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con la mano. ¡Qué trabajosa es de ganar! qué dificultosa de conservar! qué peligrosa de traer! y cuán fácil de perder por la comun estimacion! Y si con el vulgo se ha de caminar á ella, es uno de los mayores tormentos que (à quien con quietud quiere pasar su carrera) le pueda dar la fortuna ni padecer en esta vida; y con ver á los ojos que así pasa, como si salvase las almas, las dan por ella. No haces honra de vestir al desnudo, ni hartar al necesitado, ni ejercer (como debes) las obras de tu ministerio, y otras muchas que sé y las callo, y tú las conoces de tí mismo y las disimulas, creyendo que otro no. te las entiende, siendo públicas, que las dejo de escribir por no señalarte con el dedo, y hácesla del humo, y aun de menos. Haz honra de que esté proveido el hospital de lo que se pierde en tu botillería ó despensa : que tus acémilas tienen sábanas y mantas, y allí se muere Cristo de frio; tus caballos revientan de gordos, y se te caen los pobres muertos á la puerta de flacos. Esta es honra que se debe tener y buscar justamente, que lo que llamas honra inas propiamente se llama soberbia ó loca estima cion, que trae los hombres éticos y tísicos, con hambre canina de alcanzarla, para luego perderla y con el alma, que es lo que se debe sentir y llorar. ¶

cedad, y erraba como mozo; mas yo la sacudí del dedo cual si fuera vibora que me hubiera picado. Juntéme con otros torzuelos de mi tamaño, diestros en la presa; asia como ellos en lo que podia, mas como no sabia los acometimientos, ayudábales á trabajar, seguia sus pasos, andaba sus estaciones, con que allegaba mis blanquillas. Fuíme asi dando bordos y sondando la tierra. Acomodéme á la sopa, que la tenia cierta; pero habia de andar muy concertado relojero, que faltando á la hora prescribia, quedándome á escuras. Aprendí á ser buen huésped, esperar y no ser esperado. No dejaba de darme pena tanto cuidabo, y andar holgazán ; porque en este tiempo me enseñé á jugar á la taba, al palmo y al hoyuelo; de allí subí á medianos, supe el quince y la treinta y una, quinolas y primera; brevemente salí con mis estudios y pasé á mayores, volviéndolos boca arriba con topa y hago. No trocara esta vida de pícaro por la mejor que tuvieron mis pasados; tomé tiento á la corte, íbaseme sutilizando el ingenio por horas; di nuevos filos al entendimiento, y viendo a otros menores que yo hacer con caudal poco mucha hacienda, y comer sin pedir ni esperarlo de mano ajena, que es pan de dolor, pan de sangre, aunque te lo dé tu padre, con deseo desta gloriosa libertad, y no me castigasen (como á otros, por vagabundo) acomodéme á llevar los cargos que podian sufrir mis hombros.

CAPITULO III.

En que Guzmán de Alfarache prosigue contra las vanas honras. Decla-
ra una consideracion que hizo de cual debe ser el hombre
la dignidad que tiene.

con

Aunque era muchacho, como padecia necesidad, todo esto pasaba con la imaginacion. Antojábaseme que la honra era como la fruta nueva por madurar, que dando por ella escesivos precios, todos igualmente la compran desde el que puede hasta el que no es bien que pueda; y es grande atrevimiento y desvergüenza que compre media libra de cerezas tempranas un trabajador, por lo que le costarán dos panes para sustentar sus hijos y mujer.

Larga es la cofradía de los asnos, pues han querido admitir á los hombres en ella, y ban estado comedidos en llevar las inmundicias con toda llaneza por aliviarles el trabajo; mas hay hombres tan viles que se lo quitan del seron y lo cargan sobre sí, por tener una azumbre mas de vino para beber: ved á lo que se estiende su fuerza. Dejando esto a una parte, te confieso que á los principios anduve algo tibio, de mala gana, y sobre todo temeroso, que como cosa nunca usada de mí, se me asentaba mal y le entraba peor; porque son dificultosos todos los principios; mas después me fuí soboreando con el almíbar picaresco; de hilo me iba por ello á cierra ojos. ¡Qué linda cosa era, y qué regalada! sin dedal, hilo ni aguja, tenaza, martillo ni barreno, ni otro algun instrumento, mas de una sola capacha, como los hermanos de Anton Martin, aunque no con su buena vida y recogimiento, tenia oficio y beneficio: era bocado sin hueso, lomo descargado, ocupacion holgada y libre de todo gé-nes, y otras congojosas enfermedades. A fe que ha de nero de pesadumbre.

