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1808. mas, Murat y Godoy estaban unidos por los vínculos de la mas intima amistad. El Príncipe de la Paz en los dias de su prosperidad se presentaba frecuentemente con un magnífico cinturon de sable, don de la Gran Duquesa de Berg, y bordado por sus propias manos..

Godoy en su desgracia invocó la proteccion de su amigo, y éste en la misma mañana del dia 10 de Abril, en que salió S. M. de la Capital, exigió con un tono amenazador de la Junta suprema lo que la víspera habia solicitado de Fer

nando con moderacion. En vano le contestó la
Junta que nada podia hacer sin órden del Sobe-
rano. Nuevas amenazas hicieron que la Junta co-
municase el dia 13 una órden al Consejo para
que suspendiese la causa, y dió cuenta á S. M.
de la violencia con que se trataba de conseguir
la libertad de Godoy. S. M. desde Vitoria con-
testó que por ningun pretesto se entregase la
persona de Godoy; y que si el Gran Duque in-
sistia, se le hiciese conocer que no eran de su
competencia los negocios reservados á los So-
beranos; y al mismo tiempo se ofreció al Empe-
rador, en obsequio á su poderosa intercesion,
conceder la gracia de la vida al reo. Pero Napo-
leon, alegando que Fernando le habia hecho ár-
bitro de la suerte del valido, resolvió su liber-
tad
, y que fuese á Francia, donde deberia re-
presentar aun un funesto papel en las escenas
que escandalizaron la Europa.

Murat recibió la órden de apoderarse de su persona, y al momento pasó á la Junta supre

ma una nota concebida en un tono altivo y ame- 1808. nazador, en que, sentando por base que el Emperador solo reconocia por Rey de España á Cárlos IV, reclamaba la persona del Príncipe de la Paz, con el especioso pretesto de que éste no pudiese volverá tener parte en la administracion del Estado.

Largo tiempo lucharon los individuos de la Junta entre su imprescindible deber y el temor de comprometer la persona del Monarca, que por lodas partes se hallaba rodeada de enemigos; mas las reiteradas amenazas del Gran Duque, y la po.. sibilidad de llevarlas á efecto triunfaron; y en aquella misma sesion firmaron todos la órden de entrega de Godoy á los franceses, y se comunicó al Consejo de Castilla de Castilla y al público por medio de una Gaceta estraordinaria, publicando en ella para tranquilizar los ánimos haberse hecho la entrega de órden del Rey. Un Coronel frances se presentó con la órden del Gobierno al Marqués de Castelar, encargado de la custodia del reo en Villaviciosa. Este, á pesar del secreto que se le encargaba, antes de cumplirla reune en consejo de guerra á todos los oficiales de la guarnicion, que aunque reconocen la legitimidad de las firmas, rehusan obedecerlas ínterin el mismo Castelar no se avoque con el Infante Presidente, y oiga del mismo lo que parece improbable á todo español. El Marqués de Castelar vino á Madrid; habló á S. A.; oyó de su boca misma la veracidad de la órden, y que de este acto pendian la vida de S. M. y la suerte del

TOMO. I.

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1808. Reino; y, a pesar de que por tres veces renunció todos sus empleos por no ser instrumento de la debilidad de la Junta, tuvo que volver á Villaviciosa; y á las once de aquella misma noche entregó la persona de Godoy al Edecan de. Murat, encargado de su conduccion á Bayona. Asi escapó de la indignacion de la Nacion ofendida y de la justicia de las leyes el que habia prepadé rado su ruina. Con sorpresa y dolor recibió el público la noticia de la libertad de Godoy; y el Consejo, á quién se encargó la publicacion del decreto, rehusó hacerlo, representando á la Junta los grandes inconvenientes que de ello se seguirian, y dirigiendo á S. M. copia de esta esposicion en consulta reservada: Castelar mismo juzgó que su responsabilidad no se hallaba cubierta en el acto de su indispensable obediencia á la Junta; y no pudiendo presentarse en persona á manifestar á S. M. lo ocurrido, envió á su segundo Don José Palafox, á su hijo el Conde de Belveder, y á su Ayudante Don Fernando Butrón.

S. M., que arrostraba con la mayor energía y entereza los peligros que le rodeaban, recibió por medio de la consulta del Consejo y los comisionados del Marques de Castelar la noticia de la debilidad y condescendencia de los Ministros de la Junta, los que habian comprometido la solemne palabra dada por el Soberano á su amado pueblo de juzgar al reo; contra quien no habia en toda la estension de sus dominios un solo pueblo, por pequeño que

fuese, que no hubiese espresado sus quejas: no 1808. siendo fácil de concebir cómo la Junta suprema procediese á manifestar al Consejo y al público que la entrega del Príncipe de la Paz se habia hecho de órden del Rey; único medio de escudar una indiscreta resolucion que podia comprometer la España, y haber escitado contra la Junta la censura y resentimiento de la Nacion. S. M. en tan críticas circunstancias, y por consideracion á su augusto Tio, que se hallaba al frente de la Junta, no hizo conocer abiertamente su desaprobacion, limitándose á manifestar al Gobierno su disgusto en esta enérgica y y lacónica respuesta. «El Rey queda enterado de los motivos que ha tenido la Junta de Gobierno para proceder á la entrega del preso sin órden

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El Gran Duque no se limitó solo á obtener la libertad de Godoy, sino que mandó que el Consejo hiciese levantar la confiscacion de todos los bienes, cantidades y alhajas, que se hallaba encargada á los Ministros del Consejo Don Felipe Ignacio Canga, D. Ignacio Martinez de Villela y D. Francisco Javier Duran. Todos los cómpli ces en los escesos de Godoy fueron igualmente puestos en libertad, y se les devolvieron sus mal adquiridas propiedades.

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1808.

CAPITULO VIII.

Modo amistoso con que Napoleon recibió á Fernando VII
Na-
en Bayona; y obsequio que le hizo al principio.
poleon intima á Fernando que renuncie su Corona.
El Rey resiste heróicamente tan infame proposicion.
Negociaciones del Ministro frances Champagny con Ce-
ballos. - Napoleon insulta á Ceballos, no pudiendo
- vencerle. Se dice al Rey que nombre otro negocia-
idor. Escoiquiz sucede á Ceballos. Proposiciones
que hace Napoleon, discutidas por la comitiva del Rey-
reunida en Consejo. A pesar de la diversidad de opi-
niones son desechadas. Labrador es nombrado pleni-
potenciario para continuar negociando. Intentan se-
"ducirle, pero en vano. Propone Labrador la vuelta
del Rey á Madrid. — Medidas adoptadas para impedir
1 su evasion de Bayona. Interceptación de los cor-
reos, Apurados los recursos de la diplomacía, se ape-
la á la violencia. Los Reyes Padres son llamados á Ba
yona. Llegada de Godoy á aquella ciudad.

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Hemos hablado ya del recibimiento que Fer nando tuvo en Bayona, y que desde luego descubria las miras siniestras del Emperador: éste vino inmediatamente á visitarle á su alojamiento, acompañado de muchos Generales. El Rey bajó á recibirle hasta la puerta de la calle, y alli se abrazaron ambos Monarcas con las mayores demostraciones de amistad. El Emperador hizo á S. M. una corta visita, que terminó con nuevos abrazos. El Mariscal de palacio Duroc vino en

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