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quien llamaron ansi despues que parió, descreció el amor de la condesa Doña Maria de la Cerda, la qual tenia harta passion, é que fuese verdad ó no, no lo juzgo; mas en este tienpo entró el conde de Niebla en tantos celos con la Condesa, su muger, é fueron de tal suerte, que ella se ausentó del marido, é se fue á casa de su padre donde vivió esa poca vida que tuvo.

Sobre el dote que esta señora traxo al casamiento uvo gran pleito é diferencia entre los condes de Niebla é de Medinaçeli, é finalmente se concertaron en que dando Don Juan de Guzman, que era ya estonces duque de Medina, çierta suma de doblas al conde de Medinaçeli, se quedase con la villa de Huelva é con las terçias de Huelva é su tierra, é ansi quedó Huelva en esta casa de Niebla.

CAPITULO SETIMO.

De cómo Don Juan de Guzman, conde de Niebla, tomó la villa de Lepe á Don Alonso, su tio, porque era del mayorazgo de la casa de Niebla.

Ya avemos dicho como Don Juan Alonso de Guzman, el primero conde de Niebla, tuvo dos hijos: el mayor fue Don Henrrique de Guzman que heredó el condado de Niebla, Sanlucar, Bejer, el Algava é las Almadravas &c. é el hijo segundo se llamó Don Alonso de Guzman, á quien el padre dió las villas de Lepe é Ayamonte, la Redondela con sus terminos é tierras, las quales villas eran dende en tienpo de Don Alonso Perez de Guzman, el Bueno, del mayorazgo de la casa de Niebla, é no se podian sacar dél; é ya que se sacasen con liçencia del Rey é consentimiento del conde Don Henrrique, á quien como mayor le pertenescian, no podia hazer cosa en daño é perjuyzio de terçera persona, que era de sus hijos mayores é descendientes en el mayorazgo; é puesto que Don Henrrique de Guzman no pidió estas villas en su vida, quisiera pedirla;

por gran desconocimiento que este su hermano Don Alonso le hazia en no venir á su casa ni se tratar con él, sino como extraño, é no yr con él á algunas partes que le fueron nescesarios los deudos é los amigos, é acudiendole los amigos no le acudia el hermano, é como acuden los hermanos, diziendo Don Juan de Guzman, conde de Niebla, de quán yngrato avia sido Don Alonso, señor de Lepe, á su hermano el conde de Niebla, Don Henrrique de Guzman, respondió Don Juan de Guzman, conde de Niebla: "ya yo tengo experimentado que una bondad é un beneficio señalado no pueden pagarse sino con notable yngratitud.» Y esto mesmo hizo con el sobrino Don Juan de Guzman, conde de Niebla, de lo qual él estava muy enojado. Sucedieron en este tienpo grandes discordias en el reyno entre los infantes de Aragon, Don Juan rey de Navarra é Don Henrrique, su hermano, contra el rey Don Juan de Castilla, y en el reyno tenian unos la voz é bando del rey de Castilla, é otros la de los infantes de Aragon; é porque Don Juan de Guzman, conde de Niebla, tenia la voz del Rey de Castilla é seguia su opinion, siguió Don Alonso de Guzman, su tio, señor de Lepe, el bando contrario que era el de los Infantes, é començó á hazer guerra por ellos; é como esto vió el conde de Niebla juntó sus vasallos, é fue sobre él á la villa de Lepe donde estava, é çercólo alli, demandandole las villas de su mayorazgo, diziendo que su avuelo no se las avia podido dar de derecho, é conbatiendo la villa entrola por fuerça, é Don Alonso de Guzman, señor de Lepe se fue por la posta á la corte á quexarse á los infantes y al rey Don Juan de Castilla, del conde de Niebla.

El Conde prendióle á su muger é á una hija, donzella muy hermosa, que tenia, que se llamava Doña Urraca de Guzman, de edad de diez é ocho años, la qual el conde de Niebla uvo luego y ella se enpreñó. E hecho esto pasó

TOMO X.

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con su gente sobre la villa é castillo de Ayamonte á tomarlo con el mismo titulo, y estando en el cerco de Ayamonte allegó alli el infante Don Henrrique, maestre de Santiago, su primo, hijo del rey Don Hernando de Aragon, que lo enviava el rey Don Juan de Castilla á conçertar al conde de Niebla é á Don Alonso, señor de Lepe, su tio; é por respecto de la venida del Infante, é por obedeçer al Rey levantó el conde de Niebla el cerco de sobre Ayamonte, diziendo que Ayamonte tuviese Don Alonso, su tio, y quél se avia de quedar con Lepe, hasta que por derecho é justicia se determinase aquella diferencia. E ansi el conde de Niebla derramó la gente é vinose á Sevilla, y soltó las prisioneras que eran la muger del señor de Lepe, é á la hija Doña Urraca, y esto fue en el año del Señor de 1443.

