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INTRODUCCION.

Al ofrecer al público español la mejor y mas popular Enciclopedia de las publicadas en este siglo, no es nuestro ánimo ponderar la utilidad de esta clase de obras, destinadas á secundar y favorecer tan eficazmente los progresos de la civilizacion. No hay una sola persona que pueda dispensarse de consultar una enciclopedia, y no hablamos de aquellas cuya instruccion no se halla al nivel de su estado, ni corresponde al cargo que desempeñan, sino aun de aquellas que la poseen muy estensa y completa, si se quiere, en aquel ramo de la ciencia que han escogido como objeto de sus estudios; pero que carecen de aquel carácter de generalidad y de aquella leve nocion de todo que es indispensable en el estado actual de la sociedad. Publicar, pues, una enciclopedia es satisfacer una de las primeras necesidades de la época.

Nuestro objeto es perfeccionar este útil pensamiento, introducir una mejora esencial en esta clase de obras, ó mas bien, segun nuestro modo de ver, suplir una falta que en ellas se nota, y la que, por mas que parezca osadía, queremos evitar en esta edicion española.

Todas las enciclopedias concebidas y redactadas bajo un órden alfabético, tienen, cualquiera que sea su mérito, el inconveniente inevitable del órden de abecedario, reñido por naturaleza con todo sistema científico. Este órden alfabético separa por necesidad términos que es indispensable estén inmediatos para ser bien comprendidos, alterando y aun imposibilitando todo sistema científico: lo que es un defecto capital en una obra que abraza el sistema completo de los conocimientos humanos, todo en fin cuanto puede ser objeto de la ciencia. Tal es una ENCICLOPEDIA, el repertorio universal de los conocimientos humanos, el cual ha de contener un resúmen fiel, claro y preciso de la ciencia humana; de todas las nociones adquiridas en los diversos ramos del saber.

El conjunto de los conocimientos humanos es un vasto laberinto donde es preciso apoderarse del hilo que nos ha de guiar por sus intrincadas revueltas: es un mar inmen

so lleno de escollos y de islas que solo pueden ser reconocidos y evitados cuando se miran desde punto elevado. Abarcar de un golpe de vista la cadena de los conocimientos humanos, es imposible bajo un órden alfabético que altera y destruye los grupos y subdivisiones que el espíritu de analisis ha hecho en la ciencia, reuniendo aquellos ramos del saber que no solo tienen entre sí estrecha relacion, sino aun dependencia mútua, sin que para establecer semejantes analogías se tengan en cuenta para nada la etimología de las palabras y las derivaciones de un mismo radical. Todo sistema de clasificacion que no se funda mas que en la forma material de las palabras y que separa aquellas cuyas ideas tienen grande analogía, ofrece un inconveniente insuperable para todo sistema científico. Prescindir del órden alfabético es por otra parte imposible en esta clase de obras por la facilidad que presenta para hallar á la mano lo que se busca y no queda mas recurso que el de adoptar un órden compuesto, perfeccionando el alfabético con el de la clasificacion por materias y haciendo que vaya precedido de una noticia general, de un sistema de clasificacion de todos los conocimientos científicos, que presente á un golpe de vista todo el saber humano que se ha de analizar en los sucesivos artículos de la obra. He aqui nuestra intencion y nuestro deseo: presentar del modo mas claro, mas sucinto y mas elemental que nos sea posible un cuadro completo del inmenso dominio del saber humano, dando uniformidad y manifestando la relacion que tienen entre sí los diversos conocimientos, preparando convenientemente á los lectores para estudiar con fruto cada parte que se les ha de presentar aislada; pero que contribuye, como todas las demas, á formar la ciencia única y positiva que existe.

Pero antes de clasificar las ciencias y las artes en el estado de perfeccion que en nuestros dias alcanzan, antes de concentrar en un solo punto de vista todos los conoci mientos humanos, es indispensable averiguar de qué modo han llegado á la perfeccion en que se hallan, formar la genealogía, la filiacion, por decirlo asi, de las ciencias y las artes y despues de haber averiguado su origen, consignar sus progresos en su marcha lenta al través de los siglos. Mucha distancia hay de las primeras ideas de los hombres á las que han adquirido, operando sobre las ideas primitivas y sometiéndolas á diversas combinaciones: mucha distancia háy desde el tosco leño excavado en que el hombre se aventuró sobre la superficie de las aguas y desde la grosera piragua del salvage, hasta el imponente navio de guerra que surca las encrespadas olas del Atlántico, ó el barco que contra viento y marea cruza las aguas movido por la sobrehumana fuerza del vapor. Los progresos de las ciencias son el resultado de largos años de observacion, de raciocinio y de cálculo, y sin embargo, los descubrimientos à que debieron su orígen han sido por lo general obra de la casualidad, y todo en las ciencias y en las artes se refiere a nuestras necesidades, ya sean tan absolutas como las del sustento, las del abrigo de nuestro cuerpo y las de buscar un asilo donde vivir, ya sean de conveniencia y de recreo, ya en fin sean de puro lujo y de capricho.