Poníame muchas veces à pensar la vida de mis padres y lo que esperimenté en la corta mia; lo que tan sin propósito sustentaron y á tanta costa. ¡Oh (decia) lo que carga el peso de la honra, y cómo no hay metal que se iguale! ¡A cuánto está obligado el desventurado que della hubiere de usar! ¡Qué mirado y medido ha de andar! qué cuidadoso y sobresaltado! por cuán altas y delgadas maromas ha de correr! por cuántos peligros ha de navegar! en qué trabajo se quiere meter! y en qué espinosas zarzas enfrascarse! Que diz que ha de estar sujeta mi honra de la boca del descomedido y de la mano del atrevido, el uno porque dijo, y el otro porque bizo lo que fuerzas ni poder humano pudiera resistirlo. ¿Qué frenesí de Satanás casó este mal abuso con el hombre, que tan desatinado lo tiene? Como si no supiésemos que la honra es hija de la virtud; y tanto que uno fuere virtuoso será honrado; y será imposible quitarme la honra, si no me quitaren la virtud, que es centro della. Solo podrá la mujer propia quitarmela (conforme á la opinion de España) quitándosela á sí misma; porque siendo una cosa conmigo, mi honra y suya son una y no dos, como es una misma carne, que lo mas es burla, invencion y sueño. Vida dichosa, que no la cenoces, ni sabes, ni tratas della. Parecíame si quien la pretendia de veras abriera los ojos considerando sin pasion sus efetos, que diera en el suelo con la carga primero que tocarla

¡Oh santas leyes, provincias venturosas donde en esto ponen freno como á daño universal de la república! Cómpranla al fin, y comen della sin límite ni moderacion, que nunca se hartan de comprarla ni de comerla: hacen el cuerpo de mala sustancia, engéndrales mal humor, vienen después á pagarlo con gentiles calenturas ó cisio

costar mas de una purga tanto tragar de honra; nunca la codicié ni le hice cara después que la conocí. También porque via escuderos, criados y oficiales de obra usada sacarlos de sus oficios para otros de todo punto repugnantes, como el calor del frio, y tan distantes de su calidad como el cielo de la tierra; llamástelos ayer con tu criado no dándoles mas de un vos muy seco, que aun apenas les cabia; ya te envían boy á llamar con un portero, y para tu negocio se lo suplicas, no cansándote de arrojarle mercedes, pidiéndole que te las haga. Dime, ¿no es ese que ahora como fingido pavon hace la rueda y estiende la cola, el que ayer no la tenia? Sí, el mismo es, y el mal fuste sobre que dieron aquel bosquejo presto, caida la pluma, quedará lo que antes era; y si bien to consideras, hallarás los tates no ser hombres de honra, sino honrados, que los de honra ellos la tienen de suyo, nadie los puede pelar que no les nazca nueva pluma mas fresca que la primera; mas los honrados de otro la reciben ya los ves; ya no los ves; tanto duran las mayas como mayo, tanto los favores como el favoreciente; pásase y queda cada uno quien es; así los vía salir ocupados à negocios graves y de calidad, á quien un hidalgo de muy buen juicio y partes pudiera acometer y aun deseara alcanzar. Deciales yo desde mi lecho: ¿dónde vais, hermanos, con esos oficios? Y si me oyeran pudieran responder: no sé, por Dios; allá nos envían para que nos aprovechemos ganando cuatro reales. Pues no consideras,

pobre de tí, que lo que llevas á cargo, no lo entiendes ni
es de tu profesion, y perdiendo tu alma pierdes el nego-
cio ajeno, y te obligas á los daños en buena conciencia?
¿No sabes que para salir dello tienes necesidad forzosa
de saber mas que coser ó tundir ó dar el brazo á la se-
ñora doña Fulana, que por dar ella la mano al personaje
de quien te lo alcanzó, lo llevas? ¿Preguntáronte por
ventura, ó tú contigo mismo hiciste algun escrutinio, si
te hallaras capaz, con suficiencia, si lo podrias ó sabrias
hacer bien sin encargar la conciencia, yéndote al infierno
y llevando contigo à quien te lo dió? Algun bachiller aquí
vecino, y creo debe ser el oficial del barbero (que suelen
ser climáticos hablatistas) me responde: podemos; mira
qué cuerpo de tal, qué negocio de tantas tretas y dificul-
tades; todos somos hombres y sabremos darnos maña,
que una vez comenzados, ellos mismos caminan y se ha-
cen. ¡Oh qué gran lástima que aprendas el oficio cuando
vienes á usar dél! Teme el piloto el gobierno de la nave
-(no solo en la tormenta, sino en todo tiempo, aun en bo-
nanza, por varios acaecimientos que suceden) con ser en
su arte diestro; y tú, que nunca viste la mar ni conoces
el arte de marear, ¿quieres gobernarla y engolfarte don-
de no sabes. Quién le pudiera decir á este mocito de gui-jo, que por la indecencia de mi profesion callo, y no es
tarra: ¿ y tú no ves que cuando lo vienes à entender ó á
pensar que lo entiendes (que es lo mas cierto) ya lo tie-
nes perdido y al dueño dél, con los dias que has ocupado
y disparates que has hecho? Usa tu oficio, deja el ajeno;
mas no es la culpa tuya, sino del que te lo encargó : cam-
bio es que corre sobre su conciencia. Vamos adelante.¶

