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dante que al recibiente se deben dar. Por eso manda; que á tu mandado mi consentimiento se humilla.

bice, estotro me dijo, tal donaire pasamos, de tal manera la tomé, así la besé, así me mordió, así la abracé, así se allegó. ¡Oh qué habla, oh qué gracia, oh qué juegos, oh qué besos! Vamos alla, volvamos aca, ande la música, pintemos motes, cantemos canciones, hagamos invenciones, justemos. ¿Qué cimera sacaremos, o qué letra? Ya va á la misa, mañana saldra, rondemos su calle (1), mira su carta, vamos de noche, tenme la cscala, guarda la puerta. ¿Cómo te fué? Cata el cornudo, sola la deja, dale otra vuelta, tornemos allá. Y para esto, Parmeno, ¿hay deleite sin compañía? A la hé, à la hé, el que (2) las sabe las tane: este es el deleite que lo al mejor lo hacen los asnos en el prado.

PARMENO.

No querria, madre, me convidases à consejo con amonestacion de deleite, como hicieron los que caresciendo de razonable fundamento, opinando hicieron sectas envueltas en dulce veneno para cazar ó tomar las voluntades de los flacos, y con polvos de sabroso afecto cegaron los ojos de la razon.

CELESTINA.

¿Qué es razon, loco? ¿Qué es afecto, asnillo? La discrecion que no tienes lo determina; y de la discrecion mayor es la prudencia; y la prudencia no puede ser sin esperimento; y la esperiencia no puede ser mas que en los viejos; y los ancianos somos llamados padres; y los buenos padres muy bien aconsejan a sus hijos; y especial yo a ti, cuya vida y honra mas que la mia deseo. Y ¿cuándo me pagarás tú esto? Pues nunca à los padres y a los maestros puede ser hecho servicio igualmente.

PARMENO.

Todo me recelo, madre, de rescebir dudoso consejo.

CELESTINA.

¿No quieres? Pues decirte he lo que dice el sabio: al varon que con dura cerviz al que le castiga menosprecia, arrebatado quebrantamiento le verná, y sanidad ninguna le conseguirá. Y así, Parmeno, me despido de tí y deste negocio.

PARMENO.

Muy ensañada está mi madre; duda (3) grande tengo en su consejo; yerro es no creer, y culpa creerlo todo. Mas humano es coufiar, mayormente en esta que interese promete, a do provecho se puede allende de amor conseguir. Oido he que debe hombre à sus mayores creer. Esta¿qué me aconseja? Paz cou Sempronio; la paz no, se debe negar; que bien aventurados son los pacíficos, que bijos de Dios serán liamados. Amor no se debe rebuir, ni caridad á los hermanos; interese pocos le apartan; pues quiérole (4) complacer y oir. Madre, no se debe ensañar el maestro de ignorancia del discipulo; si no, taras veces la sciencia (que es de su natura comunicable) y en pocos lugares se podría infundir. Por eso, perdóname y hablame, que no solo quiero oirte y creerte, mas en singular merced recebir tu consejo. Y no me lo agradezcas, pues el loor y las gracias de la accion, mas al

(1) Su casa.

(†) La que.

(5) Duda tengo, otros.

(4) Quierola.

CELESTINA.

De los hombres es errar, y bestial es porfiar (1); por ende gózome, Parmeno, que hayas limpiado las turbias telas de tus ojos, y respondido al conoscimiento, discrecion é ingenio sotil de tu padre, cuya persona, agora representada en mi memoria, enternesce los ojos piadosos por do tan abundantes lágrimas ves derramar. Algunas veces duros propósitos, como tú, defendia; pero luego tornaba á lo cierto. En Dios y en mi ánima, que en ver agora lo que has porfiado, y como á la verdad eres reducido, no paresce sino que vivo le tengo delante. ¡Oh qué persona, oh qué hartura, oh qué cara tan venerable! Pero callemos, que se acerca Calisto y tu nuevo amigo Sempronio, con quien tu conformidad para mas oportunidad dejo; que dos en un corazon viviendo, son mas poderosos de hacer y de entender.

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ACTO SEGUNDO.

