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on de las Coronas, ó sea de la postergacion del catalan, exisuna diferencia entre el catalan de aquel tiempo y otro que el or llama antiguo, así como existia tambien entre estos dos 1 lenguaje que el mismo llama lemosin antiguo, esto es, antio lemosin, catalan antiguo y catalan del siglo XVI; que la lena castellana era mas conocida de los estranjeros que la cataa; que habia hombres que solo por vanidad hablaban casteno en los púlpitos, dando comezon en los oidos, mientras que un bio como Pujades temblaba de hablar lengua que no le era opia, y preferia el uso de la natural; que existian diferencias arcadas entre el lenguage catalan de cada Obispado, como exisan tambien entre ciertas provincias de Castilla; que entre los litetos ó conocedores del habla ya existia una division entre los de taño y los de ogaño; y por fin, que no pudiendo darse ó seuirse reglas fijas ortográficas, para hablar el sabio, se veia en necesidad de emplear un sistema que se acomodase á todos. Aunque estas verdades quedan confirmadas por los contemoráneos de Pujades (el cual se vió obligado, sin embargo de sus rotestas, á escribir su 2.° tomo en castellano), y por otros poseriores, entre ellos Bosch en sus Títols y Honors, cuando dice que muchos de su tiempo hablan de todo y nada saben de su país natal, y que al oir las relaciones de los castellanos se les escucha con una atencion como si se escuchara el Pater noster (1), lo que acaba mas de justificar la desaparicion del espíritu histórico; con todo, no cabe duda que la olvidada lengua vino á refugiarse en el templo de las letras, ya que no la cobijaban los mantos de los reyes, ni repetian sus sonidos los ecos de apartadas regiones, ni las olas del mar, como en otros dias. Despues del Petrarca catalan, del insigne poeta natural de Valencia y de nació catalana,

(1) Quant arriba á esta terra un castellá, ó de altra nació entes, publica los fets de sa nacio al ygual del Pater noster, y nosaltres ajudam en alçarles, restant sepultades les nostres, y cada dia se alçan ab los abonos de actes, y fets, que si nosaltres nos preciavem del que tant nos conve, y tenim obligacio satisfariem, respondriem y alcançariem lo que tant falta nos fa, y avem perdut, com se veura en lo discurs del llibre.

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como dicen las portadas de sus obras, sin poderse considerar discípulos ó continuadores de la escuela de Ausias March, recen varios y distinguidos poetas, cada uno de los cuales ca su manera en la lengua natural y tradicional de su patria, dando al mismo tiempo al desarrollo de esta santa aficion el imprenta, porque es de saber, que durante el siglo XVI es do se dan á luz, por impresores alemanes y por otros comp cios, gran parte de utilísimas obras, que, á no ser aquella mosa invencion, hubieran dormido por largos siglos en sus e tes como olvidados códices, sin poderse difundir los tesoros contenido entre todas las clases de la sociedad.

No siendo mi objeto crítico-literario en esta ocasion, me li á citar solo los nombres de los sacerdotes que conservaron e to á la deidad olvidada, y entre ellos justo es colocar tambi los sabios y conservadores de la legislacion del país, puesto en todas las corporaciones oficiales se tuvo la mira de emplear ó menos rutinariamente, para uso de todos los actos de gobi interior del Principado, que por entonces se mantenia en su tonomía especial, la lengua antigua y materna catalana. De segunda clase no hay necesidad de citar personas, por ser los celleres, diputados, jueces, oficiales y demás individuos de bildos y corporaciones, con sus asesores y consultores, la ve dera expresion del país; mas en cuanto á los escritores y po preciso es citar nombres, extendiéndome algo mas en aqu que pueden haber influido en bien ó mal, pero de una ma excesiva, respecto de la lengua, que es el objeto principal de trabajo.

Como verdadero discípulo y continuador de la escuela de sias March y último eco de los antiguos trobadores, si no e forma y en el lenguage, en el sentimiento, aparece, à media del siglo XVI, el pintor poeta Pedro Serafí (cuyas obras re primieron en Barcelona, el año 1840, los SS. J. M. d. G. y J y O., habiéndose hecho la primera impresion en 1565, por CI des Bornat), y se dan á conocer en el siglo siguiente Franc Fontanella, magnífico poeta, Juan Pujol, que compuso un ca

á la batalla de Lepanto, y al propio tiempo el tan ponderaente celebrado por su popularidad, mas bien que por el méabsoluto de sus obras conocidas, Dr. Vicente García, rector allfogona.

as obras de los dos primeros pueden servir de modelo y ejemen estos tiempos de restauracion, mas en aquellos en que se zaron, ninguna influencia, por desgracia, pudieron ejercer, orque la fama de sus autores hubo de ceñirse á un círculo asiado reducido, lo que no sucediera cuando Barcelona era e y gran centro de civilizacion, ya por ser tan escasa la proion que les viniera de arriba, como el aplauso que les enviade abajo, y sobre todo por acercarse quizá la época fatal en el Principado habia de empezar á sofocar con sus acentos cos la voz de aquellos genios que, en la dulzura de la paz, ieran atraer mas fácilmente la atencion de sus compatricios, sus cantos hijos del corazon.

