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1808. sieres con una fuerza de 14.000 infantes, 2.000 caballos y 36 piezas de artillería. Al amanecer del mismo dia este ejército enemigo atacó la parte de Palacio en cuatro columnas la posicion de los españoles, dirigiendo su principal ataque contra la izquierda de estos; y aunque por parte de las tropas se hicieron algunos movimientos, y se opuso una constante resistencia, al fin cedieron el campo al enemigo, perdiendo quince cañones y cinco mil hombres muertos, y entre ellos el General de la vanguardia del ejército de Galicia, Conde de Maceda. Las tropas de Blacke se desbandaron entonces, y trataron de retirarse á Galicia. Dicho General dispuso su marcha hácia el Vierzo con el resto de su ejército, sin que bastasen á detenerle las persuasiones de Cuesta, que en vano intentó hacerle conocer lo defendible que era la posicion de Benavente. Blacke, aunque mas jóven, tenia órdenes positivas de la Junta de Galicia para no quedar en la dependencia de Cuesta, y asi á pesar de haberle hecho responsable al Rey y á la Nacion de las consecuencias de abandonar las Castillas, emprendió su retirada aun sin despedirse del General Cuesta.

Este hizo prevenir á los Coroneles de los regimientos provinciales de Valladolid y Leon que se hallaban en el ejército de Galicia, que su primer deber era el defender su provincia y hogares invadidos por el enemigo, y efectivamente se separaron del ejército de Galicia, y se reunieron al

de Castilla.

Compuesto este ejército casi todo de paisanos,

se dispersó enteramente, y Cuesta con su caballería 1808. y algunos restos de infantería marchó á Leon, en donde al segundo dia de su llegada supo que los franceses avanzaban sobre aquel punto con el objeto de entrar en dicha ciudad, y despues de haber presidido una junta general de gefes, que se celebró para deliberar sobre el partido mas oportuno en tan apuradas circunstancias, se acordó que la poca infantería que habia 'se internase en Asturias, y que con la artillería y caballería se cortase por la retaguardia al ejército frances á marchas forzadas, saliendo con dirección á Toro, á donde en efecto llegó felizmente Cuesta pasando por las inmediaciones de Rioseco, donde existia todavia una gran parte de la retaguardia francesa. Esta contramarcha burló los proyectos del Mariscal Bessieres, que intentaba completar el esterminio del ejército de Castilla, que pasando por Zamora llegó á Salamanca, fijando el General Cuesta su cuartel general en San Muñoz, por ser un pueblo mas quieto y desembarazado para la organizacion del ejército, en donde en pocos dias reunió 10.000 hombres. Antes de salir de Leon advirtió á Don Antonio Valdés, Présidente de aquella Junta, su determinacion de evacuar aquella ciudad con el objeto de que tomase las providencias correspondientes para la tranquilidad de la poblacion y para salvarla, si fuese posible, del ataque de los enemigos; pero Valdés, con dos sobrinos que se hallaban en la misma Junta y algunos parciales suyos, se fugaron á Ponferrada Ꭹ desde alli á Lugo, donde concerta

1908.

ron con la Junta de la Coruña su reunion á ella, y poner á su disposicion y mando todas las provincias de Castilla. Desde aquel punto empezó á comunicar órdenes absolutas para que el General Cuesta entregase á Blacke toda la caballería, única fuerza de que constaba su ejército. Cuesta publicó un manifiesto anulando la Junta de Leon, que ya se titulaba reunida en Lugo, prohibiendo á todas las Juntas y pueblos de Castilla que contestasen y reconociesen sus providencias. El terror que inspiró la batalla de Rioseco, hizo que el Gobernador de Zamora pusiese aquella plaza á disposicion de los franceses, haciendo dispersar la gente armada, sin mas motivo que haber reci bido una carta del Mariscal Bessieres por conducto de un paisano, intimándole se sometiese á José Napolcon.

El. único resultado positivo de la batalla de Rioseco fue asegurar la marcha del Rey José, que rodeado de su nueva corte se dirigia á Madrid.

Al saber Napoleon la victoria de Medina de Rioseco, esclamó en el primer movimiento de alegria: «Esta es una segunda batalla de Villaviciosa (1), Bessieres ha colocado á mi hermano José sobre el trono de España.» Pero esta profecía no debia cumplirse jamas, y millares de franceses iban á perecer aun por consolidar un trono que no tenia mas apoyo ni fundamento que las bayonetas estrangeras.

(1) Batalla ganada en 1710 por el Duque de Vendomme sobre el ejército del Archiduque Cárlos, que afirmó al nieto de Luis XIV en el trono de España.

CAPÍTULO XXVIII.

Entrada del Rey José en España. Su viage desde Irun á le hacen los habitan

Madrid.

Frio recibimiento que

tes de la capital. - Precauciones adoptadas por los Generales franceses. Conducta heróica del Consejo de

Castilla.

Se resiste á prestar el juramento de fidelidad al intruso. Enérgicas representaciones sobre la nulidad de las renuncias hechas en Bayona.

Crítica posi-,
Pro-

cion en que se hallan los Ministros del Consejo.
pone la formacion de una junta de teólogos y canonistas
para decidir si debe prestar el juramento.- El Conse-
jo no es admitido á la Corte del Rey José. Reunion
de todas las autoridades en la sala del trono. Pro-
clamacion de José I. Noticia de la rendicion de Du-
pont en Bailen.
Marcha del Rey para Vitoria.
Evacuan los franceses la capital. José deja libertad á
su comitiva para seguirle ó quedar en Madrid.
Consideraciones en que se fundaron los que siguieron
su partido,

que

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El Rey José habia salido de Bayona para la capital de su nuevo Reino, pasó los Pirineos acompañado de los miembros de la Asamblea que componian una parte de su comitiva. En Irun recibió el forzado homenage del reino de Navarra, y en San Sebastian, su Ayuntamiento y los representantes de la provincia de Guipúzcoa que se hallaban alli reunidos, se vieron obligados á prestarle el juramento de fidelidad. El 11 llegó á Vergara, en donde récibió una diputacion de la

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1808.

1808. provincia de Santander, la que, como hemos manifestado, se vió forzada, despues de su ocupacion por las tropas francesas, á nombrarla para obtener el perdon de la sedicion popular; perdon que el Rey José no dudó conceder desde luego. El 12 llegó á Vitoria, donde se presentaron á prestar igual homenage los diputados de la provincia de Alava, y se detuvo en esta ciudad todo el dia 13, y el 14 se puso en camino para Miranda de Ebro, el 15 para Briviesca, y el 16 para Burgos, antigua capital de las Castillas. El 20 hizo su entrada en Madrid, habiendo precedido edictos de los Generales franceses, por los que se mandaba se colgasen y adornasen las casas de la carrera, y se prevenia al pueblo no se asustase por las repetidas salvas de artillería y repique general de campanas. Verificóse esta entrada á las seis de la tarde por la puerta de Recoletos, dirigiéndose la comitiva por la calle de Alcalá y Mayor á Palacio. En el semblante de los curiosos que presenciaban este acto, estaba pintada la tristeza, reinando el mas lúgubre silencio. La carrera toda presentaba el contraste mas estraordinario, comparada con la alegría inesplicable y algazara universal de la entrada triunfal que en Marzo anterior habia hecho el legítimo Monarca de las Españas. Las campanas, en vez de los toques de júbilo y fiesta, sonaban con tanta pausa, que parecia su sonido al que se emplea en las ceremonias lúgubres y en los entierros. El acompañamiento de José estaba re ducido á una gran escolta de infantería y caba

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