ARGUMENTO.

Partida Celestina de Calisto para su casa, queda Calisto hablando con Sempronio, criado suyo; al cual como quien en alguna esperanza puesto está, todo aguijar le paresce tardanza. Envía de si à Sempronio á solicitar á Celestina para el concebido negocio. Quedan entre tanto Calisto y Parmeno juntos razonando.

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SEMPRONIO, CALISTO, PARMENO.

CALISTO.

quedar por aliviar tu cuidado. Tu temor me aqueja, tu soledad me detiene. Quiero tomar consejo con la obe

Hermanos mios, cien monedas dí á la madre hice diencia, que es ir y dar priesa á la vieja. Mas¿cómo iré, bien?

SEMPRONIO.

¡Ay si hiciste bien! Allende de remediar tu vida ganaste muy gran honra. Y para qué es la fortuna favorable y próspera sino para servir à la honra, que es el mayor de los mundanos bienes? Que esta es premio y galardon de la virtud; y por eso la damos à Dios, porque no tenemos mayor cosa que le dar; la mayor parte de la cual consiste en la liberalidad y franqueza. A esta los duros tesoros no comunicados la escurescen y pierden, y la magnificencia y liberalidad la ganan y subliman. ¿Qué aprovecha tener lo que se niega aprovechar? Sin duda te digo que es mejor el uso de las riquezas que la posesion dellas. ¡Oh qué glorioso es el dar; oh qué miserable es recebir! Cuanto es mejor el acto que la pasion (1), tanto es mas noble el dante que el recibiente. Entre los elementos el fuego, por ser mas activo, es mas noble, y en las esferas puesto en mas noble lugar. Y dicen algunos que la nobleza es una alabanza que proviene de los merecimientos y antigüedad de los padres; yo digo que la ajena luz nunca te hará claro si la propia no tienes. Y por tanto no te estimes en la claridad de tu padre, que tan magnífico fué, sino en la tuya. Y así se gana la honra, que es el mayor bien de los que son fuera del hombre; de lo cual no el malo, mas el bueno, como tú, es digno que tenga perfeta virtud. Y aun te digo, que la virtud perfeta no pone que sea hecho (2) con digno honor: por ende goza de haber sido así magnífico y liberal; y de mi consejo tórnate á la cámara y reposa, pues que tu negocio en tales manos está depositado: de donde ten por cierto, pues el comienzo lleva bueno, el fin será muy mejor; y vamos luego, porque sobre este negocio quiero hablar contigo mas largo.

CALISTO.

Sempronio, no me paresce buen consejo quedar yo acompañado, y que vaya sola aquella que busca el remedio de mi mal. Mejor será que vayas con ella y la aquejes; pues sabes que de su diligencia pende mi salud, de su tardanza mi pena, de su olvido mi desesperanza. Sabido eres, fiel te siento, por buen criado te tengo: haz de manera que en solo verte ella á tí juzgue la pena que á mi queda y fuego que me atormenta; cuyo ardor me causó no poder mostrarle la tercia parte de mi secreta enfermedad, segun tiene mi lengua y sentidos (3) ocupados y consumidos. Tú, como hombre libre de tal pasion, hablarla has á rienda suelta.

SEMPRONIO.

que en viéndote solo dices desvaríos de hombre sin seso? Sospirando, gemiendo, mal trovando, holgando con lo escuro, deseando soledad, buscando nuevos modos de pensativo tormento; donde si perseveras, ó de muerto ó loco no podrás escapar, si siempre no te acompaña quien te allegue placeres, diga donaires, taña (1) canciones alegres, cante romances, cuente historias, pinte motes, finja cuentos, juegue á naipes, arme motes: finalmente, que sepa buscar todo género de dulce pasatiempo para no dejar trasponer tu pensamiento en aquellos crueles desvios que recebiste de aquella señora en el primer trance de tus amores.

CALISTO.

¡Cómo, simple! ¡no sabes que alivia la pena llorar la causa? ¿Cuánto es dulce à los tristes quejar su pasion? ¿Cuánto descanso traen consigo los quebrantados sospiros? ¿Cuánto relievan y disminuyen los lagrimosos gemidos el dolor? Cuantos escribieron consuelos no di

cen otra cosa.