vestir y gastar en lo que no es menester, sino en dar de
comer y vestir á los que lo han menester, de quien eran
mayordomos ó propiamente administradores, como de un
hospital; y que haberles encargado la tal mayordomía ó
administracion, fué como á personas de mas confianza,
menos interesadas, piadosas, retiradas del siglo y de sus
confusiones, que con mas cuidado y menos ocupacion
podrán acudir à este ministerio; que abriesen los ojos à
quién lo daban, cómo y en qué lo distribuian; que era di- `
nero ajeno, de lo que se les habia de tomar estrecha
cuenta. Nadie se duerma, todo el mundo vele, no quiero
pensar hallar la ley de la trampa, ni la invencion de la
zancadilla para defraudar un maravedí, que seria la sisa de
Judas. Dijo en general que sus tratos y costumbres fuesen
como el farol en la capitana, tras quien todos caminasen,
y en quien todos llevasen la mira, sin "empacharse en
otros tratos ni granjerias de las que se encargaron con el
voto que hicieron y obligacion que firmaron en los libros
de Dios, donde no puede haber mentiras ni borrones. ¶
Harto me acordé de un amigo de mi padre lo mal
que distribuyó lo que cobró, y del mal ejemplo que
dejó; y en tal paró él y ello. Muchas y buenas razones di-

Así pues hoy los conocia gente miserable y pobre, mañana se levantaban desconocidos como el que se tiñe la barba, de viejo mozo, entronizados, que esperaban ser salvados primero de otros á quien pudieran servir, criados y en oficio muy bajos. Yo me sabia bien por dónde corria, quién guiaba el carro, y por qué se violentaba, sacándole de su curso, quitándolo á sus dueños para darlo á los estraños. También sentia que tenian razon los que dello mormuraban, que debiendo dar á cada uno lo que le viene de su derecho, lo habian corrompido la envidia y la malicia, quedando infamados todos; porque cuanto las dignidades hacen ser mas conocidos á los que no las merecen, tanto mas los hacen ser menospreciados; y ellas no se quedan sin su paga, que como afrentan á los que las tienen sin merecerlas tener, también quedan deshonradas, por haberse dado à tales personas, dejando juntamente al que las dió con infamia, detraccion y obligacion.¶

¶Aqui se acaba de apear un pensamiento que llegó de camino, de los de aquellos buenos tiempos : véndolo por mio, si no es esa la falta que le hallas; dirélo por haberme parecido digno de mejor padre; tú lo dispon y compon segun te pareciere, enmendando las faltas; y aunque de picaro, cree que todos somos hombres, y tenemos entendimiento, que el hábito no hace al monje; demás que en todo voy con tu correccion.¶

Ya sabes mis flaquezas; quiero que sepas que con todas ellas nunca perdí algun dia de rezar el rosario entero, con otras devociones; y aunque te oigo mormurar que es muy de ladrones y rufianes no soltarlo de la mano, fingiéndose devotos de nuestra Señora, piensa y di lo que quisieres como se te antojare, que no quiero contigo acreditarme. Lo primero cada mañana era oir una misa, luego me ocupaba en ir á mariscar para poder pasar. Como una vez me levantase tarde y no bien dispuesto, parecióme no trabajar; era fiesta, fuíme á la iglesia, oí misa mayor y un buen sermon de un docto agustino, sobre el capítulo quinto de San Mateo, donde dice: así den lu: vuestras buenas obras á vista de los hombres, que miradas por ellos den gracias y alabanzas á nuestro Padre elerno, que està en los cielos, etc. Dió una rociada por los eclesiásticos, prelados y beneficiados, que no les habian dado tanto de renta, sino de cargo, no para comer,

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lícito á mi hábito referirlas. A la noche mi enfermedad crecia, la cama no era muy buena, ni mas mollida que un pedazo de estera vieja en un suelo lleno de hoyos. Venia el ganado paciendo por la dehesa humana del misero cuerpo, recordé al ruido, húbeme de rascar, y comencéme á desvelar; fuí recapacitando todo mi sermon pieza por pieza, entendí que aunque habló con religiosos, tocaba en comun á todos, desde la tiara hasta la corona, desde el mas poderoso príncipe hasta la vileza de mi abatimiento. ¡Válgame Dios! me puse á pensar, que aun á mí me toca y yo soy alguien, cuenta se hace de mí; ¿pues qué luz puedo dar, ó cómo la puede haber en hombre de oficio tan escuro y bajo? Sí, amigo (me respondia), á tí te toca y contigo habla, que también eres miembro deste cuerpo místico, igual con todos en sustancia, aunque no en calidad; lleva tus cargos bien y fielmente, no les vendimies ni cercenes, ni saltees en el camino, pasando de la espuerta á los calzones, á tus escòndrijos y falsopetos lo que no es tuyo ni quisieras llevar á peso de plata los pasos que mueves, y tanto por carga de dos panes como de dos vigas; modérate con todos, al pobre sirve de balde, dándolo á Dios de primicia ; no seas deshonesto, gloton, vicioso ni borracho; ten cuenta con tu conciencia, que baciéndolo así (como la viejecita del Evangelio) no faltará quien levante su corazon y los ojos al cielo, diciendo: bendito sea el Señor, que aun en picaros hay virtud; y esto en ti será luz. ¶

