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Las palabras de nuestro esclarecido compatriota, viriles y sentidas, representaban ciertamente el espíritu de la Sociedad y del país. Con el Rey Don Fernando VII, usando la frase que emplea tratando de este asunto el Señor Bachiller y Morales, en el lugar ántes citado de sus Apuntes, "nunca fueron desoidas las necesidades de la isla de Cuba," y "el comercio, la poblacion, las ciencias, se desarrollaron grandemente en esa época en que se hallaban cerca del trono los Ramirez y los Arango," celosos siempre de propender en todo lo posible al bien de nuestra tierra.

Hoy, en medio del rugido de las pasiones, y cuando los desaciertos de España, y su injusticia, han desencadenado contra ella y contra Cuba, el huracan violento, que amenaza arrebatarlo todo, y hundir en el abismo la obra hermosa que habian logrado levantar tantos patriotas eminentes, se comprenderá tal vez con dificultad, por lo ménos entre las masas populares, y los que se llaman espíritus avanzados, el sentimiento de este Elogio. Era, sin embargo, en aquel tiempo, en pleno absolutismo, en 1816, cuando el ilustre habanero Don Francisco de Arango y Parreño, entonces en Madrid, aconsejaba al Rey que se siguiera, respecto de la isla de Cuba y de los cubanos, "el útil plan de atraer con beneficios á aquellos hijos de España, haciendo que Cuba en todos sentidos sea una de sus provincias. Este es mi deseo, agregaba, ménos por el bien del momento, que por llevar al sepulcro el dulce consuelo de que mis paisanos se conserven en los tiempos más remotos, tan fieles vasallos de S. M. C. como lo ha sido y será siempre Francisco de Arango."

Palabras semejantes, aunque mucho ménos fuertes y decididas, y pronunciadas con ménos entereza, han valido en épocas modernas, en que dominaba en España

el liberalismo, el destierro y la persecucion de muchos cubanos distinguidos. No hace mucho, cuando España, en nombre de la honra nacional, acababa de lanzar del trono, y desterrar de su suelo, á la augusta hija de aquel mismo Don Fernando VII, y cuando acababa de instalarse un Gobierno provisional, basado en un programa de principios el más liberal imaginable, el mismo pensamiento que Don Francisco de Arango formulaba en Madrid, en alta voz, y que Don Fernando VII escuchaba con agrado y benignidad, llegó á considerarse reprensible, y aun á tomar carácter de delito. (*)

La comparacion del resultado que cada uno de estos sistemas ha producido, tanto en España como en Cuba, bastará sin duda para juzgarlos.

(*) Sabido es que en Noviembre de 1865 se expidió un Real Decreto abriendo una informacion en Madrid sobre las reformas políticas, administrativas y económicas que debian introducirse en la isla de Cuba, y llamando á Comisionados de Cuba y Puerto Rico á contestar diversos interrogatarios.

Estos comisionados expresaron sus votos solicitando las reformas que en su concepto convenian. Una de ellas era extender á la isla de Cuba las libertades públicas de que disfrutan las demas provincias de España, y de que habia sido despojada inicuamente en 1837.-Formada luego una causa criminal contra los autores y auxiliadores de la revolucion, que estalló en Yara en 1868, y no ha cesado todavía, el Fiscal militar que instruyó los procedimientos, y que pidió la pena capital para todos los encausados, no vaciló en decir que las reformas políticas se habian solicitado, porque con ellas vislumbraban los cubanos el camino de sustraer á Cuba de la dominacion de la monarquía española. (Conclusion fiscal del Señor Don Francisco Montaos, Juez fiscal de la causa, fecha 7 de Noviembre de 1870.)

Sea dicho, sin embargo, en honor de la verdad, y para eterno monumento de lo que puede la pasion política, que el autor de estas palabras tan poco afortunadas, siempre fué reputado, y con razon, como uno de los pocos militares españoles, de sentimientos verdaderamente religiosos y cristianos,--buen católico, enemigo decidido de la esclavitud de los negros, admirador de los Estados Unidos, y amigo de la verdad y la justicia.

CAPÍTULO X.

1818.

EL ELOGIO DEL SEÑOR VALIENTE.

Muerte del Señor Don José Pablo Valiente, Intendente que habia sido de la Habana, y á quien Cuba debia notables beneficios.-Elogio fúnebre de este varon preclaro, pronunciado por el Padre Varela en la Santa Iglesia Catedral de la Habana.