SEMPRONIO.

Lee mas adelante, vuelve la hoja, hallarás que dicen: que fiar en lo temporal y buscar materia de tristeza que es igual género de locura. Y aquel Macías, ídolo de los amantes, del olvido, porque no se olvidaba (2), se queja. En el contemplar está la pena de amor, en el olvidar el descanso. Huye de tirar coces contra el aguijon; finge alegría y consuelo, y serlo ha. Que muchas veces la opinion trae las cosas donde quiere, no para que mude la verdad, pero para moderar nuestro sentido y regir nuestro juicio.

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Yo no, pues no te reia. No te apartes (3) della, Sempronio, ni me olvides á mí, y ve con Dios. Tú, Parmeno, ¿qué te paresce de lo que hoy ha pasado? Mi pena es grande, Melibea alta, Celestina sabia y buena maestra destos negocios. No podemos errar: tú me la has aprobado con toda tu enemistad. Yo te creo; que tanta es la

Señor, querria ir por cumplir tu mandado, querria fuerza de la verdad, que las lenguas de los enemigos trae

(1) Posesion, Amarita,

(2) Otros: hecha.

(3) Otros: sentido.

(1) Tanga.

(2) Porque le olvidaba.
(3) Partas.

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ya que te vendes por discreto? ¿No sabes que el primer escalon de locura es creer ser sciente? Si tú sintieses mi dolor, con otra agua rociaras aquella ardiente llaga que la cruel flecha de Cupido me ha causado. Cuanto remedio Sempronio me acarrea con sus piés, tanto apartas tú con tu lengua, con tus yanas palabras. Fingiéndote fiel, eres un terron de lisonjas, bote de malicias, el mismo meson y aposentamiento de la envidia, que por disfamar la vieja a tuerto ó á derecho, pones en mis amores desconfianza; sabiendo que esta mi pena y fluctuoso dolor no se rige por razon, no quiere avisos, carece de consejo ; y si alguno se le diere, tal que no aparte ni desgozne lo que sin las entrañas no podrá despegarse. Sempronio temió su ida y tu quedada ; yo quiselo todo ; y así me padezco el trabajo de su ausencia y tu presencia. Valiera mas solo, que mal acompañado.

PARMENO.

Señor, flaca es la fidelidad que temor de pena la convierte en lisonja, mayormente con señor à quien dolor y aficion priva y tiene ajeno de su natural juicio. Quitarse ha el velo de la ceguedad; pasarán estos momentáneos fuegos; conoscerás mis agras palabras ser mejores para matar este fuerte cáncer, que las blandas de Sempronio, que lo ceban, atizan su fuego, avivan tu amor, encien den tu llama, añaden astillas, que tenga que gastar hasta ponerte en la sepultura.

CALISTO.

Calla, calla, perdido; estoy yo penando, y tú filosofando. No te espero mas. Saquen un caballo, límpieule mucho, aprieten bien la cincha, por (1) si pasare por casa de mi señora y mi dios.

PARMENO.

Mozos. No hay mozo en casa, yo me lo habré de hacer; que á peor vendremos (2) desta vez, que ser mozo de espuelas. Anda, pase. Mal me quieren mis comadres, porque digo las verdades. ¿ Relinchais, don caballo? ¿No basta un celoso en casa, ó barruntas a Melibea? CALISTO.

¿Viene ese caballo? Qué haces, Parmeno?

PARMENO.

Señor, veslo aquí, que no está Sosia en casa.

CALISTO.

Pues ten ese estribo, abre mas esa puerta, y si viniere Sempronio con aquella señora, di que esperen, que presto

será mi vuelta.

PARMENO.

