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CAPÍTULO XXX.

1835.

EL PRIMER TOMO DE LAS CARTAS A ELPIDIO.

Plan de la obra denominada CARTAS Á ELPIDIO.-Publicacion del primer tomo.-Su excelente acogida en la Habana.-Juicio de este libro por el Señor Don José de la Luz y Caballero.

Fué por esta época que el venerable sacerdote cubano concibió el proyecto de componer el libro, á que puso el título de Cartas á Elpidio sobre la impiedad, la supersticion y el fanatismo en sus relaciones con la la sociedad, y que debia constar de tres tomos, destinados cada uno de ellos, á combatir separadamente uno tras otro, aquellos tres enemigos formidables de la feli cidad del hombre y de las naciones. Convencido de la utilidad que una obra de esta clase habia de producir entre sus paisanos, y en general en todos los pueblos españoles, se apresuró á llevarla á efecto, escogiendo la forma epistolar, porque consideró que así se haria

más atractiva su lectura para la generalidad de los hombres, y se facilitaria considerablemente la tarea, no siempre acometida con éxito, de colocar en el terreno de la conversacion familiar, y al alcance de todo el mundo, sin hacerles perder por eso su dignidad intrínseca, las verdades más importantes de la Religion ó de la ciencia.

Esta obra, que tiene además el interes bibliográfico de haber sido la última que su ilustrado autor dió á la luz pública en lengua castellana, está compuesta de tal modo que cada uno de sus tomos constituye un libro aislado y enteramente independiente. El primero, á que este capítulo se refiere exclusivamente, fué impreso en New York en el año de 1835, y tiene por objeto la impiedad, que es bajo cualquiera de sus formas el verdadero y único enemigo de la verdad cristiana en España y en los pueblos que deben á España su existencia. Los que allí se llaman protestantes, y se hacen la ilusion de serlo, se están engañando á sí mismos y no son más que, ó racionalistas unos pocos, ó profundamente indiferentes en materias de religion, la mayor parte. Por eso el Padre Varela quiso romper en este libro la primera de sus lanzas contra ese monstruo destructor.

El libro se reimprimió en Madrid el año siguiente, 1836, en la imprenta de Don Leon Amarita. *

El volúmen en que se trata de la supersticion, que es el segundo, no se dió á la estampa hasta el año de 1838, tambien en Nueva York. Pero el tercero rue

* La portada de la edicion de New York, dice: Cartas á Elpidio sobre la impiedad, la supersticion y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad, por el Presbítero Don Félix Varela. Tomo I. Impiedad. Nueva York. 1835.

La de la edicion de Madrid dice: Cartas á Elpidio, etc. ( el mismo título.)— Madrid. En la imprenta de Don Leon Amarita. 1836.

debia ocuparse del fanatismo, no llegó á publicarse, nì aun tal vez á escribirse. Bien sea porque la multitud de las ocupaciones del Padre Varela le impidieron hacerlo, bien porque consideró que el asunto no presentaba tanta urgencia, estando ya en manos del público los dos volúmenes anteriores, ó bien por otras razones, el caso es que el tercer tomo se quedó sin ver la luz. Hablando de este particular, en los apuntes que hemos citado tantas veces, dice el Señor Valerino lo siguiente: "El tercer tomo sobre el fanatismo no llegó á publicarlo, porque segun he oido decir, se figuró que no habian sido bien recibidos los dos primeros, en lo que su moderacion y humildad lo hicieron equivocarse, con sentimiento muy grande de todos los que ansiosos esperábamos ese tercer tomo, y desgracia de la literatura que perdió esa produccion de un hombre tan grande."

La aparicion del primer tomo de las CARTAS Á ELPIDIO causó en la Habana una impresion notabilísima. A la importancia de su asunto, y al interes que despertaba el nombre de su autor, que jamas se pronunciaba en vano entre los cubanos, se unian las circunstancias de actualidad en que se encontraba entónces el país. Era el año de 1835 una gran época de trabajo moral é intelectual en la isla de Cuba, era la grande época del Colegio de Carragauo y de los trabajos más preciados de Don José de la Luz, y todo contribuia á que la palabra del Padre Varela produjese mayor efecto y se escuchase con ansiedad.

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Así fué que el volúmen circuló con rapidez inmensa por todas partes y ayudó á fortalecer los ánimos Ꭹ sembrar semillas buenas, provechosas en todo tiempo, pero mucho más en aquel momento, cuando comenzaban á alborear en España los resplandores de ese

sistema que se llamó á sí mismo liberal, y que para nosotros en la isla de Cuba, y para el clero, y en general la iglesia, no ha sido más que un régimen nefando de tiranía y espoliacion.

