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sucesor de la mitra, que fué el M. R. Juan Du Bois francés de nacimiento, y de quien el Presidente Jackson dijo en una ocasion, que "era el caballero más completo que habia visto en su vida," ya se hallaba el Padre Varela en perfecta aptitud de desplegar sus alas. El Obispo lo conocia muy bien, y lo apreciaba, y lo nombró muy pronto para servir el puesto de Teniente Cura (Assistant Pastor) de San Pedro.

No podemos decir exactamente cual fué la fecha de este nombramiento. De él nos hablan la noticia necrológica publicada en el Freeman's Journal de New York, de que antes se ha hecho mérito, y el bosquejo histórico del Señor Arzobispo Bayley, quien añade que el Padre Varela "entró inmediatamente á desempeñar las funciones de tal Teniente Cura con el mismo celo inmenso y la misma ilimitada abnegacion que distinguió su vida entera." Pero en los registros de la iglesia nada consta desgraciadamente, respecto de este punto, ni nos ha sido posible encontrar nada que precise dicha fecha aun en los archivos del Arzobispado. No es por la minuciosidad de los expedientes y por el metódico sistema de nuestros protocolos, registros y archivos, por lo que más se distingue este país. Por el contrario, suele haber en ese punto notable negligencia, que aunque tiene explicacion satisfactoria, hasta cierto punto, puede producir muy grandes males, y dificulta en extremo escribir la historia. Y los registros de San Pedro, particularmente, están tan incompletos, que muchas veces no se encuentra en ellos el asiento del bautismo de algunas personas, que no queda duda de que allí recibieron ese sacramento. En la necesidad de atender debidamente ántes que todo al servicio de lo espiritual y caritativo, no es extraño que se descuidara lo que era meramente asunto de oficina.

Pero sea como fuere, ya con el nombramiento oficial de Teniente Cura, ya simplemente como clérigo auxiliar, adscrito á la iglesia de San Pedro, consta siempre positivamente que allí era donde decia misa, oia confesiones, y ejercia los demas oficios de sacerdote. Consta tambien que allí fué donde empezó á grangearse la estimacion y afecto de los fieles, sentándose las bases de la popularidad inmensa que llegó mas tarde á disfrutar.

"Pronto se vió, dice el P. O'Neill, * hasta qué grado tan superior llegaban sus conocimientos teológicos, cuán grandes eran su celo y su piedad, y cuán extrema é ilimitada su caridad para los afligidos y los pobres. Mil anécdotas, dando pruebas de estos diversos puntos, circularon prontamente en la poblacion, y la reputacion del sacerdote extranjero se levantó á proporciones tales, que los hombres del dia podrian sentirse inclinados á considerarlas como invenciones de la fábula, ó leyendas originadas por la supersticion, lo que daba asunto á tales maravillas."

La verdad es que todos le amaron y respetaron grandemente. El pueblo, por su bondad y santidad. El clero, por su inteligencia y sus virtudes. "En cualquiera materia de importancia, relacionada con la moral, ó con la fé, dice tambien el P. O'Neill, † sus respuestas cada vez que se le consultaba, eran siempre satisfactorias y esmeradas. Su creencia en las doctrinas de la iglesia de que era sacerdote, eran firmísimas, y cuando se le llamaba á vindicarlas, su lenguaje fué siempre convincente y enérgico, aunque suavísimo en la forma. La hiel de la acrimonia nunca destiló de su pluma."

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"Respecto de la autoridad eclesiástica, el Padre Varela siempre mostró hácia ella, (así concluye esta cita) el mayor respeto. Toda su vida se mantuvo un escrupuloso observante de la disciplina de la Iglesia. Era muy exacto y muy puntual en el cumplimiento de todos los deberes de su ministerio; y muy particularmente se dedicaba al confesionario. Estos deberes y la visita de enfermos, especialmente los más pobres y desvalidos, ocupaban diariamente una gran parte de su tiempo."