Mas nunca sea. Allà irás con el diablo. A estos locos decidles lo que les cumple; no os podrán ver. Por mi ánima (3) que si agora le diesen una lanzada en el calcañar que saliesen mas sesos que de la cabeza. Pues anda, que á mi cargo que Celestina y Sempronio te espulguen. ¡Oh desdichado de mi! Por ser leal padezco mal. Otros se ganan por malos, yo me pierdo por bueno: el mundo es tal. Quiérome ir al lado de la gente, pues à los traidores llaman discretos, y á los fieles nescios. Si creyera á Celestina con sus seis docenas de años acuestas, no me maltratara Calisto. Mas esto me pondrá escarmiento de aquí adelante con él; que si dijere comamos, yo también; si quisiere derrocar la casa, aprobarlo he; si quemar su hacienda, iré (4) por fuego. Destruya, rompa, quiebre, dañe, dé à alcahuetas lo suyo, que mi parte me cabrá. Pues dicen: á rio revuelto ganancia de pescadores; mas, nunca mas perro al molino.

(4) Porque.

(2. Vernemos.

(5) Por mi aunque st.

(4) Ir por fuego.

T. L

ACTO TERCERO.

ARGUMENTO.

Sempronio se va á casa de Celestina, á la cual reprende por la tardanza; pónense á buscar qué manera tomen en el negocio de Calisto y Melibea. En fin sobreviene Elicia. Vase Celestina á casa de Pleberio; quedan Sempronio y Elicia en casa.

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Este nuestro enfermo no sabe qué pedir; de sus manos no se confia (1); no se le cuece el pan; teme su negligencia; maldice su avaricia y cortedad, porque te dió tan poco dinero.

CELESTINA.

no hay quien dello se maraville? Todo es así, todo pasa desta manera, todo se olvida, todo queda atrás. Pues así será este amor de mi amo: cuanto mas fuere andando, tanto mas disminuyendo; que la costumbre luenga amansa los dolores, afloja y deshace los deleites, desmengua las maravillas. Procuremos provecho, mientras pendiere su contienda ; y si á pié enjuto le pudiéremos remediar, lo mejor, mejor es; y si no, poco a poco le soldaremos el reproche ó menosprecio de Melibea contra él. Donde no, mas vale que pene el amo que no que peligre el mozo.

CELESTINA.

á

Bien has dicho; contigo estoy, y agradado me has, no podemos errar. Pero todavia es necesario, hijo, que el buen procurador ponga de su casa algun trabajo, algunas fingidas razones, algunos sofisticos autos (1), ir y venir á juicio, aunque reciba malas palabras del juez; siquiera por los presentes que lo vieren, no digan que se gana holgando el salario; y así verná cada uno á él con su

No es cosa mas propia de los que aman (2) que la impaciencia: toda tardanza les es tormento; ninguna dilacion les agrada; en un momento querrian poner en efecto sus cogitaciones; antes las querrian ver concluidas que empezadas; mayormente estos novicios amantes, que tras cualquier señuelo vuelan sin deliberacion, sin pen-pleito (2), y á Celestina con sus amores. sar el daño que el cebo de su deseo trae mezclado en su ejercicio y negociacion para sus personas y sirvientes.

SEMPRONIO.

¿Qué dices de sirvientes? Paresce por tu razon que nos pueda venir à nosotros daño deste negocio, y quemarnos con las centellas que resultan deste fuego de Calisto (3). Aun al diablo daria yo sus amores. Al primer desconcierto que vea en este negocio uo como mas su pan. Mas vale perder lo servido que la vida por cobrallo. El tiempo me dirá qué haga; que primero que caiga del todo dará señal, como casa que se acuesta. Si te paresce, madre, guardemos nuestras personas de peligro; hagase lo que se hiciere, si no la hobiere hogaño, si no, a otro año (4), si no, nunca; que no hay cosa tan dificil de sufrir en sus principios, que el tiempo no la ablande y haga comportable. Ninguna llaga tanto se sintió, que por luengo tiempo no aflojase su tormento; ni placer tan alegre fué que no lo amengüe su antigüedad. El mal y el bien, la prosperidad y adversidad, la gloria y pena, todo pierde con el tiempo la fuerza de su acelerado principio. Pues los casos de admiracion, y venidos con gran deseo, tan presto como pasados son olvidados. Cada dia vemos novedades, y las oimos, y las pasamos, y dejamos atras; disminuyelas el tiempo, hacelas contingibles. ¿Qué tanto te maravillaria si dijesen, la tierra tembló, ó otra semejante cosa, que no la (5) olvidases luego? Así como helado está el rio, el ciego ve ya, muerto es tu padre, un rayo cayó, ganada es Granada, el rey entra hoy, el turco es vencido, eclipse (6) hay mañana, la puente es llevada, aquel es ya obispo, á Pedro robaron, Inés se aliorcó. ¿Qué me dirás sino que à tres dias pasados ó á la segunda vista

(1) Contenta.

