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Con el título de la Vida de Lazarillo de Tormes, sus fortunas y adversidades se publicó en Amberes el año de 1553 (1) un librito en castellano, que fué reimpreso el año inmediato en la misma ciudad, y simultáneamente en la de Burgos: prueba del aplauso que obtuvo desde su aparicion. Este libro no tenia modelo en su género, y abria á los ingenios de buen humor una senda nueva y amenísima. No habian sospechado los literatos que pudiesen interesar las travesuras de un hombre nacido y criado entre la hez de la plebe, ni que llegasen á ser objeto de grata recreacion y atento estudio las escenas de la vida pordiosera y vagabunda. La naturaleza sin embargo ofrecia numerosos tipos, y bastó el verlos reproducidos con gracia y verdad para que el público se deleitase en reconocer la maravillosa semejanza. Hé aquí descubierta una nueva mina de placer asequible á todas las inteligencias; y en aquel momento hubo nacido una clase de composicion que precisamente debia hacerse muy popular : la novela llamada picaresca.

El Lazarillo salió sin nombre de autor, pero muy pronto hubieron de trabajar las conjeturas de los curiosos. La opinion general, que probablemente sobre datos fundados designó al autor, no tuvo contradiccion, hasta que el padre José de Sigüenza, insigne escritor, en su Historia de la órden de San Jerónimo, impresa en 1600, reclamó la propiedad en favor de fray Juan Ortega, de aquella religion. Mas á pesar de esta autoridad, que tuvo pocos secuaces, todos persistieron en la idea de que el Lazarillo de Tormes pertenece a don DIEGO Hurtado de MENDOZA, Varon famoso, mas que por su alta nobleza, por sus vastos conocimientos literarios y sus hechos políticos, que le dieron la mayor importancia durante los reinados de Carlos V y Felipe II (2). Supónese que escribió este lindísimo juguete en su mocedad, cuando se hallaba estudiando en Salamanca, que seria por los años de 1520 al 1523 (3); de lo cual se deduce el largo tiempo que su obra, tal vez por buenos respetos, durmió en sus cartapacios, al paso que la circunspeccion con que ocultó su nombre se esplica por la importantísima y delicada comision imperial que estaba desempeñando en el Palatinado cuando salió á luz esta feliz produccion de su variado ingenio.

La sobrada viveza con que escribió la vida licenciosa de algunos eclesiásticos, y los engaños con que so capa de piedad se fomentaban las ideas supersticiosas del pueblo, hizo que la inquisicion mandase espurgar su original, cuya circulacion no podia impedir sin esponerse al público desaire y á la abierta desobediencia : tanta era la fama que el libro gozaba; y así salieron notablemente alteradas las ediciones hechas en Madrid el año de 1573, en Tarragona el de 1586, en Zaragoza el de 1599 y en Medina del Campo y Valladolid en 1603. Las principales supresiones recayeron sobre el capítulo ó tratado iv, relativo al asiento de Lázaro con el fraile de la Merced, y sobre el v, en que refiere las trapisondas de aquel bulero fingidor de milagros. Ambos pasajes se omitieron enteramente, y en los demás se quitó aquello que

(1) Ediciones del Lazarillo de Tormes: 1553, Amberes.-1554, Burgos. -1554 1555, con la segunda parte, Amberes.-1555, idem. - 1563, Madrid, junto con la Propaladia.-1586, Tarragona.-1587, Milán, por Antonio de Antoni. - 1595, Amberes, por Plantino.-1597, Bérgamo. 1599,-Zaragoza, por Juan Perez.-1600, Roma, por Antonio Fachetto. - 1603, Medina del Campo. -1620, Corregida por J. de Luna, Paris por Boutonné.

Traducciones.

1561, en francés por J. G. de L. Paris, Le Maguier ó Vicente Sartenas.1594, Amberes, Guisland Jausens.