El Señor Don José de la Luz y Caballero, celoso siempre de coadyuvar con sus esfuerzos á cuanto pudiese redundar en bien de su patria, escribió un artículo crítico respecto de este libro, que lo hizo más conocido, y atrajo sobre él la atencion del público. Este artículo se publicó en el Diario de la Habana del 29 de Diciembre de 1835; y gracias á la bondad sin límites de nuestro querido amigo el Señor Don Vidal Morales y Morales, y á sus notables conocimientos bibliográficos, nos es posible conservar tan interesantísimo trabajo. Dice como sigue:

Cartas á Elpidio sobre la impiedad, la supersticion y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad, por el Presbítero Dun Félix Varela. Tomo I. Impiedad.-New York. 1835.

"L'amore e intrepido..... teniamo accese le nostre lampade.... ¿Non sapevate che l'iniquita non si fonda sol tanto sulle sue forze, ma ben anche sulla credulitá, e sullo spavento altrui." MANZONI.

He aquí una notable aparicion sobre nuestro horizonte literario: notable por la gravedad del asunto sobre que versa: notable por la profundidad con que está tratado; y notable en fin por el nombre del autor que lo ha desempeñado. No es nuestro ánimo por el momento estender un análisis circunstanciado de una obra tan eminentemente filosófica, donde para siempre quedó asegurada la divina alianza de la religion y la filosofía. Queremos tan solo anunciarla para que el público juzgue por sí mismo, contentándonos únicamente con llamar su atencion sobre ciertos particulares, que ofreciéndoles nuevos datos para sentar su fallo, contribuirán más eficazmente á llenar el importante objeto á que fué destinada.

Este libro, que el autor tiene la modestia de dirigir á la juventud de su patria, va encaminado á cuantos blasonan de pensadores y patrio

tas. En él se demuestra matemáticamente; 6 mejor dicho, en él se hace sentir de extremo á extremo, la indispensable necesidad de los vínculos interiores para conseguir la felicidad eterna y aun la temporal; en él reluce la sublimidad del Evangelio, eclipsando con su divino resplendor á cuantos sistemas de moral inventó la humana sabiduría: en él se trata de formar hombres de conciencia, en lugar de farsantes de sociedad, hombres que no sean soberbios con los débiles, ni débiles con los poderosos. En él hallará el político abundante materia para graves meditaciones; el padre de familia los más saludables consejos para el gobierno de sus caros hijos; el director de la juventud los más preciosos documentos para no malograr el fruto de sus faenas; el ministro del altar los más oportunos avisos para conseguir el fin que la religion sana se propone. Los impostores y los déspotas llevan grandes desengaños en este libro: en vano se esforzarán de hoy más estos perversos en profanar el sagrado asilo de la Iglesia para sostener sus fsiniestras miras: ellos serán echados del templo como los hipócritas y ariseos, convirtiéndose contra sus pechos aquellos mismos rayos con que intentaron exterminarnos: aquí se descubren hasta en sus últimos escondrijos los sofismas y las cadenas con que pretenden embaucar y aherrojar al miserable pueblo aquí se trata de hacernos á todos, gobernantes y gobernados, cristianos consecuentes y no cristianos contradictorios. En una palabra, la verdad sesuda y sin rodeos es la divisa de amigo de Elpidio. Mas no siendo su ánimo, como el mismo insinua, exasperar sino advertir, la verdad se dice en todos casos sin permitirse ni aun las más licitas y remotas alusiones.

He aquí pintadas sin querer la índole y circunstancias del escritor. Efectivamente solo el haber concebido obra de esta naturaleza, es claro indicio de una de aquellas almas grandes que se consagran exclusivamente á la felicidad presente y futura de sus hermanos. Solo una caridad tan ardiente y acendrada como la que anima su pluma, pudiera haber inspirado tanta valentia y tanta modestia en reprender, tanto calor y tan sostenida uncion en persuadir. Tan pronto nos hace acordar del enérgico y sublime Bossuet, como del insinuante y dulcísimo Granada. Solo un observador tan ejercitado podria tomar tan exacta noticia de los efectos, y dar tan atinadamente con las causas. Solo un veterano, no ménos aguerrido en el campo abierto de la enseñanza, como en las regiones ocultas de la conciencia, podria tocar con tal maestria todos los registros del corazon, para corregir los extravios del entendimiento, y todos los resortes del entendimiento para enmendar las perversiones del corazon. Solo el hombre que ha pasado la vida, practicando todas las virtudes evangélicas con el fervor de los

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