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Por la grande analogía que tiene con los trabajos que comprende este volúmen la importante memoria del señor de Bofarull, titulada: La lengua catalana considerada históricamente, de la que se habia agotado la primera edicion publicada por su autor; y con la idea de reunir en un solo cuerpo todo cuanto este ha dado á luz relativamente á la lengua catalana; previo conocimiento del mismo, reproducimos á continuacion, y por via de apéndice, la indicada memoria, con la seguridad de que nos agradecerán este obsequio nuestros suscritores, satisfaciendo al mismo tiempo el pedido que de ella nos hacen varios literatos estranjeros.

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LA

LENGUA CATALANA

CONSIDERADA HISTÓRICAMENTE.

DISCURSO

leido en la sesion pública inaugural de la real Academia de Buenas Letras de Barcelona, el dia 8 de noviembre de 1857, por el sócio de la misma

D. ANTONIO DE BOFARULL,

BAJO LA PRESIDENCIA

DEL ILTRE. SR. D. AGUSTIN DE TORRES VALDERRAMA,

GOBERNADOR CIVIL DE LA PROVINCIA;

y con asistencia de los representantes de la Universidad literaria,

de la Audiencia territorial, del Cabildo eclesiástico, de la Autoridad militar, de la Academia de Bellas Artes, de la Sociedad Económica y de otras varias corporaciones científicas y literarias.

Señores:

Ne des alienis honorem tuum....
ne forte impleantur extranei viribus tuis
et labores tui sint in domo aliena.
Salomon.-Proverbios

Raro es el pais cuya historia sea una verdadera sucesion cronológica, esclusiva del pueblo que, acaso, le da el nombre.

No tiene aplicacion este aserto en épocas remotísimas, cuando por pais se entienda una limitada comarca, ocupada por todas las ramas de una misma familia; pero sí tan luego como esta familia se reuna con otra, haciendo que el territorio de entrambas sea comun ó dependiente de un centro único; y mas todavía, cuando, constituidas las naciones, se ha querido conservar en la mayor parte el principio monárquico, y se ha desarrollado en todas el espíritu de engrandecimiento, con las luchas que, por instinto, ó por necesidad, han sostenido.

Las conquistas, los matrimonios de los reyes y las agregaciones voluntarias son los tres principales caminos por los cuales han venido á reunirse dos ó mas pueblos para formar una nacion; y en este caso, ha sido uno de los resultados la influencia, mas ó menos directa, de una raza ó de un pueblo sobre los demás, aun cuando la organizacion federal haya puesto freno, algunas veces, á la supremacía del dominante.

A pesar del espíritu de nacionalidad que alienta á cada pueblo, de esa lumbrera inestinguible que van legando unas generaciones á otras, y que mantiene vivo eternamente el fuego del corazon, por mas que la desgracia arrebate la parte de vida que la memoria le pudiera comunicar; á pesar, decimos, de ese mismo freno, con que la dignidad de uno ha detenido la ambicion de otro, que ha soñado ser todo, no siendo mas que igual; ejemplos sobran, por desgracia, de pueblos que, al unirse con otros, han pasado de esposos á hijos, y de hijos á siervos. Absorbida su importancia por la raza que la casualidad ha hecho mas prepotente, en vano han apelado á la igualdad de derechos, á la igualdad, ó tal vez superioridad, de glorias; en vano se han lamentado, haciendo patente el objeto de su enlace: los lamentos, como lenguaje del corazon, se exhalan hablando la lengua que se ha aprendido en la infancia, y si esta lengua no era conocida de quien la debia escuchar, hé aqui un motivo mas porque su voz se perdiera en los aires! Pudiera compararse aquí la situacion del pueblo olvidado á la de aquel hijo, que, por haber hecho el padre una mala distribucion de sus bienes, tiene que contemplar, humilde, la mayor riqueza del hermano, no justificada tan siquiera por el derecho de primogenitura, y se consuela, recordando los timbres de su comun alcurnia, y afanándose en dar á conocer su apellido, única igualdad que suele quedar, á veces, entre los hermanos ricos y los pobres.

Sin salir de nuestra misma península, de este territorio, partido, en remotos tiempos, entre infinitas razas, sobre el que se han barajado conquistados y conquistadores de orígenes diversos, Y sobre el cual vinieron luego á establecerse varias nacionalida

des, independientes unas de otras, y hasta independientes por su lengua, por sus costumbres y por sus leyes; en nuestra península, decimos, sobrarán ejemplos, suministrados por su misma historia, de esa verdad amarga.

Arrinconadas, como armas mohosas pero triunfantes en otros dias, se dejaron la mayor parte de las dinastías reales españolas, ocultando su precioso esmalte, no solo á los ojos del vulgo, que no vive en lo pasado, sino á los de aquellos que, en las escuelas, debieran aprender nuestra historia, buscando en los ejemplos de la grandeza muerta, lecciones para la grandeza futura! Olvidadas de su origen comun, hemos visto provincias que, considerándose diferentes de sus iguales, por habitar en territorios que la Geografía no ha bautizado con un mismo nombre, se han arrimado fácilmente á otras de costumbres diversas, con preferencia á las que en dias gloriosos fueron sus hermanas! Como desconocidos, y tal vez estraños, han sonado en los oidos del español los nombres de los héroes que hicieron temblar el Mediterráneo; y en autores graves,-nos ruboriza el mentarlo,-al hablar de la historia de Cataluña, se han omitido las antiguas crónicas, y se han recomendado, en primer término, las fábulas y delirios de Barellas (1)! La amarga ponzoña no ha perdonado tan siquiera ni aquellas tradiciones ponderadas, poéticas y simbólicas, con que cada pueblo esplica los primeros sucesos de su restauracion: las de los estremos apenas las recuerda su respectiva nacionalidad: la del pueblo prepotente se conoce por todo!!

Basta indicar, en general, estos resultados, para que el hombre pensador, recorriendo y comparando, con la vista de la mente, las diversas nacionalidades españolas, se convenza, solo para sí, de cuan verdadera es nuestra queja, dejando para la postéri– dad ilustrada la vindicta; basta indicar, decimos, cuando lo que buscamos no es mas que una de las consecuencias de la causa manifestada, consecuencia que descubriremos, guiados solo por la historia y por la esperiencia: por la historia, porque ella es el

(1) Hist. del hombre, por el abate Hervás y Panduro, t. 2,

p. 240.

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