T. III.

1598, con la 2.a parte anónima por Juan Vander Meres, Amberes, G. Jauseus. 1601, con el testo, Paris, N. y P. Bonfons.-1620, con la segunda parte por S. S. D. (Le Sieur D'Audiguier), Paris, Boutonné. -1649, Lion, B. Bachelu. 1660, Paris, J. Cotinet. -1678, por el abate de Charnes, Paris, Ch. Barbin. — 1697, Lion, J. Viret. 1698, traduccion nueva, Bruselas, Jorje Backer. -1801, Paris, Didot.

(2) Reservamos la vida de DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA para el tomo que ha de comprender otras obras suyas menos lijeras.

(3) Creemos mas bien que fué después del año 1525, porque habla de las cortes de Toledo, las cuales fueron celebradas por el emperador en aquel año.

C

podia ceder en menoscabo de la clase, á la cual en competencia con la autoridad civil estaba confiada la magistratura suprema y veto absoluto en materia de libros. Salvóse sin embargo lo del arcipreste de San Salvador de Toledo, cuya sospechosa amistad con la mujer de Lazarillo podia ser objeto legítimo de espurgo, pues se trataba de una dignidad que realmente existia, y bastaba saber quién la estaba poseyendo en el año de 1525, que fué cuando el emperador Carlos V tuvo cortes en Toledo, para colgar el milagro á persona determinada, y tal vez bien inocente. Tales son las anomalías que presentan los actos de la censura de aquellos tiempos ; á bien que en todos la hemos visto obrar caprichosa y desatentadamente, inútil para corregir el mal, y solo eficaz para aumentar el escándalo. Por lo demás, tocante á alusiones políticas, solo se tachó lo que dice en el tratado i sobre los medios de obtener privanza en palacio, y en el vii sobre la medra que alcanzan únicamente los que pillan un oficio real, aunque sea de pregonero de vinos.

Puede considerarse este libro como un retrato muy fiel de la época en que coloca la accion, que fué la misma en que se escribió. La fecha citada de las cortes de Toledo, cuando Lazarillo estaba ya casado, se ajusta perfectamente con la de la jornada de Gelves, acaecida en 1511, donde, siendo él niño, murió su padre. Las exageraciones que puede haber en la descripcion de las costumbres son moderadas y graciosas. No hay el menor resabio de pedanteria, que fuera de su lugar es insoportable; y sin embargo lo escribia uno de los hombres mas eruditos de aquel tiempo, cuando era raro el escritor que con cualquier motivo no hiciese alarde de cuanto habia leido.

El Lazarillo adquirió desde luego tanta popularidad, que algunas de sus gracias se refundieron en proverbios, y hasta el nombre propio de su héroe pasó por antonomasia á ser apelativo para significar al muchacho que ejerce el oficio de acompañar á un ciego. Los mas nombrados escritores se aprovecharon de sus pasajes, aludiendo á ellos oportunamente. Cervantes, en los versos cortados que preceden al Quijote dice :

No se me escapó cebá-,
Que esto saqué á Lazarí-,
Cuando por hurtar el ví-
Al ciego le di la pá-,

refiriéndose á la burla que se relata en el tratado primero (pág. 19). Shakespeare aludió también á la venganza que Lazarillo tomó de su primer amo (pág. 81), cuando dice: ¡Oh! vos dais palos de ciego. Vuestro lazarillo os hurtó la comida, y vos dais en el poste (1).»

El autor de Lazarillo puso en boca de su héroe la relacion de la propia historia, método que da al discurso grande energía y colorido. Petronio y Apuleyo habian ya dado el ejemplo, y si HURTADO DE MENDOZA no se propuso adrede imitarlos, participó de aquel tino que muchas veces conduce por una misma senda á ingenios aventajados, que abandonados á la espontaneidad de su impulso obran de un mismo modo sin tratar de parecerse. Esta obra, á diferencia de todas las que en aquel siglo se escribian, oculta y disimula, segun hemos observado, todo rastro de erudicion impertinente, defecto que ya hemos notado en la Celestina. Lazarillo es quien debe ser un mozo de travesura, sin mas letras que las necesarias para leer, escribir y ayudar á misa. Su lenguaje es sencillo, rápido, animado y lleno de chispa. Amaestrado por el ciego en las mañas de la mendicidad, acosado por el hambre, que es grande aguzadora del entendimiento, descubre un carácter que no deja de interesar: generoso en medio de su laceria, sufrido, maldiciente, gracioso, y fecundo en trazas; pero no en aquellas que demuestran perversa intencion y producen pesadas consecuencias. Como los demás personajes que aparecen en la narracion pasan rápidamente sin volver a presentarse, sus caracteres están trazados como bocetos de un gran pintor de caricaturas en un momento de inspiracion.

