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En la célebre batalla del Salado se distinguieron los guipuz coanos, como en funciones de guerra sabían distinguirse, teniendo por caudillos á D. Pedro Núñez de Guzmán, que moraba en las montañas de León y á Amador de Lazcano, al que hizo el rey alcalde y gobernador de Cazorla y caballero después de la Banda (1); no fué menos notable el comportamiento de los guipuzcoanos en el cerco de Algeciras, guiados por el merino mayor de la provincia D. Baldomero Vélez de Guevara, yendo además hacia el Estrecho varios bajeles de la misma provincia, por lo que agradecido D. Alfonso, expidió cédula real, diciendo á los de San Sebastián: al tiempo que nos teníamos cercada la nuestra ciudad de Algeciras por el grand menester en la goarda de la mar, que nos vinisteis á servir con naos ›, declaraba que este servicio no había sido forzoso.

Siempre los reyes de Navarra con la mira puesta en Guipúzcoa y Álava, concertó secretamente Carlos II con D. Pedro de Aragón, en Tudela, alianza contra D. Pedro de Castilla, y que lograda que fuese la conquista de este reino, se darían al de Navarra las tres provincias vascongadas.

En la lucha entre D. Pedro y D. Enrique siguió Guipúzcoa á su rey, que entró en San Sebastián en 1366 de paso para Bayona; y en este mismo año, estando en Libornia, cerca de Bur. deos, se otorgó la escritura por la cual cedía al príncipe de Gales las provincias de Guipúzcoa y Álava (2). No era este el mejor medio de obligar á aquellos naturales á seguir los pendo. nes de D. Pedro, y disculpaban tal comportamiento el que se pusieran como se pusieron muchos de parte de D. Enrique, aun cuando no extrañara en aquellos desventurados tiempos se dispusiera de pueblos y provincias enteras como de rebaños. Continuaron, no obstante, obedeciendo á D. Pedro San Sebas

(1) Antes que éste, Lope García de Lazcano acaudilló á los guipuzcoanos que entraron en Navarra y tomaron el castillo de Unsa en el año de 1334, según la Crónica de D. Alfonso XI, cap. CL, y MARIANA, Lib. XVI, cap. IV.

(2) Lleva este documento la fecha de 23 de Setiembre.

tián y Guetaria, sin cuidarse para nada de los ingleses sus vecinos, pues residían en el ducado de Guiana, del que les separaba

sólo el río Bidasoa.

Debió ser completamente nominal la cesión de Guipúzcoa á los ingleses, porque no vemos que ejercieran acto ninguno de dominio, como lo ejerció D. Enrique en cuanto sucedió á su hermano, ya haciendo población y dando título de villa á Usurbil á que concedió el fuero de San Sebastián, ya estando después en Mondragón, villa solicitada por D. Beltrán de la Cueva, señor de Oñate, á cuyas instancias repetidas no accedió el rey, y sí á concederle la villa de Leniz (1).

la

D. Enrique II y D. Juan I favorecieron á algunas poblaciones de Guipúzcoa, que no se registra reinado del que no recibiera mercedes, y D. Enrique III autorizó que una pequeña flota tripulada por andaluces, vizcaínos y guipuzcoanos, zarpara de Sevilla (1393) á explorar las costas de África. Visitaron desde el paralelo 34 al 29, y al encontrarse frente de las Canarias, las llamas del volcán de Tenerife asustaron de tal modo á los expedicionarios, que la llamaron isla del Infierno sin atreverse á abordarla, como lo hicieron á Lanzarote, trayéndose á España ciento sesenta indígenas, entre ellos un rey y reina, cera, pieles y otras producciones: Ovieron moy grand pro los que allá fueron. E enviaron á decir al Rey lo que allí fallaron, é como eran aquellas islas ligeras de conquistar, para lo que solicitaron permiso del rey que nada contestó á tal petición. De esta incuria, que entonces también existía, se aprovechó más adelante el normando Juan de Bethencourt (2).

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(1) A petición de los mondragoneses había ido el rey á Mondragón, cuya villa, para que aquél fuera á Oñate, construyó un camino llamado en el idioma del país Erreguevidea, camino del rey.