Del que ama.

(3) Deste listo.

(4) Si la oviere ngaño, sino otro año.

(5) No lo.

(B) Eclipsi.

SEMPRONIO.

Haz á tu voluntad, que no sera este el primer negocio que has tomado á cargo.

CELESTINA.

¿El primero, hijo? Pocas virgenes, á Dios gracias, has tú visto en esta ciudad, que hayan abierto tienda á vender, de quien yo no haya sido corredora de su primer hilado. En nasciendo la muchacha la hago escribir en mi registro; y esto para que yo sepa cuántas se me salen de la red.¿Qué pensabas, Sempronio? ¿Habíame de mantener del viento? ¿Heredé otra herencia? ¿Tengo otra casa ó viña? Conoscesme otra hacienda mas deste oficio? ¿De qué como y bebo? ¿De qué visto y calzo? ¿En esta ciu dad nascida, en ella criada, manteniendo honra, como todo el mundo sabe? ¿Conoscida pues no soy? Quien no supiere mi nombre y mi casa tente por estranjero.

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| dadas, rompen paredes, abren ventanas, fingen enfermedades, á los chirriadores quicios de las puertas hacen con aceites usar su oficio sin ruido. No te sabré decir lo mucho que obra en ellas el dulzor que les queda de los primeros besos de quien aman. Son enemigas del medio, contino están posadas en los estremos.

SEMPRONIO.

No te entiendo esos términos, madre. CELESTINA.

como dos hermanas; nunca blanca gané en que no tu viese su mitad; pero no vivia (1) yo engañada si mi fortuna quisiera que ella me durara. ¡Oh muerte, muerte! ¡A cuántos privas de agradable compañía! ¡à cuántos desconsuela tu enojosa visitacion! Por uno que comes con tiempo, cortas mil en agraz. Que siendo ella viva no fueran estos mis pasos desacompañados. Buen siglo haya, que leal amiga y buena compañera me fué; que jamás me dejó hacer cosa en mi cabo, estando ella presente. Si yo traia el pan, ella la carne; si yo ponia la mesa, ella los manteles; no loca, no fantástica ni presuntuosa como las de agora. En mi ánima, descubierta se iba hasta el cabo de la ciudad con su jarro en la mano, que en todo el camino no oia peor que (2) señora Claudina. Y á osadas que otra conoscia peor el vino y cualquier mercaduria. Cuando pensaba que no era llegada, era de vuelta. Alla la convidaban, segun el amor todos la tenian, que jamás volvía sin ocho ó diez gustaduras, un azumbre en el jarro y otro en el cuerpo; asi le fiaban dos ó tres arrobas en veces, como sobre una taza de plata. Su palabra era prenda de oro en cuantos bodegones habia; si íbamos por la calle, donde quiera que hubiésemos sed, entrabamos en la primer taberna, y luego mandaba echar media azumbre para mojar la boca; mas á mi cargo que no le quitaban (3) la toca por ello, sino cuanto la rayaban en Larja (4), y andar adelante. Si tal fuese agora su hijo, á mi cargo que tu amo quedase sin pluma, y nosotros sin queja. Pero yo lo haré de mi hierro, si vivo, y lo (5) contaré en el número de los mios.

SEMPRONIO.

¿Cómo has pensado hacerlo, que es un traidor?

CELESTINA.

A ese tal dos alevosos; haréle ver (6) á Areusa; será de los nuestros. Darnos ha lugar à tender las redes sin embarazo por aquellas doblas de Calisto.

SEMPRONIO.

