Coleccion de romances castellanos anteriores al siglo 18 ...: Cancionero y romancero de coplas y canciones de arte menor

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L. Amarita, 1829

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Página 32 - Huye ya, y mira que siento por ti dolores sobrados, porque con doble tormento celos me da tu contento y tu peligro cuidados. En verte regocijada celos me hacen acordar de Europa Ninfa preciada, del toro blanco engañada en la ribera del mar. Y el ordinario cuidado hace que piense contino de aquel desdeñoso alnado orilla el mar arrastrado, visto aquel monstruo marino.
Página 186 - Por los aires gozan : Si los vientos braman Y la mar se enoja, Cuando el alba nace Descansan las olas : Si de nieve mira Cubierta su choza El pastor que en ella Guarda ovejas pocas, Cuando vuelve Mayo Que sus pajas dora...
Página 31 - Licio daña, iba alegre y bulliciosa por la ribera arenosa que el mar con sus ondas baña; entre la arena cogiendo conchas y piedras pintadas, muchos cantares diciendo con el son del ronco estruendo de las ondas alteradas. Junto al agua se ponía y las ondas aguardaba, y en verlas llegar huía; pero a veces no podía y el blanco pie se mojaba.
Página 133 - Ya de mi dulce instrumento cada cuerda es un cordel, y en vez de vihuela, él es potro de dar tormento; quizá con celoso intento de hacerme decir verdades, contra estados, contra edades, contra costumbres al fin. No las comente el ruin ni las tuerza el enemigo, y digan que yo lo digo.
Página 132 - Que anochezca cano el viejo Y que amanezca bermejo, Bien puede ser; Mas que á creer nos estreche Que es milagro y no escabeche , No puede ser.
Página 145 - Dulce madre mía, ¿quién no llorará, aunque tenga el pecho como un pedernal, y no dará voces viendo marchitar los más verdes años de mi mocedad? Dejadme llorar orillas del mar.
Página 216 - Jugaremos cañas junto a la plazuela, porque Bartolilla salga acá y nos vea. Bartola la hija de la panadera, la que suele darme tortas con manteca, Porque algunas veces hacemos yo y ella, las bellaquerías detrás de la puerta.
Página 114 - A la sombra de mis cabellos Mi querido se adurmió; Si le recordaré ó no?
Página 145 - Hija, por mi amor, que se acabe el llanto, o me acabe yo.» Ella le responde: «No podrá ser, no; las causas son muchas, los ojos son dos. Satisfagan, madre, tanta sinrazón, y lágrimas lloren, en esta ocasión, tantas como dellos un tiempo tiró flechas amorosas el arquero Dios.
Página 124 - Y ríase la gente. Cuando cubra las montañas De plata y nieve el enero Tenga yo lleno el brasero De bellotas y castañas, Y quien las dulces patrañas Del rey que rabió me cuente, Y ríase la gente.

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