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CAPITULO XXIV.

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El pueblo de Cadiz intenta rendir la escuadra francesa.
Posiciones de las escuadras española y francesa. -Inti-
man la rendicion al Almirante francés. La escuadra
inglesa se sitúa delante de Cadiz. - Preparativos pa-
ra el combate. Segunda intimacion, y contestacion del
Almirante. Los españoles atacan la escuadra francesa,
con fuerzas sutiles. - Armisticio de cuatro dias. - Ter-
cera intimacion, y rendicion á discrecion de la escua-
dra. — Ventajas de esta victoria.
tropas á las del Reino de Sevilla.

en

`y

rable del ejército de Andalucía.

Granada reune sus
Organizacion admi-

Desembarco de tro

pas inglesas en el Puerto de Santa María; cuyos socorros no son admitidos.

Por estos mismos dias el pueblo de Cadiz fue 1808. testigo de uno de los mas importantes acontecimientos. La escuadra francesa, que en combinacion con la española, despues del desgraciado combate de Trafalgar, se hallaba surta en aqueIla bahía, tuvo que rendirse á los españoles. El pueblo de Cadiz, desde el mismo dia 29 de Mayo que se declaró por la justa causa de la inde pendencia, reconoció á la Junta de Sevilla, y puso sus miras en la rendicion de la escuadra enemiga, que dentro de su bahía tremolaba el pabe llon tricolor. La escuadra combinada se hallaba en dos líneas, apoyando sus cabezas en los castillos de Matagorda y Puntales, y alternando los navíos españoles y franceses. Desde el momento en que estalló la insurreccion, ambas escuadras

TOMO I.

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1808.

se pusieron á son de combate con zafarranchos hechos y mecha encendida, pero sin hostilizarse. Queria el pueblo que desde los castillos se batiese á los franceses con bala roja, y estuvieron ya encendidos los hornillos; pero la consideracion de los estragos que podria causar á la misma poblacion de Cadiz y al Trocadero la esplosion de la Santa Bárbara de los navíos, y el peligro de que los buques españoles ardiesen á la par que los énemigos, fueron poderosos motivos para desistir de semejante proyecto. El 30, dias del cautivo Monarca, uno de los Ayudantes de la escuadra marchó á bordo del navío Principe de Asturias con un Diputado del pueblo de Cadiz, y se dirigió al Héroe, navío francés, para intimar la rendicion al Almirante Roselly. Este, que esperaba la llegada del General Dupont, y que ya estaba preparado para este suceso por haber recibido anticipadamente por estraordinario la noti cia de la catástrofe del 2 de Mayo en Madrid, se negó á rendirse á un pueblo insurreccionado, asegurando que si bien no romperia, las hostilida. des, se defenderia hasta el último trance. El Ge neral de la escuadra española Don Juan Ruiz de Apodaca, en vista de esta contestacion, aprove, chando el viento fresco que soplaba al S. E., enmendó el fondeadero de la misma, y se situó hácia la boca de la bahía. A la mañana siguiente la escuadra francesa hizo lo mismo, y desde luego se prepararon para el combate.

1

La escuadra inglesa del Almirante Pelbis con 6.000 hombres de tropas de desembarco al man

do del General Spenzer, salió de Gibraltar el 15 1808. de Mayo, y reunida á los buques de aquella nacion que cruzaban delante de Cadiz, se mantuyo en aquellas aguas con el objeto de cortar á la escuadra francesa su retirada.

Se pensó desde luego en batir á esta con los buques que componian la española; pero Don Eusebio de Herrera, vocal de la Junta suprema de Sevilla, que se hallaba comisionado en Cadiz, y las demas autoridades de mar y tierra, deseosas de evitar las malas resultas de un combate entre las dos escuadras, adoptaron la medida de batir la francesa con fuerzas sutiles y con baterías de tierra construidas en los puntos mas ventajosos. Se desmanteló en sola una noche el castillo de Fort-Luis, que lejos de poder ser útil, podia perjudicar á la ciudad, y servir de apoyo á la escua❤ dra francesa.