Es indudable que los primeros descubrimientos y los primeros progresos se debieron al instinto de la propia conservacion, á esa necesidad que la naturaleza ha inscrito en el corazon del hombre. Esta imperiosa necesidad hizo ya á los primeros vivientes emplear para su servicio y para su provecho la naturaleza tal como es en sí y ser intrépidos cazadores, diestros pescadores ó ambas cosas á la vez. Con el primer asomo de sociedad, con la formacion de la familia, ya nacieron la ganadería y la agricultura. En breve la mano del hombre empezó á modificar los productos de la naturaleza, y mucho mas desde que supo manejar el fuego y hallar el secreto de la fusion de los metales para trasfor

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marlos en armas y preciosos utensilios. De alterar los productos de la naturaleza embelleciéndolos, se pasó bien pronto á imitarlos y de aqui todas aquellas artes, que si no son de primera necesidad, son, sin embargo, muy útiles al hombre, puesto que le proporcionan comodidades y placer, evitándole las penas, y en ellas tiene ya tanta parte la utilidad como el recreo. El interés de su conservacion enseñó primero á los hombres à servirse de las pieles de los animales para preservarse de la intemperie de las estaciones, y á servirse tambien para el calzado de estas pieles secadas y endurecidas el sol, pero bien pronto le sustituyó la lana á las pieles, y acto continuo se empleó el jugo de los vegetales para tenir las telas con los mas vivos colores. Si todos los animales irracionales saben construirse su vivienda y su abrigo para la prole, el hombre no podia menos de prepararse una habitacion para sí y para su familia. Empezó por una sencilla cabaña, pero á su tosco ensayo siguió el colocar en tierra los troncos de árboles, fijos á manera de pilares, colocando otros trasversalmente sobre ellos y otros formando la cubierta en plano inclinado para facilitar la caida de las aguas, y he aqui el origen de la arquitectura y el tipo de sus mas bellas construcciones. Con la arquitectura, con las primeras materias empleadas en las construcciones, con el terreno en que se hicieron, y con el aumento de la agricultura, tuvo orígen el derecho de propiedad. La abundancia que produjo la multiplicacion de los bienes de la tierra por medio de la agricultura, y el bienestar del hombre al ver cubiertas sus necesidades y las de su familia, le hicieron manifestar su satisfaccion por medio de los sonidos y de los movimientos del cuerpo y á la pantomima espresiva siguieron la música y el baile. El placer ó el sentimiento de un bien físico ó moral, asi como el dolor ó el sentimiento de un mal fisico ó moral, han sido el origen de una gran parte de los conocimientos humanos.

Estos primeros ensayos eran eminentemente prácticos, asi como los primeros progresos de las artes, cuando las piedras y mármoles empezaron á cortarse y reunirse bajo proporciones regulares y cuando la arcilla empezó á tomar formas cómodas ó agradables en manos de los primeros escultores. Las ciencias elevadas vinieron pronto á acompañar, para luego despues dirigir á la práctica de las artes. Algunos hombres de ingenio, favorecidos tal vez por la casualidad, observaron el curso regular y las revoluciones de los planetas y fundaron las primeras teorías astronómicas. No se sospechaban todavía las leyes de la atraccion, del movimiento y equilibrio; la geometría se reducia á medir los terrenos; la medicina era puramente conjetural sin ir acompañada del estudio de la anatomía, y hasta la historia natural daba pasos muy inciertos; pero se habian llegado á comprender algunas de las leyes que dirigen á la naturaleza en su marcha y en sus sorprendentes fenómenos que al modo de ver de los primeros observadores parecieron estravíos.