¶ Pero á mi juício de ahora y entonces, volviendo à la consideracion prometida, con quien habló mas que à religiosos y comunidad, fué con los príncipes y sus ministros de justicia, de quien iba hablando cuando esta digresion hice, que verdaderamente son luz, y en aquel sagrado capítulo ó en la mayor parte dél, todo es luz y mas luz, para que no aleguen que no la tuvieron. Consideré que la luz ha de estar como agente en algun paciente sujeto, en quien haga como en la cera, ya sea una hacha ó lo que tú quisieres. Digo habérseme representado la tal persona, ó tú (como es verdad) ser la luz: tus buenas obras, tus costumbres, tu celo, tu santidad es lo que ha de resplandecer y darla. ¡Pues qué piensas que es darte un oficio ó dignidad? Poner cera en esa luz para que ardiendo resplandezca. ¿Qué es el oficio de la luz? Ir con su calor llamando y chupando la cera acia sí, para alumbrar mejor y sustentarse mas. Eso pues has de hacer de tu oficio, embeberlo, encorporarlo en esa luz de tus virtudes y honesta vida, para que todos las vean y todos las imiten, viviendo tan rectamente, que ruegos no te ablan den, ni lágrimas te cnternezcan, ni dones te corrompan,

ni amenazas te espanten, ni la ira te venza, ni el odio te turbe, ni la aficion te engañe. Oye mas: ¿cual vemos primero, la luz ó la cera? No negarás que la luz. Pues baz de manera que tu oficio, que es la cera, se vea después de tí, conociendo al oficio por tí, y no á tí por el oficio.¶

Muchas veces acontece la cera ser mucha, y la luz poca y ahogarse en ella como si en un cirio grueso el pábilo fuese sutil; otras volver la luz abajo, y derritiéndose la cera encima luego apagarse: así vemos que lo bueno en tí es tan poco, y el oficio que te dan sobra tanto à la medida de tus méritos, que lo poco se te apaga, y quedas ascuras; otras veces vuelves al suelo tus virtudes, inclinaste mal, porque derrites el oficio encima, robando, baratando, forzando, menospreciando al pobre su causa, tratándola con dilacion, y la del rico con instancia; señalaste con rigor en el pobre, dispensando con el rico mansedumbre; al pobre tropellaste con soberbia, y al rico hablaste con veneracion y crianza. Con esto se te acaba de morir, y se te gasta quedando perdido. Hay otros que hacen del oficio de luz (como dije antes), y habiéndolo ellos de ser, por el contrario son la cera. Estos tales, ¿qué negocian, si sabes? Yo te lo diré. ¿Cuál es la propiedad de la cera? Irse poco a poco gastando y consumiendo, llevando la luz ä violentada tras de si, basta que se desparecen el uno y el otro, y quedan acabados: esto mismo les aconteció. Viven de manera (teniendo escondidas las buenas obras, las virtudes, lo bueno) que ni se precian dello ni lo estiman; estiman el oficio que hicieron luz; vanlo violentando por encorporarlo en sí, por esquila.arlo, por desnatarlo, y aun desangrarlo, y vanse poco a poco consumiendo con él; viven mal, y mueren mal: cual vivieron, así murieron. ¿Qué piensa el que se hace cera cuando á uno le quita su justicia ó lo que justamente merece, y lo trasmonta en el idiota que se le antoja? ¿Sabes qué? Derritese y gástase, sin sentir cómo ni de qué manera; acabasele la salud, consumesele la honra, pierde la hacienda, fallecen los hijos, mujer, deudos y amigos en quien hacian estribos de sus pretensiones, andan medidos en profundísima melaucolía, sin saber dar causa de qué la tienen. La causa es, amigo, que son azotes de Dios, con que temporalmente los castiga en la parte que mas les duele, demás de lo que para después les guarda; y así lo permite su divina Majestad, para consuelo de los justos, que los que disolutamente pecan haciendo públicos agravios y sinrazones, castigarlos á ojos de los hombres, para que lo alaben en su justicia, y se consuelen con su misericordia, que también lo es castigar al malo. ¿Quieres tener salud, andar alegre, sin esos achaques de que te quejas, estar contento, abundar en riquezas y sin melancolías? Toma esta regla: confiésate como para morir; cumple con la difinicion de justicia, dando à cada uno lo que le toca por suyo; come de tu sudor, y no del ajeno; sírvante para ello los bienes y gajes ganados limpiamente: andarás con sabor, serás dichoso, y todo se te hará bien. ¶

A buena fe que mi consideracion me iba metiendo muy adentro, donde quizá perdiera pié, y fuera menester socorro. Ya me engolfaba ó me puse á pique para decir el por qué y cómo se hace algo desto; si corre por interés ó si por aficion ó pasion, quiero callar, y no habrá ley contra mi, ni secreto para mí, que al buen callar llaman santo; pues aun conozco mi esceso en lo hablado, que mas es dotrina de predicacion, que de pícaro. Estos ladridos à mejores perros tocan: rómpanse las gargantas, descubran los ladrones; mas ¡ay, si por ventura les han echado pan à la boca, y callan!¶

CAPITULO IV.

En que Guzmán de Alfarache refiere un soliloquio que hizo, y prosigue contra las vanidades de la honra,

Larga digresion he hecho y enojosa, ya lo veo; mas no te maravilles, que la necesidad adonde acudimos era

grande, y si concurren dos ó mas lesiones juntas en un cuerpo, es precepto acudir á lo mas principal, no poniendo en olvido lo menos. Así corre en la guerra y todas las mas cosas: yo te prometo que no sabré decir cual de las dos fuese mayor, la que dije ó ia que tomé, por lo que importan ambas; mas volvamos adonde nos queda empeñada la prenda, siguiendo aquel discurso.