*

Ademas se construyó en el Trocadero una batería de morteros, otra en el castillo de Puntales, otra en la punta de la Cantera y otra en el parque de artillería de la Carraca. Por la marina la escuadra reunió los faluchos cañoneros que tenia ocupados en convoyes á la fuerza sutil de bahía , y en tres dias se alistaron doce bombarderas que se reunieron en la Carraca con las fuerzas sutiles de Sancti-Petri. El 9 de Junio por mañana se intimó de nuevo la rendicion al Almirante Roselly, que contestó lo mismo que la vez primera. El navío Príncipe de Asturias largó inmediatamente la señal de romperse el fuego por las fuerzas sutiles. En seguida, las 25 cañoneras,

la

y

1808. 12 bombarderas, 6 botes y demas fuerzas sutiles tripuladas por gente de la escuadra, y formadas en línea en la ensenada de Torregorda, y las de la parte de la Carraca en la desembocadura del caño, rompieron un fuego terrible, siendo vivísimo y acertado el de morteros, asi de tierra como de mar, y en especial por su situacion el del parque de la Carraca. Todo el dia duró este ataque, en el que las fuerzas sutiles sufrieron algun tanto, quedando inutilizadas 10 bombarderas y 4 cañoneras, y una de ellas y un místico echados á pique, aunque el número de muertos heridos fue muy corto. Por la noche continuó el fuego de mortero lentamente, y los enemigos contestaban en la misma forma; pero en la madrugada del 10 fue éste ya mas vivo, y al amanecer se advirtió que la escuadra francesa, segun sus maniobras, trataba de huir del puerto; pero inmediatamente el navío Príncipe de Asturias largó la señal de vela, se retiraron las fuerzas sutiles, y se dispusieron todos los buques españoles á salir mezclados con dos franceses en el caso de intentar la fuga. Con el objeto de que los buques enemigos no pudiesen emprender operacion alguna por la parte del arsenal, ni por la bahía, se cerró enteramente la entrada de esta por una cadena formada con buques mercantes echados á pique.

Ademas se formaron dos baterías de 30 cañones de á 24 en la Casería de Osio, y otra de 8 piezas junto al puente de la nueva poblacion de San Carlos. En estas operaciones se ocupó el pueblo desde el 10 hasta el 14 de Junio, en cuyo

dia

ó

tuvo la gloria de rendir á sus enemigos. Intima 1808. da por tercera vez el dia 10 la rendicion á la escuadra, el Almirante la rehusó con el mismo teson, solicitando se le permitiese salir al mar, que en el caso de arriar bandera, se le asegurase la vida y bienes, no sólo de los franceses de la escuadra, sino de todos los de la provincia, quedando los buques en libertad para marchar á Francia. Estas proposiciones fueron consultadas á la Junta suprema de Sevilla por su vocal Don Eusebio Herrera, y en el interin se concluyó un armisticio por el tiempo que medió desde el 10 al 14 en que llegó el ultimatum de la Junta, reducido á qué el Almirante se rindiese con su escuadra á discrecion. Las lanchas de los apostaderos de Ceuta, Algeciras y Málaga pasaron á reforzar la fuerza sutil de la bahía de Cadiz. Intimado al Almirante Roselly el ultimatum de la Junta, arrió desde luego bandera, manifestando que accedia á la rendicion, despues de haber apurado todos los medios de resistencia, apelando á la generosidad española, y pidiendo al mismo tiempo que se le mandase poca gente al tiempo de hacer evacuar los navíos por las respectivas tripulaciones. Estas Ꭹ la tropa francesa fueron trasbordadas por el pronto á buques mercantes, en cuya custodia se pusieron algunas lanchas cañoneras, y se permitió al Almirante despachar á un Oficial para enterar al Emperador de la catástrofe de su escuadra.

Fruto de esta señalada victoria del pueblo dé Cadiz fueron 5 navíos de línea y una fragata con

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