Esta iglesia de San Pedro (la iglesia vieja) llegó á hacerse completamente inadecuada para satisfacer las necesidades de su congregacion. En muchos casos, cuando se celebraba el oficio divino, la concurrencia era tan grande, que llenaba completamente el templo, y tenian que abrirse las puertas de par en par, para que la gente desde la calle, oyese la misa, arrodillándose sobre la nieve, ó sobre el lodo, ó escuchase de pié las palabras de la instruccion. Era, pues, indispensable subdividir la parroquia, y erigir una nueva iglesia, y al Padre Varela le tocó el honor y la fortuna de ser él el destinado á satisfacer esta necesidad.

Habia entonces en la calle de Ann un templo, perteneciente á la secta protestante episcopal, que se denominaba Christ Church, Iglesia de Cristo, que sus propietarios deseaban vender. Era un edificio de piedra, de 61 piés de frente, por 80 de fondo, que podia sin gran trabajo acomodarse para llenar el fin ansiado. Cuando el Padre Varela supo de esto, emprendió inmediatamente negociaciones para efectuar su compra; y con sus recursos propios, y ayudado por sus amigos los Señores Don Juan Bautista Lasala, Don Silvestre Alfonso, Don Francisco de la O. Garcia, de Matanzas, y otras personas de su conocimiento, logró por fin comprar

la iglesia en cantidad de diez y nueve mil pesos, segun escritura de 3 de Marzo de 1827, otorgada en nombre y á favor de nuestro ilustre compatriota.

Cuenta el autor de la noticia necrológica que se publicó en el Freeman's Journal de Nueva York, y á que varias veces nos hemos referido, que los administradores de la iglesia la vendieron al Padre Varela, conociendo el objeto á que queria destinarla, debiendo recordarse en honor de ellos, que aunque habia entónces una compañía de acróbatas, que deseaba comprar el edificio y su terreno, para establecer allí un hipódromo y dar funciones públicas, y ofrecia un precio casi doble del que el Padre Varela estaba en disposicion de satisfacer, no vacilaron en resistir á la tentacion, y cerraron con él el negocio.

A poco de firmada la escritura, y ya en posesion del edificio, se hicieron en éste las alteraciones indispensables para convertirlo en templo católico, y se le dedicó solemnemente conservándole su antiguo nombre. Fué esta iglesia la cuarta de su clase en Nueva York, y se abrió al público bajo el cuidado pastoral del Padre Varela, á quien nombró el Obispo para servirla.

Tenemos entendido que una hija del Señor Lasala, tan íntimamente relacionado con la historia de esta iglesia, fué la primera persona que en ella se bautizó. Por lo menos, el asiento de su bautismo es el que encabeza el libro de Registro, que á imitacion de los que se llevan en las iglesias parroquiales españolas, para bautismos, matrimonios y defunciones, estableció en la suya el P. Varela. ¡Interesante y tierno monumento de gratitud al bienhechor y al amigo, esta iniciacion de las tareas de la iglesia, á él debida en mucha parte, por el bautismo de su hija!

CAPÍTULO XXV.

1827-1836.

LA IGLESIA DE CRISTO.

Inagotable caridad del Padre Varela.-Su celo ferviente en el ejercicio de sus funciones pastorales.—Catecismo de doctrina cristiana.—Proyecto de publicar por suscripcion, pequeños opúsculos, ó TRACTS, sobre asuntos bíblicos.-Empieza á publicar el periódico denominado EL ABREVIADOR Y EXPOSITOR

DEL PROTESTANTE.

Lo que el insigne sacerdote cubano llevó á cabo en el período á que se refiere este capítulo, y miéntras permaneció á la cabeza de la congregacion católica de Christ Church, apénas puede describirse. "El Padre Varela, dice el ilustrado autor del artículo necrológico del Freeman's Journal de New York, tan frecuentemente citado, no bien hubo tomado posesion de su curato, cuando poniendo manos á la obra, sin perder momento, se consagró del todo á los deberes de su nueva situacion, demostrando hasta en el más insignificante de sus actos aquel ardor y aquella decision

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