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sias, y el Rey ganó la villa de Cantalapiedra, restituyda al obispo de Salamanca, cuya era, é pasó con toda su gente á cercar la villa é castillo de Castro Nuño, que lo tenia un alcaide llamado Pedro de Medina, onbre de baxa suerte que se alçó con él en tienpo del rey Don Henrrique; é tomó las fortalezas de Cubillos é Sieteyglesias, é tenia tan oprimidas las cibdades de Salamanca, Toro, Çamora, Burgos, Avila, Segovia, Valladolid, Medina é todas las otras villas de la comarca, que todas le davan cantidad de trigo, dinero é ganados porque los dexase en páz Pagava sueldo á trecientos de cavallo ordinarios; tenia recogidos á todos los malhechores de Castilla, é es tava tan apoderado en aquella tierra que no avia en ella ningun grande que no le tuviese temor.

El rey Don Fernando lo cercó, é por muchos conbates le ganó la villa, y el alcaide se retiró al castillo, y en tanto fue el Rey á Salamanca con solos dos de mula é prendió á Rodrigo Maldonado, que tenia la fortaleza de Monleón, el qual se la entregó porque della se avian hecho muchos males en favor del rey de Portogal,

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La reina Doña Isabel vino á Estremadura, é porque el alcaide de Trujillo no le queria entregar la fortalezą, ni los alcaides de Castilnovo é Madrigalejo, enbió por gentes é artilleria por Estremadura y el Andaluzia, é an tes que llegasen se entregaron estos pueblos. E vino la Reina á Caceres, donde quitó los vandos que alli avia sobre las eleciones de los regimientos é hizolos perpetuos. E de alli se aparejó para venir á la cibdad de Sevilla, dando primero orden en la guarda é recabdo que convenia á los pueblos de Estremadura fronteros de Portogal, por que se hazian guerra de una á otra parte, robos, tomas é cavalgadas.

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CAPITULO DEZIMOQUINTO.

De cómo la reina Doña Isabel vino á Sevilla, donde fue con gran triunpho é solenidad recebida por el duque de Medina, conde de Niebla Don Henrrique de Guzman.

Como Don Henrrique de Guzman, duque de Medina Çidonia, conde de Niebla, tuvo nuevas como la reina Doña Isabel queria venir á Sevilla, holgó mucho dello, porquél era de los que en estos reinos mas lealmente avian perseverado en su serviçio, é con mucho trabajo é gastos avia sienpre sustentado el partido de la reina Doña Isabel é del rey Don Fernando contra todos aquellos quél pensava ó sentia que eran aficionados al rey de Portogal é seguian su opinion. E como avia muchos años que ansi el duque Don Juan de Guzman, su padre, como él, tenian y estavan apoderados de la cibdad de Sevilla é de toda la mayor parte de sus villas é castillos de la tierra de Sevilla, é tenian las fuerças de lo uno é de lo otro, el mando é governaçion, como é de la suerte que lo tenian en los pueblos de su estado, sien pre declarando que lo tenian en servicio de los Reyes, é sirviendoles con ello é sin ello en todas las cosas que se ofrecian, determinó el duque Don Henrrique de trabajar todo lo posible en tener aparejado á la reina Doña Isabel en la cibdad de Sevilla el mas solene reçibimiento.

E como el duque Don Henrrique de Guzman teniendo aparejado el recibimiento necesario, supiese que la reina Doña Isabel avia dormido en Alcalá del Rio, que es dos leguas de Sevilla, hizo salir todos los cavalleros veynte é quatros, oficiales de oficios reales della, la clerezia de la cibdad en proçesion, é juegos, aviendo mandado hazer muchos arcos triunphales á trecho por las calles por do avia de pasar la Reina, las quales estavan colgadas de

telas de oro, de sedas é de rica tapaçeria, é por lo alto todas cubiertas de tejado á tejado de sedas é tapaçeria, é ansi salieron á reçebir á la Reina, que entró por la puerta de Macarena; é como el Duque vió la Reina apeóse, é con mucha humildad llegó á besarle las manos, y la Reina le echó los braços ençima, é lo hizo cubrir. El Duque le dixo estas palabras: «Vuestra Eçelençia sea venida á esta cibdad en tan buena hora quanto vuestros verdaderos é fieles vasallos é servidores, como yo lo he sido é soy, deseamos. E porque á vuestra Señoria eçelentissima es notorio los trabajos que por vuestro servicio he hecho, por imitar la progenie donde vengo, no tengo que suplicaros sino que reçibais dos cosas: la una la voluntad con que los hize, é la otra estos tres manojos de llaves. El uno es de vuestro alcaçar é fuerças de Sevilla que yo he tenido en vuestro servicio é del rey Don Fernando, mi señor, dende el tienpo del rey Don Henrrique, vuestro hermano. El otro es de las cibdades, villas é castillos de mi ducado de Medina é condado de Niebla, los quales estan tan á servicio de Vuestra Eçelençia como los de su patrimonio. El tercero son las llaves de mi voluntad, la qual podeis abrir é cerrar é guiar de la suerte que á vuestro servicio mas convenga.»>