La narracion concluye de golpe, cuando mas curioso debe estar el lector por ver en qué paran aquellos chismes sobre las entradas y salidas de la mujer de Lazarillo en casa del arcipreste. ¿Dió el autor por concluida su obra? Por una parte poco antes de su fin habla en presente, diciendo : « Desta manera no me dicen nada, y yo tengo paz en mi casa. Luego al es

(1) BENEDICK. «Ho! now yon strike like the blind man: 'I was the boy that stole your meat, aud you'll meat

the post. (Comedia: Much ado for nothing, Mucho ruido y pocas nueces, acto 2.o, escena 1.*).

cribir su relacion se hallaba todavía en aquel estado de bienaventuranza conyugal bajo la sombra de su protector. Mas á pocos renglones termina con estas palabras: Mas en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna.» Luego su situacion habia variado. ¿Y por qué nos oculta sus nuevas vicisitudes quien con tanto candor nos ha referido los sucesos de su vida desde su nacimiento en la aceña del rio Tormes? No podemos fácilmente perdonarle esta reserva estemporánea, cuando, segun las señas, habia tela cortada para largo rato de entretenimiento.

Poco tardó una buena alma en presentarse á acallar nuestras quejas. En 1555 salió de las prensas de Martin Nucio de Amberes,, con privilegio imperial, una segunda parte de Lazarillo, la cual comunmente va unida á la edicion de la primera, hecha por el propio impresor en 1554. Tampoco se declara el nombre del autor; pero á tiro de ballesta se conoce claramente que los dos partos no son de un mismo seno. Empieza esta continuacion con las mismas espresiones que cierran la relacion anterior. No prosigue mal la historia hasta el naufragio des- . crito en el capítulo п; pero allí empieza el autor á mudar de tono, apartándose tanto de su modelo en conceptos y en estilo, que ninguna duda deja sobre la superchería del que usurpó el nombre al buen pregonero de Toledo. En la primera parte todo es naturalidad y verosimilitud; en esta segunda, escasa de invencion, se cuentan largamente las submarinas aventuras de que fué testigo y actor el falso Lazarillo convertido en atun. Semejantes metamorfosis, autorizadas por el ejemplo del antiguo Asno de oro, constituyen un género de novela muy diferente (1), y pueden á la verdad, manejadas con arte, economía é invencion, dar lugar al lucimiento del ingenio; pero ignorando nosotros las satíricas alusiones que tal vez encierran las intrigas del capitán general, la amistad de Licio, el casamiento de Luna, y otros lances que de aquella atunesca corte se refieren, debemos confesar que no hemos podido tomarle el sabor á este episodio, que ocupa la mayor parte de la fábula. Si algun interés literario ofrece, consiste principalmente en la influencia que puede haber tenido en otras invenciones posteriores, como las de Enrique Wanton y el capitán Gulliver, donde bajo la figura de una sociedad de otra especie se ha tratado de satirizar los vicios y ridiculeces de la sociedad humana. Vuelve por fin Lázaro á su primitiva forma, y recobra su gracejo al contar lo que le sucedió en Toledo; pero lo pierde de repente en la defensa de las ridículas conclusiones que sostuvo ante el claustro de Salamanca, con lo cual concluye, prometiendo al lector que con el tiempo sabrá lo demás.

