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1808. dolid marchó á Bayona á ofrecer á José en nombre de sus habitantes él homenage de su fidelidad. De todas partes se enviaban diputaciónes; el Clero se veia forzado á cantar el Te Deum por la destruccion de sus conciudadanos, y eran desarmados en todos los pueblos y ciudades los españoles pero no por eso se léstinguia el fuego santo de la insurreccion: los soldados que estaban en las provincias ocupadas por el enemigo, se desertaban y corrian á unirse á las filas de la independència. Los habitadores de las aldeas y casas de campo interceptaban las comunicaciones, asesinando á los soldados aislados que las conducian bbq st napomena zol à obr

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Bessieres ordenó de nuevo la ocupacion de la provincia de Santander, que habia sido suspendida por el movimiento de Valladolid. El General Merle salió de Valladolid el 15, y el 21 llegó á Reinosa. Desalojó á los españoles que ocupaban los desfiladeros de la montaña, y los rechazó hasta Lesorno, apoderándose de dos piezas de artillería de á 18.

El dia 16 salió tambien de Miranda de Ebro para ocupar á Santander el General de brigada Ducós con cuatro batallones y cincuenta caballos ; y dirigiéndose por Frias y el Soncillo, el 20 llegó al pie del puerto del Escudo.

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El mismo dia forzó Ducós el paso de la venta del Escudo, defendido por el paisanage y cuatro piezas de artillería; pero solo á la falta de gefes que dirigieran el ardor belicoso de los montañeses, puede atribuirse el que los enemigos se

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apoderasen de las escelentes posiciones que ocupaban.

El dia 22 se reunieron las dos divisiones de Merle y Ducós en Torrelavega, y el 23 entraron sin obstáculo en Santander, en donde su vanguardia hizo embarcar á la tripulacion del navío inglés el Cosaco, que, habiendo llegado á la ráda dos dias antes, saltó en tierra para clavar los cañones que defendian la entrada del puerto, y volar algunos repuestos.

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El Obispo de Santander y la Junta de gobierno de la provincia se refugiaron á Asturias, y los habitantes de Santander fueron obligados, á imitación de Valladolid, á enviar una diputación al intruso José, ofreciéndole st su obediencia.

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No conservaron mucho tiempo Tos franceses esta plaza el alzamiento de Asturias, Galicia, Castilla, y la organizacion de sus ejércitos hacian muy dificil la posicion del General Merle. El General Llano Ponte se acercó con 10.000 hómi bres por el lado de Santillana, y los buques ingleses que estaban á la vista del puerto, consiguie ron desmontar la artillería de los fuertes; y Merle, sin atreverse á dar accion alguna, se rétiró evacuando la ciudad el 12 de Julio. se vabai60)

Tales fueron las primeras operaciones de los españoles en Castilla la vieja, que, si bien desgra ciadas, demostraron el ardor general de los paisanos por combatir los enemigosh si ao anibroek handled. Groddegud 95 anavia erið of aniúsqrauð Palabro a W र enlo5sql

Cab.

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1808.

1808.

CAPÍTULO XXI.

V

-

Marcha Moncey contra Valencia. Número y disposicion de las tropas de esta espedicion. Moncey en Cuenea. Desercion de las tropas españolas que debian acompañarle. Precauciones de Moncey en esta espedicion. Temeridad de Murat. - Anarquía y atrocidades que provocó en Valencia el Canónigo Calvo. Fin de éste y sus satélites. Toma y paso del puente Pajazo por los franceses. Paso de las Cabrillas. — Derrota de los españoles en San Onofre. Moncey delante de Valencia. Es rechazado con mucha pérdida, y se retira á Albacete..- Ocupan los franceses á Cuenca ya insurreccionada. Varios cuerpos de tropas de Valencia salen de aquella provincia para socorrer á las demas.

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i Mas felices fueron nuestras armas en el reino de Valencia, á donde, como hemos dicho, envió Murat al Mariscal Moncey con una division de 14.000 hombres.

"

Este salió de Madrid el dia 4 de Junio, llevando consigo á los Generales Musnier de la Conserverie, que mandaba la vanguardia, y Vathier que dirigia la caballería ligera, componiéndose de 16 piezas su artillería.

La espedicion de Valencia debia marchar de frente con la de Andalucía, segun las disposi ciones de Napoleon. Dos batallones de Guardias Españolas y Walonas, y tres compañías de Guardias de Corps que se hallaban en Madrid, debian

reunirse á la division de Moncey, á cuya dispo. 1808.
sicion se puso tambien la division del General
Chabran de 4.200 hombres, pertenecientes al
cuerpo de observacion de los Pirineos orienta-
les, la cual debia marchar desde Barcelona á
Tortosa. El Mariscal recibió órden de marchar

sobre Valencia por Cuenca; y de que si á su lle-
gada á esta ciudad la insurreccion de Valencia
estuviese calmada, se detuviese en ella con su
division, enviando únicamente á Valencia las tro.
pas españolas para reforzar su guarnicion, y ve-
lar
por la seguridad de las costas.

En el caso contrario debia enviar órden á Tortosa al General Chabran para que se adelantase hasta Valencia, combinando la marcha las divisiones de modo, que ambas se presentasen reunidas á un mismo tiempo delante de aquella ciudad.

El 11 de Junio entró Moncey en Cuenca, y el frió acogimiento que le hicieron sus habitantes, y las noticias que allí recibió de la exaltacion en que se hallaban los valencianos, le hicieron presentir el mal éxito de su espedicion.

Las tropas de la Guardia Real española que venian de Madrid para reunirse á los franceses, se desbandaron, y en pelotones y por caminos desusados corrieron á unirse á sus compatriotas. Ocho dias permanecieron los franceses en Cuenca, los que empleó Moncey en prepararse para invadir el reino de Valencia. Mandó que el General Chabran, que debia hallarse en Tortosa, marchase sobre Castellon de

1808, la Plana para reunirse con él despues en Requena; y pidió á Murat que enviase una columna á Albacete para cubrir su derecha servir de apoyo á sus operaciones ulteriores. Murat se negó á enviar á Moncey este refuerzo; pues su loca te-l meridad le hacia jactarse de que la horrenda jornada del 2 de Mayo habia conquistado la España. Juzgó que la marcha, demasiado lenta, de Moncey era efecto de su escesiva precaucion, y mandó al General de brigada Excelmans para que poniéndose á la cabeza del ejército que aquel comandaba, diese alma y actividad á una espedicion, que, segun el sentir de Murat, no debia ser mas que un paseo militar; pero la insurrec cion era general. Los habitantes dejaban desier tos los pueblos por donde pasaban los franceses; y los que de estos marchaban aislados, ó eran he chos prisioneros, ó perecian víctimas del furor del paisanage. El General Excelmans, y varios oficiales que le acompañaban, llegaron el 16 al pueblo de Saelices, cerca de Tarancon, y rodeados por un grupo de paisanos, tuvieron que entregarse, y fueron conducidos prisioneros á Valencia. Esta ciudad, amenazada por las armas francesas, ardia al mismo tiempo en la mas funesta revőlucion. La autoridad suprema, que el mismo pueblo habia creado en el momento de su glorioso alzamiento, se hallaba sin poder; el clero y la nobleza en el mayor peligro, la Re ligion despreciada, y toda la ciudad llena de horror, temiendo los puñales de una horda frenética de asesinos, á quienes dirigia un sa

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