Llevaba yo un dia en mi capacha ó esporton del rastro un cuarto de carnero à un oficial calcetero; halleme acaso unas coplas viejas, que á medio tono, como las iba leyendo, las iba cantando. Volvió mi dueño la cabeza, y sonriéndose dijo: válgate la maldicion, mal trapillo, ¿y leer sabes? Respondile : y muy mejor escrebir. Luego me rogó que le enseñase á hacer una firma, y que me lo pagaria. Preguntéle: diga, señor, firma sola, ¿para qué la quiere, ó de qué le puede aprovechar El me respondió: ¿para qué? Salgo á negocios que me da Fulano mi señor, porque yo calzo á sus niños (y nombró el personaje); querria siquiera saber firmar por no decir que no sé cuando se ofrezca. Quedóse así este negocio, y yo haciendo un largo soliloquio, que fuí siguiendo buen rato en esta manera: ¶«Aquí verás, Guzmán, lo que es la honra, pues à estos la dan. El hijo de nadie, que se levantó del polvo de la tierra, siendo vasija quebradiza, llena de agujeros, rota, sin capacidad que en ella cupiera cosa de algun momento, la remendó con trapos el favor, y con la soga del interés va sacan agua con ella y parece de provecho. El otro hijo de Pero Sastre, que porque su padre, como pud y supo, mal ó bien, le dejó que gastar; y el otro que robando tuvo que dar y con que cohechar, ya son honrados, hablan de bóveda, y se meten en corro; ya les dan lado y silla, quien antes no los estimara para acemileros. Mira cuántos buenos están arrinconados, cuántos hábitos de Sant-lago, Calatrava y Alcántara, cosidos con hilo blanco, y otros muchos de la envejecida nobleza de Lain Calvo y Nuño Rasura tropellados. Dime: ¿quién les da la honra á los unos que á los otros quita? El mas o menos tener. ¡Qué buen decano de la facultad, ó qué gentil retor ó maese-escuela! ¡Qué discretamente gradúan! y qué buen exámen hacen! Dime mas: ; y á qué se obliga ese que lleva el oficio que decias primero, y esotro á quien el dinero entronizó en la Sancta Sanctorum del mundo? ¿Y cómo queda el hombre discreto, noble, virtuoso, de claros principios, de juicio sosegado, cursado en materias, dueño verdadero de la cosa, que dejándole sin ella, se queda pobre, arrinconado, afligido y por ventura necesitado á hacer lo que no era suyo, por no incurrir en otra cosa peor? Mucho me pides para lo poco que sabré satisfacerte; mas diré conforme à lo que alcanzo lo que dello entiendo. » ¶

« Cuanto para con Dios, son sus juicios ignotos á los hombres y á los ángeles; no nie entremeto à mas de lo que con entendimiento corto puedo decir, y es, que él sabe bien dar á cada uno todo aquello de que tiene necesidad para salvarse; y pues aquel oficio faltó, no convino; por lo cual sabe, ó porque con él se condenará y lo quiere salvar, que lo tiene predestinado. Esto es cuanto para el que se queda sin lo que merece; pero para el poderoso que se lo quita, que no es de juez de intenciones ni de corazones, ni los puede examinar, y por lo esterior, que solo conoce, pervierte la provision, si habemos de hablar en lenguaje rústico, regulando el celestial, digo: que á la márgen de la cuenta deste poderoso, saca Dios, como acá solemos (para advertir algo) un ojo, y dice luego: ¿qué le tengo de pedir? ¿qué causa tuvo deste agravio, sabiendo que los tengo amenazados? Jueces de la tierra, porque no juzgastes bien os tengo aparejado durísimo castigo; yo residiré en la Sinagoga de los dioses, y los juzgaré. Lástima grande que quieran (sabiendo esta verdad) hallarse delante de aquel juez recto y verdadero, con acusacion cierta, que los ha de

condenar, y faltos de la restitucion que deben, sin la cual el pecado no puede ser perdonado, y no lo quiere remediar.»>¶

Verdad es que no faltará quien les diga: sí, señor, bien pudistes, no pecastes, bien hicistes en darlo à vuestro deudo, conocido ó amigo, ó al criado, que están mas cerca. Pues en verdad que no pudistes, porque lo quitaste de su lugar y lo pusistes en el ajeno. Vuelve sobre tí, ❘ considera, hermano mio, que es yerro, que no pudiste. Y porque no pudiste, pecaste, y porque pecaste, no está bien hecho; no mires à dichos de tontos ni de congracia. dores en lo que te importa tanto; lo mejor seria que te ciñeses y vieses lo que te aprieta, y lo repases con tiempo, que hay confesores de grandes absolvederas que son como sastres: diránte que el vestido que ellos te hicieron te entalla bien; pero tú sabes mejor si te aprieta, si te aflige, si te angustia ó cómo te viene; y permite Dios que porque no buscaste quien (viviendo y gobernando) te dijese verdades, al tiempo de la muerte, agonizando, no haya quien te las diga, y te condenes. Vela con los ojos, abre los oidos, y no dejes que te pongan las abejas de Satanás la miel en ellos, ni hagan enjambre, que son caminos anchos de perdicion. Pero volviendo á estos tales, cuanto à Dios no dudo su castigo, y cuanto a los hombres te sabré decir, que abren puerta à la murmuracion, y que hagan dello pública conversacion, diciendo (como dije antes) los fines que crei fueran secretos, teniendo lástima de tantos méritos tan mal galardonados, y de un trueco tan desproporcionado, viendo á los malos por malos medios valer mas, y à los buenos con su bondad escluidos y desechados; mas yo te prometo que les tiene Dios contados los cabellos, y que ni uno se les pierda. Si los hombres les faltaren, consuélense, que les queda buen Dios que no les faltará. »¶

