómo dudar de su muerte al verla declinar de Lepanto á Trafalgar, de Pavía al Trocadero?

»¿Cómo no ver la imposibilidad de su regeneracion viéndola descender de Isabel la Católica á Isabel II; del gran capitan Gonzalo de Córdoba á Córdoba el general; de Cortés à Longinos; del cardenal Cisneros al padre Claret; de santa Teresa á sor Patrocinio; de don Juan de Austria al infante don Enrique?

>>Si la salvacion, si la prosperidad y la gloria de la patria dependieran de reyes, capitanes, curas y príncipes, ¿quereis decirme qué regeneracion, qué prosperidad, qué laureles podríamos esperar de tales gentes? Pero es tal la postracion de las instituciones monàrquicas; es ya el trono tan incompatible con la civilizacion y el progreso, que aunque, por un milagro, se trasformaran estos pigmeos en los mas grandes genios que honraron la monarquía, no por eso le darian una vida que no tiene. Isabel la Católica, espartana, que cosia sus trajes y las camisas de su marido, que vendia sus alhajas para dar á Colon una carabela en que atravesar el Océano, hubiera abandonado un cetro carcomido é impotente; y diciendo al Pueblo: «Gobiérnate por tí mismo, es tu derecho, es tambien tu deber,» hubiera procurado oscurecerse, confundirse entre el vulgo de los ciudadanos, si es que la virtud y el genio pueden oscurecerse nunca. En lugar de un trono tan inseguro como odioso, el agradecimiento y la admiracion le hubieran levantado uno imperecedero en el corazon de cada español.

>>Yo, que no odio al trono, que reconozco los servicios que prestó en un tiempo á la civilizacion y al progreso, me duelo sinceramente

de su humillacion y su deshonra. y quisiera que desapareciese, puesto que á ello está condenado, en cuanto sea posible, lo mas decorosamente que se pueda.

»Por eso, si mi voz pudiera llegar hasta ella, aconsejaria á Isabel de Borbon que, comprendiendo la gravedad de la situacion que atravesamos, bajara espontáneamente de un trono en ruina, cuasi desplomado, y de donde indudablemente, si se empeña en sostenerse, descenderá cubierta de oprobio y de ignominia. ¿Y qué puede prometerse de seguir empuñando un cetro sin autoridad ni prestigio?...

»¿Acaso el poner sobre sus sienes una corona sin gloria; el cubrir sus hombros con una púrpura en jirones y manchada de sangre, merecen las angustias, las aflicciones, los terrores y humillaciones por que ha pasado, pasa y pasará? Un dia son sus parientes, los tios, los primos hermanos los que le disputan el trono en que aun no se habia sentado, rodeando su cuna de peligros, y de ruinas y sangre la nacion. Otro son los pueblos indignados quienes la separan de su madre, entregándola en poder de gentes extrañas para ella; mas tarde, apenas entrada en la pubertad, llega esa turba de vampiros, de hombres gastados, corrompidos y escépticos, que se llaman á sí mismos moderados, que tienden lazos á su virtud, comprometen su honra, trafican con su nombre y su libertad, y la precipitan en una tenebrosa noche de miserias, horrores y crímenes, en un satánico sueño que necesitaba á Espronceda por narrador, y del que despierta, despavorida, avergonzada y temblando, á la luz de las hogueras y al ruido de las balas de julio. ¿Y despues? Cuando la vemos, caida la corona, al pié de las barricadas, abrazando las rodillas de Espartero, del hombre del Pueblo, á quien con negra ingratitud pagó en largos años de olvido y destierro el trono que debia á su espada, implorando perdon, con lágrimas amargas, para su madre, acusada de ladrona, maldecida, escarnecida, ultrajada y amenazada de muerte por el Pueblo, de quien aun se llama reina, y debiendo á ese mismo hombre la vida y la libertad de Cristina, que es su mas implacable enemiga, no podemos menos de exclamar: Isabel, ¿no tiemblas delante del porvenir? Al despertar, no preguntas al negro arcano del destino, ¿qué puñal me amenazará hoy? ¿qué nueva revolucion estallará á las puertas de mi palacio? ¿ante qué nuevo héroe triunfante tendré que humillar mi frente de reina? ¿de qué nuevo Pucheta recibiré una amenaza ó imploraré perdon? ¿á

qué nuevo Redondo tendré que agradecer la conservacion del trono y de la vida?

>>¿Confias acaso en tus nuevos defensores? Entre todos ellos, no tienes un solo amigo leal.

>> Ya ves á dónde te han conducido tus antiguos defensores; ¿te inspiran acaso mas confianza los nuevos?

>>Todos los dias vienen á estrechar nuestras manos y á decirnos por lo bajo (son muy prudentes): «Tambien yo soy demócrata; el dia del triunfo me hallareis á vuestro lado.>>

>>Recuerda que tu padre confió su salvacion á los juramentos de lealtad de un O'Donnell, conde de La Bisbal, á quien entregó sus tesoros y sus soldados para que fuera á exterminar á Riego, y que al llegar á Ocaña se sublevó y proclamó la Constitucion.

>>Recházalos, porque ellos son tus mas temibles enemigos. Cuando te hablan de su amor al trono, traduce su amor á vivir á expensas del pais, á mandar, á esquilmar á la nacion en tu nombre, á devorar los restos de tus riquezas, los productos del patrimonio real.

»Si mañana, á consecuencia de una intriga ó de otra revolucion, te reemplazare en el trono un primo cualquiera, de los que viven esperando venir á ocupar tu envidiable puesto, ¿cuántos de los que hoy se llaman amigos y defensores de la reina, lo serian de Isabel, pobre y destronada? No cuentes con ninguno; todos, á trueque de conservar sus fortunas, sus posiciones, sus cruces y calvarios, te volverian la espalda y volarian á inclinarse ante tu enemigo vencedor, á ofrecer sus espadas y su ciencia al nuevo rey.

