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Servicios de la provincia.-Isla de los Faisanes.-Paz de los Pirineos Reyes de Francia y de España. Tratados y proyecto de

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Incidentes.

repartición de España

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I

As guerras en que se vió envuelto Felipe IV le obligaban á pedir servicios á las provincias, los cuales se convertían ya en verdaderos sacrificios. No era Guipúzcoa la que menos hacía, pesar de que toda la gente capaz de tomar las armas, exceptuando la de los presidios de Fuenterrabía y San Sebastián, llegaba á 4700 hombres. Á la sazón, además de los 600 que había enviado al ejército sin obligación de reemplazarlos y con la de

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volver á sus casas finalizada la guerra, tenía ofrecido para campear y hacer resguardos en Guipúzcoa 2000; se ocupaban en las fábricas de armas de Placencia, Tolosa, Eibar, Mondragón, Elgoibar, Vergara y otros pueblos 800; en el tren que se destinaba para el ejército, pontones y cabalgamento de las dos plazas y castillos de San Sebastián, Fuenterrabía, el Pasaje y Guetaria se entretenían 300; y en las obras y fortificaciones 150 carpinteros y oficiales y 800 peones sin las mujeres y gente voluntaria, Y aún se pedían más servicios, y secundaba al rey el consejo de Cantabria que residía en Vitoria: hacía esfuerzos la Diputación para complacer al monarca, y cuando el Corregidor, por orden del rey mandó que todos los guipuzcoanos desde la edad de 16 años hasta la de 50 tuviese cada uno su arma de fuego, pólvora, balas y cuerda, para cuando se ofreciese, la junta respondió que, careciendo de armas, suplicase el Corregidor á S. M. y señores de su consejo de Cantabria ordenasen que á la gente de la provincia se la surtiese de armas y municiones (1).

Las necesidades crecientes de aquella desgraciada monarquía, aumentaban sus exigencias, y tales hizo á Guipúzcoa que no se creyeron bastante autorizados sus representantes para concederlas todas; no fueron más condescendientes los reunidos en nueva junta en Tolosa; pero mostróse inexorable el Corregidor en cumplimiento de las órdenes del rey, y por temor á mayores males, obedeció la provincia (2). Acudió gente de ésta á la guerra de Cataluña y á la conquista de Portugal, haciéndose además levas para la real escuadra (3), después de haberse apa

(1)«Y que respecto á que no se le habia querido dar pólvora, plomo y cuerda en Pamplona ni en otras partes, ni en Placencia armas de fuego por su dinero á fin de que en alguna ocasion repentina que se ofreciese se hallasen prevenidos los guipuzcoanos se determinó lo conveniente.» (Acta de la junta del 30 Marzo 1639.) (2) Junta particular celebrada en la Iglesia parroquial de San Bartolomé de Vidania en 6 de Febrero de 1640.

(3) Eran tan estimados los guipuzcoanos para la marina, que en los continuos pedidos que de ellos se hacían para tripular buques, merece consignarse el que en 20 de Marzo de 1663 hizo el rey á la provincia de «la mas numerosa tripulacion que pudiera verificar para servir de guarnicion á los cuatro Galeones que fabricó el general D. Miguel de Oquendo y que se hallaban ya prontos para salir al mar,

rejado en San Sebastián algunas y hasta una se armó de 17 navíos con destino á Burdeos en favor de los sitiados, rebeldes á Luís XIV.

Veinticinco años de asoladora guerra entre Francia y España, hacían necesaria la paz: al cabo de no pocas peripecias, se convino en una tregua mientras se ajustaban ciertos preliminares; terminados los cuales y dada la última mano á los capítulos, se convino en firmarla en la frontera de ambos reinos, señalando la Isla de los Faisanes.

Entre varias isletas que forma el río Bidasoa, es una la de los Faisanes, que llamada así desde tiempo inmemorial, y colocada más arriba del paso de Behobia, y media legua larga de Fuenterrabía, consta de quinientos piés de longitud y de se tenta de latitud. Sobre ésta, se empezó á edificar algunos meses antes, de común acuerdo de ambos reyes, una casa, para que al fin de los ajustamientos sirviese á estas funciones. Y porque la posesión y derecho que tiene Fuenterrabía á todo el Río quedase salvo é ileso, se repitieron en esta ocasión por dicha ciudad á los ministros franceses las protestas judiciales que siempre ha hecho en los demás actos celebrados sobre sus aguas por las dos coronas, como el que se ofreció con el rey Francisco I de Francia el año de 1526 y el de 1530 con sus hijos; el de las vistas de la reina D.a Isabel de la Paz, con la reina madre y su hermano Carlos IX en el de 1565, y el de las entregas de las reinas D.a Ana de Austria y D.a Isabel de Borbón el año de 1615, como consta de los mismos instrumentos auténticos que guarda el Archivo de Fuenterrabía y lo escriben Cabrera, Mantuano, Salazar de Mendoza y otros. Iba caminando la obra al paso de los tratados y estuvo perfecta cuando la conclusión de ellos la hizo necesaria. Era su forma prolongada, por haber de obedecer la

pues necesitaba de Infantería de buena calidad á propósito como la que se puede sacar de vuestros naturales por las experiencias que se tienen de su valor y constancia.»>

El rey autorizaba además á la Diputación para nombrar capitanes guipuzcoanos.

fábrica á la comodidad que dispensaba la isla; é hízose igual. mente común á las dos naciones, de suerte que cada una de ellas tenía las mismas piezas, y de igual proporción y distancia que la otra, y con el mismo lujo amuebladas; pues no se escaseó la ostentación más esmerada. Como la mitad correspondía á Francia y la otra mitad á España, cada ministro tenía su entrada, y cada uno se presentó con el más ostentoso aparato, como si mutuamente pretendieran eclipsar en grandeza y ofuscar en lujo.

Al cabo de veinticuatro conferencias en cerca de tres meses, se ajustaron los 124 artículos que constituyen el famoso tratado de Paz de los Pirineos (1), que demostraba el estado á que habían reducido á España reyes ineptos é indignos favoritos.

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También se estipuló que Luís XIV casaría con la infanta D.a María Teresa de Austria, primogénita de Felipe IV, renunciando ésta á la sucesión de la monarquía española, mediante el dote de 500,000 escudos.

Como el príncipe de Condé, el sitiador de Fuenterrabía, se había puesto al servicio de España, por lo cual le odiaba Mazarino y le protegía nuestro rey, fué objeto igualmente del tratado, conviniendo el cardenal en reponer á Condé en su gobierno de Borgoña.

(1) Recuerda esta paz una columna conmemoratoria con cuatro inscripciones. Mirando á Irún, dice:

MDCCCLXI

En la cara que mira á la carretera de Irún á Behovia, dice:

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En el lado oriental que mira al puente, la misma inscripción en francés.

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