«Así que, deste modo van las cosas, pues ni quiero mandos ni dignidades ; no quiero tener honra ni verla; estáte como te estás, Guzmán amigo; séanse enhorabuena ellos la conseja del pueblo, nunca se acuerden de ti, no entres donde no puedes libremente salir, no te pongas en peligro que temas; no te sobre que te quiten, ni falte para que pidas; no pretendas lisonjeando, ni enfrasques, porque no te inquieten; procura ser usufrutuario de tu vida, que usando bien della, salvarte puedes en tu estado: ¿quién te mete en ruidos, por lo que mañana no ha de ser ni puede durar? ¿Qué sabes ó quién sabe del mayordomo del rey don Pelayo, ni del camarero del conde Fernan Gonzalez? Honra tuvieron y la sustentaron, y dellos ni deIla se tiene memoria alguna, pues así mañana seras olvidado, ni se tendrá de tí. ¿Para qué es tanto ahinco, tanta sed y tantos embarazos? Uno per la comida, que aun es tanta la vanidad, que comer mucho y desperdiciado califica; otro para el vestido, y otro para la honra. No, no, que no esta bien, y con tales cuidados no llegarás á viejo, ó lo serás antes de tiempo; deja, deja la hinchazon desos gigantes, arrimalos por las paredes, vistete en invierno de cosa que te abrigue, y el verano que te cubra, no andando deshonesto ni sobrado; come con que vivas, que fuera de lo necesario es todo superfluo, pues no por ello el rico vive ni el pobre muere, antes es enfermedad la diversidad y abundancia en los manjares, criando viscosos humores, y dellos graves accidentes y mortales apoplegías. ¡Oh tú, dichoso dos, tres y cuatro veces, que a la mañana te levantas á las horas que quieres, descuidado de servir ni ser servido! que aunque es trabajo tener amo, es mayor tener mozo, como luego diremos. Al mediodia la comida segura, sin pagar cocinero ni despensero, ni enviar por carbon mojado á la tienda, y que te tra:gan piedras y tierra, y sabe Dios por qué se disimula ; sin cuidado de la gala, sin temor de la mancha ni codicia del recamado, libre de guardar, sin recelo de perder, no envidioso, no sospechoso, sin ocasion de mentir y maquinar

para privar; eso te importa ir solo, que acompañado, apriesa que despacio, riendo que llorando, comiendo que trepando, sin ser notado de alguno. Tuya es la mejor taberna donde gozas del mejor vino, el bodegon donde comes el mejor bocado, tienes en la plaza el mejor asiento, en las fiestas el mejor lugar: en el invierno al sol, en el verano á la sombra; pones mesa, haces cama por la medida de tu gusto como te lo pide, sin que pagues dinero por el sitio ni alguno te lo vede, inquiete ni contradiga; remoto de pleitos, ajeno de demandas, libre de falsos testigos, sin recelo que te repartan y por temas te empadronen, descuidado que te pidan, seguro que te decreten, lejos de tomar fiado ni de ser admitido por fiador, que no es pequeña gloria; sin causa para ser ejecutado, sin trato para ejecutar, quitado de pleitos, contiendas y debates; últimamente, satisfecho que nada te oprima ni te quite el sueño, haciéndote madrugar, pensando en lo que has de remediar. »¶

¶ No todos lo pueden todo, ni se olvidó Dios del pobre, camino le abrió con que viviese contento, no dándole mas frio que como tuviese la ropa, y puede como el rico pasar si se quiere regalar; mas esta vida no es para todos, y sin duda el primer inventor debió ser famosísimo filósofo, porque tan felice sosiego es de creer que tuvo principio de algun singular ingenio, y hablando verdad, lo que no es esto, cuesta mucho trabajo, y los que así no pasan, son los que lo padecen y pagan, caminando con sobresaltos, contiendas y molestias, lisonjeando, idolatrando, ajustando por fuerza, encajando de maña, trayendo de los cabellos lo que ni se sufre, ni llega, ni se compadece; y cerrando los ojos á lo que importa ver, los tienen de lince, para que el útil no se pase, siendo cosas que les importará mas estar de todo punto ciegos, pues andan armando lazos, haciendo embelecos, desvelándose en cómo pasar adelante, poniendo trampas en que los otros caigan, porque se quedan atrás: vanidad de vanidades, y todo vanidad. ¡Qué triste cosa es de sufrir tanto número de calamidades, todas asestadas ó ( por menos mal decir) hechas puntales, para que la frágil y desventurada honra no se caiga, y el que la tiene mas firme es el que vive con mayor sobresalto de reparos ! Volvia considerando sin cesar ni hartarme de decir: ¡ dichoso tú, que envuelto entre plomo y piedras (con firmes ligaduras) la sepultaste en el mar, de donde mas no salga ni parezca !»¶

