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esperando el niño la última sílaba de la pregunta para empezar la primera de su respuesta, es el medio más eficaz para perder el recto juicio sin instruirse en la doctrina cristiana. El diálogo no es para las obras elementales, y el aprender de memoria es el mayor de los absurdos. Yo no me detengo en probarlo, porque la Sociedad, sobre inanera ilustrada, no puede ménos que percibir claramente los fundamentos de esta proposicion.

Creo, Señores, que ensayados los jóvenes en pensar bien sobre unos objetos tan familiares como diguos, se harán capaces de percibir los principios de la gramática universal, que deben ser el complemento de la obra que propongo.

Me persuado igualmente que con estos ensayos podrán aprender la gramática de su lengua, la del idioma latino y cualquiera otra, sin más trabajo que procurar los maestros, conducirlos por los mismos pasos que les han visto dar en esta primera educacion.

La Sociedad, con su acostumbrado acierto, ha prevenido muchos de los medios de rectificacion de la enseñanza pública que podrian ser objeto de mi discurso, como causas que influyen notablemente en la ideología. Veo con mucha complacencia que el bello sexo es atendido. La Habana se promete muchas ventajas de este esmero. Dos amigos han desempeñado con la mayor propiedad el encargo que se les hizo en órden á las escuelas de niñas, y su informe prueba bien por lo claro la necesidad que hay de mejorarlas. Tengo entendido, que se ha encardo la formacion del plan general de enseñanza á uno de nuestros amigos, que lo es mio por relaciones particulares, y cuya instruccion me es tan conocida que no puedo ménos que prometerme los más felices resultados.

De todo lo expuesto se deduce lo interesante que debe ser para vosotros enseñar al hombre á pensar desde sus primeros años,ó mejor dicho, quitarle los obstáculos de que piense. Yo he insinuado algunos medios, vuestra inteligencia les dará el valor que tuvieren, y suministrará otros muchos ventajosos, pues yo no dudo que tendreis siempre en consideracion la influencia de la ideología en la sociedad, y los medios de rectificar este ramo.

CAPÍTULO VIII.

1817-1818.

OTROS TRABAJOS EN LA REAL SOCIEDAD PATRIOTICA.

Servicios del Padre Varela en la Real Sociedad Patriótica.-Juicio crítico de la Gramática castellana que escribió el Padre Laguardia.-Juicio crítico de los Elementos de la Lengua castellana de Don Manuel Vasquez de la Cadena. MÁXIMAS MORALES Y POLÍTICAS.-Se le confiere por aclamacion el nombramiento de socio de mérito.

Poco despues de su admision en la Real Sociedad, comenzó el Padre Varela á dar muestras inequívocas de la actividad y celo con que se proponia llevar á cabo las funciones nuevas de la posicion que habia deseado. El título de sócio de número de aquella corporacion tan bien denominada patriótica, no fué nunca para el Padre Varela, sino ocasion propicia para emprender ciertos trabajos, que por sí solo no habria tal vez tenido nunca la posibilidad de llevar á cabo.

El Señor Don Antonio Bachiller y Morales nos ha dicho que varias veces habia oido de un cierto juicio crítico, que escribió el Padre Varela por encargo de la Socie

dad, sobre un tratado de Gramática castellana, que compuso el Padre Laguardia, y que dedicó á aquella corporacion ilustre; y en el "Catálogo" de libros y folletos, de que ántes se ha hecho mencion, * consigna la siguiente referencia:

"Elementos de la lengua castellana, por Don Manuel Vazquez de la Cadena.-Fué censurado por Don Félix Varela y Don Justo Velez, de órden de la Sociedad Económica: y aunque no he visto la obra impresa, se me ha manifestado por algunos que llegó á publicarse."

Debe entenderse por la palabra "censura" usada en esta nota, el juicio crítico que la Sociedad acostumbraba encomendar á dos de sus miembros sobre toda obra que veia la luz pública en la Habana, ó en la isla de Cuba, ó que se sometia á su consulta y aprobacion.

Una obra más importante que todas estas, en cuanto á la forma al ménos, es la coleccion de Máximas morales y sociales, que por encargo de la misma benemérita corporacion escribió el Padre Varela para el uso de las escuelas y para que se difundiesen en el pueblo. Se publicó esta obrita por primera vez, segun parece, en las Memorias de la Real Sociedad; y despues, nos dice el Señor Bachiller y Morales, se hicieron muchas ediciones separadas, por acuerdo de la seccion de Educacion de aquel ilustre cuerpo, que se distribuyeron con profusion, y se agotaron prontamente.

