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dia el consejo de Castilla en un edicto edificante y persuasivo: y esto fue bastante para que despues este pueblo dócił é ilustrado en quanto cabe apenas se haya desmandado en otra accion semejante.

Sabida en las provincias la marcha de los franceses, principiaron á venir los papeles y noticias verdaderas de que ántes habíamos carecido. Por ellos vimos que el no haber entrado los franceses en Valencia el 28 ó 29 de junio anterior se debió precisamente á la defensa que desde sus muros hicieron sus habitantes, ayudados de una poca tropa mandada por el general Caro, hermano del marques de la Romana, pues los exércitos levantados dexaron pasar á los franceses por los desfiladeros de Contreras y las

Cabrillas, y de consiguiente que no esperando Valencia estos golpes, su defensa habia sido casi milagrosa.

Por una gaceta de Sevilla se supo igualmente como se habia dado la famosa batalla de Baylen. De allí á pocos dias publicaron las capitulaciones de esta famosa rendicion, y no dexaron de hacer algunas cosquillas á los madrileños al ver que podian llevar sus hurtos y riquezas, y ser conducidos á Francia. Mas todo se daba por bien empleado al vernos libres de tan maldita canalla.

Dexo dicho que Madrid no tenia mas tropa que sus pobres inválidos; por consiguiente deseaba ya ver y tener en su seno á los que creía sus libertadores. Pero sus habitantes no estaban olvida

dos de la esclavitud que habian padecido baxo los franceses, y para evitarla en la succesivo, estaban resueltos á tomar las armas sin réplica, ni excepcion. Penetrado de estos justos deseos el consejo de Castilla, y sin embargo de que el mismo dia 8 de agosto entraron las tropas de Valencia, á cargo del ge. neral Llamas; fixó aquel un edicto, por el que mandaba concurrir al dia siguiente á ciertos y determidos puntos por sus respectivos barrios y quarteles á todos los que llegasen á 18 años, y no pasasen de 5, para que asistiendo tambien á ellos los oficiales y generales, que habia en la corte, pudiesen empezar el alistamiento y organizacion de los respectivos cuerpos. Obedeció tan puntualmente el pueblo de Madrid, que se puede

asegurar que en la mañana del 9 de agosto habia en sus respectivos puntos 400 hombres de la referida edad. Los casados, los pobres artesanos, y con muchos hijos, todos decian es justo que aprendamos el exercicio, y tomemos las armas: los que no podamos salir á campaña, podrémos hacer la guarnicion de la corte, y en caso necesario defenderla. Concurrieron á ver esta funcion varios valencianitos de los que habian entrado el dia antes. Venian éstos muy orgullosos; y sin embargo de que algunos no habian visto á los franceses, como que daban á entender que solo en la fuerza de sus brazos estaba asegurada la libertad de la nacion. Así con el mayor descoco pedian á las fruteras y otras revendedoras que les diesen de valde sus frutas y de

mas, pues así lo habian hecho en otros lugares. Mas quando vieron el patriotismo y entusiasmo de los madrileños, y la intencion denodada de armarse en tanto número; no dexaron de encojer sus hombros, y baxando sus orejas, se volvieron á Madrid con menos arrogancia.

Però por desgracia ya en este dia principió á hacer su oficio tambien en Madrid una mano oculta, que sin saber cómo ha entorpecido y frustrado las mejores operaciones de la nacion. El Consejo prevenia que á los puestos saldrianoficiales de todas graduaciones: y esto no se verificó con uniformidad. En una parte no habia ninguno, y en otras no se atrevieron, 6 quisieron comenzar la obra á pretexto de ser ellos pocos, y la gen

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