(2) No fué la expedición de los vascongados la primera que fué á Canarias. En la historia de aquellas islas por D. Agustín Miralles-Las Palmas, 1860-se habla de un escrito árabe, cuyo m. s. original se conserva en la Biblioteca de París. Refiriéndose al año 334 de la Egira, 999 de Cristo, dice hablando de una expedición de musulmanes: «Esta expedición, desconocida de todos nuestros historiadores, es la 1. relación circunstanciada y auténtica que ha llegado hasta nosotros

sobre la Gran Canaria, dándonos una curiosa idea del país y de sus habitantes en aquella lejana época.» Ya había en las islas otros árabes náufragos.

En 1291 dos capitanes genoveses, Doria y Vivaldi, emprendieron un viaje de exploración á Canarias; pero no se volvió á tener noticia de ellos.

En 1341, Alfonso IV de Portugal encomendó al ilustre aventurero florentino Corbizzi una expedición que da mucha luz sobre el estado de las islas en el siglo XIV. El 1.o de Julio del mismo año tres carabelas bien aprovisionadas, tripuladas por florentinos, genoveses y castellanos, zarparon de Lisboa con rumbo á Canarias, llevando caballos, armas y máquinas de guerra: á los cinco días aportaron á una de las islas del grupo, abundantes en cabras y otros animales, hombres y mujeres desnudos. Aquí adquirieron grandes cantidades de pieles y sebo, sin atreverse á internarse en el país. Pasaron á otra isla Canaria, donde descubrieron multitud de gente que les salió al encuentro... « Cuando los isleños conocieron que los extranjeros no querían desembarcar, intentaron algunos llegar nadando á los navíosi pero aunque lo consiguieron, su tentativa les salió muy cara; pero los portugueses retuvieron cuatro á bordo, que luego fueron conducidos á Lisboa.»>

¿Irían aquí los guipuzcoanos?

1345. Una expedición que salió de Cádiz dirigida por Álvaro Guerra, encontró á algunos españoles, restos de antiguas expediciones ó de anteriores naufragios, que les sirvieron de intérpretes con los naturales.

1360. Expedición de mallorquines que quedaron prisioneros y fueron tiempo después sacrificados.

1377. «Martín Ruiz de Avendaño, noble vizcaíno, aporta á Lanzarote, y es recibido con afectuoso interés por aquellos naturales.

1382. Una tempestad arroja sobre las costas de la Gran Canaria un buque mandado por Francisco López, salvándose del naufragio trece españoles, hechos prisioneros. Los trataron como amigos, contribuyendo con sus conocimientos á suavizar las costumbres de los insulares, « hasta que en 1399 una armada de vizcaínos y andaluces al mando de Gonzalo Peraza Martel, se presentó entre las costas de la isla y saqueó cuánto encontró á su paso; consecuencia de esta invasión fué la desconfianza con que principiaron los canarios á mirar á los mallorquines, suponiéndoles espías de los españoles y la cruel resolución que adoptaron de ahogarlos á todos en el mar, haciendo sufrir la misma suerte á siete prisioneros que habían caído en su poder en las últimas refriegas.»>

1402. 1.° Mayo. Bethencourt con más de doscientos hombres de armas salió de la Rochela, preso en Sevilla, queda en libertad y zarpa para Lanzarote.

21 Octubre de 1480. Expedición de trescientos hombres á las órdenes del guipuzcoano Miguel Mujica á las Canarias, donde murió peleando en el referido

mes.

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Luchas por mar y tierra.- Parientes mayores.- Oñacinos y gamboinos.

Desastres.-Hermandad.

A

I

pesar de los tratados de paz ajustados en 1351 y 1353 (1)

se declararon los guipuzcoanos en hostilidad contra los ingleses á instancias del rey D. Enrique, temeroso de las pretensiones del duque de Lancaster, como marido de la infanta D.a Constanza, respecto á la corona de Castilla. Muy hábiles ya los ingleses

(1) El 29 de Octubre de 1353 se extendió un tratado entre los moradores de Bayona y Biarritz, por una parte, y los vascongados por otra, «para poner fin á los inveterados odios y sangrientas agresiones que hasta entonces habían esparcido la desolación y la muerte en el litoral del país vascongado y de la tierra de Labort.»

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