Nada ha llegado á nuestra noticia acerca del autor de esta segunda parte, y carecemos de todo dato en que pueda apoyarse razonable conjetura. Don Nicolas Antonio habla confusamente de cierto fray Emanuel, cuyo apellido deja en blanco, natural de Oporto, y religioso dominico, y dice que se cree fué continuador del Lazarillo de Tormes (2). Pero ¿ habla realmente nuestro distinguido bibliografo de esta segunda parte, ó de la otra de que vamos a tratar en seguida? En falta de argumentos en contra, nos decidimos por lo primero, por varias razones; á saber: porque don Nicolas Antonio precisamente debió de conocer la Segunda parte del Lazarillo de Tormes, publicada en Amberes en 1555, y muchas veces reimpresa; segundo, porque pudo muy bien desconocer la edicion de Paris de 1620 y la subrepticia de 1652, que lleva el nombre de

(1) De esta especie de novela alegórica tenemos un ejemplo anterior en el libro titulado Labricio Portundo, ó Apólogo de la ociosidad y el trabajo, escrito por Luis Mejia, publicado en 1546, y comentado por Francisco Cervantes de Salazar.

(2) El artículo de don Nicolas Antonio sobre este continuador del Lazarillo ha hecho incurrir fácilmente a algunos literatos en un error evidente, á nuestro modo de ver. El artículo dice así: Emmanuel............ portuensis dominicanorum sodalis prosequutus dicitur puerilem sed ingeniosissimum in paucisque facetum, jocum anonymo (Didacum Mendozam Caroli V amplissimum Venetiis atque in aliis reipublicæ muneribus legatum non nemo suspicatur) castellano sermone® conscriptum et Lazarillo de Tormes inscriptum. Cardosus (Bibliotheca nova, t. 1, p. 340). Esta última palabra, que es evidentemente un apellido, ha hecho, creer que lo seria del padre Emanuel. Pero no es

así: don Nicolas Antonio, lo ignoraba, ó quiso callarlo. En el índice dividido por materias con que concluye el t. 11, p. 680, repite : Emmanuel. Lazarillo de Tormes continuado, sin añadir el Cardosus. Esta palabra no se refiere al autor; es una mera cita del que dió noticia de él; y para nosotros no cabe duda en que indica al presbítero Jorje Cardoso, natural de Lisboa, autor de un Agiologio ó Flos sanctorum, portugués, quien vino á Madrid el año de 1669, y murió á su regreso. Dejó proyectada una Biblioteca Lusitana, que abandonó al verse anticipado por Juan Soarez de Brito y Juan Franco Barreto. Después de su muerte, sus notas fueron recogidas por el padre Manuel de la Resurreccion, agustino recoleto, y comunicadas por él mismo a› don Nicolas Antonio, quien sacó esta notícia citando su origen. Con esto queda desvanecida la creencia de que un tal Cardoso fuese uno de los continuadores del Lazarillo de Tormes.

Zaragoza, las cuales apenas corrieron en España; tercero, porque se sabe positivamente la existencia de LUNA á cuyo nombre salió la segunda parte últimamente escrita; y cuarto, porque la circunstancia de pertenecer fray Emanuel cabalmente á la órden de predicadores hace menos probables aquellas repetidas censuras contra la inquisicion, que se encuentran en la obra que lleva el nombre de LUNA. De todo lo cual inferimos que el Emanuel citado por don Nicolas Antonio pudo ser el autor de la segunda parte publicada en Amberes en 1555.

Es notable en efecto bajo muchos puntos de vista la otra segunda parte de Lazarillo, suscrita por H. LUNA, intérprete de lengua española. Segun hemos dicho, salió por primera vez en Paris el año de 1620, en castellano y en francés, probablemente con el objeto de servir de testo para los discípulos del autor. Hubo realmente en Paris por aquellos tiempos un LUNA que se titulaba tal intérprete; pero se llamaba Juan, el cual en 1619 publicó un libro bilingüe; Diálogos familiares, en los cuales se contienen los discursos, modos de hablar, proverbios y palabras españolas mas comunes, muy útiles para los que quieran aprender la lengua castellana. No sabremos esplicar con seguridad la diferencia que se advierte entre la inicial H. y el nombre de Juan; pero la triple concordancia del apellido, de la profesion y de la época, nos ofrece un dato probable para creer que se trata de una sola y misma persona. Seria tal vez algun refugiado por causas políticas ó religiosas; pues el español que en tales términos escribia no podia en aquella época volver á su patria. Así es que la edicion que suena como de Zaragoza por esta sola razon debiera tenerse por falsa, aun cuando otras señales evidentes en la correccion, mano de obra y materiales no demostrasen que se hizo en el vecino reino (1).