En esta sazon falleció Don Luys de Guzman, maestre de la orden é cavalleria de Calatrava; heredó su hazienda su hijo Don Juan de Guzman, señor del Algava, y el maestrazgo diólo el Rey á Don Alonso de Aragon, hijo natural del rey Don Juan de Navarra, que despues fue este Don Alonso, duque de Villahermosa; é dieron recompensa de trezientos vasallos á Don Juan Ramirez de Guzman, comendador mayor de Calatrava, porque dexase el titulo de maestre de Calatrava que tenia.

En el año de mill é quatrocientos é quarenta é quatro eran los que governavan el reino, é tenian al Rey en poder, el rey de Navarra, el infante Don Henrrique, el almirante Don Fadrique Enrriquez, el conde de Benavente, y estos hazian é deshazian en el reyno todo lo que querian, y el Rey estava en Tordesillas muy descontento por las grandes guardas que sobre él tenian, el qual no podia hablar á nadie en secreto, ni reçebir cartas ni escrevirlas sin pasar por mano de las guardas; é estos grandes que avemos dicho traian gente de guerra por el reyno

tomando las cibdades é villas é las rentas del Rey, y el infante Don Henrrique, maestre de Santiago, era el ca→ pitan de todos, el qual despues de aver tomado el maes→ trazgo de Calatrava para su sobrino Don Alonso de Aragon, fue con gente sobre la cibdad de Córdova é cercóla, por traerla á la opinion del rey de Navarra é suya, é tanto la tuvo cercada hasta que la tomó, é de alli fuese para Sevilla, ganando de camino las villas de Alcalá de Guadayra y Cantillana.

Como el rey Don Juan esto supo, tuvo manera como escreviese una carta á Don Juan de Guzman, conde de Niebla, rogandole que guardase á Sevilla como no la uviese el infante Don Henrrique, é tuviese manera como lo sacase de aquella opresion en que lo tenian por el adeudo que tenia con el, ó porque en ello paresçiese al lugar donde venia.

CAPITULO OCTAVO.

De cómo el infante Don Alonso de Aragon çercó á Sevilla, é la defendió Don Juan de Guzman, conde de Niebla.

El infante Don Henrrique escrivió á la cibdad de Sevilla, diziendo que fuesen é siguiesen la opinion de su hermano, el rey de Navarra, é suya, é de sus aliados é confederados, donde no que los aperçebia que les haria todo el mal é daño que pudiese hasta les entrar por fuerça é quitar las villas é haziendas. Sobre esta carta uvo diversas opiniones en el consistorio, porque unos dezian que era mejor darse al ynfante Don Henrrique, que no ser destruydas sus haziendas é sus vidas puestas en condiçion. Mas Don Juan de Guzman, conde de Niebla, que alli se halló, dixo: «Nunca Dios lo quiera que lo que mis progenitores tanto guardaron, que fue la fe é lealtad á sus Reyes sea yo en consejo de quebrantarla, aviendo de

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ser en acrecentarla, porque mis avuelos no me enseñaron á mí á dar las villas del Rey á sus enemigos, sino á conquistar las villas de los enemigos y darlas al Rey, no á ofenderlas sino á defenderlas con derramamiento de sangre é muerte de sus hijos. Sevilla es del Rey de Castilla é no del Rey de Navarra, ni del infante Don Henrrique; quien pensare de querer guardar á Sevilla por el Rey quédese en ella, é el que otra cosa le paresçiere váyase de Sevilla é no aguarde á que yo le eche della. »

Como Don Juan de Guzman, conde de Niebla, dixo estas palabras, todos aprovaron aquel consejo, ansi los que amavan el servicio del Rey como los demas, con temor de no ser echados de sus casas; pero luego proveyó el conde de Niebla en desterrar fuera de Sevilla algunos sospechosos que á él le paresçió que convenia á servicio del Rey; é como la gente avia reçebido muchos daños, robos, males, opresiones, é fatigas destos ynfantes en diversos tienpos, tenianle grande odio é holgaron en extremo de quel conde de Niebla tomase la voz del Rey, é ansi todos se començaron á aparejar para el cerco que le querian poner, el qual puso luego el ynfante Don Henrrique con mucha gente de pie é de cavallo, é pasaron muchas cosas en este cerco de Sevilla que por abreviar no cuento. Finalmente, como Sevilla sea cibdad tan grande, llena de tanta gente, la mayor parte de la qual se mantiene cada dia del pan que les viene de Utrera é de otras partes; como el infante Don Henrrique los tenia cercados, é no les entrava pan de ninguna parte, pusolos en grandisimo estrecho de hambre, porque para tanta gente é muchos dias no bastava el pan que avia en la cibdad; pero Dios que tiene cargo de remediar á los afligidos en el tienpo de mayor nescesidad, remedió á estos cercados de la manera que agora diremos.

El principe Don Henrrique, por consejo de Dou Lope

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