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comparar sus diferentes épocas, eliminar con justicia los errores de cuantos se han ocupado de ella, y buscar el término medio indispensable para fijarla gramaticalmente, hermanando el uso. con las reformas necesarias? ¿ Basta para esto llevar con mas ó menos pompa ó fundamento el título de catalanista, haber hecho uno que otro trabajo aislado, ó tener el don de desvirtuar todo lo hecho dando así á entender que se conoce lo que se ha de hacer? No por cierto. Preciso era, pues, acudir á las academias, y como de estas solo podian salir comisiones que entendieran especialmente sobre los asuntos encargados, la comision, tenga ó no el carácter académico, hubo de ser, sin mas remedio, el solo recurso que quedó á los que, advertidos de la notable falta que se experimentaba en la restauracion de los juegos florales, clamaron por su pronta reparacion, cuando no fuese mas que por no parecer cómplices en aquella. Todo el mundo sabe que estas comisiones han obrado, que de las academias y de fuera de ellas se han llamado varias personas, para que fijaran las leyes gramaticales ó cuando menos ortográficas de la lengua catalana; aun mas en el seno de las mismas academias se ha propuesto y hasta debatido la gran cuestion relativa á la posibilidad de fijar reglas, pero el resultado ha sido vano. Ampliaré ahora el fundamento de la acusacion que hace poco he consignado, rogando á mis lectores que lo mediten con calma.

Habiendo dejado de tener importancia política y literaria la lengua catalana, antes de la época en que tuvo lugar ó empezó á realizarse la fijacion gramatical de todas las demás lenguas (siglo XV), resulta que los autores clásicos que podrian tomarse por modelo, adolecen de la incultura y abandono de su época, de manera que su variabilidad es inmensa y carecen enteramente de ortografía, que es lo que ayuda en gran parte á perfeccionar una lengua; por otra parte, como faltos de esta guia, los autores catalanes posteriores à la citada época, mas que aplicar un sistema en sus escritos, solo han podido interpretarlo ó suponerlo, imitando con mas o menos propiedad las reformas que se fueron haciendo en las demás lenguas vivas. De ahí que, al que

rer buscar la pauta necesaria, tanto en los escritos de la primera época, como en los de la segunda, para aplicarla á los de la tercera ó actual, se vea el campo de los legisladores gramaticales dividido en opuestas opiniones, imposibles de conciliar. Descuellan principalmente entre estos, en primer término, tres grupos, (que otros llamarian escuelas ) á saber: usistas, etimologistas y reformistas: el usista, no atendiendo á la variabilidad é incultura antigua de la lengua y á la falta de reglas de los escritores posteriores al siglo XV, no vé mas norma para su opinion que el uso, y vacila ante la reforma gramatical, que a veces lo trastorna perfeccionando; el etimologista, (y este es el menos temible,) creyendo que la transformacion, base de toda lengua que se desprende de su madre comun para pasar á ser dialecto y lue– go idioma, es corruptela, latiniza de tal manera la palabra aromanzada, que hasta á veces la imposibilita para el lenguage comun, no cediéndola, ni al uso ni á la reforma; el reformista, por fin, queriendo adivinar los adelantos que pudiera haber hecho la lengua, si hubiera seguido siendo idioma vivo y cultivado, y tomando tan pronto por guia su buen sentido, como los sistemas de las demás lenguas hermanas, niega la autoridad del uso por la misma razon que es variable, y tratando de regularizar la lengua por el sistema de la que él mas conoce ó aprecia; no repara en trastornar su índole, variando terminaciones y letras, haciendo regulares verbos que jamás lo fueron, y hasta á veces destruyendo la armonía y dulzura del lenguage por suprimir las sinalefas y sinéresis, de manera que obliga á pronunciar la lengua como jamás se ha pronunciado. Fatal es esta discordancia, y como es mas fatal aun el que cada cual tiene su parte de razon, y cada cual quiere ser fuerte, por creer que los demás se equivocan, de ahí que no pueda conseguirse jamás una conciliacion útil. El único medio, como han llegado á proponerlo generosamente los que desearian adelantar en esta parte, aunque el adelanto fuese poco ó imperfecto, puesto que otros podrian completarlo ó perfeccionarlo, seria la adopcion de nuevas reglas, despues de discutidas, que fuesen el resultado del mayor número de votos,

pero este recurso, que solo podria servir de ayuda de pronto, podria ser acaso mas hijo de la conciencia que de la inteligencia, cuando esta es la única que se requiere y se necesita.

En tal apuro, y concluyendo mi discurso, pudiera esplicar aquí la causa que me ha inducido á emprender el trabajo que en1 seguida ofrezco á mis lectores, pero no debo hacerlo, sin esplicar antes otro orígen fatal de estorbos y contrariedades para la idea preferente de los juegos florales, para lograr la restauracion lite raria y la fijacion gramatical de la lengua catalana. Este mal, independiente en cierto modo de los otros tres, puesto que no asoma su cabeza en los debates de las comisiones y trabaja soló y por su cuenta, ha aparecido de algun tiempo á esta parte, y si no lo advierten luego cuantos se precian de cultivadores de la lengua, se encontrarán contagiados sin advertirlo, y con toda ino cencia se convertirán en verdugos de la que les dá vida en sus inspiraciones, pues no contentos con dejar la lengua muerta, has ta la transformarán en momia. Hablo de los arcaistas, de esos que, sin querer tener la filosofía de los reformistas, el respeto de los etimologistas, ni la discrecion de los usistas, pretenden dar á entender que para imprimir un carácter propio à una lengua (que, sin embargo de su descuido, ha recibido todas las influen→→ cias, por las cuales se han ido transformando todas las demás de igual orígen), es preciso devolverle todas las voces, modismos y barbarismos desaparecidos, sea cual fuere la época y punto en que hayan existido. De manera que con su sistema, viene á confeccionarse una nueva lengua que es de todas las épocas, ó me jor, de ninguna, y queriendo rejuvenecer á una matrona, la vist ten con adornos, joyas ó harapos de todos los siglos. Para ellos la palabra desconocida ú olvidada tiene doble mérito que la conservada y comun, y todo su trabajo consiste en ir hojeando libros antiguos y de ellos ir entresacando, como quien busca granos en un pajar, las palabras nuevas á sus oidos por lo mismo de ser viejas, para hacer de ellas la escogida salsa que ha de dar sabor a los partos de su ingenio; para ellos inmicir, ráurer, ovirar, apropinquar, luytar, embrunyir, retrunyir son preferibles á mesclar

