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Otro-sí: de nada de esto, segun la lei, se puede imprimir letra sin previa censura: que vale tánto como decir que en estos puntos, como en otros muchos de los mas importantes, no hai libertad de imprenta : ni la Censura me la daría a mi tampoco por mi linda cara para lo que deséo imprimir. Por esta razon potísima he desistido del empeño que tuve mui encasquetado, de publicar un periódico, titulado El Jeremias político.

Otra obra de este género siento sobre todo no poder imprimir ya, ni con censura ni sin ella; un Panegirico del ESTATUTO REAL; con una (nó dedicatoria, porque parece que para dedicatorias no tengo la mejor mano; sino una) felicitacion al Ecsmo Señor Martinez de la Rosa, mi antiguo amigo, por la buena parte que parece le ha cabido en la composicion de esa obra mäestra de política positiva, que hará época en España, e inmortalizará la memoria de su Ministerio (número dos.)

El ESTATUTO REAL es un escrito que con poco tecsto deja grandes márjenes a la glosa de nuestros tá tara-nietos; ya que a sus tátar-abuelos no nos ha sido permitido sino llegar y besar como reliquia ese papel bendito, que desde luego se nos dió, por gracia gratis-data, a besar y venerar como papel de induljencias.

Hecho así punto de fe política el ESTATUTO REAL, no nos es dado a los que blasonamos de fieles, sino cerrar los ojos y creer, y creer para obedecer como artículos de Fe sus artículos: so pena de hacernos

no menos sospechosos en la fe política, que en la Católica pudiera hacerse en tiempo de los Moriscos todo fiel cristiano que osase insinuar la mínima duda contra los artículos del Estatuto de limpieza, que estableció en Toledo el insígne Cardenal Martinez Guijarro. No juguemos con candela: este asunto es mui vidrioso en unos tiempos tan climatéricos en esto de tomar de una mano a otra por pullas los elojios.

Considerándome, pues, de hecho sin libertad de imprenta para estampar los desengaños provechosos que quisiera, en órden al buen gobierno de la república civil, y al premio y al castigo de los málos y de los buenos; acójome a la República Literaria en la parte libre que me deja el Real decreto de 4 de enero sobre impresion, publicacion y circulacion de libros, para imprimir de mi cuenta y riesgo en puntos de Literatura y Bellas-artes todo cuanto me venga al majin respecto a escritos y Escri

tores.

Protesto sin embargo, para salvaguardia de lo que dejo arriba dicho tocante a libertad de imprenta, que yo, si digo que no tengo la que he menester, nó por eso hablo contra la que hai. Nó en mis dias: la desgracia de tantos años me ha hecho tan agradecido, que doi gracias hasta al Diablo por el mál que no me hace; cuanto más a Dios bendito por los bienes que me dispensa. Sobre todo, el marido prudente, por mas defectos que en su costilla advierta, no hable mal contra quien a

la noche ha de partir su lecho yaciendo con él en uno con la bendicion de Dios.

Antes de empuñar la vara censoria prevengo que,' sin blasonar de que mis críticas hayan de ser siempre nuevas, no siempre lo serán las obras, sobre que recaiga el juicio crítico: éste se ejercitará lomismo sobre las obras corrientes, que sobre las obras corridas. Hago esta salva, porque no coja de antuvion el verme luego poner como nuevos a Escritores y escritos que parecía estaban ya como pasados en autoridad de cosa juzgada. Los errores no gozan derecho de prescripcion: los Autores que yerran, son deudores perdurables de sus lectores, tienen siempre causa abierta en el Tribunal de la Crítica:

# El que imprima necedá –,

Dalas a censo perpe -."

Traslado a Cervantes : éste es fallo sin apelacion.

De otra cosa debo ántes con ántes prevenir a mis lectores, para que advertidos, después no se escandalicen, si en esta obra vieren citados llana-mente a algunos tenidos en el mundo por grandes personajes. Las funciones que los Escritores puedan ejercer en el mundo, no les dan ningun fuero privilegiado en el Orbe Literario: en los tribunales de Minerva aparecen como Literatos pelados. El Ecsmo Señor D Javier de Burgos - Olmo - Gonzalez - FelipeCorréa Salazar - Melero &c. (por no ir mas léjos) ¿quien puede negar que en la actual Monarquía Española sea un personaje de primera cate

goría, Prócer hoi, ayer Ministro &c, &c? Pero eso no obstante, bien puede ser en la República Literaria un ministril; y siéndolo, habrá (mal de su grado) de ser tratado como tal. Nuestro buen Rei Felipe IV, es bien sabido que se entretenía en comFoner Comedias; y a buena fe que, Rei y todo, el paso que no gustaba, se le silbaban en las tablas, sin que a la mosquetería de silbantes se les procesase por ello, como a reos de lesa Majestad. En suma los Críticos están en posesion de tratar a los Escritores en vida tan llana-mente, como los Historiadores a los Reyes despues de muertos.

Como quiera, de lo que puede el respetable Público estar bien persuadido es, de que, mal que bien, siempre desempeñaré a lei mi oficio, trabajando (segun la ecspresion feliz del Matusalen de los Sabios de Francia) «<en conciencia»: y de que mis críticas demostrarán que los Autores que critique, no los he leido a sobre peine, sino que les he desenhetrado la cabellera pelo a pelo, sin dejarles cañon sin carda. Yo no soi de aquellos lectores de volatería que, como pajaricos de rama en flor, saltan aquí y pican alli, y sin hacer apénas mas que menear algunas hojas, se dejan al fin lo mejor del libro intacto. Cuando yo, puesto de codos, tomo un libro por mi cuenta, arde toda chamiza sin distincion de verde ni seco: todo lo llevo abarrisco,

(*) FONTNEL, que con ser Académico y Poeta, vivió cien años,

sin dejar letra por leer: aprobaciones,

tasa, fe de erratas, prólogo, dedicatoria, licencias, privilegio del Rei (si le hai): en fin yo me le leo y releo todo, desde la anteportada hasta el laus-deo.

Gero, y van tres: otra prevencion. - En mis críticas se leerán de vez en cuando, a vuelta de la censura de los escritos, algunas personalidades acerca de sus Autores. «¡ Personalidades!» estoi oyendo ecsclamar aquí a ciertos Hipercríticos de trahilla escandalizados. «Sí, Señores mios: personalidades.» Yo quiero desengañarlos de un grande error en que viven algunos que, ecstremando el rigor de la Crítica, creen que entre el Escritor hombre hai una muralla de separacion impenetrable. En hora buena pida el buen criterio que de la persona al Autor, ni del Autor a la persona no se hagan falsas y violentas inducciones: cual sería la del que imajinase que un Pintor feo no puede pintar una Dama hermosa; o que no puede hacer un vestido de buen talle un Sastre jorobado.

el

Pero cuando la causa de los aciertos, o de los yerros del Escritor está en el hombre; ¿por qué no ha de ser lícito trascender del Escritor al hombre, e inquirir en el hombre la raiz y razon primordial de todo? Pongamos ejemplo en una cosa mui comun. Si un Escritor, aunque sea Académico, escribe bien su lengua, porque carece de buenos estudios académicos, o por no haberse, como debiera, aplicado al de la ciencia y arte de la pala

no

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