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avian determinado á venir á cercar el alcaçar, se determinarian á hazerles otro deserviçio ó desacató. Dixeron al duque Don Henrrique: «Duque primo, qué es esto?» El Duque dixo: «Señora, mis servicios tan mal galardonados, que hasta los onbres que no me conocen hazen sentimiento en ver el mal galardón que por ellos me days; pero yo desto no soy sabidor, como no lo era de lo que oy me dixistes aqui.» Dixole la Reina: «Deso bien satisfechos estamos, pues no os aveis apartado de nuestra presencia; pero salid allá fuera é mostraos á esa gente, é dadles á entender que á quien tanto amamos y estimamos, no té niamos razon de deteneros contra vuestra voluntad.»

El Duque salió fuera é mostróse al tomulto de la gente dende una ventana, diziendo: «Qué es esto, hermanos é hijos, por qué venis tan alterados?» Respondieron todos en una voz: «Señor, por serviros é morir en vuestro servicio, porque nos han dicho que contra vuestra voluntad os detenian los Reyes nuestros señores en pago de los grandes servicios que les aveis hecho vos é vuestros pasados.» Respondióles el Duque: «No son tan pequeños los servicios que yo he hecho á los reyes Don Fernando é Doña Isabel, mis señores, ni tan pequeño el cargo que me tienen ni las mercedes que yo dellos espero que tal cosa avian de hazer ni aun de pensar. Por tanto, hijos y hermanos mios, sosegaos é volveros á vuestras casas, yo os agradezco vuestra buena voluntad, é me aveis acre çentado el cargo que muchos años ha que de vosotros tengo para que yo haga lo mismo por cada uno de vosotros.» Pero la gente, no contentandose con esto, no se quisieron partir hasta que lo llevasen á su casa é lo dexasen en ella, por lo qual lo uvo de hazer ansi, por quitar aquel alboroto. E aquella misma noche tornó el Duque á palacio paresciendole quel Rey è la Reina no estuviesen yndignados, para mandar castigar á algunos de los prin

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çipales que hizieron aquel movimiento, é por ser tanta gente é hecho con buen zelo, é no haziendo ningun mal sino pedir é demandar que le diesen al Duque, el Rẹy é la Reina los perdonaron. E tornaron de nuevo á insistir en el primer mandamiento, paresçiendole que hazian agravio al Marques si le dexasen fuera de Sevilla, quedando el Duque en ella. E al fin el Duque viendo la voluntad del Rey é la Reina salióse de Sevilla, é vinose á Sanlucar, é aunque el Rey é la Reina le enviaron despues licencia para tornar á Sevilla, nunca lo quiso hazer, ni entró en Sevilla en toda su vida, para estar en ella de asiento, diziendo quél no avia de estar en Sevilla si no fuese para tenerla como de antes muchos años la avia tenido, que era teniendo el alcaçar, las Ataraçanas, el castillo de Triana, é poniendo él las justicias é dando los oficios del regimiento como lo solia hazer; é ansi estuvo el tienpo que vivió en los pueblos de su estado, lo qual fue harto provechoso para los vasallos é los vasallos é para acrecentamiento de las fortalezas é edificios del estado, porquel Duque era muy aficionado á edificar.

E como el duque Don Henrrique salió de Sevilla tan enojado de la Reina é del Rey, por el mal galardon que le avian dado por los muchos servicios que les avia hecho, tuvieron el Rey é la Reina temor que, como era tan gran señor é de tantos puertos de mar é tan rico, con el enojo que llevava no hiziese algun movimiento en el reino; é dizen algunos quel Rey sabiendo como el duque Don Henrrique estava en San Juan, un pueblo del condado, é andava por alli á caça, que mandó á Diego de Merlo, asistente de Sevilla, é á Don Lorenço, hermano del marques de Cadiz, con cinquenta lanças para que le matasen é otras doçientas en socorro; de lo qual siendo el Duque avisado por una espia que prendió, mandó á Perseval de Sotomayor, capitan de çien lanças de guarda quel Du

que traia contino, que saliese á ellos, y mandó aperçibir la tierra, y el Duque como era tan animoso, cavalgó en una mula aquel dia, é salióse á caça con solos sus caçadores é sin armas. Quando Diego de Merlo supo quel trato era descubierto, con grandisimo temor del Duque, vuelve las riendas é vase á Sevilla.

