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guardaban en el monasterio de Peñafiel, si Argote de Molina no la hubiera sacado á luz en 1575, siendo así que fué compuesta algunos años antes que Juan Bocacio concluyese en Florencial su Decameron, empezado en Nápoles. Por el mismo tiempo trovaba el arcipreste de Hita sus apólogos ó enxiemplos, y entre ellos se encuentra la narracion de sus amores con doña Endrina,que forma una accion completa, sin que nada le falte para llamarse novela, y sin que el estar escrita en verso menoscabe, la propiedad de esta denominacion. Tampoco el público hubiera disfrutado las desenfadadas producciones de este autor, á no haberlas sacado de la oscuridad el entendido bibliotecario don Tomás Sanchez, á fines del siglo pasado.

Pero, como con mejor fortuna las obras del citado Bocacio adquirieron de repente gran publicidad en Italia, donde con antelacion á otras naciones se verificó el renacimiento de las letras, pudieron todos gustar de tan sabroso género, y muchos lo cultivaron, siguiendo las huellas de aquel gran maestro y de los desconocidos autores de las Cento novelle antiche, modelo de claridad y sencillez narrativa. Así Francisco Sachetti hizo también su coleccion, y Ser Giovanni compuso su Pecorone, ambos en la misma centuria. Se comprendió desde luego la importancia de este medio eficacísimo para la propagacion de las ideas, y no lo desdeñaron los hombres mas eminentes en saber y en dignidad. Así el famoso Eneas Silvio, después papa bajo el nombre de Pio II, escribió en latin su Historia de los dos amantes Eurialo y Lucrecia, que fué al momento traducida en lengua vulgar (1).

También en la provenzal, usada por la mayor parte de los pueblos que componian la monarquía aragonesa, se han conservado algunos restos de este género de composicion. Nuestro erudito amigo don Manuel de Bofarrull ha descubierto recientemente, entre los papeles procedentes del monasterio de San Cucufate del Vallés, en un códice titulado Miscellanea ascetica, que ya citamos con otro objeto en una nota del tomo anterior (2), una fabulosa Historia del rey d'Ungría, y una Vida del caballero Tutglat de la provincia llamada Irbenia. Ambas se hallan copiadas por una misma mano, de letra de mediados del siglo xiv. Segun el estracto que de ellas se nos ha dado (3), deben clasificarse como novelas, y merecen ser examinadas por los curiosos, como otras muchas producciones de aquella olvidada literatura, no menos nacional que la castellana.

Acia la mitad del siglo xv, reinando don Juan II, escribia su Cárcel de Amor Diego de San Pedro, regidor de Valladolid. Esta novela, puesta en forma epistolar entre dos amantes, Leriano y Laureola, y dirigida á don Diego Hernandez, alcaide de los Donceles, es sin duda la mas antigua del género sentimental que se conoce en nuestra lengua, y sube tanto de punto

servado en la biblioteca nacional, las cuales, Dios mediante, verán la luz pública por nuestra diligencia.

(1) La traduccion castellana se imprimió en 1512, 1524 y 1530, en Sevilla, por Cromberger.

(2) T. II, p. 152.

(3) Estracto de la historia del rey de Ungría. -- Un rey de Ungría, cuya mujer murió, trató de casarse con su hija, que era muy hermosa y tenia por manos una maravilla: la bija se resiste, y conociendo que las manos es la causa de su perdicion, se las corta y las presenta á su padre el dia mismo que debia unirse á ella. El padre irritado manda meterla en una lancha y abandonarla sola en medio del mar. Dios encamina la lancha à Marsella, y la gente de aquella ciudad da con ella y la presentan al conde de Provenza, que enamorado después de ella, y sabiendo que era hija del rey de Ungría, manda caballeros suyos que lo averigüen y se la pidan. El rey de Ungría consiente, se casan y tienen un hijo. La madre del conde de Provenza se encela, y vuelve á meterla en una lancha con su bijo y los entrega al capricho del mar. Pero Dios no abandona tampoco esta vez á su protegida, y la lancha con los ilustres viajeros es acogida en un convento de monjas si.... tuado en la costa. Las religiosas la nombran portera, y edifica con sus virtudes y santidad. Un dia que oraba, como es costumbre, al pié del altar, al oficiante le cae la hostia, y ella con mucho fervor, sin acordarse de la falta de sus manos, se inclina á cogerla, y entonces Dios se las de

