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Convencido como estaba de que la razon es una divina antorcha * que brilla tanto más, cuanto más la sacuden sus enemigos, ni la desdeñó nunca, ni dejó de atacar con todas sus fuerzas á los que siempre están hablando con énfasis maligno de la Filosofía y los filósofos, de los sábios del dia, y usando otras frases semejantes, † que mas valiera no emplear. Pero al mismo tiempo que esto hacia, y que de este modo se expresaba, nada habia que le causara mayor desagrado que el orgullo, y el empeño de salir airoso á todo trance. "Principalmente, ha dicho en la obra citada, ‡ es en los eclesiásticos en donde es más peligrosa esta tendencia. Llénanse de rubor al oir despropósitos y observar idéas erróneas en algunos de sus compañeros; y quieren separarse de ellos, y demostrar al pueblo que están separados. Con este objeto hacen homenages al mundo, y llegan á sacrificar en las aras de su vanidad los intereses más sagrados de la Religion. Van perdiendo insensiblemente el espíritu evangélico, y vienen á quedar reducidos al estado de eclesiásticos nominales, que ni sirven á la Iglesia, que no los reconoce, ni al siglo, que los desprecia, por más que hayan querido halagario. Tal es el orígen de casi todas las heregías, cuyos autores por lo comun fueron eclesiásticos; y tal ha sido la causa de haberse precipitado muchos de ellos en el abismo de la impiedad."

Lo hemos visto ardiente en la polémica, impetuoso é incansable en combatir el error; pero lo hallamos siempre enemigo enconado de la soberbia, y partidario acérrimo de la humildad. Su aspiracion más grande

* Cartas á Elpidio, tomo II pág. 13.

† Id. á id., tomo II pág. 27.

+ Id. á id. tomo II pág. 14.

era la de que se "restableciera el sentimiento, esencialmente católico, que guiaba á los cristianos primitivos, y es depender siempre de Dios, y nunca de los hombres." "Vemos, añade, que San Pablo lo inspiró á los fieles, reprendiendo á los que decian yo soy de Pablo, ó yo soy de Apolo, en lugar de decir todos, yo soy de Cristo. Este sentimiento pondrá término á las heregías y á las supersticiones, que siempre son fruto de la ignorancia, ó de la soberbia de individuos particulares, y tambien evitará los escándalos, pues nadie se considerará autorizado á hacer mal, ó á despreciar la Religion, porque sus ministros sean buenos ó malos, sabios ó ignorantes, sensatos ó supersticiosos."

* Cartas á Elpidio, tomo II pág. 19.

CAPÍTULO XXXII.

1836-1840.

CARIDAD Y CELO PASTORAL DEL PADRE VARELA.

El Padre Varela realiza el tipo de un buen pastor.—Fundacion del Asilo de viudas, que luego se convirtió en Asilo de huérfanos de padre, en la ciudad de Nueva York.-Diversos rasgos de caridad del Padre Varela.

Nada hay que pueda representar mejor el verdadero tipo de un buen Pastor, que la pintura de la vida del Padre Varela, mientras estuvo al frente de las dos parroquias que se le encomendaron sucesivamente. Además de los innumerables rasgos de caridad que quedan, más bien indicados que referidos en las páginas antecedentes, hay algunos característicos que merecen mencion particular.

Segun el artículo necrológico del Freeman's Journal, una señora piadosa, amiga del Padre Varela, habia puesto á la disposicion de este la cantidad de ochocientos pesos para dedicarlos á alguna fundacion cari

tativa, y que este donativo tuvo lugar á la sazon que en el espíritu del Padre Varela se resolvia el pensamiento de establecer en New York, á imitacion de lo que en Francia se denominan crêches, una especie de asilo para viudas pobres con niños en la infancia, que por la necesidad de atender á estos, se encuentran en la imposibilidad de obtener trabajo. Con el dinero que se le presentaba en aquellos momentos no era posible ni intentar el acometer tamaña empresa; pero convencido firmemente de la importancia que tiene siempre el primer paso, y de que las cosas más grandes suelen ser algunas veces las que tienen orígen más humilde, comunicó su pensamiento á varias personas, y con aquellos 800 pesos, y algunos más que reunió, consiguió plantear la idea, y darle forma práctica hasta donde era posible que sucediese.

Esto pasó con mucha anterioridad al año de 1835; pero al poco tiempo, y en consecuencia de una evolucion muy natural y sugerida por la necesidad de las circunstancias, se abandonó el pensamiento primitivo, y se convirtió el asilo en lo que se llamó por mucho tiempo Half Orphan Asylum (Asilo de huérfanos de padre) despues incorporado en un Asilo general de huérfanos.

En la coleccion de las Leyes del Estado de New York, hay una dictada el 2 de Mayo de 1835, por la cual se autoriza la incorporacion del establecimiento que se denominaba Asylum for the relief of the children of poor widows. (Asilo para el socorro de los hijos de viudas pobres.) Debia este establecimiento estar gobernado por un cuerpo de trece directores, el primero de los cuales era el Obispo. El nombre del Padre Varela no aparece entre ellos, ni entre los que solicitaron la incorporacion. Una peculiaridad de esta ley, que

demuestra el espíritu receloso que habia en aquella época contra las instituciones de carácter católico, es el precepto que prohibe al Instituto adquirir propiedades más allá del límite necesario para producir una renta anual de cincuenta pesos por cada uno de los niños que se recogieran.

Este instituto, á quien el pueblo denominaba comunmente Half Orphan Asylum, como se ha dicho, subsistió en esta forma hasta 1852, y estuvo sucesivamente en Greenwich, donde se abrió al público, en la 5a avenida esquina á la calle 15a, donde permaneció hasta 1843, y en la 7a avenida esquina á la calle 11a, en que quedó hasta 1853.

La Legislatura del Estado pasó una ley, fechada el 13 de Abril de este último año, autorizando la fusion en un solo establecimiento de los dos asilos denominados Asylum for the relief of the children of poor widows, y Roman Catholic Orphan Asylum in the city of New York. El nombre del segundo establecimiento (Asilo católico romano de huérfanos en la ciudad de New York) es el que se conservó para el formado por los dos; y la ley que lo autoriza limita su renta anual á la cantidad de treinta mil pesos.

*

En la Historia de la Iglesia católica en los Estados Unidos, que se ha citado varias veces, dice el Señor Shea, que "el celo del Padre Varela, como cura párroco, y su caridad ilimitada, harán que su nombre se recuerde siempre entre los fieles de New York. Cómo podia vivir era un problema que siempre maravillaba á sus amigos, porque cuanto caia en sus manos lo repartia inmediatamente entre los pobres. Cuando no tenia dinero, echaba mano de lo primero que encon

* The Catholic Church in the United States. Pag. 403.

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