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ó barrejar, esborrar, descubrir, acostarse ó arrimarse, pugnar ó bregar, emboyrarse, retronar; las terminaciones en ats y ets exihigiscats, veets, caracterizan mas que exhigiu y veheu; prosáico les parece decir á benefici ó en pro, y conviene mas decir á ops, aunque nadie se acuerde del ad opus latin; las terminaciones plurales femeninas han de acabar todas en es, nombres y pronombres, por mas que el singular acabe en a, les dones, les persones, les comedies, les farses, y poseidos de esta manía, van dando á entender que es indispensable la resurrecion de estas voces muertas, para que la lengua tenga fisonomía propia, asegurando que lo demás es solo lenguage vulgar ó local. Para encontrar los efectos de esta mala influencia, ( y al hacer esta indicacion no intento censurar á nadie absolutamente,) basta ver algunas composiciones de distinguidos poetas, y comparar su lenguage actual con el que usaron en sus primeras poesías, pues en aquellas asoma de vez en cuando el contagio, siendo lo mas sensible, ver que la gala empleada no es espontánea y sí solo un verdadero esfuerzo de imitacion, que, por cierto, en nada ayuda al realce de sus bellas inspiraciones. Inmensa lista puedo facilitar, al que de esto dudare, de esas voces rancias y muchas veces exóticas que, despues de no haber sido pronunciadas durante muchos siglos, han venido ahora á desgarrar los oidos de cuantos anhelan observar la armonía y dulzura de la poesía y lengua catalana. Ejemplos bien convincentes y fáciles de encontrar justificarán mi aserto y podrán desengañar á los que vacilaren todavía: compárase el lenguage de Montaner ó Desclot con el actual de nuestros poetas, y aun que el lector observe cierta diferencia, no la encontrará tan grande como entre el último y el de los arcaistas; estúdiese el lenguage de los escritores posteriores al siglo XV, y en vano se descubrirá en él ese rebuscado conjunto de frases estrañas á que me refiero, por mas que una vez que otra se descubra alguna voz que ahora no esté en uso en todas las localidades; por fin, léanse las mismas constituciones de Cataluña, que lle gan á los últimos tiempos del antiguo régimen, y nada encontrará el inocente imitador que le aliente para seguir en su desviamiento

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injustificado. Y cuando nó, podríamos preguntarles ¿nada significa para vosotros el obispo Climent, sostenedor de la prosa catalana en el siglo pasado, Aribau, Martí, Rubió y todos los demás trobadors nous que han abierto la marcha del nuevo renacimiento? ¿Daréis à aquellos cuatro nombres respetables la patente de ignorantes, porque no fueron á caza de palabras y escribieron de manera que todo el mundo les pudiera comprender? Aun mas otro ejemplo quiero aducir, que aunque nada tiene que ver con la lengua catalana, pero servirá de mayor fundamento al raciocinio que se pueda hacer: ¿qué dirian los castellanos ahora si, para acreditar que conocemos el idioma, dijéramos sodes en vez de sois, maguer en vez de mas, fijo, foja y folganza en vez de hijo, hoja y holganza, ge en vez de se y otras muchas voces que el tiempo ha desterrado ó transformado ? Bien sentarian aquí aquellas palabras de Quevedo, cuando, en su Cuento de Cuentos, se lamenta ya de una plaga que, por el mismo estilo, se extendia tambien, en su tiempo, por el suelo castellano: «< En el origen de ella han hablado algunos linajudos de vocablos, que desentierran los huesos à las voces: cosa mas entretenida que demostrada, y dicen que averiguan lo que inventan.»> Y esto es tan cierto, como que, en estos mismos tiempos lo estamos viendo, por lo que, los jóvenes que se dediquen á escribir en catalan, antes que alistarse á esa cofradía, conviene mediten un rato ante las veneradas efigies de aquellos varones ilustres que han abierto la marcha de la actual restauracion, y de seguro que si lo hacen con conciencia, no se atreverán á abandonar á los verdaderos santos, por parecer devotos de una confusa pintura cuya contemplacion no les hará sentir jamás verdadero fervor; debiendo, por lo mismo, estar convencidos, de que si alguna mejora puede lograrse para la lengua, ha de ser con el esfuerzo individual y gradual de todos los que á ella se dedican, jamás por efecto de una transformacion radical é improvisada, obra de un individuo ó escuela, aun cuando esta ó aquella llegaran á atraer sobre sí á la muchedumbre, que cree de buena fé. Y en corroboracion de este aserto, no puedo prescindir de copiar aquí las siguientes pala

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