vuelve mas hermosas aun de lo que las tenia cuando se las cortó. Este milagro sorprende á la comunidad, y desde entonces la veneran mas que antes. Entre tanto el conde de Provenza no pierde tiempo; fleta una embarcacion para buscar á su mujer por la inmensidad de los mares. En vano la busca por espacio de seis años. Al fin se resuelve à regresar á Marsella, y necesitando hacer aguada su tripulacion, salta parte de ella precisamente en las playas del convento. Algunos de los marineros conocen á la condesa, pero como le observan las manos, creen que es otra mujer muy parecida á ella. No obstante, dan esta noticia al conde, que movido de curiosidad pasa á verla. Se reconocen, se esplica el milagro de las manos, y con sentimiento de las monjas se la lleva à Marsella. Viven muchos años felices, y dejan á su muerte aquel hijo y otros muchos varones y hembras. De estas, una fué mujer del rey de Aragon, otra del de Francia, otra del de Castilla y otra del de Inglaterra; finalmente formaron el linaje de Aragon.

La Vida de Tutglat es la historia de un caballero muy tronera que muere, y en los tres dias que median desde su muerte hasta su entierro, su alma guiada por un ángel presencia todos los goces que sus compañeras tienen en el cielo, y las penas y horrores que padecen en el infierno; después regresa al cuerpo en el momento en que van á enterrarlo, manifiesta lo que ha visto, y hace en lo sučesivo una vida muy ejemplar.

la exaltacion amorosa que en ella reina, que Goëte no tuvo mas lúgubres inspiraciones para la composicion de su Werter. El mismo autor, ya bajo el reinado de los Reyes Católicos, compuso con el título de Arnalte y Lucenda otras cartas y razonamientos de amores de mucho primor y gentileza, como con mucha razon se dice en la portada, y además la Cuestion de amor entre dos caballeros amartelados, Vasquirano y Flamiano. Estas dos producciones tuvieron en su tiempo, no menos que la anterior, suma aceptacion, tanto en España como fuera de ella (1). De aquí, y de lo que mas adelante espondremos, se podrá inferir el sumo aprecio que hacian entonces los estranjeros de unas obras nuestras que apenas conocemos ahora, y donde sin embargo se hallan las fuentes de otras consideradas como de reciente concepcion, siendo de notar que Italia se encontraba entonces en el mas alto grado de cultura, y que en Francia germinaban ya las semillas de aquella ilustracion que tanto fructificó años después. Hallándose en aquellos tiempos tan estendido por Europa el conocimiento y uso de la lengua castellana, se hacian menos necesarias las traducciones de nuestros originales; sin embargo, todas las naciones mas adelantadas quisieron enriquecer su literatura son las producciones del ingenio español; y si, formando una especie de balanza del comercio literario, nos entretuviésemos en cotejar lo que dimos con lo que recibimos de lo esterior, hallaríamos fácilmente la suma considerablemente mayor de nuestras esportaciones, sin esceptuar el renglon de novelas y otros libros de entretenimiento.

Pero en aquellos de que hasta aquí hemos hablado, notabilísimos con respecto á su época, y admirables por su invencion, se descubre todavía la infancia del arte. Una obra de aquellas que, produciendo una revolucion en el modo de novelar, inauguran nueva era, fijan el espíritu de los escritores, dirigen sus tendencias y se presentan como un modelo que muchos se apresuran á copiar, no la tuvimos ciertamente hasta que apareció la Celestina. Por esta razon, y por las demás que dejamos apuntadas en la Advertencia, colocamos esta obra en la cabeza de la serie de Novelistas españoles anteriores á CERVANTES, dando de ella y de las otras que le siguen la idea que su lectura nos ha hecho concebir hasta donde alcanza nuestro humilde criterio.