>>>Cuando recuerdas tus sinsabores pasados, tus humillaciones de todos los dias; cuando te estremeces con la idea de un mañana, siempre amenazador, ¿no se oprime tu corazon pensando en el porvenir de tu hija? Si tu vida de reina no ha secado en tu alma, como en las de tantas otras, los sentimientos maternales, no sueñes para ella en una corona imposible, y que si no lo fuera, estaria rodeada de tormentos y de peligros tales, que comparados con ellos, los que tú has pasado podrian calificarse de goces y satisfacciones.

>>Tus deberes de criatura humana, dotada de un criterio, de una razon propia y responsable; de reina que se respeta y que debe honrar á sus ascendientes; de hija que se avergüenza de los crímenes imputados á su madre; de madre que ama á sus hijos, y de

cristiana que teme á Dios y ama al prójimo, te mandan salir sin tardanza, de la manera mas honrosa posible, de entre las ruinas del trono.

>>Tu razon debe hacerte comprender que tu derecho histórico y de raza caducó, que los pueblos se pertenecen á sí mismos, que tu soberanía, bastarda y muerta, es incompatible con la suya, legítima y llena de vida.

>>La sangre que corre por tus venas, el respeto que debes á tu nombre y al Pueblo, de quien has sido reina, te mandan descender del trono de la manera mas digna, y no empeñarte en seguir en él como una amenaza, siempre levantada contra la Libertad, exponiéndote y exponiendo la institucion à una catástrofe espantosa, cuya responsabilidad pesaria eternamente sobre tu memoria.

>>>Tus deberes de hija te mandan desaparecer, á fin de que no teniéndote presente los pueblos, olviden los crímenes de tu madre Y dejen de maldecirla.

»Tus sentimientos de madre te imponen el deber de no exponer tus hijos, á trueque de necias y mundanas vanidades, á temibles peligros y á la pérdida de su inocencia, á la depravacion de su alma; y retirándote á la vida privada, procurarles una honra y una felicidad que no puedes esperar para ellos bajo el solio.

>>>Tus sentimientos de cristiana no deben permitir que veas impasible la miseria, la ignorancia y la preciosa sangre que tu trono cuesta á la nacion. Tu corazon debe sufrir crueles remordimientos al pensar cuántas lágrimas, cuántas vidas cuesta y costará tu reinado; y pensando que á los ojos de Dios es pecador el que puede impedir el pecado y no lo hace, no dar pretexto, con tu continuacion en el trono, á que la sangre de hermanos, nacidos para amarse, corra mas á expensas de tu conciencia.

>>Da ejemplo, retirándote espontáneamente, á los césares de Europa, que esperan con una estupidez, con una ceguedad incalificables, á que los puñales de los nuevos Brutos hagan justicia de sus crímenes.

>>El Pueblo es generoso, y una noble accion le hace olvidar mil bajezas.

»Si así lo haces, todavía puedes esperar salir rodeada de bendiciones.

»Si no, ¿quién será capaz de prever cómo la historia escribirá el fin de tu reinado?

>> Representantes del Pueblo, & seríais capaces de pedir la sancion de vuestra ley fundamental á la misma que sancionó el desarme del Pueblo, los decretos draconianos de Gonzalez Brabo y de Narvaez, y la Constitucion de 1845? Y no se pretenda escudarla tras de su irresponsabilidad constitucional. A pesar del eclecticismo político y parlamentario, los reyes han sido y serán responsables ante el Pueblo y ante la historia.

>>Aun cuando viera que abdicabais vuestra soberanía, mendigando una sancion ridícula de quien no puede darla, me costaria trabajo creerlo.

>>>Quien ha sido representante de la tiranía;

>>Quien ha firmado durante once años decretos de proscripcion, de exterminio y de saqueo ;

>>>Quien condecoró la inmoralidad y enalteció al crímen, ¿cómo po> drá ser el representante de la Libertad, del patriotismo y de la virtud?

>>La revolucion triunfante, la soberanía nacional, no pueden ser dignamente representadas, sino por el soldado de la Libertad, por el hombre del Pueblo, por el ciudadano que escribe en su bandera, cuando el Pueblo armado le ofrece la dictadura: CÚMPLASE LA VOLUNTAD NACIONAL.

»Ó Espartero es el jefe de un poder ejecutivo, responsable y representante del Pueblo vencedor y armado, de la soberanía nacional en accion, ó no es nada.

>>No hay término medio posible.

>>¿Cómo comprender á Espartero, ministro sujeto à una voluntad, á una soberanía que no sea la del Pueblo?

>> Y si nuestra razon rechaza esto, como una hipótesis inconcebible, ¿cómo podríamos aceptar la de que esta voluntad, esta soberanía, á que debiera sujetarse, fueran las de Isabel II, las de la hija de Cristina y de Fernando VII el traidor? ¿La misma voluntad y la misma soberanía que durante once eternos años hicieron alianza y causa comun con los enemigos de la Libertad, con los asesinos de Zurbano, de Dominguez, de Clavijo y tantos otros, cuya memoria arrancará eternamente lágrimas de dolor á los buenos liberales? esto es de todo punto imposible.

>>Lo repetimos, ó Espartero, representante de la soberanía nacional, gobierna sin obedecer otro poder que esa misma soberanía, ó Espartero y la revolucion y la Libertad se hunden en nuevo abismo de calamidades y desgracias.

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