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1808. Conde de Torre-Manzanera, Grande de España, ex-Ministro de la Guerra, ex-Embajador en Viena, y Teniente general de los reales ejércitos. A fal ta de moneda acuñada con el busto del nuevo Monarca, se arrojaron al pueblo monedas de la anterior legitima dinastía, con cuya generosidad se proponian captar la benevolencia de un pueblo que miraba con indignación semejante farsa, y con la misma idea se dieron corridas de toros gratuitas, y se distribuyeron varios socorros á los indigentes.

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La ilusion que debió causar el acto solemne de la proclamacion, se disipó como el humo con la llegada del Edecan. Villautrois, que como dejamos anunciado era el encargado de traer la noticia de la batalla de Bailen y capitulacion del ejército de Dupont. No es imaginable el trastorno que produjo tan infausta noticia en la corta del Rey José. Este, no considerándose ya seguro en la capital, pues creia que el ejército espa ñol victorioso vendria en derechura sobre Madrid, tomó la resolucion de partir el. 1.° de Agosto para Vitoria, no habiendo residido en la Corte mas que diez dias. La noche que precedió á su salida, la ocuparon los franceses en clavar los cañones de mayor calibre que no podian transportar, en romper fusiles, quemar sus cajas, y arrojar á los pozos, norias y estanques del Retiro las bombas, granadas y barriles de pólvora que no podian trasportar y como tuviesen fortificado y abastecido aquel punto á manera de ciudadela, dejaron alli una gran cantidad de ví

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veres, de que se aprovechó el pueblo de Madrid. 1808. El Rey José se dirigió á Chamartin, donde se hallaba acampado un fuerte cuerpo del ejér cito imperial, y escoltado por este tomó el camino de Somosierra con direccion al alto Ebro. En honor de la verdad debe decirse, que el Rey José, antes de emprender su marcha, manifes tó á cuantos le rodeaban, que los dejaba en absoluta y completa libertad para seguirle ó para permanecer en Madrid. Entonces muchos personages, á quienes las circunstancias habian obligado á aparecer como instrumentos del usurpador, le abandonaron, y reuniendo sus esfuerzos á los de los demas españoles, hicieron importantes servicios á la causa de la Patria. Acompañaron al Rey intruso en su retirada cinco Ministros, cinco Consejeros de Estado, dos Grandes de España, cuatro Generales y algunos otros españoles que habian anteriomente prestado servicios eminentes á sus legítimos Soberanos; pero que por el deseo de conservarse en el mando habian ligado su suerte á la del usurpador. Puede asegurarse que en real lidad no habia un español que de corazon desease la mudanza de dinastía, ni tampoco que apeteciese la dominacion de Bonaparte; pero el cálculo y conocimiento de los pocos recursos de su patria, y el no contar con los esfuerzos estraordinarios del patriotismo español, hizo que algu nos tratasen de suavizar los males que la amenazaban, tomando este partido, que abrazaron otros, arrastrados de una ciega ambicion, ó del sórdido interés. Unos y otros se fundaban en esta re

TOMO I.

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vas,

1808. flexion (1): «una poblacion de once millones de almas, y un pie de ejército de 60.000 hombres, aun cuando este se cuadruplique con nuevas leno resiste mucho tiempo á otra poblacion de cuarenta millones, y á un ejército de 400.000 hombres de tropas las mas aguerridas de Europa, dirigidas por una sola cabeza, que está en po sesion de triunfar en todas partes.» Este juicio, aunque exacto y verdadero, respecto de otros paises, ha sabido frustrarlo el heroismo español, anonadando los cálculos de los débiles y de los ambiciosos.

La evacuacion de Madrid influyó poderosamente en las operaciones de los ejércitos. Se mandó orden á la division de Bessieres, ocupada, como dejamos indicado, en perseguir los restos del ejército de Cuesta, para que se replegase y concentrase sus fuerzas sobre las márgenes del Ebro, Esta concentracion hizo suspender las operacio nes del primer sitio de Zaragoza, ciudad que, como se ha dicho ya, fue la primera en alzarse contra la tiranía de Napoleon, y cuyos gloriosos detalles vamos á referir.

(1) Manifiesto de Azanza.

CAPITULO XXIX.

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Primeras disposiciones del General Palafox en Zaragoza. Convoca una reunion de Diputados de las ciudades de voto en Córtes de Aragon. Es nombrado Capitan general de los Reales ejércitos. Proclamacion de Fernando VII. El General Lefebre marcha desde Pamplona sobre Zaragoza. Ocupa á Tudela. Accion de Mallen. Zaragoza se dispone á sostener un sitio. Descripcion topográfica de esta ciudad. Palafox sale en busca de refuerzos. Atacan los franceses á Zaragoza.- Son rechazados. Palafox á Zaragoza.

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Accion de Epila. Vuelve Accion de Villafeliche. Los franceses son reforzados, y toma el mando del sitio el General Verdier. Solemne juramento de los defen sores de la ciudad. - Carta de Verdier á los Goberna

dores de Zaragoza. Nuevo ataque de los franceses.

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Se apoderan de una parte de la calle del Coso. roismo de Agustina de Aragon. Los franceses toman

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das disposiciones de en el mes de Julio. contra la ciudad,

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-Tercer ataque de los franceses Incendio del hospital. Los franceses se apoderan de Santa Engracia. Intimacion de Verdier. Heróica contestacion de Palafox.

Los ha

bitantes se baten con la mayor desesperacion en las calles y casas. Palafox introduce un convoy en la ciudad. Conducta heróica de los Eclesiásticos.

Valor

admirable de las mugeres, Continuan los franceses el ataque el 14 de Agosto. Repentina retirada de los franceses, á consecuencia de la batalla de Bailen.

:

1808.

Es

Pérdidas de los franceses en el sitio de Zaragoza. clamacion de un Geueral inglés al contemplar sus ruinas.

Hemos manifestado que el reino de Aragon al saber los horrendos asesinatos del 2 de Mayo, se habia levantado en masa; y Zaragoza trataba de inmortalizarse, sacrificándose por la ing dependencia. El jóven Palafox, á quien los aragoneses proclamaron Capitan general en aquella ciudad, casi por inspiracion, correspondió completamente á la confianza del pueblo. Despues de atender al armamento de todos sus habitantes, publicó una enérgica alocucion, en la que escitando á defender hasta el último trance la libertad de la Patria y soberanía de Fernando VII, declaró que el Emperador de los franceses, todos los individuos de su familia, y finalinente, todo todo General y Oficial frances quedaban per sonalmente responsables de la seguridad del Rey Fernando VII, de su hermano y tio, en el caso de un atentado contra su preciosa vida; y para que en ningun caso la España quedase sin Monarca, añadia, que usaria la Nacion de su derecho legitimo á favor del Archiduque Cárlos, como nieto de Cárlos III, siempre que el Príncipe de Sicilia y el Infante Don Pedro y demas herederos á la Corona no pudiesen concurrir : que si el ejército frances hiciese el menor robo, saqueo y muer. te en Madrid, ó en cualquiera otro pueblo de los invadidos, se consideraria como un delito de alta traicion, y no se daria cuartel á sus individuos:

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