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1808. pleos públicos, y no se podia establecer contribucion ni impuesto alguno sin el consentimiento de las Córtes.

Se declaraba independiente el órden judicial, é inamovibles los jueces; en fin, en el artículo 146 se concedia á las Córtes el derecho de reunirse en 1820, á fin de hacer en la Constitucion las enmiendas y mejoras que el tiempo y la esperiencia aconsejaran como necesarias, pudiendo hacer lo mismo en cada diez años.,

El Rey José mandó en 6 de Julio al Consejo supremo de Castilla, publicase en España la nueva Constitucion, y el dia 7 José Napoleon fue á la Asamblea, y en presencia de los 91 Diputados, únicos que concurrieron á Bayona, prestó en manos del Arzobispo de Burgos el juramento de observar y hacer guardar la Constitucion, y se acordó acuñar dos medallas, la una en grande y la otra en pequeño, para perpetuar este estraordinario suceso, terminando con esta ceremonia las ridículas sesiones de aquel congreso ilegítimo, donde se vieron forzados á aparecer como instrumentos de la tiranía de Bonaparte muchos heróicos españoles, que despues lá combatieron con todo su poder, haciendo innumerables sacrificios por la libertad del Rey é independencia de la Patria..

No fue bastante el haber forzado á los Diputados de la Asamblea de Bayona á prestar juramento de obediencia al intruso José, sino que se obligó tambien á los fieles españoles que acompañaban á Fernando en su esclavitud, á recono

cer al nuevo Monarca. San Carlos, Ayerbe, Fe- 1808. ria, Correa, Escoiquiz y Macanaz fueron forzados á enviar por escrito su juramento. El dia 7 organizó el Rey José su Gobierno, y nombró para refrendar todos los actos en calidad de Ministro, con arreglo á la nueva Constitucion, á Don Mariano Luis de Urquijo, que habia sido Ministro y Consejero de Estado en el reinado de Carlos IV. Eligió para Secretario de Estado á Don Pedro Ceballos, que lo habia sido de Carlos IV y de Fernando VII; para el Ministerio del Interior á Don Gaspar Melchor de Jovellanos, que habia sido Ministro de Gracia y Justicia de Carlos IV; pero por mas instancias que hizo el Rey José á este ilustre español, y por mas que trataron de persuadirle Azanza y Cabarrús, jamas quiso aceptar este cargo; para el de Indias á Don Miguel José de Azanza, que habia sido Virey de Méjico en tiempo de Carlos IV, y Ministro de Hacienda en el de Fernando VII; para el de Guerra á Don Gonzalo Ofarril, que lo habia sido de Fernando VII; para el de Marina á Don José Mazarredo, Teniente general de la Real Armada; para el de Hacienda, al Conde de Cabarrús, Consejero de Estado y Director del Banco nacional en tiempo. de Carlos IV; para el Ministerio de Justicia, de nueva creacion, á Don Sebastian Piñuela, que lo habia sido de Gracia y Justicia en tiempo de Fernando VII. Nombró á varios Grandes de Es

paña para las primeras dignidades de Palacio, y confirmó al Duque del Infantado y al Príncipe de Castelfranco en el mando de los regimientos de

1808. Guardias Españolas y Walonas. El Duque de San German, Don Carlos Saligni, Coronel general que habia sido de la Guardia Real de Nápoles, fue nombrado Grande de España, Teniente general y Capitan de Guardias de Corps, en cuyo destino fue igualmente confirmado el Duque del Parque,

Arreglada asi la nueva corte, José salió con ella de Bayona el dia 9, y entró en el territorio español, dirigiéndose á la capital á ocupar el trono en que le colocó el poder de su ambicioso hermano, despues de esclavizar á sus legítimos poseedores. Pero la Nacion española se habia alzado en masa contra la usurpacion, é iba á trastornar los fementidos é insensatos proyectos de Napoleon,

Desde estas escenas lamentables de disensiones de la Familia Real, de perfidia ministerial, engaños y violencias, el lector se transportará con alegria á contemplar el glorioso desarrollo del espíritu nacional y del entusiasmo patriótico.

1808.

CAPÍTULO XIV.

Cuadro militar y político de la Europa á principios de Poder inmenso del Imperio frances. Estado de España en aquella época. - Notable disposicion de los españoles contra el yugo estrangero.

Los asesinatos del 2 de Mayo en Madrid y la violencia francesa provocan al fin la insurreccion general.

La Europa en el año de 1808 no presentaba 1808. otro aspecto que el de dos grandes potencias rivales, que combatiéndose con el mayor encarnizamiento, habian arrastrado en su sistema á las demas naciones: Francia é Inglaterra eran la Roma y la Cartago del siglo XIX.

Francia habia adquirido una preponderancia infinita por sus continuadas victorias, y su estenso territorio se hallaba cercado por un valladar de potencias aliadas, regidas unas por Principes de la familia de Napoleon, y gobernadas otras por Soberanos cuyos intereses estaban ligados á los del Imperio frances,

La Inglaterra, situada en medio de los mares, con una marina numerosa y floreciente, desafiaba el poder de la Francia, llevaba el terror á las costas que hallaba indefensas, y esclavizaba la India.

Todas las naciones tuvieron que asociarse á los destinos de una de las dos rivales; la neutralidad no era permitida,

TOMO 1.

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1808.

La Francia invadió á Portugal para hacerle decidir á su favor; y la Inglaterra destruyó la escuadra danesa y bombardeó á Copenhague para castigar la indecision de Dinamarca.

Desde el Tajo á las márgenes del Niemen se obedecian ciegamente las órdenes de Bonaparte, que disponia de los grandes recursos de la Francia y de la Italia, cuyo cetro empuñaba personalmente. La Holanda, la Westfalia y Nápoles, cuyos tronos ocupaban sus hermanos Luis, Gerónimo y José, eran sus íntimas aliadas; y los Reyes de Baviera y Wurtemberg, y el gran Duque de Baden, emparentados con la dinastía imperial, servian con el mayor celo su causa, y aunque con pequeños contingentes engrosaban los ejércitos de Napoleon.

La Rusia, guiada del interes de castigar á la Suecia y adquirir las hermosas posesiones de la Turquia europea, se adhirió despues de la paz de Tilsit á la alianza de Napoleon; cerró sus puertos á los ingleses, y fue un poderoso refuerzo para la Francia.

El Soberano de Sajonia debia á Napoleon su título de Rey; y su constante alianza, aun en los reveses de la guerra, manifestó su agradecimiento.

La Polonia, aunque no habia alcanzado la independencia política que deseaba, miraba á Napoleon como á su redentor, y estaba dispuesta á verter su sangre por sostenerle.

La Dinamarca, resentida de la Inglaterra por el bombardeo de su capital en 1807, y la destruc

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