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CAPITULO XXXII.

Conducta de la Junta central. -Sus disposiciones entibian el entusiasmo nacional. Desecha el plan de milicias de Madrid, adoptado por el Consejo. - Separa al General Cuesta del mando del ejército de Castilla. Disolucion de este ejército. Cuesta hace arrestar al central Valdés. Es llamado á Aranjuez por la Junta central. Se declara atentado su procedimiento. Nueva organizacion de las tropas españolas en cuatro ejércitos. El Marques de la Romana nombrado Gene

ral de uno de ellos.

La instalacion de la Junta suprema central 1808. hizo renacer en todos los ánimos las mas lison

geras esperanzas, que bien pronto empezó á disipar su conducta. Abrogóse en sus primeras sesiones el poder absoluto, nombró Ministros, asignó sueldos y honores, y tomó el tratamiento de Alteza para su Presidente, y el de Escelencia para los Vocales; y, desechando la misma Junta las sabias propuestas de Jovellanos, que insistia en que segun las intenciones del mismo Rey se convocasen las Córtes inmediatamente, en vez de organizar y fomentar el entusiasmo nacional, contribuyó eficazmente aquella Asamblea á paralizarle.

Desechó tambien la Junta central el plan adoptado por el Consejo de Castilla de levantar milicias en Madrid; y los habitantes de la capital, sin saber á qué atribuir esta negativa, cuan

do no habia ciudad ni villa en toda la Península 1808. que no las tuviese, sofocaron su sentimiento dentro de sí mismos, y se dedicaron al levantamiento de dos regimientos de línea con tal entusiasmo, que al primero de ellos le sobraron 500 hombres, que se alistaron en el segundo. El General Freire, entonces Coronel, se encargó de la organizacion del regimiento de caballería, escogiendo entre una inmensa multitud de voluntarios los mas robustos, que montados en los caballos, que á porfia presentaban los Grandes, los títulos y los particulares, formaron un regimiento de los mas lucidos y brillantes. La organizacion de todas estas fuerzas fue tan rápida, que en breve estuvieron en estado de marchar contra los enemigos.

En una de sus primeras sesiones dió la Junta central otro paso, que acabó de desconceptuarla. El General Cuesta, cuyos méritos, talentos militares é integridad le habian conciliado el respeto de los españoles, se hallaba, como hemos dicho, al frente del ejército de Castilla, compuesto de 13.000 hombres, bien disciplinados, y con oficiales llenos de entusiasmo y ardor, en el Burgo de Osma, con arreglo á las disposiciones de la Junta de Generales, cuando recibió la órden de entregar el mando á su segundo el Teniente general Don Francisco Eguía, y marchar á Aranjuez, á donde llegó el 9 de Octubre.

En este tiempo el General Castaños comenzaba á tomar posiciones con su ejército en las márgenes del Ebro hacia Calahorra; las tropas

1808. del de Valencia hácia Alfaro; las de Aragon mas allá de Tudela, y las de Galicia en las alturas de la provincia de Vizcaya, hácia Bilbao. El General Reding avanzaba á Cataluña, en donde se le reunia la division de españoles que. recobraron su libertad y armas en Lisboa, virtud de la capitulacion de Cintra, y habian desembarcado en aquel Principado.

en

Las tropas de Castilla se desanimaron con la intempestiva separacion del General Cuesta, á quien adoraban los oficiales y soldados; pero la Junta central, lejos de acceder á sus justas reclamaciones, completó el golpe con la disolucion de este ejército. La desgracia del General Cuesta provino del suceso siguiente: Don Antonio Valdés, Presidente que habia sido de la Junta provincial de Leon, despues de la desgraciada accion de Rioseco, se retiró, como hemos dicho, á Ponferrada con dos sobrinos suyos y algun otro vocal, que se creyeron con la suficiente representacion para tratar y convenirse clandestinamente con la Junta de la Coruña en formar una sola corporacion en Lugo, como se verificó, y mandar reunidas desde allí á Galicia, á Leon y á Castilla, con independencia de su Capitan general. Cuesta declaró nula é ilegal esta Junta; pero asi Valdés como sus dos sobrinos, y el Vizconde de Quintanilla, que no fue jamas Diputado de la Junta de Leon, continuando en sus maniobras, lograron que se les nombrase Diputados por la provincia de Castilla para la Junta central. Al pasar Valdés y el Viz

conde de Quintanilla por Simancas para ir á su 1808. nuevo destino, se hallaba á sus inmediaciones acampado el ejército de Cuesta: este dió órden al General Eguía para que los hiciese arrestar y los condujese al alcázar de Segovia, en donde dispuso que el Mariscal de Campo Conde de Cartaojal les formase breve y sumariamente causa, dándole para que sirviese de cuerpo de delito las intimaciones que habian hecho á Cuesta para que entregase al ejército de Galicia la caballería de su mando. La Junta central reclamó, é hizo poner en libertad la persona de Valdés y del Vizconde de Quintanilla; y apenas se presentaron en Aranjuez los recibió, sin mas examen, por Vocales suyos, y mandó publicar en la Gaceta por nulos y atentados los procedimientos del General Cuesta; depuso á este del mando del ejército, haciéndole venir á Aranjuez libremente, por haberse negado á prenderle el Conde de Montijo, á quien en vano se ofreció el grado de Mariscal de Campo y hacerle segundo del ejército de Castilla, si se prestaba á aquella comision, pues se negó generosamente á ella ínterin no se demostrase la criminalidad de tan respetable General.

La Junta central en 29 de setiembre dividió todas las fuerzas de la Península en cuatro ejércitos con la denominacion de centro, derecha, izquierda y reserva. El primero al mando del Capitan general Don Francisco Javier Castaños, compuesto de los antiguos ejércitos de Castilla y Andalucía el segundo, al mando del Teniente

1088. general Don Juan Miguel de Vives, compuesto de los antiguos ejércitos de Cataluña, islas Baleares, Granada, division aragonesa al mando del Marqués de Lazan, y de las tropas procedentes de Lisboa: el tercero, al mando del Teniente general Marqués de la Romana, é interinamente al de Blacke, compuesto de los antiguos ejércitos de Asturias, Galicia, Estremadura y di vision del Norte, cuya llegada se aguardaba por momentos; y el cuarto de reserva, al mando del Capitan general Don José Palafox y Melci, compuesto de los ejércitos de Aragon, Valencia y Murcia.

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