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York, pidiéndoles procesiones y que impetraran la ayuda divina (1).

Llegó nuestra escuadra á las costas de Inglaterra, hízola frente el mismo rey Eduardo III, peleóse brava y encarnizadamente el 29 de Agosto del mismo año en las aguas de Rye ó Winchelsea, con grave daño de ambas partes; se celebraron al año siguiente treguas (2) de veinte años por mar y por tierra (3), consignándose, entre otras cosas, que los de Castilla y Vizcaya, en los que se comprendía Guipúzcoa, podían pescar libremente en los puertos de Inglaterra, Bretaña y demás lugares y puertos, pagando los derechos acostumbrados á los señores del país. Celebrada esta concordia sin real licencia, se solicitó de las cortes, y el rey contestó á la petición, que «á lo que me pidieron

(1) Escribíales entre otras cosas: «En verdad no creemos que ignoráis cómo los españoles, con quienes determinamos renovar, por medio de la unión conyugal de nuestra hija, el tratado celebrado poco tiempo há entre sus reyes y nuestros antecesores, convertidos ahora en enemigos con sus cómplices, invadieron hostilmente á muchos mercaderes de nuestra nación, y á otros que navegaban por la mar con vinos, lanas y otras mercaderías, les robaron sus bienes matándolos inhumanamente, destruyendo además no poca parte de nuestros navíos y causando otros muchos males, sin desistir de perpetrar otros en adelante. Tanta es ya su soberbia, que habiendo reunido en las partes de Flandes una inmensa escuadra tripulada de gente armada, no solamente se jactan de destruir todos nuestros navíos y dominar el mar anglicano, sino también de invadir nuestro reino y exterminar el pueblo sometido á nosotros. Siendo así, pues que nos proponemos marchar prontamente bajo la confianza de la divina misericordia, de cuya voluntad, más bien que de la humana potencia, depende la victoria; para obviar á nuestros enemigos semejantes cosas, en defensa de la santa iglesia y socorro de nuestro reino, os rogamos atentamente con respecto á nosotros y al ejército que con nosotros ha de marchar, hagáis reunir las acostumbradas procesiones, ofrecer oraciones devotas, celebrar misas, ofrecer limosnas y otros oficios de alabanza divina que creáis serán agradables á Dios, por vos, el clero y pueblo de vuestra ciudad y diócesis, por vuestros sufragáneos, varones religiosos, y otros de vuestra provincia donde consideréis conveniente, para que el Dios omnipotente, que por su clemencia nos sacó poco há á nosotros y á nuestro ejército de tantos peligros, extendiendo la diestra de su protección, abata la soberbia de nuestros enemigos, conceda á nosotros y al pueblo el triunfo de su victoria para alabanza de su nombre, y pueda disfrutar con quietud la dulzura de la paz.—Testigo el rey, en Retherheth, á 10 de Agosto de 1350.»

(2) En Londres, á 1.o de Agosto de 1351, representando á los españoles Juan López de Salcedo, de Castro Urdiales; Diego Sánchez de Lupardo, de Bermeo, y Martín Pérez de Golindano, de Guetaria.

(3) Los de Bayona y Biarritz habían ajustado tregua por 4 años con el rey de Castilla y condado de Vizcaya. Por Vizcaya se entendía también Guipúzcoa.

por merced en razón de la tregua que fué puesta entre el rey de Inglaterra á los de las marismas de Castilla, de Guipúzcoa, é de las villas de Vizcaya, que me pluguiese ende; á esto respondo que me place é que lo tengo por bien.>

En 1353 celebróse en la iglesia de Santa María de Fuenterrabía tratado de paz perpetua, amistad y benevolencia, entre Bayona y Biarritz y Castro Urdiales, Laredo, San Sebastián, Fuenterrabía, Guetaria y Motrico.

Merced á la paz convenida, mercaderes de la marina de Castilla y de Guipúzcoa tenían establecimientos y factorías en la Rochela y otros puntos de las costas de Francia y Flandes pertenecientes á los ingleses que les protegían y favorecían, como lo habían hecho los franceses antes del tratado de Bretigny (8 Mayo 1360), por lo que la población se beneficiaba, no sólo por el comercio que tanto fomentaban los españoles, sino porque mercaderes y marineros de la marina de Castilla y de Guipúzcoa se establecieron en la Rochela.

paz de

Durante este tiempo había dado Fernando IV á Azpeitia privilegio de población y título de villa; Alfonso el Sabio pobló é hizo lo mismo con la que es hoy Mondragón, y favoreció á Vergara; D. Sancho IV á Tolosa y á Segura concediéndolas privilegios, mostrando así su afecto á Guipúzcoa todos los

reyes.

Fué por este tiempo, año 1318, cuando D. Alfonso XI, para evitar los naufragios en los que perecían tantos buques guipuzcoanos, señaló el sitio en que debían anclar los bajeles en la concha de San Sebastián y en el canal de Pasajes; disponiendo además que los de San Sebastián no pagasen en la aduana de Sevilla más que la veintena, como los bayoneses y geno

veses.

Al año siguiente de haber poblado y dado el fuero de San Sebastián y título de villa á Renteria, D. Alfonso XI, llamándola Villanueva de Oyarzun, y dado también el mismo fuero á Zumaya, refieren las crónicas que fué la famosa batalla de Beotivar,

llamada así por el sitio en que se dió, y en la cual hicieron prodigios de valor los guipuzcoanos. Pero ella merece capítulo aparte.

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Beotivar.-Servicios y mercedes.-Los guipuzcoanos en Canarias

S

I

EGÚN vemos en las Averiguaciones de Cantabria por Henao, quedaron muy desavenidos los navarros con los guipuzcoanos desde que éstos dejaron la Confederación con el Reino de Navarra y se unieron al de Castilla, año de mil y doscientos. Y si bien desde entonces, no hubo guerra entre los reyes de ambas coronas, no cesaban de procurarse navarros y guipuzcoanos todo el daño posible con correrías, robos y destrucción de los lugares de las rayas, en tanto grado que no pudiera experimentarse mayor, si entre las dos naciones estuviera rota la guerra declaradamente con acuerdo de los dos príncipes. Fueron más sensibles estos males en el año de mil trescientos veinte y uno (1) por parte de Larrauns porque los navarros con el abrigo

(1) «En el año de 1321 de la Natividad del Señor. Remembranza sea, que vino de Francia D. Ponce de Morentaya, vizconde Anay, Gobernador general de Nava

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