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re necesario proveer alguna cosa sobre la provision de la dicha leña y madera, avisareis de ello; y si la madera no se pudiere cortar ni hallar por la órden susodicha, pues es tan necesaria para la sustentacion de la dicha mina, hacerla heis comprar ó traerla de donde mejor se pudiere haber.

Si otras minas se hallaren en los dichos términos de Guadalcanal, terneis cuidado que se beneficien y se ponga recaudo en ellas por la orden contenida en vuestra comision.

Para que todos restituyan lo que les hoviere cabido de la dicha mina, y lo que de ella hovieren usurpado y tomado, hareis las informaciones y diligencias que os pareciere conv enir para averiguar la verdad é hacer que conforme à vuestra á comision se cobre de las personas donde estuviere, y se deposite, y si necesario fuere, sacareis alguna carta de ejecucion, y del nuncio de su Santidad se os enviará una paulina, y vos hareis las mas diligencias que convengan.

Luego como llegaredes, me avisareis particularmente del estado en que halláredes lo que toca á la dicha mina rica, y de los metales que de ella se hovieren sacado, y qué cantidad de plata está junta, y qué tantos metales estan sacados y por beneficiar, porque para cierta cosa que toca á mi servicio conviene mucho saber esto, y despues me avisareis á la continua de todo lo que se hiciere, y del provecho que de ello se saca, y si convendrá proveer algo de acá para el buen efec

to de ello.

mina

Como quiera que vuestra comision no se estienda para que podais juzgar ni determinar á quien pertenesce la dicha y lo que de ella se sacare, todavia se os advierte que no os entrometais en ello, porque esto se ha de determinar acá en mi contaduría mayor, y consultármelo.

Habeis de llevar de salario por el tiempo que en lo susodicho os ocupáredes á razon de dos ducados cada un dia, los cuales cobrareis de los depositarios de la dicha plata por libranza vuestra, que con ella, y vuestra carta de pago, les serán recibidos en cuenta.

Y porque conviene, á mi servicio que vais con mucha brevedad á poner recaudo en la dicha mina, ireis á ello luego por la posta, y lo que gastáredes en las postas, librarlo heis en alguno de los dichos depositarios.

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En todo lo cual entendereis con la fidelidad, cuidado y diligencia que de vos confio. Fecha en Valladolid á veinte y nueve dias del mes de octubre de mil quinientos cincuenta y cinco años. La Princesa. Por mandado de su Magestad su Alteza Serenísima Joan Vazquez. Señalada del doctor Velasco, de Francisco Almaguer, é licenciado Valderrama, del Consejo de Hacienda de su Magestad.

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En cumplimiento de los despachos anteriores, Zarate partió inmediatamente de Valladolid á Guadalcanal, donde llegó el 6 de noviembre, y al dia siguiente comenzó á practicar diligencias para poner cobro en los metales sacados de los pozos, y fundidos ya, convocando maestros y operarios, conforme á lo que se le habia mandado.

El dia 9 nombró formalmente á Sebastian Gorjazo, vecino de Guadalcanal, para que tuviese especial cuidado y custodia de todo lo tocante á las minas. Lo llevó el mismo dia á ellas, y por ante escribano hizo notificar á los fundidores que estaban alli, que sin estar presente dicho Gorjazo no procediesen á hacer ninguna fundicion, pena de cien mil maravedis para la cámara de su Magestad. Fueron notificados Francisco Blanco, vecino de Fuentecantos, Diego Hernandez, Gabriel Sanchez y Esteban Lozano, todos fundidores.

En seguida nombró por guardas de los pozos á Lope de Castilla, vecino de Azuaga, y á Anton Delgado, vecino de Lierena.

Ocurrieron algunas disputas y contestaciones sobre si el comisionado Zarate debia ejercer jurisdiccion en el negocio de u cargo; y aunque el gobernador Marques de Falces y su alcalde mayor hicieron las protestas de fórmula, no embaraBan las operaciones; de lo cual, y de cuanto le habia ocurcks hasta el at de este mes, da cuenta en carta dirigida á

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Princesa, que se copia á continuacion, en la cual y la plata que salia de las minas era de ley de Winte granos, y que no convenia darla otro havela moneda. Participa tambien que el plomo pla===tate prxlucia entre fo quinto de plata fina,

que es cosa, dice, que apenas se vió en Potosi. Finalmente refiere otras muchas particularidades interesantes, y que ya habian llegado algunos afinadores de Sevilla. La carta es del tenor siguiente.

Carta de Agustin de Zárate á la Princesa Gobernadora dándole cuenta del estado de las Minas de Guadalcanal.

Contadurías generales, núm. 3072.

20 de noviembre de 1555.

Un dia despues que llegué á esta villa escribí á vuestra Magestad haciendole saber lo que hasta entonces habia pasado, que era la competencia con el gobernador sobre el ejercicio de la jurisdiccion de este negocio en que vine á entender; y por lo que despues ha subcedido, entendí que aquella habia sido forma de cumplimiento solamente para ejecutar lo que por el Consejo de las órdenes se le envió ordenado, porque nunca mas habló sobre el negocio, antes en lo que despues acá se ha ofrescido he hallado al Marques de Falces, y á su alcalde Mayor con buena voluntad, y han fecho todos los ofrecimientos necesarios para darme favor é buen despacho en todo lo que se les pidiese, confiando en que tienen enviado allá la relacion y testimonio de lo fecho para que allá se provea.