El ejemplar que el Señor Bachiller y Morales pudo examinar, es del año de 1841, y llevaba como apéndice algunas fábulas de Iriarte, Samaniego y Rentería.

En un informe, fechado el 11 de Diciembre de 1818, que dió á la Real Sociedad Patriótica de la Habana el Señor Don Juan N. de Arocha, Secretario de la Seccion

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de Educacion de aquel Cuerpo, exponiendo los trabajos ejecutados durante el año, se hace mencion de " cuaderno de instrucciones morales y sociales para la juventud, escritas por Don Félix Varela y Don Justo Velez, impreso á expensas de dicha Sociedad."

Nosotros no hemos tenido nunca la fortuna de encontrarnos con un ejemplar de este librito. Pero sí hemos podido saborear algunas de las sentencias, ó instrucciones como las llama el Señor Arocha, que allí se contenian, y que han sido salvadas del olvido, merced al celo inteligente del ilustrado profesor Señor Morales, á quien ántes hicimos referencia. Este Señor tuvo la buena idea de conservarlas en su importante libro titulado "Progressive Spanish Reader, with an Analytical study of the Spanish language.-New York, D. Appleton & Co., 1876." No siendo muchas, y valiendo tanto, por sí mismas, por su autor, por el período de tiempo en que se escribieron, y por su rareza bajo el punto de vista bibliográfico, las insertamos á continuacion :

LA PRECAUCION.

No te fies de los hombres ántes de experimentarlos; pero no desconfies tampoco sin razon, porque es contrario á la caridad y á la justicia.

LA GRATITUD.

No tengas envidia de tu bienhechor, no te esfuerzes nunca en ocultar el beneficio que has recibido de él, pues aunque valga más obligar que estar obligado, y aunque un acto de generosidad atrae la admiracion; no obstante, la confesion humilde del agradecimiento mueve siempre al corazon y es agradable á Dios y á los hombres. Pero no recibas favor alguno de mano del orgulloso; ni te dejes obligar del interesado ó avaro ; la vanidad del orgulloso te expondrá al sonrojo, y la codicia del avaro jamas estará contenta.

LA BENEVOLENCIA.

La benevolencia produce en nosotros una sensacion apacible, y en los demas aprecio: pues todos aman al que desea los bienes para sus

semejantes. Sin embargo, es preciso que no degenere en una absoluta condescendencia, y un deseo de que todos consigan lo que apetecen, ora sea justo, ora sea injusto.

LA TEMPLANZA.

La templanza pone unos justos límites á todos nuestros apetitos, para que no se opongan á lo que dicta la razon y manda la ley, sirviendo así mismo para conservar la salud. No sólo en los manjares, como se cree por lo comun, sino tambien en los deleites de los demas sentidos tiene cabida la templanza. Nos enseña á usar los placeres como medios para aliviar nuestro espíritu, y no como objetos en que debe fijarse nuestra alma.

LA BENEFICENCIA.

La beneficencia nos hace amables; pero será indiscreta si distribuimos los beneficios sin consideracion á las personas; pues muchas veces se conceden dones á sujetos que no han de hacer uso de ellos y son inútiles, ó á personas que les dan mala aplicacion y vienen á ser perjudiciales.

LA CONMISERACION.

La conmiseracion es como el distintivo de la humanidad, pues sólo las fieras no se resienten de los estragos de sus semejantes, ni ponen término á su furor. Pero es preciso no confundir la conmiseracion con la debilidad que pretende dejar impunes los delitos y proteger al malvado.

LA PRUDENCIA.

La prudencia indica al hombre lo que debe elegir, practicar y omitir en cada circunstancia. Esta virtud no se adquiere sino por la reflexion continua, que llega á hacernos habituar á juzgar bien. Procurémos conocer las cosas como son en sí, y no como las pintan los hombres; y entonces podrémos hacer buen uso de ellas. Sin embargo, es preciso estar al tanto de las acciones de los otros para dirigir nuestras operaciones respecto de ellos.

LA JUSTICIA.

La justicia nos prescribe dar á cada uno lo que le corresponde, y es la virtud que sostiene la sociedad. Debemos, pues, no privar á otro de los bienes, honor y crédito que posee; y tampoco se han de negar los premios y alabanzas que cada uno merece. Así mismo es preciso corregir los defectos y castigar los delitos; pero de un modo arreglado á la prudencia, en términos que siempre se produzca un bien, que el castigo no exceda al delito, ni el premio al mérito.

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