Imágenes de páginas
PDF
EPUB

cio a Murat y á todos sus generales y soldados. En la mañana del primero de mayo que fue domingo, pasaron revista en el Prado, y no faltó mas que insultarlos en la misma formacion, y aun á la vuelta algunos manolos lo hicieron con Murat. Sin saber como, ni porque se juntaba la gente de todas clases en gran número en las plazas; y singularmente en el paso tan comun de la Puerta del Sol. Todos parece que conocian la calamidad que les amenazaba, y como hijos que sienten la pérdida de su padre así presentian la de su nuevo y querido rey, ylas fatales consecuencias que á ellas serian consiguientes.

Ausentado ó llevado que fuese su tio el señor infante don Antonio, no le quedaba á la Nacion punto sobre que fixar la direccion de

su gobierno. Volviendo aquella tarde de paseo el señor infante, y al pasar por la Puerta del Sol entre el inmenso gentío, fueron tales los clamorës, las algazaras y los vivas, y el tirar por cima del coche los sombreros que al fin lo detuvieron y dixeron públicamente que de ningun modo desamparase la España, que todos sus individuos á costa de su sangre defenderian su persona, y vindicarian la injuria hecha á su sobrino. ¡Pero ay de vosotros madrileños! así os explicábais porque no sabíais que á dicho señor in fante lo tenian ya tambien casi en una prision rigurosa, y que á mas habia recibido instrucciones de nuestro amado Soberano para no disgustar en nada á los franceses hasta saber los resultados de Bayona. ¡Así declarábais vuestros he

y

róicos sentimientos! ¡pero era ya tarde! En este instante acabaron los inicuos franceses de tender sus redes, y dar sus providencias alevosas para prenderos al dia siguiente, haceros inocentes víctimas de su cruel poder y ambicion. Pues en aquella misma noche ya dió órden el capitan general de Madrid para que á la mañana siguiente no saliese de sus quarteles la poca tropa española y á mayor abundamiento quitaron los cartuchos á los soldados.

Amaneció el 2 de mayo al parecer algo nublado, y como anunciando lo que habia de suceder. Las gentes ya se ha dicho que corrian por las calles sin saber por qué. Á la plazuela de Palacio concurieron muchas, y á las nueve de su mañana fue salir para Bayona la reyna de Etruria hermana del señor

don Fernaddo, que como dixe, hacia poco habia llegado de su reyno, del que la habia desposeido Napoleon, asegurando compensarla con otros estados. La hora y el resultado prueban que esta fue la seña dispuesta por los franceses y traidores españoles para consumar su inicuo proyecto, y amotinar al pueblo. Porque una sola muger, regularmente pagada al intento, al ver bajar la reyna y que lo mismo se decia de los infantes don Antonio y don Francisco, dió un gran grito diciendo: ¡Válganos Dios! que se llevan á Francia todas las personas reales.

Esto fué bastante para que los demas se conmoviesen y alborotasen en tal grado, que impidie-, ron la salida del infante D. Francisco y D. Antonio, ya que no pu

dieron la de la reyna. Los franceses, que no querian otra cosa, y que todo lo tenian dispuesto, se aprovecharon de la ocasion, mandaron en seguida hacer la primera descarga á los que estaban mas cerca, y con este anuncio se pusieron al momento sobre las armas todos los demas de la corte y de los campamentos de Chamartin, Casa del campo y lugares inmediatos. Al instante corrió el ruido de tan grande novedad por Madrid, y la gente, singularmente de los barrios baxos, concurrió con el mayor denuedo y presteza, suspirando por armas á los puestos principales, como fueron á la puerta del Sol, calle Mayor y otros equivalentes, pues los mas no llevaban otras que unos simples cuchillos ó varapalos: los poquísimos

« AnteriorContinuar »