LA CELESTINA.

En el año de 1499 salió á luz en Medina del Campo un libro titulado: Celestina, tragicomedia de Calisto y Melibea (2). Empieza con una carta del autor á un su amigo á quien, después

(1) La Cárcel de Amor de Diego de San Pedro se imprimió primero en Burgos, año de 1496, por Frederigo Alemán; luego en la misma ciudad en 1522, por Alonso de Melgar, seguida de un tratado sobre la propia obra por Nicolas Nuñez. En Zaragoza, 1523, por Jaime Coi.- En Sevilla, 1525, por Jacobo Cromberger.-En Venecia, 1531. --En Medina del Campo, 1544, por Pedro de Castro.—Otra vez en Venecia, 1553, por Gabriel Giolito. Dos veces en Amberes, 1556 y 1598, por Martin Nucio.-En Lovaina sin fecha, por Rogerio Velpio. - En Salamanca, 1580.

Lelio Manfredi hizo una traduccion italiana que se publicó en Venecia en 1513 por Zorzi di Rusconi, y se reprodujo en 1515, 1521, 1530, 1553, 1537, 1546 etc.

Del italiano se tradujo al francés, y de esta version se conocen las ediciones siguientes: Paris, 1526, por Galliot du Pré. —París, 1527. — Lion, 1528, por Oliverio Arnonllet. París, 1533. A la misma lengua la tradujo de su original Gil Corrozet, quien la publicó con ambos testos en París, 1552, reimprimiéndose después en Amberes, 1556 y 1560, por Ricardo Steele. - Paris, 1566. — Ibidem, 1581, por Magnier.-Lion, 1583, por Rigand.-Paris, 1595.

El Tratado de Arnalte y Lucenda se publicó en Burgos, en 1522, y la Cuestion de amor, en Medina del Campo, en 1545. El primero fué trasladado al francés por Nicolas d'Herberay sieur des Essars, é impreso con una traduccion italiana de Bartolomé Maraffi, en Lion, 1583; pero

antes, sin nombre de traductor y bajo otro título, habia salido á luz en Paris, 1559, 1546, 1551 y 1556.-En Lion 1550 y 1570.- En Gante, 1556.

Dicha Cuestion de amor con el titulo de Le débat entre deux gentils hommes espagnols etc. se publicó en París, 1541, por J. Lougis, lo cual nos demuestra que la edicion castellana de 1545, que hemos citado, no es la primera; pero no tenemos noticia de otra mas antigua.

(2) Dou Leandro Fernandez de Moratin, en la nota 33 á su Discurso histórico sobre los orígenes del teatro español (p. 172 del t. n de nuestra Biblioteca.) no menciona esta edicion, suponiendo ser la primera la que Martin Polono hizo en Salamanca el año siguiente. Antonio de Proaza creyó que la primera fué la de Sevilla, en 1502; y á esta creencia pudo contribuir la octava puesta al fin del libro, que se repitió en otras impresiones posteriores :

El carro de Febo, después de haber dado
Mil é quinientas dos vueltas en rueda,
Ambos entonces los hijos de Leda
A Febo en su casa tienen presentado;

es decir, en el mes de mayo ó junio de 1502, hallán-
dose el sol en Géminis.

