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clasificaciones más ó ménos brillantes; todo vendrá á reducirse en su última expresion, que es la única provechosa para el que desee adquirir una justa idea de la doble naturaleza del hombre, á lo que nuestro insigne Varela tan breve, luminosa y oportunamente nos enseña. Habrá quien ostente más erudicion, más lujo de frases, y más habilidad, si se quiere, en recurrir á pruebas extraordinarias para sostener sus opiniones; pero no quien manifieste más exactitud y severidad en sus investigaciones, ni un juicio más sólido y certero, ni una sencillez más persuasiva, ni quien mejor interrogue á la naturaleza, ni quien con más claridad explique sus leyes bienhechoras, ni quien con más firmeza y tino nos conduzca por sus senderos. Varela explica, y todos le comprenden; porque jamas se estravía en esas oscuras especulaciones á que conducen muchos de los peregrinos sistemas de nuestra época; Varela presenta los fundamentos de la ciencia filosófica, y nada parece más fácil y comprensible que esta ciencia, cuyo nombre es sin duda el más imponente para los que desean iniciarse en el saber humano; porque nunca recurre Varela á esas formas retumbantes, y huecas en ocasiones, á ese complicado embolismo en que hace gala de su profundidad el talento maravilloso de muchos escritores de nuestros dias, y áun de los pasados; Varela enseña, y tal parece que no hace más que despertar en nuestro entendimiento cosas que ya sabiamos perfectamente, conocimientos que habiamos ya adquirido por los solos esfuerzos de nuestra inteligencia. ¿Quién puede disputarle este don preciosísimo? ¿Quién como él lo emplea más útilmente, con resultados más brillantes, con beneficio más general y seguro?" *

* Obras. Tomo I, pag. 30 y 31.

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"Con lo que hemos dicho, así concluye el artículo, hay bastante para calificar la obra como superior en su clase, y para reconocer en su autor una capacidad de primer órden, un criterio profundo, un discernimento clarísimo, unas convicciones arraigadas en lo más íntimo de su alma, un corazon lleno de amor á los hombres y á la sabiduría, un verdadero filósofo y un consumado maestro."

"Y lo diremos, al fin, lealmente, como lo hemos prometido, las exigencias que han hecho preferir otros textos á las Lecciones de nuestro ilustre Varela,.no pueden ser otras que las de iniciar á la juventud estudiosa en el enmarañado laberinto de tantas y tan contrarias opiniones como reinan en el dia; conocimiento preciso, si se quiere, porque así únicamente puede prevenirse á esa juventud contra el absurdo y la extravagancia que en muchas de esas opiniones campean; pero conocimiento que no puede adquirirse en un texto tan breve como el de nuestro filósofo, que se limitó solamente á establecer en él los principios fundamentales de la ciencia."

Para dejar cerrado este capítulo, de una manera correspondiente á su objeto, nos referirémos igualmente á la carta, de que ya tenemos hecha mencion, escrita por el Señor Don José de la Luz y Caballero, y que insertamos como apéndice, † que se publicó en la Gaceta de Puerto Príncipe. El juicio del Señor Luz coronará dignamente el cuadro que hemos tratado de bosquejar.

La grandeza de la figura de nuestro esclarecido compatriota era demasiado portentosa y conspicua,

* Obras. Tomo I, pag. 44.

† Véase Apéndice E.

para que desde el principio no hubiera dejado de suscitar oposicion y envidia. Contemporáneamente con su vida de abnegacion y sacrificio en aras del bien público, espíritus medrosos, ó apasionados, ó retrógrados, enemigos de Cuba y los cubanos, salieron á su encuentro, combatiéndolo más ó ménos á las claras ostensiblemente. Poco más tarde, cuando habitaba léjos de la patria, y continuaba aquella misma vida, depurándola cada vez más, y levantándola hasta las sublimes esferas de la santidad, algunos hombres, como el ciudadano del mundo, á quien contestó el Señor Luz, y otros cuyos nombres conocemos, pero no queremos mencionar, se lanzaron á la palestra con mayor audacia, aprovechando las ventajas de la situacion política respectiva. Ahora, despues de su muerte, escritores adocenados, que saben poco lo que dicen, y que defienden malas causas, quieren hacerlo responsable de lo que es el resultado natural de los errores políticos y de las iniquidades cometidas contra el pueblo cubano en la isla de Cuba, y retrotraen hasta la cátedra de nuestro insigne compatriota, el orígen de la revolucion de Cuba. Ninguno de estos impugnadores ha sobrevivido á su osadía. Los unos y los otros se han ido sepultando poco á poco en el abismo sin fondo de su propia insignificancia. Seria pecado imperdonable de parte de nosotros, si, á pretexto de refutar sus opiniones, viniésemos ahora á recordar sus nombres, y á ayudarlos, tendiéndoles la mano, á que salgan otra vez de la oscuridad en que se encuentran.

CAPÍTULO XVI.

1820.

LA CATEDRA DE CONSTITUCION.

Se restablece en España la Constitucion de 1812. · Su proclamacion en la Habana.-Se establece en el Seminario la Cátedra de Constitucion.-Oposiciones para proveerla.-El Padre Varela es nombrado catedrático.-Apertura de la clase discurso inaugural. OBSERVACIONES SOBRE LA CONSTITUCION POLÍTICA DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA. Juicio del Señor Don Antonio Bachiller y Morales acerca de este libro, y de la enseñanza del Padre Varela en esta nueva materia.

Los acontecimientos que tuvieron lugar en España en el mes de Marzo de 1820, determinaron un gran cambio en la corriente de la vida del Padre Varela. Los españoles, capitaneados por el famoso General Don Rafael del Riego, habian logrado restablecer en su nacion la Constitucion política de 1812, obligando al Rey Don Fernando VII á reconocerla y jurarla. El nuevo régimen quedó establecido en España el 9 de Marzo; y el 11 de Abril se le proclamaba ya solemne

mente en la isla de Cuba, en la Habana, señalándose el 22 de Agosto para las elecciones de Diputados. *

Un cambio tan profundo en las instituciones del país, y en su modo de ser político y social, no podia dejarse pasar desapercibido, y sin que se tratase de utilizarlo lo más posible. Los grandes hombres de aquel tiempo, los fundadores de esa patria, que todos adoramos, no creyeron, como parece que hoy se cree generalmente, así en Cuba como fuera de Cuba, que en política se improvisa, y que á pesar de la complicacion inmensa y de las dificultades graves que presenta esa ciencia, no se necesita estudiarla, y está el primer venido en aptitud de dar su voto, á riesgo de empujar el pueblo hacia el abismo. Estos amigos de su tierra, y el gran cuerpo que los congregaba en su seno con frecuente regularidad, la Real Sociedad Patriótica de la Habana, determinaron estudiar el movimiento, y aprender para adelantar. Acordaron, por lo tanto, que se estableciese una Cátedra de Constitucion, para la que redactaron un Reglamento, poniendo la enseñanza al alcance de todo el mundo; y con el consentimiento del Obispo Espada, siempre el primero en materias de progreso, de ilustracion y de libertad, se agregó la clase al Seminario, comprendiéndola entre los objetos de su instituto.

Los siguientes documentos, que se encontrarán muy inreresantes, y debemos á la bondad inagotable de

* Los que resultaron nombrados por la Habana fueron el Teniente General Don José de Zayas, y el Magistrado Don José Benitez, los dos naturales de la Habana, y el Señor Don Antonio Modesto del Valle, oficial de guardias españolas. Por Santiago de Cuba fué elegido el Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de la Habana, Don Juan B. O'Gavan, que habia sido diputado en 1812.

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