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go: que lo dicho dicho, y que mentian todos los que habian capitulado (1). Calló por entonces, y sabiendo estaba á caballo en el campo don Diego Caballero, tomó el suyo y lo fué á buscar. Encontrólo y díjole si defenderia que los que habian capitulado mentian en lo que habian dicho. Respondió Caballero que sí. Pues apéese vuestra señoría del caballo, que yo me precio de decir verdad, y el que miente es él. Apeáronse y echaron mano á las espadas, y dicho capitan le dió dos ó tres estocadas que dicen lo mató. Esto corre; hasta que el correo venga no se sabe la verdad. Otros lo tienen por fábula, y fúndanse en que ha habido cartas de que estaba en Fraga don Diego Caballero, y que habia pasado á Zaragoza.

Anoche llegó aviso como habian cercado los portugueses á Alcántara, y que de Badajoz se le envió socorro á toda diligencia que entró en la villa, y animáronse los della de suerte que salieron á pelear con los portugueses y los obligaron á retirarse con pérdida de 600 caballos y mayor aun de prisioneros. Lo particular vendrá con el

correo.

Adios, mi padre, quien guarde á V. R. y dé la salud que deseo. Si V. R. me remediase el estómago, que le tengo grandemente estragado, me daria algunos años mas de vida. Téngalo V. R. como deseo. De Madrid y Marzo 31 de 1648. Sebastian Gonzalez. Al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús, en Sevilla.

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(1) Es lo mismo que si dijera todos los que habian declara do contes tando como testigos á los capítulos de cargo del proceso.

Badajoz y Abril 4 de 1648.

(Tom. 129, fól. 995.)

Copia de una carta del P. rector de Badajoz, su fecha á 27 de Marzo de 1648 (1).

«De nuestra Talavera de acá salieron cuatro pilladores de á pié hácia Campo-Mayor á buscar su ventura, y quiso la nuestra que descubrieron gran golpe de caballería de el rebelde como 600 caballos, los cuales marchaban á Montijo y á la Puebla, donde tenian noticia que habia mucho ganado. Este era su principal intento, y el segundo coger la caballería nuestra que le saliese al encuentro; y para este fin se ocultaron cuanto pudieren, para que no se entendiese el grueso que traian. Los pilladores se ocultaron detras de unos vallados, y en pasando vinieron á dar noticia de lo que pasaba. Con esta nueva nos vinieron el miércoles en la noche, dia de la Encarnacion, y otra peor nos vino por otro lado, de que el enemigo tenia cercada á Alcántara, y la estaba batiendo, y que la fuesen á socorrer. Dispúsose primero acudir á coger al enemigo, cuando volviese con la presa, y así salieron ayer jueves por la mañana los caballos que habia, que serian 500, y se pusieron á esperar al enemigo al paso. Las tropas de Talavera y de otros lugarcillos se venian á vista del enemigo para si hubiese ocasion de quitarles la presa, la cual era considerable y llegaria á 14.000 cabezas de ganado mayor y menor, con que dejaban perdidos á todos aquellos lugares que allí habian juntado su hacienda. Cuando las tropas de

(1) Hállase esta carta como otras muchas entre la correspondencia del P. Pereyra, sin que podamos decir quien se la remitió, si fué el P. Gonzalez ú algun otro P. del Colegio de Madrid.

Talavera vieron las nuestras, tomaron la vuelta y se incorporaron con ellas, con que quedamos con algunos 50 cabaIlos mas que el enemigo, porque los suyos eran 600 y los nuestros 650. Cuando ellos se hallaron con tanta caballería en el paso, no rehusaron el choque porque la imaginaban muy flaca, y que no tenian el brio que solia. Cerraron con grande ímpetu con nosotros, y con el mismo nosotros con ellos, y fué uno de los grandes choques que se han visto aquí; y con tan buena fortuna de nuestra parte, que derrotamos al enemigo y le quitamos cosa de 200 caballos. Cogimos mas de ciento y tantos prisioneros, entre ellos el Comisario general de la caballería; pero tan mal herido que dentro de pocas horas como entró en Badajoz murió. Murieron por lo menos cuatro capitanes. No se sabe lo puntual ni el mismo general de la artillería, (que es hoy el que gobierna), ni nuestros capitanes lo saben, y así digo lo que ellos juzgan y dicen, y lo que el mismo general me ha dicho hoy cuando le fuí á dar la norabuena. Item: prendieron dos tenientes prisioneros y un capitan que es calvinista, y un clérigo que traian por capellan. Heridos en Badajoz tenemos dellos 80, y sin duda fueron la mayor parte de ellos muy heridos, y quedaron mas de otros 100 muertos en la campaña.