Digo, que la mujer ama (1) mucho à aquel de quien es requerida, ó le tiene grande odio. Así que, si al querer despiden, no pueden tener las riendas al desamor; y con esto que sé cierto, voy mas consolada á casa de Melibea que si en la mano la tuviese. Porque sé, que aunque al presente la ruegue, al fin me ha de rogar; aunque al principio me amenace, al cabo me ha de halagar. Aquí llevo un poco de hilado en esta mi faltriquera, con otros aparejos que conmigo siempre traigo, para tener causa de entrar, donde mucho no soy (2) conoscida, la primera vez; así como gorgueras, garvines, franjas, rodetes (3) tenazuelas, alcohol, albayalde, solimán, agujas y alfileres. Que tal hay que tal quiere; porque donde me tomare voz (4), me halle apercebida para les echar cebo ó requerir de la primera vista.

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A la hé, en mala hora, á tí he yo menester para compa

¿Pues crees que podrás alcanzar algo de Melibea? ¿Hay ñero. ¿Aun si quisieses avisar a Celestina en su oficio? algun buen ramo?

CELESTINA.

No hay cirujano (7) que á la primera cura juzgue la herida; lo que yo al presente veo, te diré. Melibea es hermosa, Calisto loco y franco; y ni á él penará gastar, ni á mí ayudar (8). Bulla moneda, y dure el pleito lo que durare. Todo lo puede el dinero: las peñas quebranta; los rios pasa en seco; no hay lugar tan alto, que un asno cargado de oro no lo suba. Su desatino y ardor basta para perder á sí y ganar á nosotros. Esto he sentido; esto he calado eso sé dél y della, esto es lo que nos ha de aprovechar. A casa voy de Pleberio: quédate adios, que aunque esté brava Melibea, no es esta (si á Dios ha placido) la primera à quien yo he hecho perder el cacarear. Cosquillosicas son Lodas; mas después que una vez consienten la silla en el envés del lomo, nunca querrian holgar. Por ellas queda el campo; muertas si, cansadas no; si de noche caminan, nunca querrian que amanesciese; maldicen los gallos porque anuncian el dia, y al reloj porque da tan apriesa; requieren las cabrillas y el norte, haciéndose estrelleras. Ya cuando ven salir el lucero del alba, quiéreseles salir el alma; su claridad les escurece el corazon. Camino es hijo, que nunca me harté de andar; nunca me vi cansada; y aun así vieja como soy, sabe Dios mi buen deseo: cuanto mas estas que hierven sin fuego. Cautivanse del primer abrazo, ruegan á quien rogó, penan por el penado, hácense siervas de quien eran señoras, dejan el mando y son man

(1) Vira, Plantino.

Que de.
Qustaron.

14: Taja.

Yo lo.

Haber Areusa.

Zurujano.

S Andar

Pues cuando tú naciste ya comia yo pan con corteza. Para adalid eres tú bueno, cargado de agüeros y recelo.

SEMPRONIO.

No te maravilles, madre, de mi temor; pues es comun condicion humana, que lo que mucho se desea, jamás se piensa ver (5) concluido; mayormente que en este caso temo tu pena y mia. Deseo provecho, querría que este negocio hubiese (6) buen fin; no porque saliese mi amo de pena, mas por salir yo de laceria. Y asi miro mas inconvenientes con mi poca esperiencia, que no tú como maestra vieja.

ELICIA.

Santiguarme quiero, Sempronio; quiero hacer una raya en el agua. ¿Qué novedad es esta, venir hoy aca dos veces?

CELESTINA.

Calla, boba, déjale que otro pensamiento traemos en que mas nos va. Dime, ¿está desocupada la sala? (7) ¿Fuése la moza que esperaba al ministro?

ELICIA.

Y aun después vino otra, y se fué.

CELESTINA.

Sé (8) que no en balde.

ELICIA.

No, en buena fe, ni Dios lo quiera; que aunque vino tarde, mas vale á quien Dios ayuda, que quien mucho madruga.

(1) O ama mucho. (2) No só.

(3) Rodeos.

(4) La vor.

(5) Haber.

(6) Tobiesc.

(7) La casa.

(8); St? Que.

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