El Duque enbió & Diego de Ayon, un cavallero prinçipal de su casa, á la Reina á quexarse de lo que avia sabido, é la Reina dixo: «Diego de Ayon, muy gran quexa tengo del Duque, que me dizen que dixo que guardase yo mi reino del rey de Portogal, é quel guardaria de mi la cibdad de Gibraltrar, é otras muchas cosas de que hay un proceso de muchas hojas.» Respondió Diego de Ayon: Señora, mas hojas tiene el Alcoran, y es todo mentira; pero mas razón tiene el Duque, mi señor, de se quexar de vuestra Alteza que lo mandavades matar.» Respondió la Reina: «Plega á Dios, Diego de Ayon, que con la preñez que tengo en el vientre rebiente si tal nunca mandé ni supe.» Como aquello oyó Don Gutierre de Cardenas comendador mayor de Leon, que estava presente, dixo: «Diego de Ayon, vos no veis que es la Reina, mi señora, con quien hablais? cómo teneis atrevimiento de hablar con ella desa manera?» Respondió Diego de Ayon: «Pues que el diablo, que no era tan bueno como yo, tuvo atre-vimiento de hablar con Dios, que es mejor que la Reina, no es mucho que yo lo tenga en hablar con la Reina, pues soy mejor quel diablo, é la Reina no es tan buena como Dios.»> Finalmente, Diego de Ayon hizo quedar á la Reina satisfecha de la intinçion del Duque, y el Duque quedó por entonces menos desabrido de la Reina de lo que de antes estava.

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ΤΟΜΟ Σ.

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De otras cosas que acaecieron por el reino en el año de 1479.

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El Rey é la Reina se fueron á Cordova, donde echaron de la cibdad á Don Alonso de Aguilar, que tenia la cibdad muchos años avia, de la qual avia echado al conde de Cabra é á otros de su parcialidad; é alli tuvieron nuevas como el rey Don Alonso de Portogal avia tornado de Francia, donde avia ido, é que el arcobispo de Toledo Don Alonso Carrillo y el marques de Villena Don Diego Pacheco é otros de su opinion avian escrito al rey de Por togal, diziendole que tornase á entrar en Castilla, que agora tenia mas mano para ser señor della que la primera vez, porque los reyes Don Fernando é Doña Isabel estavan aborrecidos de los pueblos por las muchas derramas que echavan á las gentes para sustentar los tres mill onbres de cavallo que traian las hermandades, é por otros agravios que avian hecho á personas particulares, y el rey de Portogal se aparejava para tornar á entrar en Castilla, aunquel principe Don Juan, su hijo, é otras personas se lo estorvavan mucho. El arcobispo de Toledo juntava gentes de cavallo é tenia trato con los de Toledo que se alçasen por el rey de Portogal, é algunos estavan en lo hazer, lo qual sabido por Gomez Manrrique, que tenia el alcaçar é governacion de aquella cibdad, hizo justicia de algunos alborotadores, é con esto sosegó la cibdad, y avisó al Rey y á la Reina dello, los quales mandaron enbaraçar (4) las rentas al arcobispo de Toledo, é que no le acudiesen con ninguna cosa dellas, so pena de muerte, é enbiaron mandar á todos los cavalleros é gentes que estavan con

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el Arcobispo que lo dexasen é se fuesen á sus casas, é no se tornasen tornasen á juntar con él, so pena de muerte é perdimiento de bienes, é con este temor le dexaron la mayor parte de los que le servian é seguian, é se fueron á sus casas. E como el arcobispo de Toledo se vió sin gentes ni dineros con que las pagase, hallóse tan pobre é tan solo, que por temor ó virtud enbió al Rey é á la Reina á dezir que vendria á su servicio con que le desenbargasen las rentas del arçobispado, y el Rey y la Reina se los mandaron desenbargar, con que entregase todas las fortalezas é casas fuertes de su arcobispado; é como las entregó, no teniendo fuerças con que hazer espaldas al rey de Portogal, no intentó mas lo que hasta alli avia fecho, antes sirvió á los Reyes de alli adelante.

Ansimismo en Escalona, villa del marques de Villena, estava un su hermano bastardo, llamado Don Juan Pacheco, é por alcaide un cavallero de Madrid, llamado Juan de Luxan, los quales hazian cruda guerra á todos los pueblos de la redonda, y el marques de Villena juntó copia de gentes pensando poder restituirse en alguno de los pueblos que del marquesado de Villena se avian dado á la Reina. E el Rey é la Reina enbiaron gentes en socorro dellas é por capitanes á Don Jorge Manrrique, hijo del maestre Don Rodrigo Manrrique, conde de Paredes y hermano de Don Alonso Manrrique, cardenal de Sant Apostol, y arcobispo que fue de Sevilla, el qual Don Jorge Manrrique fue muerto en aquella guerra en servicio del Rey, peleando como valiente cavallero, aviendo en su vida escrito como sabio y philosopho.

El Rey é la Reina se fueron de Cordova á Guadalupe, donde le vinieron mensageros de Doña Maria Pacheco, condesa de Medellin, hermana bastarda del marques de Villena, hija del maestre de Santiago, muger viuda, la qual pocos dias avia que soltó á Don Pedro Portocarrero,

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