mentasen por sus respectivos barrios y quarteles, cuyo exemplo hubiera imitado lo demas del reyno. No obstante por aquellos dias siguió esta módorra y vana confianza, hasta el 25 del mismo noviembre, en que publicó la junta central el siguiente suplemento á la gaceta de Madrid del viernes 25 de noviembre de 1808. »Nadie duda que el enemigo de la humanidad no perdona medio ni arbitrio de quantos puedan ceder en nuestro daño; y la Junta suprema gubernativa del reyno acaba de tener un nuevo testimonio de las artes que sabe emplear su política horrible. Las avanzadas de Somosierra han sorprehendido á un hombre con tres cartas, dirigidas, una al excelentísimo señor conde de Floridablanca, otra al decano del Consejo real, y otra al corregidor de Madrid, todas idénticas, escritas desde Burgos, con fecha del 17 del corriente firmadas por don Josef Miguel de Azanza, don Gonzalo O-farril, don Manuel Romero, don Mariano Luis de Urquijo, don Pablo Arribas y el conde de Cabarrus. "Estos hombres ilusos. vendidos por ambicion al enemigo, siguen en sus cartas el camino trilado ya de ponderar las ventajas que nos resultarán de prestar obediencia al rey intruso; y desfigurando el noble orígen á que debe España su independencia, y los sucesos políticos y militares, tratan de halagarnos con esperanzas y promesas, y aterrarnos con amenazas y calamidades. Así se figuran atraerse très personas que por su carácter y ministerio creen con algun influxo en la opinion, no deteniéndose en intentarlo aun con el mismo Presidente del cuerpo soberano nacional. → » Altamente indignado éste al ver los medios de que se valen la perfidia y la inmoralidad comprometida doblemente por su deber sagrado, y la confianza de toda la nacion, que ha pronunciado para siempre su voto de vencer ó morir, no ha podido menos de recordar el solemne juramento que tiene hecho de responder á este voto augusto, y sepultarse entre las ruinas de nuestra libertad y constitucion. Igualmente ha decretado que estos, infames escritos, en que con dolor se ven firmas españolas, sean quemados por mano del verdugo, y sus autores abandonados á la exêcra cion pública, tenidos por infidentes, desleales y malos servidores de su legítimo rey, indignos del nombre español, y traydores á la religion, á la patria y al estado: que las causas incoadas contra ellos, ó las que deban formárseles, se pasen todas á la real Sala de alcaldes, para que como tribunal ordinario conozca de los delitos de unos hombres desaforados, y declarados indignos de todo privilegio ú exêncion; los emplace y llame por edictos y prêgones para que se defiendan substanciando sus causas en rebeldía si no comparecieren, atendiendo solo á lo esencial de la justicia, y supliendo los trámites y fórmulas que con la dilación perjudiquen al câstigo dè tales crímenes, y al escarmiento público. } "Este nuevo testimonio de la perfidia enemiga, y de lo que pueden la ambicion y desconcierto de principios aun en pechos españoles, hará mas patente que el tiraho no lo esperà todo de las armas y de la guerra abierta: medios nobles, aunque injustos y bárbaros como él los emplea; y quánto debe temerse de las artes propias de la política que le es peculiar, co mo él mismo asegura con una impudencia y descaro, que tambien son exclusivamente suyos. Mas los españoles, por mas que vean combatidos á un tiempo su esfuerzo y su patriotismo, no es posible decaigan de su ánimo, quando opondrán constantemente todos los recursos de su carácter leal é independiente, y 4000 hombres que se disponen á obrar." 1 1 |