Aumentando (no podemos decir completando) la lista de las ediciones que cita dicho Moratin, pondremos aquellas de que tenemos noticia, á saber: 1499, Medina del Campo.-1500, Salamanca, por Martin Polono. - 1501, Sevilla, por Estanislao Polono.-1502, Sevilla,- 1502,

de manifestar la gran necesidad que tenia la patria de semejante obra, como arma defensiva para resistir los fuegos del amor desordenado, esplica la ocasion que le habia incitado á continuarla, cuando en Salamanca vino á sus manos el principio de ella, sin nombre de autor, aunque algunos la atribuian á Rodrigo de Cota, y otros á Juan de Mena. Previene la reconvencion que pudiera dirigírsele, porque siendo jurista se habia distraido en tarea tan ajena de su facultad; y en descargo suyo declara que en ella no empleó mas de quince dias de vacaciones. Quiere encubrir su nombre, pero al mismo tiempo llama la atencion del que lèyere sobre unas octavas de arte mayor, puestas á continuacion, por donde, juntando las iniciales de los versos, se viene en conocimiento, no solo de su nombre sino también de su categoría académica y de su patria: el bachiller FERNANDO DE ROJAS acabó la comedia de Calisto y Melibea, é fue nascido en la puebla de Montalván. Sigue luego un prólogo, en que con numerosas y graves autoridades prueba que todo lo del mundo es una pura batalla, para venir á parar en las disputas que pudiera suscitar el dictado de tragicomedia que dió á la composicion, siendo así que comedia habia sido llamada por su primitivo autor; y concluye diciendo que importunado por amigos, y bien contra su voluntad, hubo de poner segunda vez la mano en esta labor, á espensas de su principal estudio, de su descanso y de su esparcimiento.

Estos son los datos que del mismo libro pueden sacarse acerca de sus autores; y fuera de él hallamos solo opiniones y conjeturas. El primer acto de la Celestina fué obra de JUAN DE ¿ MENA, ó de RODRIGO COTA? ¿Quién era y qué mas compuso ese bachiller FERNANDO DE Rojas que añadió los demás actos? ¿En que época fueron escritos el uno y los otros?

De Juan de MENA asegura Valerio Francisco Romero que vivió cuarenta y cinco años; pero se ignora en cuál murió. Hubo de ser sin duda antes del año 1458, pues este fué el del fallecimiento del marqués de Santillana, quien habia dado en Torrelaguna honrosa sepultura al insigne poeta cordobés; y después del año 1445, pues fué el de la batalla de Olmedo, cuyo éxito le comunicó en una de sus epistolas el bachiller Gomez de Cibdadreal. Ninguna obra en prosa se conoce positivamente como de JUAN DE MENA; y las que por mera sospecha se le atribuyen son de órden muy diferente del de la Celestina para servir de término de comparacion, aun cuando la autenticidad de estas fuese muy probada. La, diccion de la tragicomedia revela un grado de perfeccion y soltura mayor del que tenia la lengua castellana durante el reinado de don Juan II, aunque à la verdad entonces fué cuando sus progresos fueron mas rápidos, y no seria imposible que un autor hubiese tomado por gran trecho la delantera á sus contemporáneos.

Tampoco de RODRIGO DE COTA Conocemos otras composiciones que no sean rimadas; pero el Diálogo entre el Amor y el Viejo, que se tiene por obra suya, ni en espíritu ni en lenguaje desdice de la Celestina. Por esto la mayoría de los críticos se inclina á creerla produccion de este ingenio, apoyándose en la duda de su continuador, y en mas afirmativas proposiciones de posteriores biógrafos. En la edicion del Diálogo referido, que Francisco de Canto hizo en Salamanca el año de 1569, se dice en la portada que fué su autor Rodrigo Cota, el tio, natural de Toledo, el cual compuso la égloga que dicen de Mingo Revulgo, y el primer auto de la Celestina, que algunos falsamente atribuyen á Juan de Mena. Del mismo parecer es don Tomás

