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con tanta gracia, que dan luego en mirándolas contento y sentimiento de mucho primor en el arquitectura. Estas escaleras fueron necesarias para tener toda la iglesia debajo otra del mismo tamaño, á la costumbre de entonces, y por ser grande y alta hace más bravo edificio.» Véase también esta linda descripción del diminuto templo de San Miguel de Lino: «Es pequeñito, pues con grueso de paredes no tiene más de cuarenta pies de largo y la mitad de ancho; mas en esto poquito hay tan linda proporción y correspondencia, que cualquier artífice de los muy primos de agora tendría bien que considerar y alabar. Mirada por de fuera, se goza una diversidad en sus partes que hace parecer enteramente en cada una lo que es y lo hermoso que tiene. El crucero y cimborio, la capillita mayor y la torre para las campanas, todo son cosas que se muestran por sí con gran gusto á los ojos, y todo junto hace mayor lindeza. Entrando dentro, espanta un brinquiño tan cumplido de todo lo dicho y de cuerpo de iglesia, tribuna alta, dos escaleras para subir á ella y á la torre, comodidad y correspondencia de luces. Y agradando todo mucho con la novedad, da mayor contento ver en tan poquito espacio toda la perfección y grandeza que el arte en un gran templo podía poner.» Tales pasajes, y no son los úni

cos, muestran que el sentido del arte de la Edad Media, aun en sus formas más primitivas y modestas, nunca faltó del todo á ciertos espíritus selectos, por más que no haya sido general hasta nuestros días, gracias á la arqueología romántica,

VI

L terminar este rápido bosquejo de lo que fué la preceptiva y la crítica de

artes en la época del Renacimiento, no pretendo exagerar de ningún modo la trascendencia de las ideas estéticas que la informaban. Muy elementales eran, porque en rigor la estética no había nacido aún. Nutríase ésta que pudiéramos llamar embrionaria disciplina del arte, de ciertos conceptos metafísicos, recibidos la mayor parte del idealismo platónico, y combinados bien ó mal con el principio aristotélico de la imitación; se acaudalaba en la parte técnica con buen número de observaciones derivadas de práctica constante y segura, con nociones cada vez más precisas de anatomía pictórica, de óptica y perspectiva, de geometría y mecánica aplicada á las construcciones y de otros varios ramos de la ciencia, cuyos progresos fueron admirables en el período que va desde Leonardo de Vinci hasta Galileo; participaba, en suma, del movimiento especulativo de las escuelas filosóficas y del movimiento po

sitivo de la ciencia matemática y de la ciencia experimental, y al mismo tiempo vivía en unión estrecha y fecunda con el saber de los humanistas, con la renovada tradición clásica, con la naciente arqueología, con los estudios sobre la teoría del arte literario, mucho más adelantados entonces y ahora que los reJativos á las artes plásticas. De todo esto se aprovechaba, muy oportuna y discretamente á veces; y por su mismo atraso, por la especie de dependencia en que vivía, por lo vago y mal deslindado de sus fronteras, por la invasión continua de nociones extrañas á su dominio, por el carácter popular, y si se quiere superficial, de sus enseñanzas, contribuía á la general cultura más que á la particular de los artistas, á quien principalmente ayudaba levantando su ideal ético y social, y mostrándoles el nexo que liga entre sí las bellas artes, y todas ellas con el grande arte de la vida. Aun espíritus algo vulgares como el de Francisco de Holanda se sentían enaltecidos y magnificados al tocar estas esferas de luz serena y contemplativa, y en almas como la de Céspedes bastaba esta visión para ennoblecer el pensamiento é imprimir á la vida un ritmo majestuoso.

Pero evidentemente esta preceptiva era incompleta, aunque los relámpagos del genio de Leonardo la hubiesen iluminado. Expre

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