La reina Doña Isabel que avia sienpre tenido pensamiento quel duque de Medina Don Henrrique, que tantos años avia quél é sus pasados tenian á Sevilla á su obediencia é mandamientos, tanto que en todo el reino los llamavan duques de Sevilla, que se le haria de mal entregar la cibdad de que tantos años fue señor; é como vió que con tanta humildad, reverencia é voluntad le dixo aquellas palabras é le ofreció aquellas llaves, le dixo: «Tio, Duque; ni vos podistes errar de lo que vuestros pasados hizieron, ni la real sangre de donde vos venis dexar de aficionaros á nuestra sangre de do proçedeis.

Yo me tengo por tan servida en lo que siempre por mi servicio aveis hecho, que tengo que vos aveis sido mucha parte, teniendo á mi servicio el Andaluzia, para que yo expeliendo á mis enemigos quedase pacifica señora destos reinos de Castilla que heredé como hija del rey Don Juan, mi padre. E Dios nos dé vida para que como lo conozco é lo siento, os podamos hazer las mercedes que vuestros buenos servicios é gran lealtad merescen.»>

El Duque le tornó á besar las manos por la merced é favor que le dava, é cavalgando en su mula fue la Reyna recogida debaxo de un palio que los veynte é quatro de la cibdad llevavan; é yvan con la Reyna del un lado é del otro el cardenal Don Pero Gonçalez de Mendoça y el duque de Medina, é venian con la Reyna el almirante de Castilla Don Alonso Henrriquez, hijo de Don Fadrique Henrriquez y el condestable Don Pero Fernandez de Velasco, é Don Garci Alvarez de Toledo, duque de Alva, que era casado con una hermana del Almirante, é Don Gutierre de Cardenas, comendador mayor de Leon, que fue despues duque de Maqueda, yerno del almirante viejo Don Fadrique Henrriquez, casado con su hija bastarda Doña Theresa Henrriquez; Don Gonçalo Chacon, contador mayor de Castilla, é su hijo el adelantado de Murcia Don Andres de Cabrera, que fue despues marques de Moya, contador é mayordomo mayor de la Reyna, con su muger Doña Beatriz de Bobadilla, Rodrigo de Ulloa, contador mayor de Castilla é otros muchos cavalleros.

La Reyna se fue al alcaçar á posar donde el duque de Medina tenia toda la gente dentro que solia, é como aquel dia uvo hecho fiesta á la Reyna de gran vanquete, luego aquella noche mandó salir su gente del alcaçar, sin quedar onbre suyo en él. E la Reyna mandó tener cargo del alcaçar, descargando al Duque del cuydado é trabajo que avia tenido, y el Duque llevó aquel dia consigo á aposen

tar en su casa á Don Pero Gonçalez de Mendoça, cardenal de Hespaña, hermano del duque del Infantazgo, los quales, como ya se dixo, eran tios de la duquesa de Medina, Doña Leonor de Mendoça, hermanos de su madre Doña Maria de Mendoça, condesa de los Molares. Y entró la reina Doña Isabel en Sevilla á 25 dias del mes de Jullio año del Señor de 1477, y estuvo en Sevilla hasta el mes de Otubre.

En este tienpo la Reyna acordó de dar audiencia publica los dias de los viernes en una gran sala de su palaçio, dentro del alcaçar: ella sentada en una silla cubierta de un paño de oro, puesta en estado de gradas altas, é asentados debaxo de las gradas á una parte los oydores de su Consejo, é a otra los letrados é secretários estavan delante della; é tomando las peticiones de los agraviados hazian relacion dellas à la Reina é mandava estar delante della los alcaldes, alguaziles de su corte é sus ballesteros de maça, é con esta orden se feneçieron muchos pleytos, é se castigaron muchos delinquentes, é se restituyeron muchos agravios, é fue tanta la puniçion é castigo que se començó á hazer, que si á suplicacion del duque de Medina é de otras personas la Reyna no lo refrenara, se despoblara la cibdad porque nadie avia en Sevilla que no oviese dicho o ofendido. E la Reyna hizo perdon general de todos los delitos que avian acaecido dende el tienpo dél rey Don Henrrique á todas las personas de Sevilla é su arçobispado hasta aquel dia, siendo primeramente restituydo lo tomado. E con este perdon general tornaron à la cibdad de Sevilla mas de quatro mill personas que andavan ausentadas, é aunque hizo perdon general, como era Reina christianissima, no perdono á los que avian cometido crimen de heregia.

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