Américo Vespucio

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Ediciones LAVP, 2020 M09 8 - 200 páginas

Vespucio en un personaje borroso, siquiera sea la suya una maravillosa celebridad, tanta que el nombre derivado de su nombre, «América», ¿cuántas veces se reiterará ahora, día por día, y por labios humanos en toda la faz del planeta?

Es sujeto obtruso, escondido. El mismo se ha concedido la luz de la fama por sus brevísimos escritos... Sus trabajos de navegante y descubridor son mucho menos transparentes que la relación que da él mismo de ellos en sus escritos.

La primera particularidad crítica, que hallamos en Vespucio, es la de que todas sus hazañas, merecimientos y grandes hechos, están declarados por él mismo y por obra de su pluma—es el cronista de sí mismo—y no hay relato ajeno, ajena, historia, documento que otro cualquiera haya formado, que dé noticia de sus grandes sucesos.

Habrá, pues, siempre contra la limpieza de lo fama de este descubridor y navegante, una prevención, a manera de las que se llaman «tachas» en procedimiento judiciario: que haya él tenido para consigo mismo la debilidad de amor propio que cada cual alimenta hacia su persona.


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Acerca del autor (2020)

Ricardo Majó nació en Sevilla el 13 de julio de 1885 y falleció en Madrid-España en 1960. Se graduó abogado a los 19 años de edad y como doctor en Filosofía y Letras.

Pronunció su primera conferencia en el Ateneo de Sevilla en 1907, con el título de Psicología de la muchedumbre, y escribió obras tales como Apologías hedonistas (1923), Descubrimiento del país de Utopía y Retorno (1924), y la novela ¡Esclavo!, que obtiene el primer premio en el concurso literario de la revista Blanco y Negro (1925). Colaboró con numerosas publicaciones periódicas, como Social de La Habana o El Liberal de Sevilla, propiedad de José Laguillo.

Con la llegada de la Segunda República, recibió el encargo de Azaña de organizar Acción Republicana (AR) en Sevilla, de la que será su presidente en la ciudad, aunque finalmente será expulsado, y en 1932 encabezó el Partido Republicano Autonomista Andaluz (PRAA), que en octubre de ese año celebró un congreso con las “representaciones de sus grupos en toda Andalucía”, y que se convirtió en la primera fuerza autonomista constituida al margen del círculo del andalucismo histórico de Blas Infante, los Centros Andaluces y la Junta Liberalista.

En la sede también de la Juventud Autonomista, fue conocida como Centro Republicano Andaluz o Centro Andaluz, y escenario de numerosas actividades, como la conferencia de José Andrés Vázquez en octubre de 1932, o la de Luisa Garzón, del Grupo Feminista en diciembre de 1933.

Majó también fue miembro de la Federación Autonomista de Municipios Andaluces (FADMA), y entenderá, sobre todo durante el denominado "bienio negro", la necesidad de acercamiento entre todos los autonomistas, por lo que se convierte en pieza clave en la Asamblea de Córdoba de 1933, y en auténtico hombre de confianza de Blas Infante durante el proceso autonómico de la Segunda República.

Pasada la guerra, se establece en Madrid para evitar problemas, y comienza a escribir en algunos medios de prensa bajo el pseudónimo de Framis, que acabará adoptando como segundo apellido, aunque nunca llegó a tener el carné oficial de la Asociación de la Prensa, puesto que se negaba al preceptivo trámite de la jura de los Principios Generales del Movimiento.


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