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V. E. y á la Junta si insistiésemos demasiado sobre la proteccion y salvaguardia que debe tener el portador de ésta, así á la ida como á la vuelta. Burgos 17 de noviembre de 1808."Seguian las firmas de. los ministros.

Esta es la famosa carta de los ministros del intruso que ofrecí en miscomentarios insertar en esta historia. Debe presumirse, que todo su contenido llenaria de amargura y pesar á los individuos de la Junta central, y que acaso se retraerian de publicarla á la letra por no dar tamaña pesadumbre á los fieles españoles. Pero quién sabe si hubiera sido mejor haberles dicho paladinamente que estaban tan amenazados de las fuerzas del pérfido Napoleon que convenia se pu siesen sobre las armas todos los

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que fuesen capaces de tomarlas, y fortificar quantos puntos fuese dable y posible. Por lo que hace á Madrid se reduxo á que el Conse jo publicó un bando diciendo que los generales Castelar y Morla querian fortificar á la corte: no porque creyesen se hallase en un inminente peligro; sino á mayor abundamiento, y porque estuviese mas segura. Á consecuencia se exhortaba al paisanage á que concurriese á las puertas á hacer las excavaciones para las baterías, esportar la tierra y demas obras que se le mandase. Á los religiosos tam, bien se les suplicó que acudiesen al parque de artillería á fabricar cartuchos. Pero no se distribuyeron armas algunas á los que podian tomarlas, ni se les regimenpor barrios, como debia, ni se

dieron otras disposiciones que ayudadas del buen órden sirviesen al mejor éxito de la defensa; pues las-troneras que mandó hacer Morla estaban tan mal dispuestas muchas de ellas, que á su frente tenian los franceses mejores parapetos que los defensores madrileños dentro de sus tapias.

Aunque habian sido batidos los exércitos de Blake y Extremadura, todavía parece que que quedaba alguna esperanza en los de Castaños, Aragon y Valencia. Pero tampoco duró mucho, á lo menos en quanto á poder contener á los franceses en las orillas del Ebro, porque luego se traslució el grande trastorno en que se hallaban estos exércitos por una sangrienta batalla que se suponia dada en los confines de Castilla, Aragon y Na

varra. De resultas se decia, que si Castaños estaba en Calatayud, Palafox en su Zaragoza, y en resolu cion cada uno tenia su noticia, y abundaba en su sentir al ver que el gobierno nada decia ni dixo sobre el particular hasta el último de noviembre y dia de san Andres que publicó los partes de los gene rales Castaños y San Juan. Aquél lo daba con fecha del 26 desde Calatayud detallando la accion y pérdida de la batalla de Tudela, y diciendo que luego que supo que los franceses venian por Soria conoció su intencion de cogerle entre dos fuegos: y que así se habia res tirado por Borja á Calatayud, desde donde pasaria á Sigüenza para auxiliar en caso necesario á Ma drid, Y San Juan con fecha del 28 decia desde Somosierra, donde es

taba apostado de órden de la Jun ta central, que los franceses unos se habian dirigido desde Aranda ácia Osma y Soria, y otros como en número de 50 ácia Somosierra y Sepúlveda, en cuya villa habian acometido á nuestros cuerpos a vanzados, los que por dicha habian logrado rechazarlos complę tamente.

Por solos estos partes era facil sospechar que siendo Napoleon un hombre cruel y vengativo, y teniendo tantos deseos de avanzar á Madrid, superaria de uno u otro modo los obstáculos que le pusiesen nuestros exércitos, aunque fuese á costa de muchos millares de sus infelices soldados. Esto no obstante, el paisanage de Madrid como que permanecia tranquilo y con las mas firmes esperanzas de

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