«Acordabaseme lo que en las cosas domésticas costaba un criado bellaco, sisador, mentiroso como los de hogaño; y si va por el atajo, ha de ser tonto, puerco, descuidado, flojo, perezoso, costal de malicias, embudo de chismes, lenguaz en responder, mudo en lo que importa hablar, necio y desvergonzado en gruñir. Una moza ó ama que quiere servir de todo, sucia, ladrona, con un hermano, pariente ó primo, para quien destaja tantas noches cada semana, amiga de servir à hombre solo, de traer la mantilla en el hombro y que le den racion, y ella se tiene cuidado de la quitacion cuando halla la ocasion, y ha de beber un poquito de vino, porque se enferma del estómago. Si salíamos por las calles, donde quiera que ponia la mira, todo lo via de menos quilates, falto de ley, falso, nada cabal en peso ni medida, traslado á los carniceros y á la gente de las plazas y tiendas; demás desto, qué desespe racion pone un escribano falsario ó cohechado, contra quien la verdad no vale, que solo el cañon de su pluma es mas dañoso que si fuera de bronce reforzado; un procurador mentiroso, un letrado revoltoso, de mala conciencia, amigo de trampear, marañar y dilatar, porque come dello; un juez testarudo, de los de yo me entiendo, que ni se entiende ni lo entienden, andaba pretendiendo mansejon, como toro en la vacada, y en saliendo pareció que le tiraron garroohas; llevó un vestido que para poderlo concertar y ponérselo, eran menester mas de mil cedulilas y albalá de guia, ó entrarle con una cuerda como en

el laberinto, y con aquella hambre nunca se pensó ver barto; de donde diere, no dejó roso ni velloso; en todo halló pecado: en este, porque sí, y en aquel, porque no.»¶

verle las espaldas y dejarlo con su razon y á la mosca, que es verano. Embacéme sin saber qué responder, mas como à otra cosa no iba, le dije : « sí, señor.-Pues entra conmigo, ¶ »¡ Quién como la leona pudiera con bramidos dar vida en que haces el deber (me dijo) no perderás en ello.-Bien estos cachorrillos (verdades muertas) para que alentados seguro estoy (le respondí) que asentando con vuesa mertuviesen remedio! Vamos por los oficios. Considera el de ced tendré cierta la ganancia, pues no tengo de qué me un sastre, que tienen introducido tanto que se les ha de resulte pérdida. » Preguntóme: «¿ y sabes lo que has de dar para el pendon, ó la obra no se ha de hacer, ó la tullen hacer? » Volvile á decir: «lo que me mandaren y supiere hapor hurtarlo; un albañil, un herrero, un carpintero, y otro cer ó pudiere trabajar, que quien se pone à servir ninguna cualquier oficial, sin que alguno se reserve, todos roban, cosa debe rebusar en la necesidad, y á todas las de su todos mienten, todos trampean, ninguno cumple con lo obligacion tiene alegremente de satisfacer, y para lo uno que debe, y es lo peor que se precian dello. Volvamos ar- y otro se ha de disponer. » El se contentó de mi plática y riba, no se nos quede arrinconado un boticario, que por entendimiento, asenté à mercedes como gavilán. Anduve no decir no tengo ni desacreditar su botica, te dará los á los principios con gran puntualidad, y él me regalaba jarabes trocados, los aceites falsificados, no le hallarás cuanto podia; mas no solo á mis amos (que era casado) droga leal ni compuesto conforme al arte; mezclan, bau- procuré agradar, sirviendo de toda broza en monte y villa, tizan y ligan como les parece, sustitutos de calidades y dentro y fuera de mozo y moza, que solo faltó ponerme efectos diversos, pareciéndoles que va poco á decir desto saya y cubrir manto para acompañar á mi ama, porque las á esotro, siendo al contrario de toda razon y verdad, con mas caserías, barrer, fregar, poner una olla, guisarla, baque matan los hombres, haciendo de sus botes y redomas cer las camas, aliñar el estrado y otros menesteres, de escopetas, y de las píldoras pelotas ó balas de artillería, ordinario lo hacia (que por ser solo, estaba puesto á mi Pues el señor dotor lo adoba, y pensarás que es menos; cargo); pero á todos los criados del amo procuraba consi no le pagas deja la cura, si le pagas la dilata, y por ello tentar. Así acudia en un vuelo al recaudo del paje, como algunas ó muchas veces mata al enfermo; y es de consi- del mayordomo; del maestre de sala, como del mozo de derar, que siendo las leyes hijas de la razon, si pides á caballos. Uno me daba le comprase lo necesario, otro que un Jetrado algun parecer, lo estudia, no se resuelve, sin le limpiase la ropa, aqueste que le enjabonase un cuello, priniero mirarlo, con ser materia de hacienda; y un mé-aquel que le llevase la racion à su mujer, y esotro á su dico, luego que visita, solo de tomar el pulso conoce la enfermedad ignota y remota de su entendimiento, y aplica remedios, que son mas verdaderamente medios para el sepulcro. No fuera bien (si es verdad su regla, que la vida es breve, el arte larga, la esperiencia engañosa, el juicio dificil) irse poco a poco, hasta enterarse y ser dueños de lo que quieren curar, estudiando lo que deban hacer para ello? Es cuento largo tratar desto, porque todo anda revuelto, todo apriesa, todo marañado; no hallarás hombre con hombre, ni cosa con cosa, todos vivimos en asechanzas los unos de los otros, como el gato para el raton ó la araña para la culebra, que hallándola descuidada, se deja colgar de un hilo, y asiéndola de la cerviz la aprieta fuertemente, no apartándose della hasta que con su ponzoña la mata. »¶