De los nuestros murieron cosa de 12, y heridos tenemos cosa de 50, y además cuatro capitanes están mal heridos. La victoria ha sido gloriosa, porque se recobró todo el ganado, y se vuelve á sus dueños. Hoy se habrá ya repartido, y en Talavera lo juntaron para que viniesen sus dueños á reconocerle. Hemos quedado con grandísimo consuelo, que ha sido rescatar este país, y el enemigo ya se ve cual estará. Tomarase lengua con que se sabrá mas por menudo su pérdida, que en estas ocasiones los soldados trasponen mucho.

Anoche á la Ave-María volvieron con este suceso, y

esta mañana volvió propio de Alcántara que dijo que el enemigo se habia retirado, y luego vino segundo propio que dijo habia vuelto á poner sus baterías. Gente dicen que tienen los nuestros, municiones les faltaban; hánles enviado hoy 80 quintales y un tercio de infantería y cuatro tropas de caballos de socorro. ¡Dios los defienda! que seria grande desgracia si aquella plaza se perdiese; podrá ser que con este suceso desmaye el enemigo y se recoja.

Despues desto vino aviso habian los portugueses vuelto sobre Alcántara, y acometido el puente, y ganado dos rastrillos, y intentado abrir la puerta con un petardo. No tuvo efecto; terraplenáronla los nuestros, y con granadas de fuego los ojearon con muerte de muchos. Intentaron volar un pedazo del puente, y para esto hicieron un hornillo, y poniendo cantidad de pólvora en él, le dieron fuego; solo derribó tres piedras.

Anoche 6 deste vino aviso se habia retirado el enemigo. La causa de haberse atrevido, dicen, fué que habiéndose retirado la primera vez, por saber venia socorro de Badajoz, viendo el corregidor de Alcántara que se habia ido, envió el socorro á la Mata, donde se temian habian de dar, y ellos tuvieron noticia de como el socorro habia pasado á la Mata, y con esto dieron la vuelta á Alcántara á probar ventura. Lo particular de la fuga desta segunda retirada no se ha dicho; el jueves con el correo se sabrá mas en particular; avisaré á V. R.»

Madrid y Abril de 1648.

(Tom. 129, fól. 993.)

Pax Christi, &c. Padre mio: V. R. tenga muy buenas Pascuas, como yo se las deseo, con buena salud y conten

to. Lo que hay de nuevo que avisar á V. R., es lo siguiente:

De Nápoles corre constantemente que andaba el pueblo tratando de convenirse con el Sr. D. Juan de Austria. Dicen habian ya dado libertad al duque de Tursi y á su nieto, y que el duque era el medianero en los acuerdos de las conveniencias. Que pedian saliese Su Santidad por fiador de que les cumpliria S. M. lo que se asentase, y que en órden á esto habian escrito á Roma, y que Su Santidad habia respondido muy bien á todo lo que se le habia pedido. No ha venido de esto carta á S. M.; mas hay la de Sicilia del marqués de Montealegre para un hermano suyo, y otra de Génova. Con todo hasta que venga aviso á S. M. de Nápoles, no se tiene por cierto.

De Francia se ha dicho aquí por carta que remitió D. Juan de Garay, á quien envió el aviso el que llevó ratificadas las paces de parte de S. M. con Holanda, que la Francia se empezaba á revolver por causa de los tributos, y en especial por uno nuevo que se trataba de imponer, con que el pueblo en París se empezó á inquietar tan furiosamente que á voces clamaban por las paces, y pedian se les entregase al cardenal Mazarino. Que dicho cardenal unos dicen no parecia ni vivo ni muerto, y que debia de estar escondido ó huido á Roma.

Que el de Condé habia dias se habia salido de la córte porque habiendo pedido por merced al Rey le diese libertad á un caballero que estaba preso, no se lo habia querido conceder; que él lo sintió de suerte que se salió de París.

Ilem: que visto el alboroto de París enviaron á llamar al de Condé para que, parte con su autoridad, y parte con gente de guerra, procurase antes que el fuego del motin creciese apagarlo. Para este efecto juntaron 6.000 hombres, y se los entregaron. Que recibida la gente se

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