Salamanca. 1507, Zaragoza. 1514, Milan por Zennotti de Castrone.-1515, Venecia.-1523, Sevilla.-1525, Venecia.-1526, Toledo. -1529, Valencia, por Juan Viñas. -1531, Venecia. 1534, Venecia, por Est. Savio.-1534, Sevilla.-1555, Venecia. 1536, Sevilla, por Domingo de Robertis.1538, Génova.-1538, Toledo, por Juan de Ayala.-1539, Sevilla.-1559, Amberes, por Guillome Montano.- 1545, Amberes, por Martin Nucio.- 1553, Venecia, por Gabriel Giolito.-1556, Venecia.-1558, Salamanca, por los herederos de Juan de Sunta. - 1561, Cuenca, por Juan de Canova.-1563, Alcalá, por Francisco de Cormellas. -1569, Alcalá, por Francisco de Robles.-1569, Salamanca, por Martin Mares.- 1570, Salamanca, por Matías Gost.-1591, Alcalá, por Fernando Ramirez.-1595, Amberes, por Plantino.-1599, Amberes, por Plantino.-1601, Amberes, por Plantino.-1601, Madrid, por Andrés Sanchez.-1619, Madrid, por Juan de

la Cuesta. — 1633, Pamplona con traduccion francesa, por Carlos Labayen. - 1634, Ruan.-1644, con traduccion francesa, por Carlos Osmond.-1822, Madrid, por don Leon de Amarita. -1842, Barcelona, por Gorchs.

Traducciones.

-

1540, en verso, por Juan Sedeño: Salamanca, Pedro de Castro.-1527, en francés: Paris, Nicolas Constan. 1542, Paris, Nicolas Barbon.-1578, por Santiago Laverdin Paris, Gil Robinot. 1598, Por Santiago Laverdin : Ruan.-1654, con testo, por Carlos Osmond, Ruan. 1578, idem, por Santiago Laverdiu: Paris, Nicolas Boufons. —1634, idem, por Carlos Labayen: Pamplona.-1503, en italiano, por Alfonso Ordoñez, Venecia. 1515, Venecia. -1515, Milán.-1519, idem, sin nombre de traductor: Venecia, Pedro Nicolini da Savio.- 4531, idem, por Alfonso Ordoñez, Venecia.

Tamayo de Vargas, crítico de grande autoridad, que escribia en la primera mitad del siglo xvii. Don Nicolas Antonio se contenta con esponer brevemente los diversos pareceres, sin decidirse á favor de ninguno. RODRIGO DE COTA es sin duda posterior á Juan de Mena, aunque solo por inducciones sabemos aproximadamente la época en que vivió. Habria en Toledo otro de su mismo nombre, mas mozo y no desconocido, como lo indica el sobrenombre de el tio ó el viejo, con que se le distingue por los que le citan. Moratin coloca su Diálogo entre el Amor y el Viejo en el año de 1470, y por aquellos tiempos debieron componerse las Coplas de Mingo Revulgo, en que bajo nombres rústicos se satirizan los desórdenes de la corte de Enrique IV de Castilla. En defecto de pruebas irrecusables, cuanto menos antiguo se suponga el primer acto de la Celestina, tanto mas verosímil será la hipótesis, por dos razones : la primera, por la cultura del lenguaje, que indica ya cumplida la época de la pubertad en el idioma; y la segunda, por la notable semejanza entre el testo del primitivo autor y el del continuador, que nadie pudiera imaginar fuesen rasgos de distintas plumas.