En nuestro concepto este libro no desmerece ser estudiado. Su lenguaje es puro, fácil y gracioso; tiene mucha invencion, y presenta una muestra no muy comun del sentido en que hubieran escrito muchos españoles, á no haber tenido tantas trabas que estrechando el pensamiento lo ahogaban sin dejarle respirar. La observacion de este fenómeno es tanto mas importante, cuanto mayor es la preocupacion de algunos, que pretendiendo graduar el carácter político y moral de la literatura española, creen que nuestros autores escribian siempre segun pensaban. Escribian como podian, sobrecogidos por un miedo nada infundado; y por esto es necesario pillar al vuelo aquellos momentos de sinceridad en que el sentido íntimo luchaba con ventaja contra la forzada costumbre y las ideas de un poder intolerante; sospechar ironías y alusiones donde de otra manera no se hallarian mas que conceptos llanos y libres de toda interpretacion; ver finalmente las obras, aunque escasas, de aquellos escritores independientes que fuera del alcance de la censura nada tenian que temer ni que esperar.

LUNA Supo con bastante felicidad tomar el tono de Hurtado de Mendoza. Su narracion es igualmente pintoresca y animada, aunque no tan rápida. Se desliza fácilmente en el terreno de la desenvoltura mas de lo que permite el decoro de las costumbres actuales; para negarlo seria preciso no ser sinceros. Enlaza bien su fábula con la primera parte; y al acusar de apócrifa la segunda del anónimo publicada anteriormente, esplica con bastante ingenio y sutileza el fundamento que pudo tener la vulgaridad de la conversion de su héroe en atun, copiando á la letra lo que dice encontró escrito en el archivo de la Jacarandina de Toledo.

A mas de las continuaciones del Lazarillo son de notar las imitaciones que de él se hicieron. Toda novela del género picaresco tomó por modelo la que abrió el camino con tanto acierto. El Picaro Guzmán de Alfarache fué la única imitacion notable que nos presenta el siglo xvi; á principios del siguiente se publicó La Picara Justina y en 1620 el Lazarillo de Manzanares, por Juan Cortés de Tolosa. De la primera de estas novelas vamos á tratar en seguida; la segunda es uno de los mas vivos ejemplos de la corrupcion del gusto en su época; el autor de la tercera, á pesar de sus esfuerzos, queda muy rezagado en la carrera emprendida por su original.

(1) Aunque esta obra es posterior á Cervantes, y por consiguiente no debiera haber tenido cabida en el presente tomo, usando del poder discrecional que esperamos ver confirmado por la benignidad de nuestros lectores, lo hemos incluido sin vacilar, porque su corta estension, que no pasa de un pliego, no oponia grave inconveniente á esta

libertad; y por otra parte toda edicion del Lazarillo que no comprenda las dos segundas partes debe tenerse por incompleta. Los amantes de la literatura española, cuando no nos agradezcan esta inconsecuencia, fácilmente nos la perdonarán.

La novela picaresca, reducida á una relacion rápida y pelada de aventuras y trazas ingeniosas para salir de apuros y medrar á costa del prójimo, debió parecer peligrosa para la moral á los ojos de los hombres graves que empezaban á conocer la inmensa influencia que este género de escritos habia de ejercer sobre las costumbres populares. Para que el lector poco reflexivo no tomase por ejemplo de imitacion lo que era aviso para escarmiento, un escritor de buen ingenio y grande estudio emprendió la relacion de los hechos de un pícaro, acompañándola con reflexiones provechosas y capaces de remediar el daño, aplicando el bálsamo en el momento de causar la herida espediente laudable por su intencion, y eficaz en su resultado cuando se usa con discrecion y economía; pero cuando en lugar de pinceladas y toques lijeros, oportunos y sentenciosos se interrumpe el curso de la fábula con largos discursos, no suele producir mas efecto que el cansancio del lector y el repetido enfriamiento de su interés, que puede alimentarse solamente por la impacienté curiosidad.