El lenguage iba perdiendo su primitiva rudeza y á la pintura grosera de los objetos, á los geroglíficos y símbolos de la primera escritura, sucedian los caractéres alfabéticos, con lo que se iban ensanchando poco a poco las relaciones de pueblo á pueblo y fundándose las bases de la política propiamente dicha. El lago Mæris, la torre de Babel, los muros de Babilonia y los ponderados jardines de Semiramis atestiguan los vuelos que iba ya tomando la industria humana, mientras que eran tenidos por sábios, los hombres que á las nociones de astronomía y conocimientos de agricultura reunian la práctica de la medicina. En las asociaciones y en los colegios de sacerdotes residia todo el saber de aquellas primitivas edades, asi es que antes que á ningun autor célebre, se cita á los sacerdotes del Egipto, á los magos de la Persia, á los gimnosofistas de la India, á los caldeos

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T. I. B

de la Siria y hasta á las sibilas que algunos pretenden ser posteriores. El mismo Hermesó Mercurio Trimegisto pierde todo su prestigio de primitivo escritor, si se admite la fundada suposicion de que sus obras no son mas que el conjunto de los cuarenta y dos libros que escribieron los sacerdotes egipcios, filósofos y legisladores à un mismo tiempo. Los escritos sagrados de Moisés y las poesías de Homero contribuyeron á perfeccionar la civilizacion por do quiera eran llevados, y si Moisés nos revela la portentosa habilidad de los artífices Beseleel y Coliab que desempeñaron todo el trabajo en metales, piedras preciosas y telas esquisitas que se emplearon en la construccion del tabernáculo, Homero nos pondera la maestría de Palamedes y Epeo y la destreza en la música de Phemio y Demodoco. Hiram demostró su pericia en el famoso templo de Salomon, mientras que Hermógenes en Caria y otros arquitectos griegos sacaban el mayor partido de la union de la geometría con la arquitectura. Dibutades de Corinto es reputado como el inventor de la escultura plástica y Bularco, pintor griego, introdujo el uso de varios colores en un mismo cuadro.

Los escritos sagrados de los profetas de Israel, aquella sublime sencillez y lo vehemente de las imágenes, por mas que han sido imitados, jamás fueron igualados por los genios que les han seguido. La poesía profana adquiria nueva energía en la lira de Tirteo, y Arion, Stesicoro y Alceo introducian nuevas combinaciones de verso. Licurgo en Esparta, Pitaco en Mitilene y Numa Pompilio en Roma formaban códigos cuya memoria aun todavía infunde respeto; pero Dracon dió á los atenienses tales leyes y tan sanguinarias, que Solon hubo de abolirlas y sustituirlas con otras llenas de dulzura y apropiadas al carácter de los pueblos á quienes se dirigian. Mientras que los druidas ejercian su fanático imperio en las Galias, Confucio daba á los chinos unas leyes tan prudentes que aun subsisten en el dia.

Tales de Mileto, uno de los siete sábios de Grecia y que habia aprendido la filosofía y astronomía en el Egipto, sometió los eclipses á un cálculo exacto y fundó la division del tiempo en las revoluciones solares. Anaximandro, astrónomo tambien, descubria la direccion oblicua del Zodiaco é inventaba los relojes de sol: la geometría debió á Apolonio la teoría de las secciones cónicas y la arquitectura á Callimaco la invencion del elegante capitel corintio. Llega la época de los sábios de Grecia y ademas de Tales, florecen Chilon, Bias, Myson, Cleobulo de Linde, Bion, Epimenides, Solon, Anacharsis, y otros varios, incluso el humilde é ingenioso Esopo. Pitágoras perfeccionaba el cálculo aritmético y no solo era hábil en las ciencias exactas, sino en todos los géneros de filosofía, siendo cabeza de secta y propagador de la estraña teoría de la metempsicosis. Ni faltaron á esta época los genios poéticos del delicado Anacreonte, del satírico Hipponax, del belicoso Cherilo, y de Thespis, fundador de la tragedia, inmediatamente perfeccionada por Eschilo, por Sófocles y Eurípides. Pindaro es reputado como el principe de los poetas líricos y como á tal sus contemporáneos le erigieron estátua y su casa fué respetada por Alejandro Magno en el sitio de Tebas. Tanta y tan justa celebridad como Pindaro adquirieron Herodoto y Tucídides como historiadores, Hipócrates como sábio médico y Sócrates como el filósofo mas ilustre de la antigüedad. Platon, el mejor discípulo de Sócrates y el gefe de los filósofos académicos, tuvo por émulos á Zenon, inventor de la dialéctica, á Simonides, filósofo y poeta, á Empedocles y á los eternos antagonistas Demócrito y Heraclito. Mientras que Zoroastres reformaba la religion de los magos en la Persia, Meton, astrónomo de Atenas, inventaba el ciclo lunar ó número aureo, calculando el círculo que recorre la luna en diez y nueve años. Hasta las mugeres se distin