Tal es uno de los principales méritos que hacen á FERNANDO DE ROJAS acreedor á los mas lisonjeros aplausos. No con mayor destreza imitaba Lucas Jordán á los pintores que se proponia estudiar, engañando á los mas preciados de inteligentes. Aunque este admirable autor no nos ha dejado de sus escritos otra muestra, ni de su vida otras noticias, creemos que entre su composicion y la publicacion de ella mediarian algunos años. En nuestra opinion se escribia durante el sitio de Granada por los Reyes Católicos. En el acto tercero, hablando Celestina de las novedades que causan impresion, se esplica así: «Qué, ¿tanto te maravillarias si dijesen la »tierra tembló, ú otra semejante cosa, que no la olvidases luego? Así como helado está el rio, › el ciego ve ya, muerto es tu padre, un rayo cayó, ganada es Granada ect; prueba de que la escena pasaba antes del año 1492, en que se rindió aquella ciudad á las armas cristianas. Entonces seria Fernando de Rojas jóven aun, si bien no poco práctico y tal vez escarmentado en negocios de amorosas intrigas, segun la viveza magistral con que pinta los caracteres y remeda el lenguaje de los que en ellas suelen intervenir. Seria estudiante de la universidad de Salamanca, y no profesor en ella, supuesto que tanto en la carta á su amigo como en el prólogo al lector habla de suspension de su principal estudio en tiempo de vacaciones mientras sus socios se hallaban descansando en sus tierras. Suponemos que en su patria, la Puebla de Montalván, villa entonces notable, situada à cinco leguas de Toledo, los diligentes biógrafos escudriñadores de las glorias de nuestra patria habrán practicado minuciosas indagaciones para descubrir las circunstancias de un varon tan señalado en la república de las letras ; y su silencio nos prueba que habrá sido infructuosa su laudable curiosidad, dejándonos el sentimiento de ver que quien tan maravillosa muestra dió de su habilidad y magisterio en el manejo de la lengua castellana no hubiera ejercitado en otras obras aquel don que el cielo con tanta liberalidad le concediera.

Lo que sin temor de yerro puede asegurarse, así del autor que concibió la idea como del que con tanta felicidad acertó á completarla, es que uno y otro eran peritísimos en las letras humanas, segun el estado de conocimientos de aquella edad, la cual en esta parte en nada cedia á la nuestra. Sin parecerse la Celestina á ninguna de las obras de la antigüedad, en toda ella trasciende un olor suavísimo de lectura y meditacion sobre los mejores modelos. En la eleccion de los nombres de los personajes se observa un esmerado artificio y deliberado propósito de encerrar en ellos la significacion de su carácter ú oficio en la fábula (1). El lenguaje de los interlocutores, en general vivo, animado, copioso y acomodado al intento, degenera con frecuencia en afectado y lleno de una erudicion inoportuna entre gentes de rústicos principios, al paso que demuestra la instruccion de los dos autores. Desde el acto primero el criado

(1) El galán protagonista se llama Calisto, del superlativo griego Kalistos, bellísimo. Hay un maton nombrado Traso, de la voz Thráse, atrevido, audaz. Sobre la palabra Parmeno (nombre de un criado de Calisto) dice Argensola: «Parmeno, del verbo Parménein, reir, que pro» mete haber de esperar al lado de su señor.... Mostraria » saber poco el que reprobase esta artificiosa imposicion » de nombres peregrinos, reprobando en esto á todos los » autores clásicos; y no menos erraria si no atisbase ó

>> sospechase que son formados y aplicados por alguna no vulgar consideracion. (Carta 1. al P. F. Jerónimo de San José.)

Parmeno. Manens et aditans domino. (Terent. Eunuchus, Adelphi, Hecyra.)

Sosia, sógsein, servare, à bello servatus. (Plauto: Amphytrion. Terent: Andria, Hecyra.)

Crito, kristès, judex, arbiter. (Terent: Andria, Heautontimorumenos, Phormion.)

Sempronio habla de Nembrot y de Alejandro, y cita á Salomon, á Séneca, á Aristóteles, á san Bernardo y el rezo de la festividad de San Juan. Celestina y sus huéspedes hablan á cada paso como académicos; y la desesperada Melibea, en el momento de encerrarse en la torre fatal de la cual iba á precipitarse, habla de Bursia, rey de Bitinia; de Tolomeo, rey de Egipto; de Orestes, de Clitemnestra, de Neron, de su madre Agripina, de Filipo de Macedonia, de Herodes, de Constantino, de Laodicea, de Medea la nigromántica, de Froates, rey de los partos, y de su padre Orodes; y en el mismo acto de despeñarse parece como que siente el ver que se le acaba este flujo de pedeantar, cuando dice á su padre : «algunas consoladoras palabras te › diria antes de mi agradable fin, colegidas y sacadas de aquellos antiguos libros, que por acla› rar mas mi ingenio me mandabas á leer; sino que ya la dañada memoria con la gran turbacion › me las ha perdido, ect.. Por esto decia Moratin que un hombre inteligente haria desaparecer los defectos de la Celestina sin añadir por su parte una sílaba al testo » (1).