A pesar de estas contrariedades, las obras del otro poeta, de Vite García, habian de ser conocidas y de popularizarse y perrarse hasta nuestros tiempos. Pero ¿se debia este efecto á una sa de que la honra catalana pudiera envanecerse en lo polítió en lo literario? ¿Cómo se esplica, que escribiendo tanto Garcomo Fontanella y otros de su tiempo, así en la forma como la cultura, bajo el modelo de otra literatura que nada tenia de antigua catalana, pues hacian en catalan lo que otros distindos poetas castellanos en su lengua, quedaron las obras del or de la tragicomedia de amor, firmeza y porfia olvidadas y sta sin imprimir, y en cambio, los mal escogidos desahogos del tor de Vallfogona se imprimieran y reimprimieran por infiniveces, logrando hasta la satisfaccion de que una corporacion petable intentara darlas á luz de una manera digna del autor? Daré la contestacion à ambas preguntas, tanto para esplicar la Juencia que pudo tener este poeta en bien ó mal de la lengua Calana, como por ser, sin duda alguna, la época de Vallfogola que puede llamarse de despedida de las antiguas letras caanas, para entrar luego en otro período de olvido y de igno

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rancia, que solo pudiera suplirse con la actual restauracion jeto del siguiente discurso.

Perdido el verdadero gusto literario tocante al conocin de antiguos modelos catalanes, rezagadas la lengua y liter catalanas, en vista de la magnificencia á que habian ascendi lengua los poetas castellanos con sus cantos, triste el es provincial con el papel secundario que representaba el an Principado desde que la corte castellana absorbia toda la in tancia y vida de la nacion, y dispuesto desde tiempo el paí talan á lanzarse á luchas que en vano habian de mejorar s tuacion; solo podian llamar la atencion del vulgo aquellas que halagaran la natural aficion de aquella gente que suele fundir el talento con el ingenio y que, impasible ante la ex sion de sentimientos nobles, goza y se admira al ver pues práctica y en especial y agradable forma lo que hace ella mi por instinto y hábito, en sus expansiones y en los ratos de canso de sus tareas, esto es, observar la sociedad en sus vic criticarlos ó gozarse en todos los objetos que, lejos de afec la razon ó al sentimiento de una manera directa, producen la risa al que los contempla.

Son, pues, los ejes principales de las obras conocidas del tor de Vallfogona la sátira y la jocosidad. Del mismo mod cribió Quevedo una parte muy principal de sus obras, sier con un objeto moral, y como ciertos géneros de literatur propio que de arquitectura y de otros diversos ramos, hubi de tener sus épocas de mayor ó menor dominio, prescindi yo de las causas, que no me toca á mí examinar en este c diré que no es de estrañar que en la misma época en que alc su popularidad, aun que en mas alta escala, el insigne satíric la corte de Felipe IV, se arriesgara tambien nuestro gracioso tor de Vallfogona, que habia vivido en aquella, á probar c medio de distraccion y pasatiempo, en su deseada soledad, género de literatura, para poner de manifiesto lo ridículo d sociedad de su tiempo, que él, desengañado, veria sin duda mayores proporciones. Emito esta opinion respecto de las of

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cidas de García, interin no se tengan noticias de obras mas les é interesantes, y mientras no conste que fueron aqueuro objeto de pasatiempo y sin ánimo, por parte del autor, retender con sus sátiras y jocosidades conquistar un aplauue de seguro su talento no ambicionara.

ra formarse el lector una idea exacta de todo cuanto pudiecirse respecto á la época, á la importancia de las obras y ad histórica de los juicios que se han hecho del rector de ogona, tiene oportuno medio y ancho campo donde instruirà la interesante memoria sobre la vida y escritos de este aupor la que D. Joaquin Rubió alcanzó en los últimos juegos les la medalla de oro costeada por el Ateneo Catalan, justa erecida recompensa de tan digno trabajo.

mitiendo aquí, pues, lo relativo á la parte histórica y literaextensamente tratada en dicha memoria, y ciñéndome á la iística, basta decir que la propagacion de las obras de Vallna, lejos de haber contribuido al desarrollo y perfeccion de engua catalana, fueron un medio pervertidor del verdadero imiento poético, una tentacion para que los bufones y chocars se atrevieran á llamarse poetas, un fatal ejemplo de imputanto por lo que toca al lenguage como á la moral, y por fin, nueva tea de discordia en la parte gramatical y especialate ortográfica. Justificaré estos desahogos, tan antiguos en mí no la aficion que profeso á la lengua, y que he manifestado s de una vez à ciertos rutinarios, que miraban á Vallfogona o invulnerable.

mediados del siglo XVII, estalla en Cataluña la guerra llada vulgarmente de los segadores; el país tiene la debilidad de erse francés antes que esclavo de un insolente valido, y olvilo el sentimiento nacional, ya se le considere como español ó no catalan, no piensa mas que en luchar y escarmentar á los elo pisan; literatos distinguidos, como Monfar, abrazan ciemente el partido francés, y aun cuando se recobra el estado mal, como este no se consigue sin derramamiento de sangre, abyeccion general continúa y el dolor de la humillacion, como

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