La misma noche que llegué supe que Martin Delgado habiendo publicado entre todos los vecinos, y en su misma ca-sa, que iba á nuestra señora de Guadalupe á cumplir cierto voto, un dia antes que yo llegase era ido á Sevilla, llevando consigo dos cargas de plata afinada de lo que habia sacado del metal antes de los diez é seis de noviembre en que el Marques notificó la cédula de vuestra Magestad para que cesase la labor de las minas, é hizo embargar lo que halló en ellas á aquella sazon; y visto esto y lo mucho que importaba haber á las manos aquel dinero, y que si yo me descuidaba los procuradores y deudos de Martin Delgado le avisarían de mi venida, y de lo que contenia en mi comision, para que escondiese ó trasportase el dinero, me paresció prevenirles con diligencia, y ansi aquella noche despaché á Sebastian Castellanos, comisario que ha si

do de V. M. en los negocios que yo he tratado en Flandes, con una requisitoria y el traslado de mi comision para el licenciado Salazar, alcalde Mayor de Sevilla, que hiciese embargar todo el dinero que hallase en poder del dicho Martin Delgado. Castellanos se dió tal diligencia que con no haber postas llegó otro dia á Sevilla, y hallado la posada de Martin Delgado hizo sus diligencia con el licenciado Salazar, y en suma se le embargaron veinte é una planchas y media de plata que pesaron al pie de seiscientos y cincuenta marcos, y docientos ducados en dinero de cierta plata que aquella tarde habia vendido para gastar, sin otros cincuenta ducados que se le dejaron para venir á esta villa. Al tiempo del embargo valdrá aquella plata con el dinero cuatro mil y cien ducados largos. No la haré traer á esta villa porque para cualquier efeto está mejor en Sevilla, especialmente que ninguna plata de la que aquí hoviere conviene disponer se dé otra manera sino labrándose en moneda, porque con esto se la dará á la plata su verdadero valor por el ensay y liga, y de otra forma no se puede dejar de perder mucho, porque con ser la plata que sale ordinariamente de once dineros y veinte granos, que valen por su verdadero valor dos mil y trecientos y setenta, apenas se halla por ella vendiendola al contado dos mil y trecientos llevandose á vender á Sevilla, y aqui no hay quien dé por ella de seis ducados arriba; y esta misma orden convendrá tener en toda la otra plata que se sacare y que se comience á labrar luego, teniendo cuenta con no perderlo del ojo por la poca seguridad que me parece que hay en la casa; y para cualquier efeto en que haya de servir esta plata está mejor fecha moneda despacio, de manera que cuando ocurra la necesidad no sea nescesario aguardar la labor. El recaudo y seguridad de la moneda yo la tomo á mi cargo, y me profiero que se hará con muy poca costa y á mucha ventaja. V. M. envie á mandar lo que es servido se haga en este artículo,

Otro dia despues que llegué fuí con el Marques de Falces á ver las minas, y hallé que las muy ricas de Martin Delgado estaban tapadas y cubiertas con rama, de forma que no se pudiese cabar en ellas. Hay en estas cinco pozos, y en los tres de ellos se labró solamente siete dias, y con estar poco mas hondos de dos estados, se sacaron de ellos mas de treinta mil

ducados de valor, y si dura en lo que paresce, en lo cual hasta agora ninguna quiebra ni diminucion se siente, saldrá tanta riqueza cuanta jamas se ha visto ni oido en estos reinos. Ellos tienen todas las señales que se requieren para esperar perpetuidad de la riqueza. Ya V. M. está informado, y es ansi, que sale del plomo plata afinado entre tercio y quinto de plata fina, que es cosa que apenas se vió en Potosi. De manera que aunque de golpe despareciese la mina, en las puentes y fronteras que hay de un pozo á otro se sacará gran cantidad, cuanto mas que, como arriba digo, no hay para qué desesperemos de la buena opinion que se tiene concebida hasta que veamos señales de la diminución. Como ha visto esta gente la cuenta y recaudo que se pone en esta hacienda, procuran dis minuirla de palabra, y hacer entender que es poco, y ansi podrá ser que se divulgue allá esta nueva; pero V. M. será seryido creer lo que yo escribiere, porque procuraré que aquello sea cierto, y antes me acortaré siempre en lo que dijere.

Estas minas de Martin Delgado van subiendo por un cerrico arriba, y llega lo de Martin Delgado hasta la cumbre, y desde el principio de ellas se comienza á abrir otro ramo de pozos que descubrió al principio un Francisco de Cadenas. Caso que despues pretendiendo Martin Delgado que eran de sus mismas, se dió cierto medio entre ellos en que las unas minas Y las otras que caen desde el cerro hacia el mediodia quedaron con el Martin Delgado, y él dió una veintena parte de todo al Francisco de Cadenas para él y otros tres compañeros suyos. Desde este cerro aguas vertientes á la parte del Norte hay otra hilera de pozos en la misma derechera, y que parescen de la misma vena de Martin Delgado, aunque más delgada, las cuales descubrió otró vecino de esta villa que se llama Gonzalo Delgado, hombré tan perdido y de poco entendimiento, que fue repartiendo sus minas entre los vecinos que se lo pedian, de tal suerte que quedó sin tener en ellas ninguna parte: y porque el Martin Delgado pretendió que tambien aquellos pozos le pertenecian, se concertó con el Gonzalo Delgado, que es su primo, para que le diese la mitad de todo cuanto saliese de aquellos pozos, y la otra mitad quedase para el Gonzalo Delgado, ó por mejor decir, para aquellos a quien él lo dió. Y aunque despues la justicia, de pura lástima de ver

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