CAPITULO V.

Cómo Guzmán de Alfarache sirvió á un cocinero.

Libre me vi de todas estas cosas, á ninguna sujeto, escepto á la enfermedad, y para ella ya tenia pensado entrarme en un hospital. Gozaba la florida libertad, loada de sabios, deseada de muchos, cantada y discantada de poetas, para cuya estimacion todo el oro y riquezas de la tierra es poco precio. Túvela, v no la supe conservar, que como acostumbrase á llevar algunos cargos y fuese fiel y conocido, tenia cuidado de buscarme un traidor de un despensero; déle Dios mal galardone. Hacia confianza en mí, enviábame solo, que llevase á su posada lo que compraha. Desta continuación y trato (que no debiera) me cobró amistad, parecióle mejorarme sacándome de aquel oficio á sollastre ó pícaro de cocina, que era todo á cuanto me pudo encaramar en grueso. Muchas veces me lo dijo, y una mañana me hizo una larga arenga de promesas, fué subiéndome á corregidor de escalon en esealon, que si aprendia bien aquel oficio, saliendo tal, entraria en la casa real, y que sirviendo tantos años, podria retirarme rico à mi casa; mia fe hinchóme la cabeza de viento, y hasta probar, poco habia que aventurar. Llevóme al señor mi amo (que ya nos conocíamos); cuando allá llegué (como si fuera la primera vez que nos viéramos) me dijo con mucho toldo: bien, ¿qué dice agora poca-ropa? ¿A qué bueno por acá el caballero de Illescas? ¿Es menester algo? ¿Vienes à estar conmigo? Yo estuve mal considerado, que cuando le vi comenzar con el tono tan alto, habia de vol

manceba. Todo lo hacia sin rezongar ni haronear. Nunca fuí chismoso ni descubrí secreto, aunque no me lo encargaran, que bien se me alcanzaba lo que habia licencia de hablar, y cuál era necesario callar. El que sirve se debe guardar destas dos cosas, ó se perderá presto, siendo mal quisto y odiado de todos. No respondia cuando me reñian, ni daba ocasion para ello; á los mandados era un pensamiento; donde habia de asistir nunca faltaba, y aunque todo me costaba trabajo, nada se perdia; bastábame por paga la loa que tenia, y lo bien que por ello me trataban de palabra, no faltando las obras á su tiempo.

Gran alivio es á quien sirve an buen tratamiento; son espuelas que pican à la voluntad para ir adelante, señuelo que llama los deseos, y carro en que las fuerzas caminan sin cansarse. A unos es bien y merecen servirse de gracia, y á otros no por ningun dinero; y sobre todo reniego de amo que ni paga ni trata.

Entonces pude afirmar que dejada la picardía, como reina de quien no se ha de hablar, y con quien otra vida política no se puede comparar, pues á ella se rinden todas las lozanías del curioso método de bien pasar, que el mundo soleniza, aquella era (aunque de algun cuidado) por estremo buena; quiero decir, para quien como yo se hubiese criado con regalo. Parecióme en cierto modo volver a mi natural, en cuanto à la bucólica; porque los bocados eran de otra calidad y gusto que los del bodegon, diferentemente guisados y sazonados; en esto me perdonen los de San Gil, Santo Domingo, Puerta del Sol, Plaza Mayor y calle de Toledo, aunque sus tajadas de higado y torreznos fritos malos eran de olvidar.

Por cualquier niñería que hiciera todos me regalaban; uno me daba una tarja, otro un real, otro un juboncillo, ropilla ó sayo viejo con que cubria mis carnes, y no andaba tan mal tratado; la comida segura y cierta, que aunque de otra cosa no me sustentara, bastara de andar espumando las ollas y probando guisados; la racion siempre entera, que á ella no tocaba. Esto me hizo mucho daño, y el haberme enseñado á jugar en la vida pasada; porque lo que ahora me sobraba, como no tenia casas que reparar ni censos que comprar, todo lo vendia para el juego. De tal manera puedo decir que el bien me hizo mal, que cuanto á los buenos les es de aumento (porque lo saben aprovechar), á los malos es dañoso, porque dejándolo perder se pierden mas con él. Así les acontece como

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