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CAPÍTULO III

Importancia política del señorío.
Hermandades.-D. Enrique III en
Vizcaya.-Anteiglesias y villas

I

AN breve reseña de los señores de Vizcaya, contiene la historia del país de su tiempo: algunos de aquellos señores ocupan además muchas é importantes páginas de la historia de España, por la influencia que tuvieron en los asuntos generales de la nación. Las casas de Haro y de Lara tuvieron representantes ejerciendo los más altos destinos de la nación á la vez que el señorío de Vizcaya, llegando al

guno como D. Lope de Haro á influir tanto en el ánimo del rey, y de un rey como D. Sancho el Bravo, que, como dice Lafuente, todo el vigor, toda la bravura, toda la energía de carácter que había desplegado D. Sancho así en las relaciones exteriores co

mo en los negocios interiores del reino, así cuando era príncipe como después de ser rey, desaparecía en tratándose de D. Lope de Haro, señor de Vizcaya, que parecía ejercer sobre el ánimo del monarca una especie de influjo mágico. Á pesar de la actitud semi-hostil que el de Haro había tomado desde la retirada de Sevilla, ni pedía al rey gracia que no le otorgara, ni había honor, título ni poder que D. Lope no apeteciera. Habiendo fallecido en Valladolid D. Pedro Álvarez, mayordomo del rey (1286), solicitó el de Haro que le nombrase su mayordomo y alférez mayor, y que le hiciese conde además con todas las funciones y toda la autoridad que en lo antiguo los condes habían tenido, con lo cual, decía, se aseguraría la tranquilidad del reino, y acrecerían cada año las rentas del tesoro. Concedióselo todo el rey; mas no satisfecho todavía con esto D. Lope, atrevióse á proponerle, que para seguridad de que no le revocaría estos oficios, le diese en rehenes todas las fortalezas de Castilla para sí, y para su hijo D. Diego si él muriese. D. Sancho con una condescendencia que maravilla y se comprende difícilmente en su carácter, accedió también á esto, y así se consignó y pu blicó en cartas signadas y selladas, obligándose por su parte D. Lope y su hijo D. Diego á no apartarse jamás del servicio del rey y de su hijo y heredero el infante D. Fernando. En el mismo día que tales mercedes fueron concedidas, dió el rey el adelantamiento de la frontera á otro D. Diego hermano de D. Lope, á título hereditario (Enero 1287). Dió además al señor de Vizcaya una llave en su cancillería. De modo que la familia de Haro, emparentada ya con el rey y con el infante D. Juan, teniendo en su mano los castillos, el mando de la frontera, el del ejército, y la mayordomía de la casa real, no sólo quedaba la más poderosa del reino sino que tenía como supeditada á sí la corona. Crecieron con esto las exigencias del orgulloso D. Lope, y habiendo pedido que fuese despedida de palacio la nodriza de la infanta D.a Isabel, tampoco se lo negó el monarca, y el aya y todos los que suponía ser de su partido

fueron expulsados de la real casa con gran sentimiento de la reina. Esto era precisamente lo que buscaba D. Lope, indisponer á los regios consortes, con el pensamiento y designio, si el matrimonio se disolvía ó anulaba, de casar al rey con una so brina suya, hija del conde D. Gastón de Bearne. Penetrábalo todo la reina, que era señora de gran entendimiento; pero disimulaba y esperaba en silencio la ocasión de que el rey conociera la mengua que con la excesiva privanza del de Vizcaya padecían él y el reino. >

La consecuencia era lógica y ha solido ser en política natural. Podía ser D. Lope digno de tantas distinciones y de tan extraordinario encumbramiento; pero se desvaneció á tanta altura, le ofuscó su ambición; no sólo se atrevió contra la reina sino con tra el prelado de Astorga á quien después de insultar impía. mente, le dijo: maravillome cómo no os saco el alma á estocadas. Lo que al principio produjo envidias y rivalidades, convirtióse en alteraciones y alzamientos de los ricos-hombres y señores, acabando con la muerte del favorito (1).

El deseo de venganza llevó al hijo de D. Lope á proclamar por rey y señor de Castilla á D. Alfonso de la Cerda, produciéndose una guerra tan desastrosa para el reino; pues de tales disturbios se aprovechaban los magnates para enriquecerse á costa de la nación y ensanchar su poder enflaqueciendo el del

monarca.

Es verdad que los señores de Vizcaya ejercían más influencia por tener mayor poder que los demás señores del reino, por la situación de la provincia donde dominaban, á un extremo de la península, fácil de defenderse por lo quebrado de su suelo y

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(1) Al encontrarse presos en palacio D. Juan y D. Lope, «¿cómo? — exclamó el conde¿presos? ¡ Há de los mios! Y echando mano á un gran cuchillo fuése el brazo levantado derecho al rey. Mas acudiendo á protegerle dos de sus caballeros dieron tan fuerte mandoble con su espada al osado conde, que cayó su mano cortada al suelo con el cuchillo empuñado: luégo golpeándole, sin orden del rey, con una maza en la cabeza, acabaron de quitarle la vida. » - LAFUENTE: Historia de España.

por el valor siempre acreditado de sus naturales. Así era la provincia de Vizcaya, como se ha dicho, alhaja preciosa en todos tiempos, deseada por los reyes de Navarra y de Castilla en diferentes ocasiones; y aun después de unida á esta corona, ambicionada su posesión por los magnates de la monarquía, vino á ser ocasión de grandes turbulencias entre ellos, é influyó poderosamente en los demás sucesos del Estado en general. Los reyes mismos no contentos con el alto dominio que allí conservaban, procuraban apropiarse el señorío inmediato de aquellos pueblos, gloriarse después de conseguido con ese dictado, y contar su goce como una de las más preciadas joyas de su diadema. En todos estos acontecimientos fué preciso siempre á los que tenian la posesion tener contentos á sus súbditos para que les defendieran en ella, y á los que pretendian subrogarse en lugar de aquellos, prometer para lo subcesivo aun mas lisonjeras esperanzas. He ahí el origen de tantos privilegios, fueros y libertades como ha disfrutado y aun disfruta aquel noble señorío, y que concedidos en distintos tiempos y lugares, llegaron á formar con el tiempo una especie de código constitucional suma mente útil y glorioso para aquellos habitantes (1).

II

En tiempo de D. Enrique II tomaron parte los vizcaínos en la guerra de Castilla con Navarra; pues si el navarro llamó en su auxilio á los ingleses á quienes dió algunas plazas de su reino, el castellano envió á su hijo el infante D. Juan con 4,000 lanzas y buen golpe de ballesteros vascongados, con los cuales penetró hasta las murallas de Pamplona, devastó la comarca, tomó algunos lugares y conquistó á Viana.

(1) GONZÁLEZ ARNAO.

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