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citos y haciendo los mayores progresos por la parte de Cataluña Ꭹ el Rosellon, recibió la noticia de haberse efectuado el tratado de paz en Basilea: tratado que con el de la alianza ofensiva y de fensiva del siguiente año de 1796 ha traido la perdicion á la Espa paña, y á la mayor parte de Eu

ropa.

j. De estos tratados se ha escrito y hablado con la mayor va riedad suponiendo ó añadiendo en ellos lo que no se concedió. Para la paz de Basilea no hubo mas que un tratado sencillo cediendo la España la parte que poseía de la isla de santo Domingo, y la Fran cia las plazas que habia ocupado en Cataluña, Navarra y las provincas Vascongadas.

En el tratado de alianza ofensiva y defensiva hecho en S. Ilde

fonso á 19 de agosto de 1796 se estipuló que qualquiera de las dos potencias que se hallase en guerra pudiese exîgir de la otra quin ce navíos, diez y ocho mil hombres, y seis mil caballos, sin que la potencia requerida tuviese derecho á pedir se le manifestasen las razones ó causas por qué la requirente hacia la guerra.

Fácil era conocer quién habia de reportar la utilidad de este tratado en la situacion de la España, y disposicion en que ya se hallaba la Francia. Pero como los franceses adulaban entonces á Godoy, y aun á los españoles, queriéndonos persuadir que con él teníamos un segundo Daniel, no se reparó en barras ni futuros inconvenientes. Mas en este tratado tampoco se ofrecieron los millones de reales ó pesos que, con mas

ó menos variedad, han dado por cierto muchos papeles en estos años.

Donde se exigió á la España lo menos un millon de duros mensual fué en el convenio del octubre de 1803 hecho con Napoleon. Resuelto este tirano á llevar á cabo el proyecto de desangrar y debilitar la España para hacer mas segura su conquista, exigió en aquellos años tan calamitosos que la España le aprontase el contin gente de navíos, hombres y caballos estipulado en el tratado de 1796. Y por evitar esta remesa y entrega se le aplacó y compensó con el equivalente en dinero del millon de duros mensuales. Los ingleses supieron esto al momento, y que esta y otras cantidades iban á manos de Napoleon y sus satélites para hacer la guerra, no

solo á la misma Inglaterra, sino al resto de la Europa. De aquí

provino el apresamiento de nues

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tras fragatas, que conducian los caudales de América; porque los ingleses conocian que en el mero hecho de arribar á España irian á parar á manos de Napoleon. Así, atendidos todos estos antecedentes y circunstancias, no fué la conducta de los ingleses tan reprehensible como nos han ponderado sin interrupcion los Godoyes y Napoleones.

En uno de los petulantes diarios del mes de mayo de 1808, de que se hablará despues, hicieron una relacion de las ventajas que habia conseguido la España por la alianza con la Francia, queriendo de aquí abonar el talento y buen gobierno de Godoy; pero. callaron como mudos las desven-,

tajas harto mas ciertas que se acaban de referir en obsequio de la verdad.

Como quiera, en virtud del tratado de Basiléa y por tan importantes servicios se apropió Godoy el pomposo título de Prínci→ pe de la Paz á mas del de duque de la Alcudia de que ya gozaba; y como en los títulos y conversaciones solo se decia príncipe de la Paz, no faltaron entonces quie nes dixeron que algun dia vendria á ser el príncipe de la guerra.

Desde esta época se afianzó mas y más en la gracia de los reyes, y casi llegó á ser el árbitro de la co rona. Para mejor continuar en su valimiento se empeñó en seguir el sistema de alianza con los franceses, pensando neciamente como ellos en destruir nuestra poca marina empleándola contra las

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