El lugar donde el autor colocó la escena de su tragicomedia ha de ser una ciudad importante y culta de España; pues se habla, segun hemos dicho, de la toma de Granada como de noticia aguardada con impaciencia, del enamorado poeta Macías como de persona conocida y del tiempo del anciano Pleberio; y dice Parmeno haber servido nueve años á los frailes de Guadalupe. Se supone en la poblacion una iglesia de la Madalena, una parroquia de San Miguel, un barrio de las Tenerías, una calle del Arcediano y otra del Vicario gordo. Desde la azotea alta de la casa de Melibea se podia gozar de la deleitosa vista de los navíos, por lo cual la ciudad estaba á la vista del mar ó á la orilla de un rio navegable. Con todas estas señas podrá el curioso examinar qué ciudad las reune; tal vez ninguna, y bien pudo ser que FERNANDO DE ROJAS la crease en su imaginacion.

La calificacion de tragicomedia, que sin conviccion completa y solo para conciliar discordes pareceres dió FERNANDO DE ROJAS á la Celestina, no es en nuestro sentir razon suficiente para dejar de colocarla entre las novelas en el distinguido lugar que le corresponde. La palabra comedia tenia entonces indudablemente una significacion muy diversa de la que le dieron los griegos y romanos; y solo después fué restituida á su primitivo concepto, ó muy cerca de él. No seria fácil en el dia esplicar el por qué el Dante dió el nombre de divina comedia á su magnífico poema, ni por qué el marqués de Santillana llamó á otro suyo comedieta de Ponza, siendo así que ni uno ni otro están siquiera dialogados. La Celestina lo está; mas á pesar de esto no se compuso para el teatro, como tampoco se destinó á él la Dorotea de Lope de Vega, sin embargo de tener esta misma circunstancia. De los pocos dramas representados hasta fines del siglo xv en España, ninguno habia tomado el nombre de comedia ni tragedia. Autos, diálogos, pasos, coloquios, representaciones, églogas: tales eran los títulos con que se anunciaban las composiciones de Juan de la Encina, de Gil Vicente y de los pocos contemporáneos que ensayaban la musa dramática de Castilla. Una representacion de veinte y un actos, algunos de no corta medida, y divididos la mayor parte en escenas que exigen mudanza de aparato, hubiera sido insoportable. Cuando don Pedro de Urrea quiso con este intento trovar algunos años después de prosa en metro la tragicomedia, se limitó al primer acto, y llamando égloga su version, de que hablaremos mas adelante, previno con mucho cuidado en su argumento, que debia ser hecha en dos veces. Consideremos pues la Celestina como una novela dialogada, de un mérito estraordinario absolutamente hablando, y de un valor inapreciable, si tomamos en cuenta la época en que fué escrita. Los que la miraron bajo el solo punto de vista literario se deshicieron en elogios de tan acabada concepcion. El anónimo autor del famoso diálogo de las lenguas, que escribia bajo el reinado de Carlos V, dijo que ningun libro habia escrito en castellano donde la lengua estuviese mas natural, mas propia, ni mas elegante. »

Miguel de Cervantes Saavedra hizo decir al Donoso en los versos que preceden á la primera parte del Don Quijote :

Segun siente Celesti-,
Libro en mi opinion divi-

Si encubriera mas lo huma- (2).

(1) Nota 33 á los Origenes del teatro español, p. 172 de nuestra edicion.

(2) Cervantes, p. 230 de nuestra edicion.

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