Mucho ménos conocido que el anterior Elogio de S. M. Don Fernando VII de España, y á la verdad tan raro y tan difícil de encontrar, que casi podria decirse que el ejemplar que hemos examinado, gracias á la bondad sin límites de nuestro ilustrado amigo el Señor Don Vidal Morales y Morales, es el único que se conserva, es el que pronunció nuestro esclarecido sacerdote, el 10 de Marzo de 1818, en la Santa Iglesia Catedral de la Habana, en honor del Excmo. é Illmo. Señor Don José Pablo Valiente y Bravo, Intendente que habia sido de la misma ciudad, y que por sus beneficios hácia Cuba, habia merecido que la Real

Sociedad Patriótica lo llamase á su seno, concediéndole por aclamacion el nombramiento de socio de honor, que era, conforme á sus Estatutos, la más alta de las distinciones que podia conceder.

El Señor Valiente, que habia nacido en CumbresMayores en el año de 1740, y fué Catedrático de la Universidad de Sevilla, y Oidor de la Audiencia de Méjico, vino de allí para la isla de Cuba, á peticion del Capitan General Don José de Espeleta y Veire, y tomó posesion de la Intendencia General de Hacienda el 17 de Febrero de 1792. En este puesto, y en el que despues desempeñó de Consejero de Indias, para que fué nombrado en 1799, se empeñó mucho en el progreso de la isla, y aconsejó, ó llevó á cabo, multitud de empresas beneficiosas. A su muerte, acaecida en Tudela el 28 de Octubre de 1817, se sintió en la Habana una impresion profunda de tristeza. La Real Sociedad determinó que se pronunciase su elogio en las inmediatas juntas generales, encomendando esta tarea al Excmo. Señor Doctor Don Bernardo O'Gaban. El vecindario, por su parte, en union del clero y del gobierno, organizó tambien la solemnidad religiosa que tuvo lugar el 10 de Marzo de 1818, en la Santa Iglesia Catedral, en que ofició el Obispo de Chiapa, y en que se pronunció el Elogio del difunto. Fué al Padre Varela á quien se confirió el honor de este trabajo. *

El Señor Don Antonio Bachiller y Morales, en el

* Los que quieran conocer mayores pormenores sobre la vida de este ilustre español, y el juicio que de él formaban el Señor O'Gaban ántes nombrado, el Señor Don Tomas Romay, y otros prohombres, harán bien en consultar la notable obra publicada en la Habana con el título de Necrópolis de la Habana Historia de los Cementerios de esta ciudad, con multitud de noticias interesantes, por Domingo Rosain. Habana. Imprenta El Trabajo, Amistad, 100. 1875. En la página 187 de este libro comienza una biografía de este célebre personaje.

Catálogo de libros y folletos, etc., que forma parte de sus Apuntes, muchas veces citados, † sólo tiene, con referencia á este trabajo, la siguiente nota :

Elogio del Excmo. é Illmo. Señor Don José P. Valiente y Bravo, pronunciado en la Catedral de la Habana, por Don Félix Varela. Imprenta de Arazoza y Soler. 1818. En cuarto con 17 páginas.

Por la naturaleza del trabajo, y por el deseo de que se conserve, consideramos excusable reproducirlo íntegro. Dice así:

Elogio del Excmo. é Illmo. Señor Doctor Don José Pablo Valiente y Bravo, Caballero Gran Cruz de Isabel la Católica, Ministro togado del Consejo y Cámara de Indias, Asesor general de Cruzada, y de la Superintendencia y Direccion general de correos, caminos y canales, Vocal de la Junta militar de Indias, del gremio y claustro de leyes de la Universidad de Sevilla, individuo del número de aquella Sociedad patriótica y Secretario de su diputacion en Madrid, socio honorario de la de la Habana, etc., pronunciado en la iglesia catedral de la Habana, por el Presbítero Don Félix Varela, maestro de Filosofía en el Real Seminario de San Carlos, el dia 10 de Marzo de 1818.Con superior permiso. Habana. Oficina de Arazoza y Soler, impresores honorarios de Cámara, del Gobierno y de la Real Sociedad patriótica por S. M.

Consiliarius, vir prudens et litteratus.
Consejero, varon prudente y letrado.
Paralip. Lib. 1. Cap 27, V. 32.

La muerte inexorable acaba de arrancar del seno de la Patria á uno de sus hijos más amantes. En vano esta augusta madre le estrechaba entre sus brazos, en vano se empeñó en conservarlo, fué preciso que cediera al Arbitro de la naturaleza que prescribe el fin de los mortales, y adorando sus divinos decretos siempre justos, siempre santos, ha perdido un hombre digno de todo aprecio, y sólo le queda el consuelo de conservar los frutos de su talento y de sus fatigas. El voto de los buenos y las miradas de los patriotas siguen las sombras fugitivas del sábio que entra y se esconde en la region de la inmortalidad. Los ayes lastimeros resuenan por todas partes, ellos atraviesan los dilatados

Apuntes. Tomo III, pag. 159.

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