guian notablemente por esta época, y sin tener en cuenta el desgraciado fin de la poetisa Safo, la imitaban en el culto de las musas, Cleobulina, hija de uno de los siete sábios de Grecia, Praxila, dama de Sicione, Telesilla, dama de Argos, y la célebre Corina de Tespis en la Beocia, tan ilustre por su hermosura como por su talento poético que la hizo merecer el título de la musa lírica.

En este movimiento general de las ciencias y la literatura, no permanecian las artes estacionarias. Elevábase por Libon de Elide el famoso templo de Júpiter Olímpico, junto á el cual se celebraban los juegos olímpicos, y Artemisa, la célebre reina de Caria, encontraba artistas para elevar en Halicarnaso á la memoria de su esposo Mausoleo un suntuoso sepulcro que fué una de las maravillas del mundo. Apolodoro, pintor de Atenas, unia à la correccion del dibujo la viveza del colorido; Polignoto ya representó en la misma culta ciudad todos los sucesos de la guerra de Troya, Damofiles llevaba á Roma el gusto de la bella pintura, Agatarco se distinguia pintando decoraciones para la escena, y Evenor daba á su hijo Parrasio las lecciones que habian de hacer de él un artista tenido por el mas eminente de su época. Alcameno y Telefanes se distinguen en la escultura y las estátuas de Policleto, artista de Sicione, sirven de tipo para las perfecciones del cuerpo humano; pero todos son eclipsados por el brillante genio de Phidias, el primero que combinó la belleza con las formas robustas y magestuosas y el autor de la famosa estátua de oro y marfil y de sesenta pies de alto que representaba á Júpiter Olímpico y que ha sido tenida por una de las maravillas del mundo. El arte encantador de la música tuvo tambien un digno intérprete en Phrynis, de Mitelene en la isla de Lesbos, que fué como el precursor de Timoteo de Mileto y de la cortesana Lamia, célebre flautista.

En el reinado de Alejandro el Grande y á pesar de las agitaciones que en Grecia y fuera de ella produjo este osado conquistador, las ciencias y las artes progresaron estraordinariamente, y llegaron en Grecia á su mayor apogeo. Aristóteles, gran filósofo y preceptor de aquel monarca, abrazó en su ardiente amor al estudio el de la dialéctica, la moral, historia natural, retórica y poesía, y en todos los ramos del saber fijó reglas que han sido por largos siglos religiosamente respetadas en las escuelas. Fué ademas el fundador de la secta y escuela peripatética, establecida en el Licéo de Atenas. En este siglo se fundaron ademas otras muchas sectas y escuelas: Aristipo estableció la secta llamada Cirenaica, que cifraba en el placer la suprema felicidad; Epicuro dió nombre á la de los epicureos, que la cifraban en los deleites, aunque no esclusivamente sensuales, como por algunos se ha llegado á creer: siguieron Antistenes y Diógenes, cínicos por el soberano desprecio que hacian de los hombres y de las riquezas; Crantor, principal defensor de la secta platónica, al que siguió Arcesilao, fundador de la llamada segunda academia; habiendo sido Carncades de Cirene el filósofo que tuvo la honra de fundar la tercera. Pirron dió nombre á los pirrónicos, que de todo dudaban, y Zenon de Chipre, discípulo de Crates y de Stilpon, fué el gefe de los estoicos, asi llamados porque estudiaban bajo el pórtico de Stoa, en Atenas. Ni fueron solamente los fundadores de sectas los que ensancharon los límites de la filosofía. Merecen ser citados entre los sábios de la época Anaxarco, Teofrasto, Clearco, Crates, Aristogenes, Phedon y Filolao, al que se atribuye el libro de oro de Pitágoras. Entre los oradores florecieron Hipérides, Dinarco, Eschines é Iseo, que hubiera ya sido célebre sin mas que ser el maestro de Demóstenes, el célebre orador, autor de las Filípicas y el que en elocuencia y talentos no tuvo rival en toda la Grecia. Emulos de los oradores, los poetas fueron altamente estimados en Ate

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