No acertó á prevenir este inconveniente el sevillano MATEO ALEMÁN, cuando al proponerse un argumento del género en que habia sobresalido don Diego Hurtado de Mendoza intentó adornarle con frecuentes y larguísimas digresiones, escelentes para un tratado de moral, pero impertinentes y fuera de su lugar en una relacion que se supone escrita por un hombre de cascos alegres y poca sustancia. Desmochado el Guzmán de Alfarache de semejantes apéndices, seria una novela entretenidísima, llena de gracejo y salpimentada de interés. Sabemos de Moratin que quiso emprender este trabajo: ya lo habia hecho antes Lesage; pero nosotros no nos hemos atrevido à él, porque no nos consideramos con autoridad suficiente para meter la tijera en un paño de tanto precio, en cuyas recortaduras y desechos se hubieran perdido riquísimos aunque mal pegados recamos.

La estrañeza que pudiera causar el ver á un hombre, dado á la vida airada, ostentar tal lujo de erudicion en sus disertaciones morales y literarias, y hasta legislativas algunas veces, se desvanece hasta cierto punto al considerar que recibió alguna instruccion en casa del buen cardenal á quien sirvió en Roma, y en la universidad de Alcalá donde después de viudo siguió por algun tiempo los estudios. Lo que dificilmente se combina es la magistral gravedad de los discursos con el tono de frescura, desenfado y aun jactancia en la narracion de las acciones mas feas. No siempre es Guzmán un mozo entreverado de simple y de malicioso, víctima unas veces de su credulidad, poca precaucion ó falta de esperiencia y otras, inventor de mañas sutiles para chasquear á los demás sin daños sobrado graves. Frecuentemente es un bribon consumado, y no pueden echarse á broma sus ataques á la hacienda y aun á la honra de los que le dispensaban su confianza. Empieza su historia murmurando de sus padres (y en esta parte sigue las huellas de Lazarillo de Tormes). Bien pueden ser materia de diversion las travesuras de muchachos, mendigos, soldados, estudiantes y petardistas; pero el robo del especiero de Madrid, la suplantacion del mercader de Milán y el engaño de los parientes de Génova, no pueden contarse sin una punzada de remordimiento, sin una confesion de vergüenza, ó sin una espiacion que, siguiendo al delito como su precisa consecuencia, manifieste claramente la mano de Dios. Con este correctivo puede el escritor dejar correr libremente su pluma, y pintar al vivo escenas de naturaleza reprobada; de otra manera solo conseguirá hacer odioso ó despreciable á su héroe, que en medio de sus estravíos no debe dejar de ser interesante.

Dirán algunos que andamos harto severos después de las muestras de tolerancia que hemos dado. En realidad no somos tan exigentes con aquellos que se proponen escribir un libro de mero entretenimiento sin un determinado fin moral, como con los que bajo las formas de una fábula amena pretenden encerrar un gran tesoro de doctrina. Tal fué sin duda alguna el designio que se propuso MATEO ALEMÁN en su Atalaya de la vida, que así tituló su famoso libro.

Salió á luz la primera parte en Madrid, el año de 1599, y no pudo ser escrita mucho tiempo antes, por cuanto se refiere á un suceso del mismo año, como es el casamiento de Felipe III, á qujén indudablemente se refieren las palabras de rey mozo recién casado (1). Cuando MATEO ALEMÁN escribia la Atalaya de la vida era ya de edad provecta. Consta que treinta y un años antes, en el de 1568, desempeñaba ya un destino público de bastante importancia; pues dice de sí mismo en otra obra: «En el tiempo en que asisti sirviendo al rey don Felipe II, nuestro (1) Parte 1., lib. 11, cap. 1, p. 128.

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